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La guerra del gobierno chino contra los servicios VPN no es un asunto nuevo y, en buena parte, se entiende: si usted quiere limitar y controlar el tráfico de internet, las aplicaciones que ayuden a escapar de ese control son enemigas.
Esto no implica que sea una práctica deseable o admirable, pero se explica desde la visión de la privacidad y la libertad de expresión de las autoridades chinas, que es prácticamente nula. Lo novedoso acá es que la argumentación parece convencer a compañías como Apple, que desde el fin de semana comenzó a restringir algunas aplicaciones que ofrecen VPN en la App Store.
VPN (virtual private network, en inglés) es una tecnología que permite enmascarar la dirección IP de un usuario para, por ejemplo, simular que está conectándose desde otro lado. Si una persona entra a internet desde Bogotá, puede que el sistema lea esa conexión como originaria en Suecia, Noruega o India. En otras palabras, es una de las herramientas preferidas para hacerle el quite a la censura en línea, así como consultar contenido comercial que está restringido en ciertos países.
Este domingo, el presidente ruso, Vladimir Putin, firmó una ley que prohíbe el uso de VPN y otros métodos para navegar anónimamente en internet. La justificación: bloquear el acceso a “contenido ilegal”, según Leonid Levin, presidente del comité de política de información de la cámara baja del parlamento de ese país.
Contenido ilegal es un término que puede cubrir todo tipo de pecados, más aún en un país con poca tolerancia al disenso político, una de las infraestructuras de ciberataque más completas del mundo y problemas reales de insurgencia en frentes como el Cáucaso o Chechenia (aunque este último punto ha estado en una calma relativa en años recientes).
La argumentación china para su guerra contra las aplicaciones de VPN es muy similar a la rusa, aunque llama la atención el momento de estas acciones. Ambos países se preparan para procesos políticos intensos: China realizará el 19º Congreso Nacional del Partido Comunista y Rusia tendrá elecciones presidenciales en marzo de 2018.
La paradoja que han señalado usuarios y académicos en este escenario es que una compañía que peleó contra el FBI en el debate por el cifrado del iPhone, invocando el derecho a la privacidad, restrinja el acceso a servicios VPN desde su propia tienda de aplicaciones.
Paradójico pero no sorprendente, si se tiene en cuenta que China es el mercado más importante para Apple en el mundo. Uno de sus principales proveedores (Foxconn, originaria de Taiwán) es el mayor empleador privado en China continental y una de las empresas con el volumen de exportación más grande en este país.
La relación de las empresas de tecnología con las autoridades chinas es compleja, por decir lo menos. Usualmente, las compañías caminan por una fina línea entre ofrecer servicios para uno de los mayores mercados de consumo en el mundo y estar dentro del marco de la ley.
En un comunicado, Apple dijo que “nos han requerido remover algunas aplicaciones de VPN en China que no cumplen con nuevas regulaciones. Estas apps seguirán disponibles en el resto de mercados en donde tenemos presencia”.
“El uso de VPN se ha convertido, casi, en una necesidad en un mundo altamente monitoreado. Las empresas rastrean sus actividades para entregarles esa información a los anunciantes y muchos gobiernos, como China o Rusia, buscan coartar la libertad de expresión y la privacidad de las personas. Yo quisiera no tener que ofrecer este servicio, pero los usuarios deben poder proteger sus derechos en línea. Lo triste es que hoy tenemos que pagar por privacidad. No debería ser así”, dice Christian Bennefeld, ingeniero alemán detrás de eBlocker, un dispositivo que permite navegar de forma anónima y evitar el rastreo por parte de aplicaciones comerciales, popularmente conocidos como trackers.
Bennefeld se refiere a una suerte de doctrina que ha comenzado a hacer carrera en el mundo y que surgió después de las revelaciones de Edward Snowden: la privacidad como servicio, no como derecho. Esta modificación podría alterar el balance de poderes alrededor de derechos como la privacidad o la libertad de expresión. La pregunta que los salvaguarda no sería si es necesario y justificado violarlos, sino si son necesarios para empezar.
De acuerdo con un estudio de la firma de consultoría Global Web Index, más de 30 % de los usuarios de internet utilizan VPN con alguna frecuencia y al menos uno de cada cinco que emplea esta tecnología lo hace semanalmente; para China, esta proporción es dos de cada tres usuarios.
La campaña del gobierno chino contra los servicios VPN arrancó en enero de este año con una nueva regulación que exigía que estas aplicaciones debían ser aprobadas expresamente por las autoridades. “El mercado de los servicios de conexión a internet muestra signos de desarrollo desordenado que requieren de urgente regulación y gobierno”, dijo en su momento el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de este país a través de un comunicado.