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En la ciudad de Venecia, un tesoro oculto resurge tras siglos de silencio: el Orto Giardino de la Iglesia del Santísimo Redentor. Este jardín, que permaneció inaccesible durante 450 años, no solo es un espacio verde, sino un símbolo de resiliencia y renovación, pues, devastado por la histórica inundación del acqua granda en 2019, que arrasó con la ciudad y sus senderos, hoy renace bajo un proyecto que busca mantener la historia y la cultura que representa de la tradición de los huertos conventuales.
Y es que el Complejo Redentore, ubicado en la isla de la Giudecca en Venecia, es un lugar cargado de historia y simbolismo. Construido tras la peste de 1575-1577 como un acto de gratitud a Dios por el fin de la epidemia, este conjunto fue una colaboración entre la Serenísima República de Venecia y el Papa Gregorio XIII. Su pieza central, la Iglesia del Santísimo Redentor, es una obra diseñada en 1577 por el renombrado arquitecto Andrea Palladio, que combina majestuosidad arquitectónica con profundo significado espiritual.
Aquí se extiende un conjunto único de jardines, talleres y espacios históricos que abarcan aproximadamente una hectárea, diseñados no solo para promover la sustentabilidad a través del aprovechamiento de sus recursos, sino también para ofrecer un entorno propicio para la meditación y la contemplación. Sin embargo, su historia reciente quedó profundamente marcada por el impacto del acqua granda en noviembre de 2019, cuando una marea excepcional de 187 centímetros inundó Venecia, ocasionando daños significativos en este emblemático complejo.
En respuesta a esta devastación, en 2021, el lugar fue confiado a la Fundación Jardines de Venecia por la Curia Provincial de los Frailes Menores Capuchinos, con la autorización de la Santa Sede y la Soprintendenza Archeologia Belle Arti e Paesaggio, para dar inicio a un ambicioso proyecto de restauración enfocado no solo en recuperar su esplendor, sino en preservar su valioso legado histórico y espiritual para las generaciones futuras. Este proyecto fue denominado “In Venetia Hortus Redemptoris”, el cual liderado por los arquitectos Paolo Pejrone y Alessandra Raso, logró recaudar 5,8 millones de euros para restaurar y preservar un espacio verde de gran valor histórico, cultural y religioso, con el objetivo de hacerlo accesible a la sociedad.
La iniciativa contó con un importante apoyo financiero internacional, incluyendo 2 millones de euros de NextGenerationEU (PNRR - Ministerio de Cultura), junto con contribuciones de la Superintendencia de Venecia y la Laguna, y generosos mecenas como la Fundación Venecia, Amigos de Venecia, Generali, Intesa Sanpaolo y The Venice International Foundation. Dando como resultado, la plantación de más de 2.500 árboles y plantas, incluyendo olivos, cipreses, un estanque de nenúfares, un huerto, rosales, glicinas y bignonias, que se extienden a lo largo de 400 metros de pérgolas de castaños.
“Para la Fundación Jardines de Venecia, es un privilegio contribuir a la preservación de un bien de tan elevado valor histórico, simbólico y espiritual mediante su restauración y conservación a lo largo del tiempo”, afirmó Adele Re Rebaudengo, presidenta y fundadora de la fundación, en un comunicado oficial. Además, destacó que el objetivo va más allá de la restauración física: la fundación se compromete a proteger y preservar estos espacios patrimoniales, integrando conocimientos tradicionales con técnicas modernas, siempre guiada por un profundo respeto hacia la naturaleza, el ecosistema y la biodiversidad.
Según Rebaudengo, la fundación considera que estos espacios son sistemas complejos de equilibrio natural donde plantas, animales y entorno coexisten en armonía y en el caso específico del Jardín del Redentor, este no es simplemente un monumento histórico, sino un espacio impregnado de 500 años de espiritualidad, donde es más importante “sentir” que “comprender”. A diferencia de los Jardines Reales que representan un poder temporal, los Jardines del Redentor son una expresión de poder espiritual, un lugar donde se puede experimentar una profunda conexión con la historia, la naturaleza y el bienestar del alma.
¿Cómo fue la restauración del Orto Giardino?
El proyecto de restauración del Jardín Huerto es un ambicioso esfuerzo de recuperación patrimonial que combina la conservación histórica con un innovador concepto de espacio cultural y ecológico. La intervención arquitectónica y paisajística ha sido liderada por la arquitecta Alessandra Raso, quien ha trabajado meticulosamente para preservar la esencia histórica del lugar mientras lo adapta a las necesidades contemporáneas.
El proyecto de restauración consideró diversos aspectos esenciales, fusionando sostenibilidad con respeto por la tradición. Por ejemplo, las Antiguas Oficinas, ubicadas junto a la laguna, fueron renovadas con instalaciones de bajo consumo energético, respetando el carácter histórico del lugar. En el caso del Jardín Huerto, un espacio vital para la comunidad capuchina, los arquitectos y paisajistas han recuperado la filosofía monástica original, restaurando los tradicionales pomaria (huertos frutales), herbaria (jardines de hierbas) y áreas arboladas, para así revivir las prácticas agrícolas y contemplativas que formaban parte de la vida espiritual del complejo.
