¿Por qué se cayó internet en algunas partes de Cali durante el 4 de mayo?
Fallas en el suministro, derivadas de problemas de infraestructura, apuntan a ser las causa que explicaría buena parte del escenario. La propuesta de bloquear internet como una forma de controlar la violencia derivada de las protestas es calificada por analistas y reguladores como un despropósito.
Santiago La Rotta
Hace días arrancó un intenso debate en Colombia sobre la idea de bloquear internet o suspender el uso de redes sociales como un medio para contener la violencia en las protestas sociales.
La discusión, que arrancó como un asunto hipotético ventilado en radio (tildado ampliamente por expertos como “un despropósito” o “delirante”), sufrió una especie de aterrizaje forzoso en la realidad más inmediata en la noche de este martes, cuando usuarios de redes sociales en Siloé se quejaron ampliamente por no poder transmitir en vivo o consultar plataformas (especialmente contenido en video) durante una noche más de violencia en Cali.
En la mañana del miércoles, la organización Netblocks (que monitorea tráfico de internet a nivel global) publicó un documento en el que detallaba fallas importantes en el suministro de internet en Cali, con un pico muy pronunciado sobre las 4:30 p.m. y uno más leve y progresivo sobre el final del día.
Estos datos coinciden con las denuncias de usuarios en Cali que no lograron conectarse del todo a la red o que, en algunos casos, pudieron hacerlo solo para algunas funciones en ciertas plataformas. “Internet y las redes son como nuestro cordón umbilical en estos días”, dijo una de las personas que reportó fallas e intermitencia en el servicio.
Entonces, ¿ha habido un bloqueo de internet durante el estallido social derivado del paro nacional, particularmente anoche en Cali?
Lo primero que expertos en seguridad digital indican es que el reporte de Netblocks identifica interrupciones en el servicio, lo que no equivale necesariamente a bloqueos. En ese orden de ideas, Movistar sí reportó fallas en el suministro para usuarios domésticos en Cali (distrito de Aguablanca) por cuenta del corte de cables de fibra óptica. La empresa explicó que en un incidente de vandalismo fueron robadas conexiones de cobre en una instalación en terreno de la compañía y, al llevarse los cables de este metal, también fueron cortados los de fibra óptica.
El operador asegura que desde ayer ha intentado acceder a la zona con cuadrillas de reparación, pero no ha sido posible por la situación de seguridad. En la mañana del miércoles lo intentaron hacer, incluso sin uniformes, pero personas en el lugar impidieron el acceso para efectuar las reparaciones.
Por estos daños, Movistar asegura que hay unos 7.000 usuarios sin servicio de banda ancha doméstica fija. Aparte de esta afectación puntual, la empresa asegura que pudo encontrar otros caminos para el resto del tráfico y así mantener la operación normal en el resto de la ciudad. Este parte de normalidad cobija a las redes móviles. Este es un dato llamativo porque, entonces, ¿por qué algunos usuarios no pudieron transmitir en vivo lo que estaba sucediendo en la calle o compartir videos?
Por su parte, Emcali (la otra empresa destacada en el reporte de Netblocks), aseguró a través de un comunicado que “nuestro servicio de acceso a internet fijo ha estado funcionando en óptimas condiciones para nuestros clientes de internet. Asimismo, no se realizan de manera intencional interrupciones masivas en la prestación de los servicios públicos o de telecomunicaciones”.
Desde la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) aseguran categóricamente que “no tenemos reportes de bloqueos por parte de las autoridades, lo que sí sabemos es que ha habido interrupciones en el servicio por daños de infraestructura que no han podido ser solucionados a tiempo o por fallas en equipos, que es algo normal que pase”, dice Sergio Martínez, director de la CRC.
A renglón seguido, Martínez dice que “en ningún momento vamos a avalar ni a disponer ni indicar que se bloquee o se cierre internet. Esas son ideas muy desafortunadas que han surgido. Pero hay que tener certeza de que, por parte de la CRC, nunca vamos a expedir un mandato de este tipo, porque eso atenta contra la libertad y la democracia en Colombia”.
Y afirma que “si hay afectaciones de servicio, se debe a que no se ha podido hacer arreglos y mantenimientos, así como congestión. Tenemos una situación muy grave de la misma afectación de servicios públicos durante esta coyuntura”.
A juicio de un analista de comunicaciones, en línea un poco con lo que dicen operadores y el regulador, la evidencia hasta el momento señala que no hubo un bloqueo a nivel central, por parte de entes civiles, de las comunicaciones en internet para la noche de este martes. Vale la pena aclarar aquí que la hora de la ruptura de fibra óptica de Movistar coincide, según la empresa, con el primer pico de fallas reportado por Netblocks.
