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Comer es uno de los planes favoritos y de los placeres de los viajeros, pues a través de las preparaciones y los ingredientes locales logran conocer más sobre un destino y su cultura, o también transportarse a un lugar que en otro tiempo los hizo felices. Por lo tanto, las plazas de mercado cada día cobran mayores seguidores, y las de Bogotá no son la excepción.
Como comparte la Alcaldía de Bogotá, “las plazas distritales de mercado se encuentran priorizadas como lugares estratégicos que reúnen tradiciones locales y departamentales, que refuerzan la identidad y pertenencia de una ciudad que se ha convertido en el hogar de millones de personas que provienen de diferentes partes del país. En estos centros se encuentran los más profundos arraigos de la economía popular, con una mezcla de saberes ancestrales que han catapultado a las plazas como lugares icónicos dentro de la ruta turística de Bogotá”.
Dependiendo de lo que busca, podrá elegir una u otra gracias a sus diferenciaciones. Dice la Alcaldía de Bogotá que La Concordia se destaca por la historia, La Perseverancia por la gastronomía, la Plaza Samper Mendoza por las hierbas, la del 12 de Octubre por las artesanías, la plaza Fontibón por la ancestralidad, la del 20 de Julio por la ruralidad y la del 7 de Agosto por las frutas.
“Cuando un extranjero piensa en Latinoamérica asocia de inmediato las frutas y el verde como eso que no se puede perder en su visita. En el ejercicio de turismo asociado a las plazas de mercado conocemos que las frutas han sido el motivador para que probarlas sea el plan imperdible, por esto la Plaza del 7 de agosto se impone con sus montañas de frutas y verduras, colores, aromas y sabores que llaman la atención de todos los que visitan este espacio”, describen en la Alcaldía de la capital colombiana.
Mientras que el Instituto para la Economía Social (Ipes), comparte que a finales de los años cincuenta, esta plaza funcionaba en una rotonda central donde se vendían granos, frutas, verduras y líchigo, en un terreno donado por la familia del señor Nemesio Camacho, quien también había facilitado el predio donde hoy funciona el estadio El Campín.
El mercado de la plaza provenía de la región Cundiboyacense, con el atenuante que en este mismo sector salían y llegaban las flotas procedentes de Cundinamarca, Boyacá y Santander. Inicialmente, se realizaba la comercialización en unas casetas o chazas improvisadas que los mismos comerciantes construyeron para tal fin.
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“En 1972 se hace la entrega oficial a los comerciantes de la nueva plaza, la cual se conserva con pocos cambios a la fecha; en el 2007 el IPES asume la administración de las 19 plazas de mercado distritales. Actualmente la plaza cuenta con 275 módulos de comerciantes de diferentes actividades económicas, destacándose las frutas, verduras, cárnicos, pescado, vísceras, lácteos, fruterías, papa, plátano, aguacate, artesanías, graneros, ropa, calzado y la sección de restaurantes”, dice el instituto.
Cerdo, pollo y otros productos que llegan directamente de la plaza
Aprovechando la cercanía que tiene con la plaza distritaldel 7 de Agosto, el restaurante Gula (calle 65 # 22-32) es fiel a uno de sus objetivos: hacer comida con productos frescos, que hacen sentir bien a los visitantes.
Probar sus preparaciones es transportarse a diferentes destinos y hacer un viaje por los sentidos. Allí se disfruta de cada bocado de los abundantes platos que hacen honor a su nombre: Gula, un lugar donde no existe la palabra poquito.
Tenga en cuenta que a pesar de que sus fuertes son el cerdo y el pollo, también hay alternativas para los vegetarianos.
“Cocina nueva americana, casual y colombianizada para que pueda ser cotidiana. Nuestros protagonistas son el cerdo y el pollo preparado de diferentes maneras”, dice el restaurante que se queda corto con sus palabras pues es un lugar que desde su entrada sorprende. Cruzar la puerta de metal que está en medio de una de las comerciales cuadras del 7 de agosto y encontrarse con una bodega acogedora, bien iluminada, con flores y matas frescas, y una cocina abierta de donde salen ricos olores y luego se prueban deliciosos sabores servidos en una tradicional vajilla, son algunas de las experiencias que se pueden disfrutar en Gula.
Entre las entradas que ofrece están las croquetas de morcilla hechas con cebollas caramelizadas, acompañadas con miel de maracuyá y mayonesa de ajo, las empanadas de ajiaco o el chicharrón cornudo.
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La oferta continúa. En Gula puede vivir lo más rico de otros destinos, pero preparados con productos frescos y colombianos, de la plaza a su mesa. Allí puede elegir entre el ramen o el pad thai criollo o la ensalada mexicana, una preparación que incluye panceta crocante en miel dulce de maracuyá, pico de gallo de lulo, maíz tierno, nachos en polvo, guacamole y crema agria.
Otras preparaciones con sabores más colombianos son la chuleta de cerdo acalichada, con salsa de lulo y panela, acompañada de un puré de maduro quesudo con hogao, chips de yuca y hojas frescas, o las costillas alucinantes, de las que la carne se desprende del hueso luego de horas de cocción en su deliciosa bbq de café, acompañadas de cremoso de yuca.
La oferta de arroces de Gula también es muy amplia y hay para quienes prefieren el pollo, el cerdo o las opciones vegetarianas, también hay tipo calentado, salteado al estilo chino de barrio o masacotudo, pero deje espacio para las hamburguesas, las favoritas por muchos. Una de ellas, la satisfyer, dicen que es placer garantizado, tiene carne de chorizo, res y cerdo, pan brioche tostado con aceite de albahaca, alioli de ajo negro, salsa de queso azul y cebolla crispy.
Tenga en cuenta que otra de las opciones que ofrece Gula es el brunch a la mesa, los sábados y domingo de 9:00 a.m., a 12:00 p.m., allí puede disfrutar de preparaciones como envuelto de tinga y chicharrón, huevos estrellados, granola, tostadas francesas, tostadas de guacamoles con tomates rostizados, búrguer de huevo, calentado vegetariano, de pollo o de cerdo, arepa de chócolo, huevos con chilaquiles, entre otros.
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