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Ubicado en el extremo más septentrional de Colombia, Punta Gallinas se erige como un lugar de belleza natural, donde las Dunas de Taroa, el mar turquesa y un paisaje árido convergen para ofrecer una experiencia imperdible. “Las Dunas de Taroa son el principal atractivo de la región” aseguró Rafael Zúñiga, director de Turismo de La Guajira. Este desierto costero se extiende hasta encontrarse con el mar Caribe, creando un contraste entre el dorado de las arenas y el azul del océano. Punta Gallinas, situada a pocos kilómetros de las dunas, es el punto más al norte de América del Sur, un lugar remoto que invita a desconectar del mundo moderno y sumergirse en la cultura wayuu, la riqueza paisajística y la tranquilidad.
“La magia de Punta Gallinas radica en su aislamiento. Aquí, la naturaleza habla por sí sola. Para quienes buscan un destino que combine aventura y serenidad, este es el lugar perfecto”, señala Zúñiga.
Los turistas pueden caminar sobre la arena fina que desciende suavemente hasta el mar, un escenario que, según Zúñiga, parece salido de un sueño. “Una de las actividades favoritas aquí es simplemente sentarse en la cima de las dunas y contemplar el atardecer. La forma en que el sol pinta los paisajes con tonos dorados y naranjas es algo que queda grabado en la memoria”, explica el director.
Además del espectáculo visual, las dunas permiten actividades como el sandboarding, ideal para quienes buscan añadir un toque de adrenalina a su visita. Los guías locales están siempre dispuestos a compartir anécdotas y leyendas sobre el lugar, enriqueciendo la experiencia. Para los amantes de la fotografía, este destino ofrece un sinfín de oportunidades. “Desde las dunas puedes capturar una panorámica inigualable: la inmensidad del desierto fusionándose con el mar. Es un lugar que inspira y conecta con algo más profundo”, asegura el director.
Punta Gallinas no solo destaca por su belleza natural, sino también por su riqueza cultural. La comunidad wayuu, que habita la región, ha sido clave en preservar las tradiciones y el entorno, desempeñando un papel fundamental en el desarrollo del turismo sostenible.
Los visitantes tienen la oportunidad de conocer las rancherías wayuu, pequeños asentamientos donde se comparte la gastronomía, las artesanías y las historias de este pueblo ancestral. “Los wayuu tienen una conexión especial con la tierra y el mar. Ellos nos enseñan a respetar y valorar cada elemento del paisaje”, afirma Zúñiga.
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Las mochilas wayuu, elaboradas a mano con colores vibrantes y diseños únicos, son uno de los recuerdos más representativos del lugar. “Comprar una mochila no solo es llevarse un pedazo de cultura, sino también apoyar directamente a las familias locales”, agrega el director.
El turismo en las Dunas de Taroa y Punta Gallinas se ha desarrollado bajo un enfoque de sostenibilidad. Las comunidades locales, en conjunto con operadores turísticos, trabajan para minimizar el impacto ambiental y promover prácticas responsables.
Zúñiga explica que “cada visitante que llega aquí es un embajador. Les enseñamos que este lugar es especial, no porque sea un destino turístico, sino porque es nuestro hogar”. Entre las medidas implementadas se encuentran la regulación del acceso a las dunas, la prohibición del uso de plásticos de un solo uso y la promoción de la educación ambiental entre turistas y locales.
“Cuidar las dunas y el entorno no es solo una responsabilidad, es un compromiso con las generaciones futuras. Queremos que los hijos de nuestros hijos puedan seguir disfrutando de esta maravilla”, señala Zúñiga.
¿Cómo llegar a las Dunas de Taroa y Punta Gallinas?
El viaje a este destino remoto comienza generalmente en Riohacha, la capital de La Guajira. Desde allí, se puede contratar un tour en vehículos 4x4 que recorren los paisajes desérticos hasta llegar a Cabo de la Vela, otro punto clave del itinerario. Desde Cabo de la Vela, el trayecto continúa hacia Punta Gallinas, pasando por las Dunas de Taroa.
El recorrido puede tomar entre seis y ocho horas, dependiendo de las condiciones del terreno, pero la recompensa al llegar es invaluable. Para quienes deseen una experiencia completa, es posible pernoctar en rancherías wayuu, donde se ofrece alojamiento básico en hamacas o chinchorros.
Según el director, el principal atractivo es caminar sobre las finas arenas doradas que descienden hasta el mar Caribe, donde muchos turistas aprovechan para deslizarse por las dunas practicando sandboarding. Los atardeceres son otro imperdible: desde la cima de las dunas, se pueden contemplar vistas inolvidables mientras el cielo se tiñe de tonos cálidos.
Un tour típico incluye transporte en vehículos 4x4 desde puntos como Riohacha, Cabo de la Vela o Nazareth, paradas en sitios clave como las Dunas de Taroa y el Faro de Punta Gallinas, alojamiento básico en rancherías wayuu (dormir en hamacas o chinchorros), y comidas tradicionales como pescado fresco con arroz de coco y patacones. Además, muchas excursiones ofrecen navegación por Bahía Hondita, donde es común observar manglares, flamencos rosados y aves migratorias, junto con la oportunidad de sumergirse en la cultura wayuu a través de visitas a sus rancherías, donde se pueden adquirir artesanías y degustar la gastronomía local.
Recomendaciones para el viaje
- Lleve ropa ligera y cómoda, junto con protector solar, sombrero y gafas de sol.
- Hidratación es clave. Asegúrese de llevar suficiente agua para el recorrido.
- Respete las indicaciones de los guías y las normas establecidas por la comunidad.
- No deje basura ni recoja elementos del entorno, como conchas o arena.
- Contrate guías locales para obtener una experiencia segura y enriquecedora
Actividades
Además de explorar las dunas, Punta Gallinas ofrece una variedad de actividades para disfrutar al máximo la visita:
- Navegación por Bahía Hondita: Este recorrido permite observar manglares, aves migratorias y paisajes únicos. Es común ver flamencos rosados, una de las especies más emblemáticas de la región.
- Gastronomía local: Los turistas pueden degustar platos típicos como el friche, preparado a base de carne de chivo, o el pescado fresco acompañado de arroz de coco y patacones.
- Observación de estrellas: Debido a la baja contaminación lumínica, Punta Gallinas es ideal para contemplar el cielo nocturno, donde las estrellas parecen al alcance de la mano.
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