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Cantabria en su esencia: nueve pueblos imperdibles para conocer

Estos nueve pueblos representan lo mejor de Cantabria. Cada uno ofrece una experiencia que combina historia, naturaleza y cultura. Viajar a estos destinos es una invitación a descubrir el corazón de esta región española.

Diego Alejandro Suárez Guerrero
28 de enero de 2025 - 08:15 p. m.
Cantabria es una región del norte de España, conocida por su diversidad de paisajes, que combinan montañas, valles verdes y playas bañadas por el mar Cantábrico. Su rica historia, arquitectura medieval y patrimonio prehistórico, como las cuevas de Altamira, la convierten en un destino lleno de cultura y naturaleza.
Cantabria es una región del norte de España, conocida por su diversidad de paisajes, que combinan montañas, valles verdes y playas bañadas por el mar Cantábrico. Su rica historia, arquitectura medieval y patrimonio prehistórico, como las cuevas de Altamira, la convierten en un destino lleno de cultura y naturaleza.
Foto: JUAN CARLOS MUNOZ - stock.adobe.com - JUAN CARLOS MUÑOZ ROBREDO
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Cantabria, con su diversidad de paisajes que van desde montañas hasta costas, es un destino que invita a recorrer sus pueblos. Estos lugares, enclavados en valles verdes, rodeados de mar o bajo la sombra de montañas, poseen una belleza que combina tradición, historia y naturaleza en cada rincón. Desde sus calles empedradas hasta su arquitectura conservada, cada pueblo refleja el alma de la región y su rica cultural.

Cantabria es una comunidad autónoma situada en el norte de España, bordeada por el mar Cantábrico al norte, y rodeada por las regiones de Asturias, Castilla y León y el País Vasco. Es conocida por su paisaje natural, que incluye desde montañas y valles hasta hermosas playas. La región, con una rica historia y tradición, destaca por su herencia cultural y su arquitectura, como lo demuestra el conservado casco histórico de muchas de sus ciudades y pueblos. Además, Cantabria es famosa por su patrimonio prehistórico, siendo las cuevas de Altamira, con sus pinturas rupestres, uno de los grandes tesoros de la humanidad.

Viajes National Geographic hizo una selección de nueve pueblos por su capacidad de capturar la esencia rural de Cantabria, su arquitectura tradicional y su conexión con la naturaleza. La autenticidad de su entorno y la conservación de su patrimonio también desempeñaron un papel fundamental en su elección.

Mogrovejo: encanto medieval bajo los picos de Europa

Mogrovejo se encuentra en la comarca de Liébana, a los pies del Macizo Oriental de los Picos de Europa. Este pequeño pueblo, declarado Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico, destaca por su torre medieval, la iglesia del siglo XVII y su cautivadora arquitectura lebaniega tradicional. Además, cuenta con el Museo de la Escuela Rural, que ofrece una visión de la vida cotidiana en épocas pasadas y resulta ideal para los interesados en la historia local.

El entorno natural de Mogrovejo lo convierte en un punto de partida para explorar los Picos de Europa. Los amantes del senderismo pueden disfrutar de varias rutas que parten del pueblo, como la que conduce al mirador de Santo Toribio, donde se obtienen vistas del valle. También se pueden realizar paseos más suaves por los alrededores del pueblo, ideales para familias o aquellos que buscan una experiencia relajante en medio de la naturaleza.

Para los más aventureros, Mogrovejo es también una puerta de entrada a actividades como la escalada, el ciclismo de montaña y la observación de fauna. En invierno, la proximidad a áreas nevadas añade la posibilidad de disfrutar de deportes de nieve. La gastronomía local, centrada en productos de la región como los quesos y el cocido lebaniego, es otro atractivo imperdible. Los precios de alojamiento oscilan entre 70 y 120 euros por noche. El pueblo cuenta con casas rurales y pequeños hoteles, muchos de los cuales permiten vistas panorámicas y un ambiente cántabro.

