Tecnología inclusiva: cuando el desarrollo busca ser para todos
Aplicaciones y dispositivos pensados para personas que no pueden ver, oír o moverse con facilidad buscan acercar el conocimiento y el entretenimiento a toda la población. Casos de Google y Microsoft tienen esto como objetivo.
Diego Ojeda (Mountain View - California) / @Diegoojeda95
Giovanni Caggioni es un joven italiano de 21 años apasionado por la música, hobby que, aunque para muchos resulta tan fácil como encender el celular, buscar una aplicación o reproducir una canción, para él es todo un desafío. Nació con síndrome de Down y cataratas en sus ojos; en su primer año de vida manifestó otro síndrome conocido como West. Por lo anterior, no puede ver la pantalla de un teléfono ni hablar para interactuar con él.
Es por eso que probablemente Giovanni siente una enorme atracción por la música, ya que su sentido de la audición se ha convertido en la forma más común de disfrutar el mundo que lo rodea. Sin embargo, este deleite es un recurso limitado, porque depende de sus amigos y familiares para activar los dispositivos que reproducen sus canciones favoritas.
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Pensando en las necesidades de su hermano, el ingeniero Lorenzo Caggioni desarrolló una solución, Diva, que le permite a Giovanni disfrutar de la música cuando quiera y por su propia cuenta. DIVersely Assisted es la palabra en inglés de donde proviene el nombre de este desarrollo tecnológico, que se compone de un botón que cuando es oprimido por Giovanni cumple una función previamente establecida, como reproducir en el asistente para el hogar de Google su playlist favorita en Spotify.
“La discapacidad es un factor, pero no es lo que define a Giovanni”, menciona Lorenzo al argumentar que con dispositivos como estos la tecnología permite que la autonomía de personas con discapacidad aumente.
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Este artefacto tecnológico fue presentado al mundo durante el Google I/O 2019, evento que se realizó esta semana y que reunió a los desarrolladores y fans de esta compañía en Mountain View, California. Pero esta no fue la única noticia en materia de tecnología inclusiva, Google además anunció que este año llegará un adelanto provechoso para la población con limitaciones auditivas.
La compañía se prepara para lanzar, primero en su teléfono Pixel 3A, una función que permitirá a las personas leer en subtítulos lo que se dice en un video, un podcast, una nota de voz e incluso, y esto es lo más sorprendente, una llamada en vivo. Esto es posible, según el gerente de producto de Android Accessibility, Brian Klemer, gracias al desarrollo de tecnologías como inteligencia artificial, machine learning y reconocimiento automático de voz que, en conjunto, permiten que las personas puedan no solo leer lo que se dice -de manera sonora- en el teléfono en tiempo real, sino también recibir información con un alto grado de fidelidad, ya que la función tiene en cuenta elementos importantes en la comunicación como la puntuación y el contexto en el que son dichas las oraciones.
De manera que si una persona con dificultades auditivas quiere ver un video en Instagram lo puede hacer, porque el teléfono subtitulará las palabras dichas en el video; también podrá responder las notas de voz que lleguen a su Whatsapp y atender una llamada telefónica. En este último escenario se abrirá una especie de chat en el que aparecerá la transcripción de lo que dice la persona al otro lado de la línea.
Otra característica de este nuevo desarrollo es que no necesitará conexión a internet para su funcionamiento.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), apuestas como estas resultan inclusivas para atender las necesidades de la población que padece de pérdida auditiva discapacitante. Según un informe publicado en marzo de este año, 466 millones de personas, es decir, cinco de cada 100 en todo el mundo tienen esta característica o pérdida total del sentido de la audición. Se espera que para el año 2050 la cifra suba a 900 millones, para la fecha la relación pasará a ser una de cada 10 personas.
Se considera a un adulto con pérdida de audición discapacitante cuando ha sufrido una disminución superior a los 40 decibelios (dB), y un niño si su pérdida supera los 30 dB. Y nadie está exento de que esta realidad llegue a su vida o a la de algún conocido o familiar, ya que la OMS asegura que dentro de las causas por las cuales se presenta esta afectación física figuran problemas de nacimiento, complicaciones en el parto, infecciones, el consumo de ciertos fármacos, ruido excesivo y envejecimiento.
Datos como los anteriores, llevan a la conclusión que el desarrollo e implementación de este tipo de tecnologías no debería ser un tema que interese a un público de nicho, al contrario, su éxito o fracaso es de interés general.
La tecnología inclusiva tiene mayor potencial de impacto al ser de interés de líderes del mercado, como Google o Microsoft, que en los últimos meses ha estado trabajando en madurar el programa AI for Accessibility (Inteligencia artificial para la accesibilidad).