Lea también: El fantasma del desabastecimiento comienza a volverse real
El otro pico de caída en servicio sigue un poco sin ser explicado. Los reportes de los usuarios señalaban intermitencia en las posibilidades del suministro (qué se podía hacer o subir) o una caída total en éste. Este diario consultó a la Policía acerca de la posibilidad de que hubiera desplegado equipos que interfieren las comunicaciones en Cali, pero no obtuvo respuesta al respecto.
“Cerrar internet es un estado irracional de la conversación. En donde se ha hecho son sitios con regímenes autoritarios, muchas veces durante elecciones, y en algunos casos ha sido como una forma de control de minorías. India, por ejemplo, lo ha hecho en el norte de ese país. Ahora, eso está superestudiado y medido: los impactos que esto tiene en la economía son brutales”, explica Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, una de las organizaciones líderes en Latinoamérica en temas de ejercicio de derechos digitales.
Lo que dice Botero es interesante porque, sin dejar de lado las afectaciones a derechos fundamentales (como la libertad de expresión), un bloqueo de internet (o de redes sociales) termina siendo otro golpe más a la frágil situación de emprendedores y pequeños empresarios que han migrado (obligados o no) a canales digitales para seguir a flote durante la pandemia. Esto encima del resto de ciudadanos que estudian y trabajan gracias a las posibilidades de la virtualización.
En otras palabras, buscar interrumpir el tráfico en internet como estrategia para regresar a la normalidad es solo un paso más en la dirección contraria a la recuperación económica, la estabilidad y la productividad, palabras todas que operan como mantra en el discurso de quienes piden una medida absurda.
“No puede haber un control del Estado frente al flujo de información en las plataformas. Eso es un estándar y hay que tener claridad al respecto. Si ocurre, hay que llamarlo como lo que es: censura. Y busca limitar el debate que se está teniendo, sobre todo en el marco de las manifestaciones”, dice Jonathan Bock, director de la Fundación para la Libertad de Prensa.
Bock va al fondo más macro del asunto: las afectaciones en libertad de expresión, que tienen particularidades locales y más granuladas en Colombia. Hay que entender que en el contexto colombiano hay muy poca pluralidad de medios de comunicación en ciudades pequeñas o intermedias; si no hubiera redes sociales tendríamos 80 % menos de la información que tenemos ahora. Claro, hay desinformación y esa es parte de la gran discusión que hay, pero ese no puede ser el caballo de batalla para cerrar internet y las redes sociales”.
Todas las voces consultadas están de acuerdo en afirmar que pensar en un bloqueo de internet es una posibilidad que no beneficia a nadie y asume el asunto desde el lado incorrecto: internet es una herramienta que sirve para muchas cosas, de la misma forma que un martillo es usado para construir una casa o para destrozarle la cabeza a alguien más. El problema no es el martillo.
La posibilidad de bloquear internet en un momento como el que atraviesa Colombia es, además, una desproporcionalidad en términos de intervenciones digitales.
Tanto nacional, como internacionalmente, hay una serie de estándares para cuando se deben restringir canales de comunicación como la red: esas intervenciones tienen que tener un margen de proporcionalidad entre la afectación que generan contra el objetivo que se persigue. Como ya se dijo, manipular la red traería consecuencias sociales y económicas de escala nacional, con posibles resultados que son más que cuestionables.
Botero lo pone de esta forma: “Sin duda en un momento de protesta de lo que no te puedes olvidar es de libertad de expresión. Y las redes sociales es donde se expresa cualquiera. ¿Cuál fue el éxito en términos de innovación de internet?: dejó de ser un medio de comunicación de uno a muchos, como cualquiera de los medios anteriores; lo que logra internet es abrir un medio de comunicación para todos. Por ejemplo, yo no necesito a la televisión ni a la radio para hablar y potencialmente me escucha quien quiera. Al final, hace unos años eso se hacía a través de páginas web. Pero la web 2.0 se hablita con plataformas que permitan hablar a cualquiera. Y eso es clave en un momento con este”.
Lea también: Estado de conmoción interior: qué es y cómo entenderlo
Al final, internet (y las redes en ella) son una extensión virtual de los problemas del mundo que sucede lejos del teclado. La supresión de la comunicación apunta a asfixiar logísticamente un fenómeno social que tiene su asiento en el mundo tangible, no en el virtual. O sea, intervenir la red sería algo así como el equivalente de destrozar el espejo porque la imagen que refleja no convence.
¿Qué pasaría con internet durante un estado de conmoción interior? Bock responde: “Hay que estar preparados. Lo que está claro es que estamos en una circunstancia en la que no se pueden dar por sentadas las garantías para el ejercicio libre de la libertad de expresión. Estamos en un escenario en el que el comandante del Ejército está diciendo que la Fuerza Pública lo hace bien, pero registramos que el 60 % de las agresiones directas contra la prensa son de las autoridades: no son intentos por controlar un escenario de riesgo, sino que buscan intimidar y generar miedo en los reporteros. Se busca controlar muchísimo la narrativa y qué se está contando en las redes sociales”.
