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La adaptación cinematográfica de Duna, dirigida por Denis Villeneuve, ha sido ampliamente aclamada como una obra maestra visual que redefine los estándares de la ciencia ficción en el cine. Basada en la icónica novela de Frank Herbert, esta monumental producción no solo destaca por su narrativa épica, sino también por su impresionante diseño visual, logrado a través de efectos especiales galardonados con el premio Oscar y una selección meticulosa de locaciones que a la final, logran dar vida al universo desértico de Arrakis.
La película narra la historia de Paul Atreides, interpretado por Timothée Chalamet, un joven heredero que viaja junto a su familia aristocrática al planeta desértico Arrakis, conocido también como Duna, para cumplir una misión encomendada por el Imperio Galáctico. Este inhóspito mundo es el único lugar donde se encuentra la valiosa “especia,” no solo fundamental para los viajes en el espacio, sino además con propiedades que prolongan la vida y expanden las capacidades humanas.
Sin embargo, la familia Atreides cae en una trampa orquestada por sus enemigos, los Harkonnen. En medio de traiciones y conflictos, Paul y su madre, Lady Jessica (Rebecca Ferguson), deben sobrevivir en el hostil desierto de Arrakis, donde enfrentan los peligros de los gigantescos gusanos de arena y se encuentran con los Fremen, la población nativa cuya relación con el planeta es tan misteriosa como crucial para la supervivencia de Paul. La narrativa se enriquece con un reparto que incluye a Zendaya, Jason Momoa, Oscar Isaac, Javier Bardem, Stellan Skarsgård, Sharon Duncan-Brewster y Josh Brolin.
La tarea de representar este universo no fue tomada a la ligera, y en esa labor la elección de las locaciones fue determinante pues debían la vastedad y misticismo del mundo de Herbert. Cada paisaje seleccionado no solo refleja la esencia de la obra original, sino que también sumerge al espectador en un escenario único y auténtico, que puede vivir al recorrerlo como turista.
Stadlandet, Noruega
Stadlandet, una península noruega ubicada estratégicamente entre el mar del Norte y el mar de Noruega, ha alcanzado reconocimiento internacional al ser elegida como la representación cinematográfica de Caladan, el planeta oceánico y verde que sirve como hogar ancestral a Paul Atreides en la adaptación de “Duna”. Esta elección no fue casualidad, ya que la región refleja fielmente la descripción de Herbert de un mundo rico y fértil, caracterizado por sus impresionantes paisajes costeros.
Si desea visitar este lugar, uno de los puntos más destacados de Stadlandet es la meseta de Vestkapp, que se eleva a 496 metros sobre el mar de Stadhavet, ofreciendo algunas de las vistas más espectaculares de la costa noruega. Desde su cima prácticamente plana, que cae abruptamente hacia el océano, los visitantes pueden contemplar en días despejados un panorama que abarca desde los Alpes de Sunnmøre hasta el glaciar Ålfotbreen. Esta zona no solo es célebre por sus vistas, sino también por sus condiciones climáticas extremas que guardan historias, pues ahí descansan los restos de 58 naufragios.
Por otro lado, las playas de la región, particularmente Hoddevik y Ervik, se han convertido en destinos predilectos para los amantes del surf, cada una con sus características únicas. Hoddevik destaca por su playa de arena blanca protegida por altas laderas que la resguardan del viento, mientras que Ervik combina su atractivo para el surf con un profundo significado histórico, evidenciado por su característico cementerio y la capilla que conmemora el hundimiento del ‘DS Sanct Svithun’ en 1943.
La dimensión espiritual de Stadlandet se materializa en la isla sagrada de Selje, hogar de las ruinas de un antiguo monasterio y lugar central en la leyenda de Santa Sunniva, la única santa de Noruega. Este enclave, accesible mediante un corto viaje en barco desde Selje, ofrece a los visitantes un refugio de paz, complementado por la casa parroquial situada junto a una playa de arena blanca donde los lugareños mantienen la tradición de nadar durante todo el año.
Wadi Rum, Jordania
Wadi Rum, también conocido como el Valle de la Luna o el Desierto Rojo, es un desierto protegido en el sur de Jordania que ha cautivado tanto a cineastas como a viajeros durante generaciones. Este lugar, cuyo nombre “rum” significa “alto” o “elevado” en arameo, fue reconocido en 2011 por la UNESCO como el primer sitio mixto Patrimonio de la Humanidad en Jordania, destacando por sus impresionantes formaciones de arenisca y granito, entre las que sobresalen la montaña de Ishrin y el puente de piedra de Burda. El paisaje está enriquecido por numerosas inscripciones, tallas rupestres y vestigios arqueológicos que atestiguan más de 12.000 años de presencia humana, incluyendo el histórico manantial de Lawrence.
Estas características lo han convertido en el escenario perfecto para numerosas producciones cinematográficas, desde el clásico “Lawrence de Arabia” hasta producciones contemporáneas como “Star Wars” y, más recientemente, “Duna”, donde sus vastas extensiones de arena roja y sus formaciones rocosas monumentales representaron el inhóspito planeta Arrakis. El desierto se eleva hasta alcanzar los 1.750 metros de altura, creando un laberinto natural de rocas y cañones esculpidos por el viento y el agua a lo largo de milenios.