“Durante siglos, este jardín ha sido una fuente indispensable de sustento para la vida comunitaria, albergando huertas (pomaria), herbarios (herbaria) y zonas arboladas, elementos que se remiten al bosque mencionado en las primeras constituciones capuchinas. Aunque los jardines ya habían sido habitados y valorados incluso antes de la restauración, con el tiempo su estructura se fue debilitando”, comentó Paolo Pejrone, jardinero, paisajista y arquitecto responsable de la restauración botánica del proyecto.
Explica que el primer objetivo del proyecto fue, encontrar una estructura general que unificara todos estos propósitos, logrando cohesión, armonía y simplicidad, siempre en consonancia con el espíritu capuchino, por ello, cada decisión estuvo orientada a responder a necesidades específicas, buscando el enfoque más directo, natural y sencillo.
La renovación ha reintroducido más de 30 especies de árboles frutales, plantas medicinales y flores, muchas de ellas inspiradas en la tradición de los jardines monásticos. Este enfoque no solo preserva la biodiversidad, sino que también fomenta la creación de microclimas y corredores ecológicos. Por ejemplo, se crearon bordes florales mediterráneos en los caminos de lavandas, helichrysum, salvias, lirios y nepetas, los cuales contrasta con el follaje de olivos y alcachofas.
Siguiendo la tradición del antiguo “Hortus simplicium”, se han preservado diversas especies aromáticas y medicinales, cada una con propiedades curativas. Luego, a lo largo del muro sur del convento, se han plantado flores con un profundo significado simbólico: rosas, azucenas, zinnias, dalias y ásteres, que no solo embellecen el espacio, sino que también evocan la conexión histórica con los jardines monásticos.
En los caminos principales, los cuales están dispuestos simbólicamente en forma de cruz, estos están adornados por pérgolas cubiertas de vides, rosales trepadores, glicinas y bignonias. El jardín culmina en un pequeño espacio sombreado junto a la laguna, protegido por árboles de pittosporum de follaje compacto y verde permanente, el cual está poblado por musgos, hiedras, violetas y lirios, los cuales representan el punto final del recorrido.
La restauración también incluye aspectos funcionales innovadores. Se han establecido laboratorios para la producción tradicional de aceite de oliva y miel, utilizando un frantoio (prensa de aceite) y una sala de extracción de miel. Un invernadero del siglo pasado se ha recuperado para actividades experimentales de jardinería. Además, de zonas destinadas a la agricultura ecológica, como el compostaje, reciclaje y gestión eficiente del agua.
Un elemento central de la restauración es la dimensión cultural. El jardín no es solo un espacio verde, sino un laboratorio vivo de intercambio de conocimientos. La Fundación planea organizar eventos internacionales como conciertos, obras de teatro y estudios botánicos. En la inauguración, ya se exhiben obras de artistas contemporáneos como Remo Salvadori, con una instalación llamada “L’Alveare” (La Colmena) que poetiza el trabajo armónico de las abejas, y videos documentales de Lucia Veronesi que narran el proceso de restauración.
¿Cómo ir al Orto Giardino y qué necesita para hacerlo?
Los horarios de visita al Compendio varían según la temporada y están claramente establecidos. A continuación, se detallan los horarios por período:
- Del 21 de septiembre al 31 de octubre: 10:00 a 17:30
- Del 1 de noviembre al 31 de marzo: 10:00 a 16:30
- Del 1 de abril al 31 de mayo: 10:00 a 17:30
- Del 1 de junio al 20 de septiembre (verano): 10:00 a 19:30
Permanecerá cerrado en las siguientes fechas específicas:
- Miércoles de Ceniza
- Semana Santa
- Día de San Francisco
- Festividades navideñas y de Año Nuevo
Tenga en cuanta que dado que el lugar está protegido por el Código del Patrimonio Cultural por su valor histórico y paisajístico, se exige a los visitantes un comportamiento especialmente respetuoso. El recinto está bajo videovigilancia y se recomienda a los visitantes comportarse de acuerdo con el espíritu conventual del lugar, lo que implica mantener a los animales atados, fumar únicamente en las áreas del Café, no molestar a los animales y no alimentarlos.
Las prohibiciones son numerosas y específicas para preservar la integridad del espacio. Está totalmente prohibido realizar picnics, utilizar equipos de sonido, pisar los parterres de flores, sentarse en el suelo, recoger flores o frutos, dejar excrementos de mascotas, jugar pelota, correr, usar patinetes o carritos, cavar agujeros, tirar piedras, escribir o grabar en muros y árboles, colocar candados, arrojar basura fuera de los contenedores, utilizar drones y realizar fotografías o videos con fines comerciales sin autorización expresa de la Fundación Venice Gardens.
Las consecuencias del incumplimiento de estas normas son significativas. Un comportamiento intencional o negligente que pueda dañar los bienes del Compendio resultará en la remoción inmediata del visitante y posible denuncia a la autoridad competente, con la obligación adicional de pagar una indemnización por los daños causados. Estas medidas buscan garantizar la preservación de este valioso espacio histórico y cultural, protegiendo su integridad y el espíritu de respeto que lo caracteriza.
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