El santuario de los osos panda en China: ¿cómo llegar y cuánto cuesta?
La Base de los Pandas en Chengdú, provincia de Sichuan, es una oportunidad única para ver de cerca a un símbolo de China: el oso panda. La experiencia dista mucho de ir a un zoológico; es más un paseo por un parque ecológico donde los animales de pelaje blanco y negro son los protagonistas.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
Blanco y negro. Rechoncho y dormilón. Aunque es carnívoro, devora 30 kilos de bambú por día y tiene la vida que muchos desearíamos: dormir por 12 horas, comer durante otras 10 y dedicarle dos horas al juego.
El oso panda gigante es un símbolo nacional en China y aunque ha sido retratado innumerables veces a lo largo de los siglos por esta cultura milenaria, no siempre estuvo protegido.
Ni la ternura que evoca lo salvó de la caza indiscriminada y, hasta hace unas décadas, el peligro de extinción era real.
Hoy, el presente de los pandas es muy distinto; la especie goza de especial protección en el gigante asiático, que ha construido alrededor de estos osos diferentes “santuarios” en algunas ciudades y provincias, donde se realizan labores de cría e investigación.
Uno de estos lugares es la Base de los Pandas en Chengdú, en la provincia de Sichuan. Aquí, la preservación de estos “mensajeros de los dioses”, según la religiosidad china, se ha convertido en un atractivo turístico que acoge a miles de turistas cada año. Solo en febrero de este año, este lugar recibió más de dos millones de viajeros.
Pandas en China: ¿cómo verlos?
Zoológicos con pandas hay muchos en todo el mundo. México, Estados Unidos y Europa cuentan con un puñado de ejemplares. Incluso, el zoológico de Beijing, la capital de China, tiene un área dedicada a estos osos. Sin embargo, visitar Chengdú tiene algo especial.
Viajar hasta esta cálida ciudad al suroeste de China es recomendable por dos razones: primero, porque allí se encuentra la mayor población de pandas gigantes criados en cautividad en todo el mundo, con unos 244 ejemplares que viven en espacios adecuados para su bienestar.
Puede verlos subidos a los árboles, comiendo un trozo de bambú o disfrutando de un baño de vapor. Incluso hay oseznos jugando y revolcándose en el suelo unos con otros.
Segundo, porque Chengdú misma podría considerarse la capital mundial de los pandas. Si mira al horizonte seguro divisará una de las imponentes estatuas de pandas que hay en las calles; si mira hacia abajo, es altamente probable que se tope con una tapa de alcantarilla o hasta con un hidrante de color blanco y negro y con las orejas características de un panda.
En la base los pandas, también llamada, Centro de Investigación y Cría del Panda Gigante, podrá conocer los procesos de alimentación y manejo, cría, prevención y control de enfermedades, y genética poblacional, pues más que un lugar turístico, la Base de los Pandas en Chengdú es un centro de investigación científica.
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Esta reserva se ubica a 10 kilómetros del centro de Chengdú, una ciudad con conexión aérea con las principales metrópolis de China (como Beijing o Shanghái). Para llegar a la base de los pandas, puede tomar el metro hasta la estación “Chengdu Zoo” y tomar el bus 198 hasta la entrada. O también puede contratar en la ciudad un servicio de bus turístico con trayecto ida y vuelta.
La entrada a la Base de los Pandas de Chengdú tiene un costo cercano a los $30.000 pesos colombianos (no incluye transporte) y en la taquilla es necesario presentar su pasaporte. La tarifa, eso sí, se queda corta frente a la experiencia inolvidable de estar en un ambiente lo más parecido al hábitat natural de los osos panda.
