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Es verdad, la cuarta revolución industrial ha estado acompañada (y seguirá estándolo) de una serie de despidos por cuenta de la automatización de procesos (máquinas haciendo el trabajo que antes hacían los humanos). Para no ir tan lejos, recientemente informamos sobre el despido colectivo que prepara el Banco Itaú, en Colombia, con el que busca prescindir de 288 de sus colaboradores.
Las razones dadas por la entidad bancaria es que enfrenta un tránsito hacia la transformación digital, en el que ya no necesita de muchas labores que realizan sus operarios, bien sea porque una máquina es capaz de hacerlas, o porque han caído en la obsolescencia. Sin embargo, no hay que satanizar a esta nueva revolución, pues también se están creando oportunidades de trabajo que buscan profesionales capaces de responder a las necesidades que plantea la productividad del siglo XXI (Itaú, por ejemplo, quiere contratar a más de 200 personas con estas características).
Ejemplo de lo anterior es el piloto de drones, una carrera que se apalanca de tecnologías como el almacenamiento y procesamiento de datos en la nube, la robótica y la conectividad 5G.
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Solo piense en lo extraño que hubiera sonado hace 30 años decir que el trabajo de una persona consiste en ponerse unas gafas y, con un control o unos guantes, pilotear una nave no tripulada (que en la mayoría de los casos no supera el metro de diámetro) que se encuentra a unos cinco o diez kilómetros de distancia. Para ser sinceros, aún hoy cuesta entender que una persona se dedique a eso.
Pero ya es una realidad, de hecho, en países latinoamericanos como México y Colombia existen programas académicos para la formación de este tipo de profesionales, los cuales pueden durar entre uno y dos años.
Parte del pénsum que compone la formación académica de esta profesión incluye (además de las técnicas para pilotar un vehículo no tripulado) el conocimiento de las normas del uso de espacio aéreo (como la prohibición de sobrevolar en aeropuertos, zonas gubernamentales o espacios privados), por lo que la ética es uno de los principales diferenciales de aquellos que realizan esta actividad por hobby.
Según el director de estrategia y marketing de Huawei Cloud, Alfonso Jiménez (quien además participó la semana pasada en el congreso TIC que organizó esta empresa de tecnología china), la carrera de piloto de drones fue acuñada en el marco de la pandemia, precisamente por la necesidad de automatizar procesos desde la seguridad, revisión, mantenimiento y salvaguarda.
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Y esto tiene sentido, pues la operación de un drone, por ejemplo, puede permitir la fácil exploración de una zona boscosa, o la revisión del componente de una antena a gran altitud, sin la necesidad de que una persona gaste tiempo y esfuerzos en dicha actividad. Esto también se traduce en mayores garantías para la seguridad de los trabajadores, pues gran parte de la variada oferta de servicios que pueden ser satisfechos por un piloto de drone implican actividades de riesgo.
“Otros casos de uso interesantes son la analítica de terreno en tiempo real, la revisión de tráfico, e instalaciones eléctricas o metálicas. Estos vehículos no tripulados transmiten en tiempo real la información a la base de operación en tierra, y desde allí se pueden tomar decisiones como cuánta materia prima se necesita para hacer un mantenimiento, o cuántos operadores se requieren para realizar determinada labor, en qué horario y en qué zona”, detalla Jiménez.
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El experto en tecnología también resalta el protagonismo que tiene para el funcionamiento de este tipo de dispositivos el almacenamiento y procesamiento de datos en la nube, así como las disminuciones en la latencia que ofrece el 5G, por lo que se espera que en la medida que se desplieguen este tipo de soluciones en países como Colombia, será más fácil desempeñar actividades como el pilotaje de drones.
Como otras carreras relacionadas a la cuarta revolución industrial, los pilotos de drones son altamente demandados en la actualidad y, según algunos informes de personas que ya ejercen esta labor, los ingresos pueden rondar entre los US$25.000 y los US$50.000 dólares al año (de 103 millones a 205 millones de pesos colombianos).
No obstante, como toda carrera tiene sus peros. Esta, por ser nueva, no es tan conocida en el mercado, por lo que el piloto de drones (o la empresa que lo contrate) tiene que realizar grandes esfuerzos para promocionar sus servicios y conseguir clientes.
Evidentemente, el potencial que tiene el pilotaje de drones también abarca el ámbito militar. Expertos consultados por este medio incluso afirman que para tales fines resultan atractivas personas con experiencia en gaming, por lo que interactuar con videojuegos (en algunos escenarios) también podría ser válido como componente de un currículum en el momento de presentarse a una entrevista de trabajo.
En suma, sus aplicaciones son casi que infinitas y esta se proyecta como una de las carreras con mayor demanda en el futuro, junto con otras que conforman el grupo de profesiones que surgen por la revolución industrial 4.0, en donde también tienen lugar analistas y científicos de datos, programadores y especialistas en Inteligencia Artificial. ¿Qué otras interesantes carreras veremos nacer en los próximos años?
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