Parte de los casos de éxito que han conseguido con este proyecto, es permitir que la educación se democratice aún más en las universidades. Estudiantes con problemas auditivos, por ejemplo, ahora pueden aprender al nivel de sus compañeros gracias a máquinas que transcriben en tiempo real las clases impartidas por los profesores, subtitulando en unas pantallas lo que estos van diciendo (aunque no hay que olvidar que la lengua de señas es considerada lengua materna de una persona sorda).
“La primera vez que lo vi correr estaba tan emocionado; pensé: ‘Guau, puedo obtener información al mismo tiempo que mis compañeros’”, menciona Joseph Adjei, estudiante ganés que perdió la audición hace siete años.
Ahora este joven, gracias al desarrollo de Microsoft, llamado Presentation Translator y que puede ser utilizado desde PowerPoint, dejó de ocupar las sillas de atrás para sentarse en frente y manifestar un interés activo por lo que enseña su tutor.
Microsoft ha invertido para el desarrollo de estos y otros proyectos US$25 millones, con los que busca ayudar para que, según cifras entregadas a este medio, se reduzca el 80% de personas autistas que están desempleados y, en general, “amplificar” la capacidad humana de más de 1.000 millones de personas en todo el mundo.
Una misión similar es la que trabaja Kristina Tsvetanova, la cabeza detrás del desarrollo de la primera tableta braille del mundo (Blitab) con la que busca, entre otros aspectos, disminuir el desempleo de personas con discapacidad visual al facilitar su acceso a la información.
Cifras que tiene esta directiva dan cuenta de que el 1% de toda la información actual se encuentra disponible en braille. Parte de esta realidad se genera porque producir copias con este sistema de lectura y escritura resulta costoso. Para dimensionar lo anterior, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) asegura que mientras la obra Don Quijote de la Mancha puede ser contenida en un libro de 300 páginas, su adaptación al braille requeriría de 17 volúmenes de 120 páginas cada uno.
El desarrollo de Tsvetanova deja este problema en el pasado, ya que su tablet compuesta por dos pantallas -la primera táctil y digital, como la que se ve en cualquier otra, y la segunda análoga y con ranuras para dar paso a los puntos que configuran la escritura en braille- permite que cualquier texto que aparece en el dispositivo sea adaptado inmediatamente a este sistema de lectura y escritura.
El directivo del producto de accesibilidad de Google asegura que el objetivo que persiguen es organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil, un reto que tendrán que cumplir no solo con la población que padece de alguna discapacidad, sino con el próximo billón de personas que esperan comenzarán a conectarse a internet en los próximos años.
* Artículo posible por invitación de Google.
Giovanni Caggioni es un joven italiano de 21 años apasionado por la música, hobby que, aunque para muchos resulta tan fácil como encender el celular, buscar una aplicación o reproducir una canción, para él es todo un desafío. Nació con síndrome de Down y cataratas en sus ojos; en su primer año de vida manifestó otro síndrome conocido como West. Por lo anterior, no puede ver la pantalla de un teléfono ni hablar para interactuar con él.
Es por eso que probablemente Giovanni siente una enorme atracción por la música, ya que su sentido de la audición se ha convertido en la forma más común de disfrutar el mundo que lo rodea. Sin embargo, este deleite es un recurso limitado, porque depende de sus amigos y familiares para activar los dispositivos que reproducen sus canciones favoritas.
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Pensando en las necesidades de su hermano, el ingeniero Lorenzo Caggioni desarrolló una solución, Diva, que le permite a Giovanni disfrutar de la música cuando quiera y por su propia cuenta. DIVersely Assisted es la palabra en inglés de donde proviene el nombre de este desarrollo tecnológico, que se compone de un botón que cuando es oprimido por Giovanni cumple una función previamente establecida, como reproducir en el asistente para el hogar de Google su playlist favorita en Spotify.
“La discapacidad es un factor, pero no es lo que define a Giovanni”, menciona Lorenzo al argumentar que con dispositivos como estos la tecnología permite que la autonomía de personas con discapacidad aumente.
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Este artefacto tecnológico fue presentado al mundo durante el Google I/O 2019, evento que se realizó esta semana y que reunió a los desarrolladores y fans de esta compañía en Mountain View, California. Pero esta no fue la única noticia en materia de tecnología inclusiva, Google además anunció que este año llegará un adelanto provechoso para la población con limitaciones auditivas.
La compañía se prepara para lanzar, primero en su teléfono Pixel 3A, una función que permitirá a las personas leer en subtítulos lo que se dice en un video, un podcast, una nota de voz e incluso, y esto es lo más sorprendente, una llamada en vivo. Esto es posible, según el gerente de producto de Android Accessibility, Brian Klemer, gracias al desarrollo de tecnologías como inteligencia artificial, machine learning y reconocimiento automático de voz que, en conjunto, permiten que las personas puedan no solo leer lo que se dice -de manera sonora- en el teléfono en tiempo real, sino también recibir información con un alto grado de fidelidad, ya que la función tiene en cuenta elementos importantes en la comunicación como la puntuación y el contexto en el que son dichas las oraciones.