En 2006, la base de pandas fue galardonada como “Atractivo turístico AAAA” (en un escalafón donde la calificación máxima es de cinco “A”), así como ha figurado dos veces en los 500 destinos globales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Un día junto a los pandas
Al que madruga, Dios lo ayuda. O los mensajeros de los dioses en este caso. Los pandas son más activos durante las primeras horas de la mañana, por lo que este momento del día es ideal para verlos caminando, jugando o comiendo. Además, si el día está fresco, podrá verlos en todo su esplendor, pues con el calor tienden a irse a dormir.
Las 238 hectáreas de la Base de los Pandas hacen que el recorrido pueda alargarse durante unas dos o tres horas, un buen tiempo para conocer -por ejemplo- a Xiong Bang, cuyos 23 años de edad lo hacen el panda más longevo del santuario. Este oso nació en el Shirahama Adventure World de Japón y fue el primer panda gigante extranjero en ser devuelto a China.
Continuando por el sendero de tablas se puede llegar al área de Jia Xin, Jiao Yi y Wen Jing, tres oseznos de menos de dos años que suelen divertir a los espectadores con su gracia infantil.
La ternura llega a otro nivel cuando se llega al hábitat de Fu Lu y Fu Ru, madre e hija, quienes son descritos por los guías como dos pandas “de dulce mirada, sensibles y curiosos.
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La base alimenta a los pandas con bambú cultivado en sus propias instalaciones, pero también les suministra un rico postre: una clase de torta hecha de manzana y miel que los cuidadores ofrecen al público de vez en cuando. Un tentempié casi insípido para el paladar humano, pero que encanta a los pandas en este recinto.
Wang Donghui hace parte del equipo detrás de la reserva y, además, se desempeña como asistente de investigación en la base. Si bien su campo es la genética, afirma que es un honor contribuir a la conservación de los pandas a partir de estudios sobre sus enfermedades congénitas.
Los guías de la reserva comentan que la cría de pandas es un proceso difícil pero necesario para la conservación de una especie que, en los años 80, estaba en peligro crítico de extinción debido a la caza y el contrabando. Desde que las autoridades chinas tomaron cartas en el asunto, el número de pandas se ha duplicado. Justamente, la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza declaró que el oso panda gigante ya no era una especie amenazada, sino vulnerable.
Más allá del emparejamiento de pandas, los profesionales de la reserva no tienen ninguna injerencia en las labores de reproducción y afirman que no se practica la fecundación artificial. “El proceso es natural. Respetamos la voluntad de los animales para reproducirse”, dijo una de las guías.
Lejos de los hábitats de los pandas, se halla un parque temático que es la mayor expresión de la “fiebre panda” que existe en Chengdú: restaurantes, pancartas, buses y hasta los baños tienen alguna alegoría a esta especie de oso.
Además, las tiendas de souvenires cuentan con montañas de peluches a la venta. Estos pueden ser un recordatorio de una mañana única junto a los pandas o el mejor regalo para familiares o amigos al volver a Colombia. Peluches de pandas hay muchos, pero no cualquiera proviene de la capital mundial de los pandas.
¿Los zoológicos pagan por los pandas?
Salvo contadas excepciones, todos los pandas que existen en el mundo pertenecen a China. De acuerdo con portavoces del gobierno, esta ha sido una estrategia para salvaguardar la especie y atacar de raíz al contrabando.
Un dato curioso es que los zoológicos que quieran tener pandas deben hacer una solicitud al gobierno chino. De ser aprobada, las autoridades del gigante asiático otorgarán contratos de “arrendamiento” o cesión de los pandas, cuyo costo anual puede superar el millón de dólares.
Estos contratos, por lo general, duran unos 10 años y pueden ser renovados. Cuando se cumple el contrato y no hay una prórroga, los pandas deben retornar a China. Además, cualquier cría nacida en el extranjero también se considera propiedad china.
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La diplomacia panda
Históricamente, los gobernantes chinos han obsequiado pandas como una estrategia para fortalecer vínculos entre el gigante asiático y otros gobiernos. Esta práctica se remonta al siglo VII, cuando la emperatriz Wu Zetian (624 a 705 d.C) envió un par de osos a Japón.