Carmona: barrios entre montañas

Carmona, rodeado por la Sierra del Escudo de Cabuérniga, es un lugar lleno de historia, tradición y paisajes. Su trazado histórico se mantiene intacto, con calles empedradas que invitan a perderse entre casas de balcones de madera adornados con flores de temporada. El Palacio de los Díaz Cossío y Mier, un edificio convertido en alojamiento turístico, es un ejemplo destacado de la arquitectura local y un punto de interés para los visitantes.

El Mirador de la Asomada del Ribero permite vistas panorámicas del valle, ideales para capturar fotografías únicas o simplemente disfrutar de la serenidad del entorno. A poca distancia, el bosque de secuoyas, un lugar mágico y menos conocido, ofrece rutas de senderismo aptas para todas las edades, perfectas para quienes buscan una conexión con la naturaleza.

Carmona también se distingue por su gastronomía. Los turistas pueden degustar productos típicos como el queso artesanal y las albarcas, acompañados de un buen vino de la región. En sus restaurantes y tabernas, se puede disfrutar de platos tradicionales, que combinan ingredientes locales con recetas transmitidas de generación en generación. Las visitas guiadas al patrimonio histórico, que suelen costar alrededor de 10 euros por persona, permiten conocer detalles fascinantes sobre la historia del pueblo y su importancia en la región.

Potes: cocido y vistas en el corazón de Liébana

Potes es conocido por sus cinco puentes, cada uno con una perspectiva del pueblo. Este destino es perfecto para los amantes de la historia y la naturaleza. Su centro histórico, reconstruido tras la Guerra Civil, conserva un ambiente medieval. La Torre del Infantado, antigua cárcel convertida en museo, ofrece vistas panorámicas desde su mirador.

A pocos kilómetros se encuentra el monasterio de Santo Toribio de Liébana, uno de los lugares más visitados de la región. Los precios de las actividades culturales en Potes varían entre 5 y 15 euros. Los restaurantes del pueblo son famosos por el cocido lebaniego, que cuesta aproximadamente 18 euros por porción.

Además de recorrer el pueblo, Potes es el punto de partida para explorar la naturaleza de los Picos de Europa. Se pueden realizar diversas rutas de senderismo, adaptadas a todos los niveles, que permiten descubrir las impresionantes montañas, valles y cascadas de la región. El Teleférico de Fuente Dé es una opción popular para aquellos que prefieren disfrutar de vistas panorámicas sin esfuerzo, subiendo hasta lo alto de los Picos de Europa.

Otro atractivo turístico de Potes es su gastronomía. Los turistas pueden degustar platos típicos de la zona, como el cocido lebaniego, una sopa espesa hecha con carne, garbanzos y berza, o los quesos de la región, como los quesucos de Liébana. Potes también es famoso por sus festividades, especialmente la Fiesta de la Cruz, en la que se celebran desfiles, música y danzas tradicionales, ofreciendo una experiencia de la cultura local.

Liérganes: historia, leyendas y gastronomía

Es conocido por la leyenda del Hombre Pez, representada en su centro de interpretación. Este pueblo también se destaca por su arquitectura clasicista, incluyendo el Palacio de Rañada y el Palacio Museo de Elsedo. Las calles empedradas y el Puente Romano son perfectos para un paseo relajado. Liérganes también es un destino culinario, con restaurantes que ofrecen churros con chocolate y pescados de río. Los alojamientos rurales en la zona tienen precios que van desde 60 hasta 150 euros por noche. La visita al museo tiene un costo promedio de 5 euros.

Además de su encanto histórico, Liérganes permite a los turistas una conexión cercana con la naturaleza. Los alrededores del pueblo son ideales para practicar senderismo, con varias rutas que permiten explorar los paisajes de los montes de la región, como los caminos que llevan hasta el Monte Buciero, donde se puede disfrutar de vistas panoramicas. El balneario de Liérganes también es una opción para aquellos que buscan relajación, ya que sus aguas termales han sido utilizadas desde la época romana por sus propiedades terapéuticas. En los restaurantes locales, los turistas pueden degustar platos típicos de la región, como los sobaos, las quesadas y otros manjares cántabros. Además, el pueblo alberga varias festividades, como la Fiesta de la Virgen de la Vega, que llena las calles de música, danzas y procesiones.