De manera que si una persona con dificultades auditivas quiere ver un video en Instagram lo puede hacer, porque el teléfono subtitulará las palabras dichas en el video; también podrá responder las notas de voz que lleguen a su Whatsapp y atender una llamada telefónica. En este último escenario se abrirá una especie de chat en el que aparecerá la transcripción de lo que dice la persona al otro lado de la línea.
Otra característica de este nuevo desarrollo es que no necesitará conexión a internet para su funcionamiento.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), apuestas como estas resultan inclusivas para atender las necesidades de la población que padece de pérdida auditiva discapacitante. Según un informe publicado en marzo de este año, 466 millones de personas, es decir, cinco de cada 100 en todo el mundo tienen esta característica o pérdida total del sentido de la audición. Se espera que para el año 2050 la cifra suba a 900 millones, para la fecha la relación pasará a ser una de cada 10 personas.
Se considera a un adulto con pérdida de audición discapacitante cuando ha sufrido una disminución superior a los 40 decibelios (dB), y un niño si su pérdida supera los 30 dB. Y nadie está exento de que esta realidad llegue a su vida o a la de algún conocido o familiar, ya que la OMS asegura que dentro de las causas por las cuales se presenta esta afectación física figuran problemas de nacimiento, complicaciones en el parto, infecciones, el consumo de ciertos fármacos, ruido excesivo y envejecimiento.
Datos como los anteriores, llevan a la conclusión que el desarrollo e implementación de este tipo de tecnologías no debería ser un tema que interese a un público de nicho, al contrario, su éxito o fracaso es de interés general.
La tecnología inclusiva tiene mayor potencial de impacto al ser de interés de líderes del mercado, como Google o Microsoft, que en los últimos meses ha estado trabajando en madurar el programa AI for Accessibility (Inteligencia artificial para la accesibilidad).
Parte de los casos de éxito que han conseguido con este proyecto, es permitir que la educación se democratice aún más en las universidades. Estudiantes con problemas auditivos, por ejemplo, ahora pueden aprender al nivel de sus compañeros gracias a máquinas que transcriben en tiempo real las clases impartidas por los profesores, subtitulando en unas pantallas lo que estos van diciendo (aunque no hay que olvidar que la lengua de señas es considerada lengua materna de una persona sorda).
“La primera vez que lo vi correr estaba tan emocionado; pensé: ‘Guau, puedo obtener información al mismo tiempo que mis compañeros’”, menciona Joseph Adjei, estudiante ganés que perdió la audición hace siete años.
Ahora este joven, gracias al desarrollo de Microsoft, llamado Presentation Translator y que puede ser utilizado desde PowerPoint, dejó de ocupar las sillas de atrás para sentarse en frente y manifestar un interés activo por lo que enseña su tutor.
Microsoft ha invertido para el desarrollo de estos y otros proyectos US$25 millones, con los que busca ayudar para que, según cifras entregadas a este medio, se reduzca el 80% de personas autistas que están desempleados y, en general, “amplificar” la capacidad humana de más de 1.000 millones de personas en todo el mundo.
Una misión similar es la que trabaja Kristina Tsvetanova, la cabeza detrás del desarrollo de la primera tableta braille del mundo (Blitab) con la que busca, entre otros aspectos, disminuir el desempleo de personas con discapacidad visual al facilitar su acceso a la información.
Cifras que tiene esta directiva dan cuenta de que el 1% de toda la información actual se encuentra disponible en braille. Parte de esta realidad se genera porque producir copias con este sistema de lectura y escritura resulta costoso. Para dimensionar lo anterior, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) asegura que mientras la obra Don Quijote de la Mancha puede ser contenida en un libro de 300 páginas, su adaptación al braille requeriría de 17 volúmenes de 120 páginas cada uno.
El desarrollo de Tsvetanova deja este problema en el pasado, ya que su tablet compuesta por dos pantallas -la primera táctil y digital, como la que se ve en cualquier otra, y la segunda análoga y con ranuras para dar paso a los puntos que configuran la escritura en braille- permite que cualquier texto que aparece en el dispositivo sea adaptado inmediatamente a este sistema de lectura y escritura.
El directivo del producto de accesibilidad de Google asegura que el objetivo que persiguen es organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil, un reto que tendrán que cumplir no solo con la población que padece de alguna discapacidad, sino con el próximo billón de personas que esperan comenzarán a conectarse a internet en los próximos años.
* Artículo posible por invitación de Google.