Todo lo que debe saber sobre Bard, la competencia de ChatGPT
Google lanzó la versión en español de Bard, una herramienta capaz de responder a preguntas complejas y apoyar en labores creativas. Aquí le explicamos cómo usarla y qué cuidados tener.
Diego Ojeda
Las inteligencias artificiales conversacionales han sido el estallido de innovación del año. Sí aún no las conoce, con todo y el boom que ha tenido ChatGPT, básicamente son “máquinas” con las que puede entablar una conversación (por chat) tal y como lo haría con una persona. La gran diferencia es que esta puede responder a preguntas complejas, así como componer poemas, cuentos y canciones, entre otras labores creativas.
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Las inteligencias artificiales conversacionales han sido el estallido de innovación del año. Sí aún no las conoce, con todo y el boom que ha tenido ChatGPT, básicamente son “máquinas” con las que puede entablar una conversación (por chat) tal y como lo haría con una persona. La gran diferencia es que esta puede responder a preguntas complejas, así como componer poemas, cuentos y canciones, entre otras labores creativas.
Este jueves Google lanzó su versión en español de Bard (al igual que en otros más de 40 idiomas), lo que se traduce en una ampliación de su servicio para millones de personas en el mundo, así como su salida al mercado como el competidor de ChatGPT.
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Lo que estamos presenciando es la batalla de dos colosos de la tecnología. Por un lado está Microsoft, que invirtió US$10.000 millones en Open AI (que es la empresa que desarrolló ChatGPT), mientras que en el otro está Google, el rey de las búsquedas en internet. Un pulso sin precedentes que se da en medio de un panorama cargado de incertidumbres sobre los posibles usos que se les dé a estas herramientas en la industria. Incluso hay quienes vaticinan que su impacto será similar al que tuvo en su momento los primeros motores de búsqueda en la web.
En otras palabras, estaríamos hablando de un cambio altamente disruptivo en la forma en que interactuamos con la tecnología.
También, de cierta manera, se está cumpliendo lo que desde febrero ya veía venir el CEO de Microsoft, Satya Nadella, al decir en una entrevista con The Verge que si bien no buscan rivalizar con Google (de hecho, actualmente tienen varias alianzas), sí pretenden estimular la innovación en un segmento que lleva años sin registrar mayores cambios para los usuarios (refiriéndose a la forma en la que, como usuarios, buscamos e interactuamos en internet).
En esa entrevista Nadella comparó a Google con lo que actualmente es en la industria, un gorila de 800 libras del que buscan que salga al baile con la innovación que plantea ChatGPT. Pues bien, ese gigante sí les salió al encuentro con una apuesta que parecer ser para nada despreciable, Bard.
¿Qué es Bard?
Técnicamente es un modelo de lenguaje en el que Google lleva años invirtiendo recursos, investigación y desarrollos (podría decirse que es uno de los primeros frutos de lo que se conoce como el proyecto LaMDA).
Básicamente es una tecnología (inteligencia artificial) que ha sido entrenada para hablar con sus usuarios tal y como lo haría una persona; es decir, Bard tiene la capacidad de entender el contexto de una pregunta o comentario para sumarlo al hilo de una conversación, así como manejar ciertos estándares éticos para utilizar un lenguaje apropiado y dar respuestas que no rayen con lo que se considera políticamente incorrecto o ilegal (es decir, maneja unos estándares éticos).
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Como inteligencia artificial, ha sido entrenada con enormes bases de datos que provienen de la web para, según lo dicho por Google, “proporcionar respuestas frescas y de alta calidad”. De allí que se le considere como una evolución de las búsquedas en internet, pues a Bard se le puede preguntar, por ejemplo, por recetas de cocina, datos biográficos o incluso cómo hacer una operación matemática (entre otras consultas tan comunes en nuestra cotidianidad, trabajos o estudios).
En suma, facilita la tarea de poner en un buscador la pregunta y tener que elegir entre los múltiples resultados el que más se acoge a nuestros intereses, además de ingresar a la página y buscar en el texto la información que queremos. Herramientas como Bard simplifican todo esto y brindan la misma información en cuestión de segundos.
Es más, se le puede pedir que haga acciones extras con esa información, como resumirla, dividirla en puntos clave y añadirle otros datos, entre otras.
Si desea explorar el universo de opciones que tiene para ofrecer Bard, puede hacerlo en la plataforma que Google ha destinado para ello. Acá le dejamos el link. Tenga en cuenta que, de momento, la herramienta no tiene un aplicativo para descargarlo en nuestros teléfonos, por lo que la forma más rápida para hacerlo sería creando un acceso directo ya sea en nuestros smartphones y computadores.
