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Llegó 2024 y mientras nos recuperamos de las fiestas decembrinas comenzamos a pensar en los planes de viaje para el nuevo año. Algunos pensarán en un destino de sol y playa acá o en el exterior, otros en conocer alguna capital del mundo o de Colombia. Sin embargo, en un país con cerca de dos millones de kilómetros cuadrados de extensión, de los cuales un millón son terrestres (área equivalente a la de España, Francia y Portugal juntos), existen cientos de posibilidades de descubrir destinos únicos, con paisajes extraordinarios y gente amable y ávida por mostrar sus territorios.
Un grupo importante de estos destinos están reunidos bajo la plataforma Destinos Emergentes (www.destinosemergentescolombia.com) de la Asociación Colombiana de Turismo Responsable (Acotur, www.acotur.co). En ella podemos encontrar experiencias de senderismo, avistamiento de fauna y flora (incluidas aves, ballenas y herpetos), rafting, biciturismo, canyoning y gastronomía, entre otras.
Detrás de estas experiencias hay un grupo de hombres y mujeres que lideran el desarrollo del turismo en lugares como Putumayo, Caquetá, Guaviare, Meta, el Pacífico, Montes de María, la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá. Desde hace unos años se han venido capacitando, han desarrollado productos turísticos, creado estrategias de mercadeo y articulado con las autoridades locales para hacer del turismo una fuente de ingresos y bienestar.
Su enfoque es el “turismo de naturaleza regenerativo”, una aproximación que comienza a ser una tendencia mundial y en la que nuestro país es pionero gracias al programa Destino Naturaleza de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Este tipo de turismo incorpora la sostenibilidad, pero va más allá al buscar no solo no causar daño, sino lograr un beneficio neto positivo en el medio ambiente. En otras palabras, lo que busca es proteger nuestros bosques y selvas de la deforestación, prevenir las amenazas a la biodiversidad y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
👀🌎📄 (Lea también: ¿Qué es el turismo regenerativo y cuáles son sus beneficios?)
No importa si Colombia es el primero, segundo o tercer país más biodiverso del planeta; lo que importa es que tenemos una naturaleza privilegiada: estamos ubicados en el trópico, tenemos cerca de 3.000 kilómetros de costas en dos mares, el 42 % de nuestro territorio está ubicado en la Amazonia, hacemos parte del Escudo Guyanés —una de las formaciones geológicas más antiguas del planeta—, tenemos la Sierra Nevada de Santa Marta —considerada el lugar natural más irremplazable entre 250.000 lugares de todo el mundo— y tenemos dos hotspots de biodiversidad; lugares que ocupan apenas el 2 % de la superficie de la Tierra y son el hogar del 50 % de las plantas y del 77 % de los vertebrados.
Esta riqueza natural nos hace únicos y nos impone el deber de protegerla mediante actividades que, como el “turismo regenerativo”, sean compatibles con el uso sostenible de la tierra. No se trata en todos los casos de reemplazar otras actividades productivas lícitas, sino complementarlas con los ingresos derivados del turismo. Este sector está llamado a ser un verdadero motor de crecimiento económico en nuestro país. Para darse una idea, el turismo ya genera más divisas que el café, las flores o el banano, pero su contribución al PIB es de apenas el 2 % —muy por debajo del promedio de América Latina que es del 7,6 %—.
Aprovechar este potencial requiere el esfuerzo conjunto del sector público y privado en el desarrollo de infraestructura, el aumento de la competitividad y la formalización del sector; pero, sobre todo, exige una estrategia de promoción que ponga de moda estos destinos para que dejen de ser percibidos como lugares alejados e inseguros y sean apreciados por los que verdaderamente son: tesoros naturales habitados por gente deseosa de compartir su conocimiento y pasión por el mundo natural. Varios de estos destinos están lejos en el imaginario de las personas, pero en realidad están más cerca de lo que se cree. San José del Guaviare, por ejemplo, está a menor distancia y tiempo que Bogotá de Medellín o Cali.
Así que dejemos a un lado la maleta de ruedas y la pinta de fiesta y reemplacémoslas en el 2024 por el morral y las botas. Viajemos a uno de estos destinos inexplorados de Colombia y al, tiempo que disfrutamos de una experiencia inmersiva de contacto con la naturaleza, contribuyamos a consolidar proyectos turísticos de comunidades que están encontrando en este sector económico un modo de vida dignificante. Esta es la nueva forma de hacer turismo, un turismo único y transformador, tanto de los anfitriones como de los viajeros. Como dijo Mark Twain: “Dentro de 20 años estarás más arrepentido de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que suelta las amarras, navega lejos de puerto seguro, atrapa los vientos alisios en tus velas. Explora, sueña, descubre”.
*Director del programa Destino Naturaleza de USAID y exviceministro de Turismo de Colombia.
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