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Cuando se planea un viaje a cualquier destino del país es común pensar en lugares ya conocidos. Cartagena: una buena opción para ver el atardecer; Santander: ideal para los viajeros que aman la fotografía; los Llanos Orientales: un deleite gastronómico. Sin embargo, lo que muchas personas desconocen es que en el departamento del Guaviare se puede encontrar una combinación de los tres atractivos turísticos mencionados y hasta más.
Selva, aventura y paz resumen al departamento. Es uno de los menos poblados de Colombia junto con su vecinos Guainía y Vaupés, pero también uno de los más biodiversos. Alberga cuatro municipios y uno de ellos, El Retorno, esconde una historia de resiliencia y nuevas oportunidades.
Detrás de la fauna y alrededor de la flora
Cada paso que un viajero da en este municipio le hace honor a su nombre, se trata de retornar a los orígenes, volver a nacer en la selva y reencontrarse con los ancestros. Esta es la consigna principal de Carlos Riaño, creador de la experiencia turística Guaviare Te Espera.
Una de las primeras experiencias que ofrece Riaño es la visita a la finca Buenavista, un emprendimiento familiar que dirigen Nury y su hermano Nelson para demostrar que sí es posible hacer turismo y conservar la naturaleza. “En el 86 mi abuelo llegó a colonizar, pero lastimosamente le hizo mucho daño a este espacio, lo que buscamos nosotros es mostrar que podemos convivir con la naturaleza” comenta Nury.
También puede entrar en conexión con el bosque en la Reserva Villa Luz, una ruta de avistamiento de aves guiada por William Romero, un campesino de la región que se dedica a los oficios varios como muchos de los habitantes. Se trata de un sendero de más de 1.500 metros que se debe recorrer en profundo silencio, con la humedad de la selva en la frente y los zapatos embarrados.
No obstante, si lo que quiere es recargar energías o liberarlas, los termales también pueden ser una buena opción para conectarse con la naturaleza. Son los únicos en la Amazonia colombiana y, según Sandra Ramírez, administradora del lugar, no provienen de un volcán, pues “le han hecho estudios y al parecer es una falla: el agua caliente es natural porque hay un calentamiento de las placas”.
(Lea también: 7 lugares imperdibles en Guaviare, destino de naturaleza y paz)
El premio mayor para quien recorre el municipio es lograr la tan anhelada foto en El Cerrito, un centro de peregrinación, con estaciones de viacrucis que se convirtió en un lugar de retiro espiritual para los retornenses. “Esto fue idea del padre Javier González, quien quiso hacer el recorrido sagrado hasta Piedra Gorda y puso a la virgen del Guaviare allá arriba y toda la comunidad se unió”: dijo a El Espectador Óscar Ávila, guía y habitante del municipio desde hace 22 años, quién además afirma que la promoción de estos lugares les ayuda económicamente.
Para hacer cualquiera de estos recorridos debe tener unos zapatos con buen agarre, bloqueador solar, repelente natural, un sombrero o gorra y una capa para la lluvia. Un destino ideal para los viajeros más extremos.
Gastronomía y nuevos sabores
La mayoría de los habitantes de El Retorno, en algún momento de su vida sembraron o rasparon coca y aunque para algunos los réditos económicos eran altos, para otros era peligroso cultivarla. Tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016, el panorama cambió.
La hoja de coca les dio la oportunidad a personas como María Elvira Florido y William León de dedicarse al turismo sostenible con uno de los cultivos más reconocidos de la región. En el primer caso, creando productos con ellos y en el segundo, sustituyéndolos.
María Elvira es una mujer sonriente y charladora. Su trabajo es crear vinos con frutos propios de la Amazonia colombiana: arazá, asaí, copoazú y, por supuesto, la hoja de coca. William y su familia, aparte de cocinar un delicioso sancocho de gallina, se dedican a cultivar cacao. El proceso es simple: se baja la pepa, dura cinco días en fermentación y se venden aproximadamente 200 kilogramos. Así se ganan la vida.
(Vea también: En fotos: los espectaculares lugares que puede encontrar en El Retorno - Guaviare)
Pero así como algunos habitantes se dedican a emprender, otros prefieren compartir sus tradiciones con los turistas. Se trata de comunidad indígena tucano-oriental, quienes, en el resguardo La Asunción, después de pintarse la cara con carayurú y hacer el ritual en la maloca, comparten un almuerzo típico servido en hojas. Se trata de un pescado ahumado (guaracú o yamú), de caño grande, acompañado de casabe y pringao. “La idea es traer personas para que vengan, nos conozcan y podamos seguir preservando nuestra identidad”, dijo Miguel Padona, coordinador de cultura. Un destino obligado para conocer nuestras raíces.
Lo que queda por conseguir
El Retorno es un lugar con un gran potencial para hacer turismo ecológico y ancestral. Sin embargo, la falta de recursos ha impedido la formalización completa de la actividad turística. “Lo que necesitamos es que nos ayuden con recursos para la infraestructura, para hacer un puente, por ejemplo; nosotros hemos construido como tres puentes y siempre se los lleva el agua”, comentó Óscar Ávila.
Las personas deben empezar a hablar de un municipio donde, una tarde, sus habitantes se reunieron en el parque principal para mostrar la riqueza cultural de nuestro país; hoy, mientras los pájaros vuelan de árbol en árbol y el cielo, más naranja que el de los llanos, ilumina la sonrisa de los niños que, al ritmo del joropo, ven en el turismo una opción para alcanzar la paz.
*Invitación del Fondo Nacional de Turismo (Fontur).