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Es difícil creer que Xbox, una de las empresas más relevantes en el gaming, este pensando en dejar el negocio de la fabricación de consolas. Sí bien históricamente las plataformas de la competencia se han vendido mejor casi en todas las generaciones, no es una extrañeza que la crítica y el público reconozca a Microsoft, casa matriz de Xbox, como diseñador de los mejores sistemas en términos de rendimiento.
La primera “caja verde”, lanzada en 2001, no fue una de las más vendidas, apenas 24 millones de unidades, pero no le sobraron elogios por combinar la potencia de un computador personal (PC) con las necesidades de los videojuegos de la época. Esa primera impresión hizo creer a muchos que Xbox había llegado para quedarse, no por números de ventas, sino porque era una adelantada a su tiempo.
Las mejores cifras de la compañía estadounidense llegaron de la mano de la Xbox 360, 86 millones de unidades vendidas la convierten en la consola más exitosa de la historia de la empresa. Además de sus ya demostrados poderes técnicos y gráficos contó con uno de los catálogos más amplios y queridos por los gamers. Parecía que la espuma solo podría ir en una dirección, hacia arriba.
Sin embargo, la Xbox One, tal vez la plataforma que más expectativas en ventas tuvo, obtuvo, otra vez, el segundo lugar, casi siempre por detrás de los sistemas de juego de Sony. Respecto a las ventas, el panorama no cambió mucho con la Xbox Series X|S, la actual generación, pero algo parece indicar que Microsoft mira al futuro, ya no solo en términos de ventas, sino en algo mucho más visionario.