Mi experiencia con Tinder y el sexo casual
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Erii
Desde niña me costó tomar la iniciativa en las relaciones de cualquier índole. Mi carácter y personalidad han sido siempre batallas a librar y ello me impedía ser accesible a quienes me rodeaban. Paradójicamente, mi círculo social siempre ha sido pequeño, pero los integrantes tienen una asombrosa facilidad en lo que a "hacer amigos" respecta y procuraron motivarme a conocer personas, fracasando casi siempre en la labor.
Una de mis amigas, mi mejor amiga, un día me preguntó si usaba aquella aplicación para tener citas: Tinder. "Obviamente no", le respondí. Sí, había oído y leído un par de cosas, nada que captara demasiado mi atención porque lo sentía como un tabú tremendamente grande. A los 10 minutos ya me había convencido de instalar la app y a los 15 ya tenía tres 'matches' o posibles parejas. ¿Qué les dijera? Es muy persuasiva. (Lea "Hay que tener claro que Tinder no se hizo para buscar marido, sino para pasarla bien")
Me abrumaba la idea de tener una cita a ciegas. Esto es Colombia y cosas terribles pasaron por mi imaginación. "Me robarán un órgano, abusarán de mí, escopolamina, trata de blancas." Todo. Está en mí añadir drama a las situaciones. (Lea "A mí no me ha ido mal haciendo amigos por internet")
Necesitaba encontrar a alguien lo suficientemente interesante como para dar el gran paso y así sucedió. Empecé a hablar con un chico que cumplía con varias de mis expectativas: inteligente, divertido, guapo y, curiosamente, amante de un deporte con un público selecto del cual hago parte. Debía elegir un lugar que me resultara familiar y del cual pudiera huir si algo no iba bien, además de que me conocieran, por si notaban algo raro en mi comportamiento. Cuánta inseguridad, ¿verdad?.
Todo sucedió en mi café-bar favorito. Ambos vivíamos cerca. Resultó increíblemente fenomenal. Instantáneamente el tabú desapareció y supe que ya no habría retorno. Tuve más citas en dos meses de las que había tenido en toda mi vida y, en general han sido buenas experiencias, a excepción de un par.
Consejo: la primera cita jamás debe ser en tu casa. Eso sí, para la comunidad de Tinder, en general, es bien sabido que el top de las prioridades es el sexo casual. Afortunadamente, yo no estaba buscando una relación formal así que todo se ha dado, responsablemente, bien.
Hasta hoy he conocido personas maravillosas, he pasado momentos únicos y me he empapado de otras culturas porque he tenido la oportunidad de compartir con algunos extranjeros. Si bien no todo ha sido sexo, es uno de los puntos más importantes y motivadores y entendí que no debía sentirme mal por el hecho de que me guste. Además, hay un posible candidato a novio, lo que me parece delicioso (sí, delicioso).
Desde niña me costó tomar la iniciativa en las relaciones de cualquier índole. Mi carácter y personalidad han sido siempre batallas a librar y ello me impedía ser accesible a quienes me rodeaban. Paradójicamente, mi círculo social siempre ha sido pequeño, pero los integrantes tienen una asombrosa facilidad en lo que a "hacer amigos" respecta y procuraron motivarme a conocer personas, fracasando casi siempre en la labor.
Una de mis amigas, mi mejor amiga, un día me preguntó si usaba aquella aplicación para tener citas: Tinder. "Obviamente no", le respondí. Sí, había oído y leído un par de cosas, nada que captara demasiado mi atención porque lo sentía como un tabú tremendamente grande. A los 10 minutos ya me había convencido de instalar la app y a los 15 ya tenía tres 'matches' o posibles parejas. ¿Qué les dijera? Es muy persuasiva. (Lea "Hay que tener claro que Tinder no se hizo para buscar marido, sino para pasarla bien")
Me abrumaba la idea de tener una cita a ciegas. Esto es Colombia y cosas terribles pasaron por mi imaginación. "Me robarán un órgano, abusarán de mí, escopolamina, trata de blancas." Todo. Está en mí añadir drama a las situaciones. (Lea "A mí no me ha ido mal haciendo amigos por internet")
Necesitaba encontrar a alguien lo suficientemente interesante como para dar el gran paso y así sucedió. Empecé a hablar con un chico que cumplía con varias de mis expectativas: inteligente, divertido, guapo y, curiosamente, amante de un deporte con un público selecto del cual hago parte. Debía elegir un lugar que me resultara familiar y del cual pudiera huir si algo no iba bien, además de que me conocieran, por si notaban algo raro en mi comportamiento. Cuánta inseguridad, ¿verdad?.
Todo sucedió en mi café-bar favorito. Ambos vivíamos cerca. Resultó increíblemente fenomenal. Instantáneamente el tabú desapareció y supe que ya no habría retorno. Tuve más citas en dos meses de las que había tenido en toda mi vida y, en general han sido buenas experiencias, a excepción de un par.
Consejo: la primera cita jamás debe ser en tu casa. Eso sí, para la comunidad de Tinder, en general, es bien sabido que el top de las prioridades es el sexo casual. Afortunadamente, yo no estaba buscando una relación formal así que todo se ha dado, responsablemente, bien.
Hasta hoy he conocido personas maravillosas, he pasado momentos únicos y me he empapado de otras culturas porque he tenido la oportunidad de compartir con algunos extranjeros. Si bien no todo ha sido sexo, es uno de los puntos más importantes y motivadores y entendí que no debía sentirme mal por el hecho de que me guste. Además, hay un posible candidato a novio, lo que me parece delicioso (sí, delicioso).