Hace días arrancó un intenso debate en Colombia sobre la idea de bloquear internet o suspender el uso de redes sociales como un medio para contener la violencia en las protestas sociales.
La discusión, que arrancó como un asunto hipotético ventilado en radio (tildado ampliamente por expertos como “un despropósito” o “delirante”), sufrió una especie de aterrizaje forzoso en la realidad más inmediata en la noche de este martes, cuando usuarios de redes sociales en Siloé se quejaron ampliamente por no poder transmitir en vivo o consultar plataformas (especialmente contenido en video) durante una noche más de violencia en Cali.
En la mañana del miércoles, la organización Netblocks (que monitorea tráfico de internet a nivel global) publicó un documento en el que detallaba fallas importantes en el suministro de internet en Cali, con un pico muy pronunciado sobre las 4:30 p.m. y uno más leve y progresivo sobre el final del día.
Estos datos coinciden con las denuncias de usuarios en Cali que no lograron conectarse del todo a la red o que, en algunos casos, pudieron hacerlo solo para algunas funciones en ciertas plataformas. “Internet y las redes son como nuestro cordón umbilical en estos días”, dijo una de las personas que reportó fallas e intermitencia en el servicio.
Entonces, ¿ha habido un bloqueo de internet durante el estallido social derivado del paro nacional, particularmente anoche en Cali?
Lo primero que expertos en seguridad digital indican es que el reporte de Netblocks identifica interrupciones en el servicio, lo que no equivale necesariamente a bloqueos. En ese orden de ideas, Movistar sí reportó fallas en el suministro para usuarios domésticos en Cali (distrito de Aguablanca) por cuenta del corte de cables de fibra óptica. La empresa explicó que en un incidente de vandalismo fueron robadas conexiones de cobre en una instalación en terreno de la compañía y, al llevarse los cables de este metal, también fueron cortados los de fibra óptica.
El operador asegura que desde ayer ha intentado acceder a la zona con cuadrillas de reparación, pero no ha sido posible por la situación de seguridad. En la mañana del miércoles lo intentaron hacer, incluso sin uniformes, pero personas en el lugar impidieron el acceso para efectuar las reparaciones.
Por estos daños, Movistar asegura que hay unos 7.000 usuarios sin servicio de banda ancha doméstica fija. Aparte de esta afectación puntual, la empresa asegura que pudo encontrar otros caminos para el resto del tráfico y así mantener la operación normal en el resto de la ciudad. Este parte de normalidad cobija a las redes móviles. Este es un dato llamativo porque, entonces, ¿por qué algunos usuarios no pudieron transmitir en vivo lo que estaba sucediendo en la calle o compartir videos?
Por su parte, Emcali (la otra empresa destacada en el reporte de Netblocks), aseguró a través de un comunicado que “nuestro servicio de acceso a internet fijo ha estado funcionando en óptimas condiciones para nuestros clientes de internet. Asimismo, no se realizan de manera intencional interrupciones masivas en la prestación de los servicios públicos o de telecomunicaciones”.
Desde la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) aseguran categóricamente que “no tenemos reportes de bloqueos por parte de las autoridades, lo que sí sabemos es que ha habido interrupciones en el servicio por daños de infraestructura que no han podido ser solucionados a tiempo o por fallas en equipos, que es algo normal que pase”, dice Sergio Martínez, director de la CRC.
A renglón seguido, Martínez dice que “en ningún momento vamos a avalar ni a disponer ni indicar que se bloquee o se cierre internet. Esas son ideas muy desafortunadas que han surgido. Pero hay que tener certeza de que, por parte de la CRC, nunca vamos a expedir un mandato de este tipo, porque eso atenta contra la libertad y la democracia en Colombia”.
Y afirma que “si hay afectaciones de servicio, se debe a que no se ha podido hacer arreglos y mantenimientos, así como congestión. Tenemos una situación muy grave de la misma afectación de servicios públicos durante esta coyuntura”.
A juicio de un analista de comunicaciones, en línea un poco con lo que dicen operadores y el regulador, la evidencia hasta el momento señala que no hubo un bloqueo a nivel central, por parte de entes civiles, de las comunicaciones en internet para la noche de este martes. Vale la pena aclarar aquí que la hora de la ruptura de fibra óptica de Movistar coincide, según la empresa, con el primer pico de fallas reportado por Netblocks.
Lea también: El fantasma del desabastecimiento comienza a volverse real
El otro pico de caída en servicio sigue un poco sin ser explicado. Los reportes de los usuarios señalaban intermitencia en las posibilidades del suministro (qué se podía hacer o subir) o una caída total en éste. Este diario consultó a la Policía acerca de la posibilidad de que hubiera desplegado equipos que interfieren las comunicaciones en Cali, pero no obtuvo respuesta al respecto.