Bárcena Mayor: un pueblo sin coches

Bárcena Mayor es un ejemplo de preservación histórica, con sus calles cerradas al tráfico vehicular. Sus casonas de piedra y balcones adornados con flores crean una atmósfera única. La iglesia de Santa María alberga un retablo barroco que vale la pena admirar. El Parque Natural Saja-Besaya, accesible desde el pueblo, es ideal para el senderismo. Los turistas pueden recorrer la ruta del puente del siglo XVI por unos 10 euros si contratan guías locales. Los alojamientos aquí son limitados, con precios que oscilan entre 80 y 120 euros por noche. Uno de los itinerarios más populares es el que lleva hasta el nacimiento del río Saja, un recorrido que permite vistas de los valles y las cumbres cercanas.

Está situado en el corazón del Parque Natural Saja-Besaya y ha mantenido su arquitectura tradicional de casas de piedra y tejados de paja, lo que le ha otorgado el reconocimiento de Bien de Interés Cultural. Los turistas pueden pasear por sus calles empedradas, rodeadas de exuberante vegetación, y admirar el contraste entre el entorno natural y la arquitectura rústica, lo que lo convierte en un lugar ideal para disfrutar de la tranquilidad y la belleza de la ciudad.

La gastronomía de Bárcena Mayor también es un atractivo para los visitantes, que pueden disfrutar de platos tradicionales cántabros elaborados con productos locales. Uno de los platos más representativos es el ‘cocido montañés’, una sopa que combina alubias, repollo y carne de cerdo, perfecta para los días fríos. Los turistas también pueden saborear quesos de la región y dulces típicos, como las sopas de leche. Durante las festividades locales, como las celebraciones de la Virgen del Rosario, el pueblo se llena de vida con música y danzas tradicionales, permitiendo una experiencia auténtica de la cultura montañesa.

Santillana del Mar: el pueblo de las tres mentiras

Santillana del Mar es conocido por la Colegiata de Santa Juliana, un edificio románico considerado Patrimonio de la Humanidad. Este pueblo también destaca por sus calles empedradas y su arquitectura medieval bien conservada. Los visitantes pueden explorar la Cueva de Altamira, situada a pocos kilómetros, con entradas que cuestan alrededor de 15 euros. Las tiendas de artesanías y productos locales son un atractivo adicional. Los hoteles en Santillana tienen precios que varían entre 90 y 200 euros por noche.

Comillas: modernismo y tradición

Comillas alberga algunos de los ejemplos más destacados del modernismo en Cantabria. El Palacio de Sobrellano y el Capricho de Gaudí son visitas obligadas. Las playas cercanas también son populares entre los turistas. Las entradas para visitar el Capricho cuestan ocho euros, mientras que los recorridos guiados por el Palacio de Sobrellano tienen un costo de cinco euros. Los restaurantes de la zona ofrecen mariscos frescos y platos tradicionales, con precios que oscilan entre 15 y 30 euros por plato.

San Vicente de la Barquera: entre el mar y la historia

San Vicente de la Barquera combina playas con un casco histórico repleto de monumentos como la iglesia de Santa María de los Ángeles y el castillo del Rey. Los paseos en barco por la ría permiten apreciar la belleza natural del entorno. Las actividades acuáticas tienen precios que van desde 20 euros por hora. Los restaurantes del pueblo son conocidos por sus platos de pescados y mariscos frescos. Los alojamientos, principalmente rurales, tienen tarifas que oscilan entre 70 y 150 euros por noche.

Castro Urdiales: historia y playas

Castro Urdiales destaca por su iglesia de Santa María y su castillo-faro. Este pueblo también es conocido por su paseo marítimo y sus playas, ideales para actividades acuáticas y paseos en familia. El casco antiguo tiene numerosos bares y restaurantes que sirven pintxos y platos de pescados frescos. Los precios de los alojamientos varían entre 80 y 180 euros por noche. La visita al castillo-faro cuesta aproximadamente cuatro euros por persona.

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Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

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