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La presentación del Samsung Galaxy A8, heredero del A5 (2017), pone sobre la mesa el debate sobre qué tanta diferencia hay entre teléfonos de gama media y los modelos prémium, como el S9 recientemente presentado. En últimas, lo que hoy se conoce como gamas comienza a perder forma en un mercado sobrepoblado en opciones, marcas y precios.
Con el A8, Samsung entrega una línea de diseño similar a sus productos prémium, aunque con ciertos recortes esperados en la cámara, pensado para quienes buscan un teléfono que cumple con casi todo, acercándose tanto como sea posible a lo mejor del mercado.
Es inevitable pensar en el Galaxy S8 o el S9 al verlo. Los bordes de metal y la tapa trasera hablan el mismo lenguaje de la línea prémium del fabricante surcoreano. La única diferencia es que no encontraremos la pantalla curva, detalle que, personalmente, es meramente estético, pues con el tiempo resulta poco funcional en término prácticos. Un detalle interesante que sí muestra mejoras respecto a modelos anteriores es la ubicación del sensor de huellas, aspecto que fue criticado en el S8 por estar justo al lado de la cámara. En el A8 se encuentra, acertadamente, justo debajo del sensor, por lo que mejora la experiencia en el día a día.
Otro rasgo, heredado de su antecesor, es la ubicación del altavoz, el cual, a diferencia de casi todos los modelos del mercado, está ubicado en uno de los marcos laterales, arriba del botón de inicio/apagado, lo cual ayuda a no obstruirlo cada vez que se juega o se consume contenido multimedia.
En su interior, el Galaxy A8 guarda un procesador de la casa que cuenta con ocho núcleos (Exynos 7885) y 4 GB de RAM, combinación que muestra la intención del fabricante surcoreano de ofrecerle al usuario una experiencia muy parecida a la de sus mejores modelos sin tener que llegar al mismo rango de precios. Cabe anotar que la compañía produce un modelo más grande, el A8+, que cuenta con seis pulgadas en pantalla, 6GB de RAM y una batería con mayor capacidad.
La sensación que deja el A8 a lo largo de los días en que probamos el equipo fue muy positiva.
La capa de personalización, si bien no es la mejor que existe en el ecosistema Android y no termina de tener la fluidez que uno espera de una marca como Samsung, es una mejoría: a lo largo de los años, la compañía ha venido puliendo su software para llegar a un resultado bastante decente.
Es importante aclarar que la unidad que se probó aún no se actualiza a Android Oreo 8.0 y se mantiene en Nougat 7.1.1. Esto es un punto negativo, teniendo en cuenta que a estas alturas del año uno esperaría que cualquier teléfono venga con la última versión del sistema operativo de Google. Se sabe que la compañía surcoreana toma un tiempo considerable en actualizar sus modelos. Basta pensar que los Galaxy S8, punta de lanza del año pasado, aún no reciben dicha actualización.
Más allá de ese detalle, el poder del A8 se sintió en la mayoría de pruebas. El usuario podrá navegar por internet con velocidades de carga casi instantáneas y diferentes pestañas abiertas al mismo tiempo; jugar la gran mayoría de juegos, desde los simples hasta los exigentes en gráficos, y trabajar con todo tipo de aplicaciones sin miedo a que el teléfono se quede corto para el procesamiento simultáneo.
Al igual que tantos otros fabricantes, Samsung sigue la tendencia de ofrecer grandes pantallas en sus modelos, reduciendo los marcos lo más posible, y realmente ha conseguido un resultado redondo. A pesar de que este modelo no termina de ser un frontal 100 % pantalla, como se siente en gamas superiores, la nitidez, el brillo y la calidad del panel Super Amoled es sobresaliente. En ningún momento tuvimos problemas para interactuar con el display de 5,6 pulgadas en interiores o exteriores. Al contrario, fue una experiencia muy positiva poder consumir videos, textos y juegos con un panel de 18:9 en un dispositivo que no se siente grande al sostenerlo.
En un mercado en el que una de las principales exigencias que se les hacen a los fabricantes tiene que ver la cámara, el A8 no decepciona. Aunque posiblemente es aquí donde toma distancia de un S8 o S9. El sensor de 16 megapíxeles, con apertura focal de 1.7, ofrece muy buenas fotos durante el día en casi todas las condiciones, con altos niveles de detalle y una buena interpretación de los colores. Las diferencias con la gama alta se notan cuando baja el nivel de luz, porque, si bien los resultados no son negativos (de hecho, cumple bastante bien), no llegan al nivel que ofrece lo mejor del mercado, pretensión que sería injusta, teniendo en cuenta que de entrada no se trata de un teléfono prémium.
El rendimiento de la batería del A8, que cuenta con 3.000 mAh, es aceptable y seguramente será suficiente para que dure todo un día con un uso moderado. En el peor de los casos, para los usuarios intensivos, siempre es un alivio tener carga rápida. Este punto no es nada sorprendente, pero tampoco decepcionante.
El árbol familiar de Samsung parece haber cambiado. Mientras en el pasado las diferencias entre las gamas se parecían a las que existen entre dos hermanos que se llevan varios años, el A8 parece primo casi contemporáneo de un Galaxy S8 o S9, ofreciendo solidez en su diseño, cámara y rendimiento.
Este equipo seguramente será la opción más práctica para las personas que no quieren escarbar mucho en el mercado, porque, a pesar de que hay teléfonos con características y precios similares, la presencia de la compañía en Colombia casi asegura una penetración más eficiente para alcanzar a todo tipo de usuarios.
El precio del A8 ronda el $1’800.000 y el A8+ está alrededor de los $2’000.000.