Los usos de Bard
Sumado a lo anterior, Bard incorpora una serie de funciones que, de momento, no tiene la versión estándar de ChatGPT.
Ejemplo de esto es que se pueden escuchar las respuestas que da la inteligencia artificial. Esto presupone una mayor accesibilidad a la herramienta, pensando en las personas que tienen una discapacidad visual, o que simplemente prefieren que Bard les lea su respuesta mientras que el usuario tiene el tiempo de adelantar otras acciones.
El usuario también podrá fijar una conversación, para que una respuesta que resalte no se pierda en ese mar de información que puede arrojar Bard en una charla promedio con un usuario. También tiene la capacidad de retomar una conversación, para que el contexto de otras preguntas que pudiéramos haber hecho después de dar por terminado un tema, no termine influenciando su respuesta.
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Al ser una herramienta que ha demostrado ser bastante útil para labores como la programación, Google también decidió equipar a Bard con la función de exportar código en Python a Replit, así como en Google Colab. Sumado a esto también está la facilidad para que los usuarios compartan las respuestas que obtuvieron con otras personas.
Se espera que en los próximos días se incorporen más funcionalidades que, de momento, solo están para la versión en inglés de la herramienta.
Prácticamente los usos de esta herramienta se acoplan a lo que cada persona, desde sus pasiones, intereses y profesiones, quiera darle. Para un escritor podría servir de inspiración sobre cómo iniciar un diálogo, qué características dar a un personaje o cómo darle un giro dramático a la historia; para un estudiante podría ser una fuente infinita de consulta, así como un apoyo pedagógico en procesos de aprendizaje… la imaginación es el límite.
Los cuidados que hay que tener con Bard
Lo primero que hay que tener en cuenta es que esta es una herramienta que se encuentra en una fase experimental, por lo que no se puede creer al 100 % toda la información que arroje.
Por ejemplo, le pedimos que hiciera un resumen de la reforma laboral que llegó a radicar el Gobierno hace unos meses, y parte de sus respuestas incluyeron información equivocada, como que se proponía un porcentaje fijo para aumentar el salario mínimo en los próximos años, o que el actual salario mínimo en Colombia es de $2.900.000. Aunque también arrojó cosas que son ciertas, como que se busca fomentar la contratación a término indefinido y reforzar los derechos de los trabajadores sindicalizados.
Otro aspecto es que, aunque maneja una línea ética y estándares legales para dar sus respuestas, sí puede llegar a ser un instrumento para la desinformación y los delitos informáticos. Por ejemplo, le pedimos que redactara una noticia sobre un acontecimiento que no ha sucedido (la renuncia de un importante político colombiano), y lo hizo, es decir, puede ser empleada para la creación de noticias falsas. También le solicitamos que redactara un correo en el que cierto banco le informara a un usuario que había detectado un ingreso sospechoso a su portal transaccional, y que por lo mismo era necesario que ingresara su usuario y contraseña al link que se encontraba al final de la misiva (es capaz de ayudar a delincuentes en la fabricación de mensajes tipo phishing).
No obstante, Bard sí maneja ciertas barreras impenetrables. Por ejemplo, no fue posible que nos revelara recetas para fabricar estupefacientes; que nos diera argumentos para respaldar ideas de xenofobia, o cualquier otro tipo de información que derive en un delito (teniendo en cuenta lo ya expresado en el párrafo anterior).
La privacidad es otro asunto al que se debe prestar atención. Analizamos los términos y condiciones que se deben aceptar para utilizar esta herramienta y encontramos que los usuarios de Bard le dan el permiso a Google para recoger sus conversaciones con la IA, los cuales se convierten en datos que son tratados conforme a su Política de Privacidad.
También detalla que toda actividad en Bard se puede almacenar durante 18 meses, aunque el usuario puede configurarla a un espacio de 3 a 36 meses. También se almacena la ubicación del usuario, así como su dirección IP, la dirección de su casa y trabajo. La misma empresa recomienda que en las conversaciones con Bard no se use información que se pueda usar para identificarlo a usted como usuario, o a otras personas, pues estas pueden llegar a revisores humanos (aunque también detalla que emplea mecanismos para anonimizar esa información).
“Las conversaciones con Bard que han sido revisadas o anotadas por revisores humanos se guardan por separado sin quedar asociadas a tu cuenta de Google, por lo que no se eliminan cuando eliminas tu actividad de Bard, sino que se conservan hasta durante tres años”, detalla Google.
Para justificar el manejo de toda esta información, Google explica que Bard la usa para mejorar sus conversaciones y así ofrecer mejores respuestas. También advierte que las respuestas de Bard no deben ser usadas como asesoramiento méxico, legal, financiero ni previsional. Es enfática en decir que no se debe incluir información confidencial ni sensible en las conversaciones.
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