“Cerrar internet es un estado irracional de la conversación. En donde se ha hecho son sitios con regímenes autoritarios, muchas veces durante elecciones, y en algunos casos ha sido como una forma de control de minorías. India, por ejemplo, lo ha hecho en el norte de ese país. Ahora, eso está superestudiado y medido: los impactos que esto tiene en la economía son brutales”, explica Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, una de las organizaciones líderes en Latinoamérica en temas de ejercicio de derechos digitales.
Lo que dice Botero es interesante porque, sin dejar de lado las afectaciones a derechos fundamentales (como la libertad de expresión), un bloqueo de internet (o de redes sociales) termina siendo otro golpe más a la frágil situación de emprendedores y pequeños empresarios que han migrado (obligados o no) a canales digitales para seguir a flote durante la pandemia. Esto encima del resto de ciudadanos que estudian y trabajan gracias a las posibilidades de la virtualización.
En otras palabras, buscar interrumpir el tráfico en internet como estrategia para regresar a la normalidad es solo un paso más en la dirección contraria a la recuperación económica, la estabilidad y la productividad, palabras todas que operan como mantra en el discurso de quienes piden una medida absurda.
“No puede haber un control del Estado frente al flujo de información en las plataformas. Eso es un estándar y hay que tener claridad al respecto. Si ocurre, hay que llamarlo como lo que es: censura. Y busca limitar el debate que se está teniendo, sobre todo en el marco de las manifestaciones”, dice Jonathan Bock, director de la Fundación para la Libertad de Prensa.
Bock va al fondo más macro del asunto: las afectaciones en libertad de expresión, que tienen particularidades locales y más granuladas en Colombia. Hay que entender que en el contexto colombiano hay muy poca pluralidad de medios de comunicación en ciudades pequeñas o intermedias; si no hubiera redes sociales tendríamos 80 % menos de la información que tenemos ahora. Claro, hay desinformación y esa es parte de la gran discusión que hay, pero ese no puede ser el caballo de batalla para cerrar internet y las redes sociales”.
Todas las voces consultadas están de acuerdo en afirmar que pensar en un bloqueo de internet es una posibilidad que no beneficia a nadie y asume el asunto desde el lado incorrecto: internet es una herramienta que sirve para muchas cosas, de la misma forma que un martillo es usado para construir una casa o para destrozarle la cabeza a alguien más. El problema no es el martillo.
La posibilidad de bloquear internet en un momento como el que atraviesa Colombia es, además, una desproporcionalidad en términos de intervenciones digitales.
Tanto nacional, como internacionalmente, hay una serie de estándares para cuando se deben restringir canales de comunicación como la red: esas intervenciones tienen que tener un margen de proporcionalidad entre la afectación que generan contra el objetivo que se persigue. Como ya se dijo, manipular la red traería consecuencias sociales y económicas de escala nacional, con posibles resultados que son más que cuestionables.
Botero lo pone de esta forma: “Sin duda en un momento de protesta de lo que no te puedes olvidar es de libertad de expresión. Y las redes sociales es donde se expresa cualquiera. ¿Cuál fue el éxito en términos de innovación de internet?: dejó de ser un medio de comunicación de uno a muchos, como cualquiera de los medios anteriores; lo que logra internet es abrir un medio de comunicación para todos. Por ejemplo, yo no necesito a la televisión ni a la radio para hablar y potencialmente me escucha quien quiera. Al final, hace unos años eso se hacía a través de páginas web. Pero la web 2.0 se hablita con plataformas que permitan hablar a cualquiera. Y eso es clave en un momento con este”.
Lea también: Estado de conmoción interior: qué es y cómo entenderlo
Al final, internet (y las redes en ella) son una extensión virtual de los problemas del mundo que sucede lejos del teclado. La supresión de la comunicación apunta a asfixiar logísticamente un fenómeno social que tiene su asiento en el mundo tangible, no en el virtual. O sea, intervenir la red sería algo así como el equivalente de destrozar el espejo porque la imagen que refleja no convence.
¿Qué pasaría con internet durante un estado de conmoción interior? Bock responde: “Hay que estar preparados. Lo que está claro es que estamos en una circunstancia en la que no se pueden dar por sentadas las garantías para el ejercicio libre de la libertad de expresión. Estamos en un escenario en el que el comandante del Ejército está diciendo que la Fuerza Pública lo hace bien, pero registramos que el 60 % de las agresiones directas contra la prensa son de las autoridades: no son intentos por controlar un escenario de riesgo, sino que buscan intimidar y generar miedo en los reporteros. Se busca controlar muchísimo la narrativa y qué se está contando en las redes sociales”.