Si desea visitarlo, puede explorar este territorio de múltiples formas, cada una ofreciendo una perspectiva única del desierto. Las opciones incluyen recorridos en vehículos 4x4 con guías locales, tradicionales paseos en camello que evocan las antiguas rutas comerciales, y hasta vuelos en globo aerostático que permiten contemplar la inmensidad del “Valle de la Luna” desde las alturas. Los puntos de interés son numerosos, incluyendo el puente de piedra de Burdah, el más alto de la región, y los místicos Siete Pilares de la Sabiduría, cada uno con su propia historia y significado cultural.
La experiencia en Wadi Rum se completa con la hospitalidad característica de los beduinos, habitantes seminómadas que han preservado sus tradiciones ancestrales en esta tierra durante generaciones. Al caer la noche, los campamentos beduinos, que funcionan como hoteles bajo las estrellas, ofrecen a los visitantes una inmersión en la cultura local, donde las cenas tradicionales a la luz de las fogatas se acompañan con música árabe e historias sobre la vida en el desierto.
Oasis de Liwa, Emiratos Árabes Unidos
El Oasis de Liwa, ubicado en la parte suroeste de los Emiratos Árabes Unidos, a 250 km de Abu Dhabi y 350 km de Dubai, se ha convertido en uno de los escenarios más impresionantes para la representación cinematográfica de Arrakis en “Duna”. Este extraordinario paraje se encuentra en el borde noroeste del Empty Quarter (Rub-al-Jali), el mar de dunas continuo más extenso del mundo, que abarca una superficie de 650,000 kilómetros cuadrados, extendiéndose a través de cuatro países: Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Omán y Yemen.
Un aspecto destacado para quienes deseen visitarlo es la imponente duna de Moreeb, también conocida como Tal Mireb, cuyo nombre significa “colina que da miedo” pues es considera una de las dunas más grandes del mundo, la cual alcanza los 300 metros de altura, se extiende a lo largo de 1.600 metros y presenta una inclinación pronunciada de más de 50 grados. . Esta formación no solo es un desafío para los aventureros que se atreven a escalarla, sino que también se ha convertido en un centro cultural importante, albergando eventos significativos como el Liwa Dates Festival.
La experiencia se completa con la posibilidad de presenciar algunos de los atardeceres más bonitos del mundo desde las alturas de las dunas, ofreciendo vistas panorámicas del Empty Quarter que se extiende hasta donde alcanza la vista.
Budapest, Hungría
La batalla por Arrakis de la película Duna, un momento crucial en la narrativa que enfrenta a los Fremen liderados por Paul Atreides contra las fuerzas Sardaukar del emperador Shaddam Corrino IV, encontró su escenario principal en los Origo Film Studios de Budapest. Este complejo cinematográfico, el más grande y versátil de Hungría, proporcionó el espacio ideal para recrear las intensas escenas de acción y batalla que dan vida a esta épica historia.
Si desea visitar Budapest, además de ser escenario de la producción de Duna, es una ciudad llena de historia y arquitectura. Por ejemplo, puede visitar el Parlamento de Budapest, el tercer parlamento más grande del mundo, que se encuentra a orillas del Danubio, o puede ir al Castillo de Buda, ahora un centro cultural que alberga la Galería Nacional y el Museo de Historia de Budapest.
Otras locaciones para Duna 2
Altivole, Treviso, Italia
La película Duna 2, se expande al incluir las escenas de la Casa Corrino, una de las seis facciones principales de este universo. Para dar vida a este nuevo entorno, el equipo de producción eligió la pintoresca ciudad italiana de Altivole, ubicada en la provincia de Treviso, debido a que este lugar se destaca por la arquitectura distintiva clásica, que logra establecer un marcado contraste visual con el entorno desértico de los Fremen.
Altivole, además de servir como escenario cinematográfico, rebosa historia y patrimonio cultural. Entre sus atractivos más destacados se encuentran varios museos de importancia, como el Museo de la Casa Natal de San Pío X, el Museo Cívico de Asolo y el Museo de los Soldados de Montello. La ciudad también presume de joyas arquitectónicas sobresalientes, entre las que destacan la Villa Barbaro y el imponente Castillo de Castelfranco, estructuras que contribuyen a su rico legado histórico y cultural.
Monumento a Brion, Italia
La Tumba de Brion, una obra de la arquitectura posmoderna diseñada por el arquitecto veneciano Carlo Scarpa entre 1968 y 1978, creó, es protagonista en la película Duna 2, donde sirve como escenario para representar el mundo de la Casa Corrino, en una de las escenas donde Chani enfrenta a Jessica Atreides.
La obra, que abarca 2.000 metros cuadrados del cementerio municipal de San Vito d’Altivole, cerca de Treviso, Italia, fue encargada por Onorina Brion tras la muerte de su esposo en 1968. Esta estructura fusiona el brutalismo con influencias arquitectónicas japonesas, creando un espacio contemplativo que integra edificios de hormigón, jardines y fuentes. El diseño refleja la profunda filosofía de Scarpa, quien creía que “el lugar de los muertos es un jardín” y, de manera significativa, eligió ser enterrado junto al santuario.
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