Después de la refundación de China como República Popular, en el siglo XX, el acto ganó aún más popularidad y se reafirmó como una señal de “amistad y alianza diplomática”. Por ejemplo, en los años 70 México reconoció ante las Naciones Unidas la autoridad de China sobre la isla de Taiwán. En reconocimiento a este gesto, China obsequió al país latinoamericano una pareja de pandas gigantes.
La versión moderna de esta “diplomacia panda” son los contratos de arrendamiento de estos animales. En los últimos años, China ha venido endureciendo las condiciones a países que quieran albergar pandas. Se estima que, en la actualidad, poco menos de 2.000 pandas viven en entornos salvajes.
*Enviado especial de El Espectador en China
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Blanco y negro. Rechoncho y dormilón. Aunque es carnívoro, devora 30 kilos de bambú por día y tiene la vida que muchos desearíamos: dormir por 12 horas, comer durante otras 10 y dedicarle dos horas al juego.
El oso panda gigante es un símbolo nacional en China y aunque ha sido retratado innumerables veces a lo largo de los siglos por esta cultura milenaria, no siempre estuvo protegido.
Ni la ternura que evoca lo salvó de la caza indiscriminada y, hasta hace unas décadas, el peligro de extinción era real.
Hoy, el presente de los pandas es muy distinto; la especie goza de especial protección en el gigante asiático, que ha construido alrededor de estos osos diferentes “santuarios” en algunas ciudades y provincias, donde se realizan labores de cría e investigación.
Uno de estos lugares es la Base de los Pandas en Chengdú, en la provincia de Sichuan. Aquí, la preservación de estos “mensajeros de los dioses”, según la religiosidad china, se ha convertido en un atractivo turístico que acoge a miles de turistas cada año. Solo en febrero de este año, este lugar recibió más de dos millones de viajeros.
Pandas en China: ¿cómo verlos?
Zoológicos con pandas hay muchos en todo el mundo. México, Estados Unidos y Europa cuentan con un puñado de ejemplares. Incluso, el zoológico de Beijing, la capital de China, tiene un área dedicada a estos osos. Sin embargo, visitar Chengdú tiene algo especial.
Viajar hasta esta cálida ciudad al suroeste de China es recomendable por dos razones: primero, porque allí se encuentra la mayor población de pandas gigantes criados en cautividad en todo el mundo, con unos 244 ejemplares que viven en espacios adecuados para su bienestar.
Puede verlos subidos a los árboles, comiendo un trozo de bambú o disfrutando de un baño de vapor. Incluso hay oseznos jugando y revolcándose en el suelo unos con otros.
Segundo, porque Chengdú misma podría considerarse la capital mundial de los pandas. Si mira al horizonte seguro divisará una de las imponentes estatuas de pandas que hay en las calles; si mira hacia abajo, es altamente probable que se tope con una tapa de alcantarilla o hasta con un hidrante de color blanco y negro y con las orejas características de un panda.
En la base los pandas, también llamada, Centro de Investigación y Cría del Panda Gigante, podrá conocer los procesos de alimentación y manejo, cría, prevención y control de enfermedades, y genética poblacional, pues más que un lugar turístico, la Base de los Pandas en Chengdú es un centro de investigación científica.
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Esta reserva se ubica a 10 kilómetros del centro de Chengdú, una ciudad con conexión aérea con las principales metrópolis de China (como Beijing o Shanghái). Para llegar a la base de los pandas, puede tomar el metro hasta la estación “Chengdu Zoo” y tomar el bus 198 hasta la entrada. O también puede contratar en la ciudad un servicio de bus turístico con trayecto ida y vuelta.
La entrada a la Base de los Pandas de Chengdú tiene un costo cercano a los $30.000 pesos colombianos (no incluye transporte) y en la taquilla es necesario presentar su pasaporte. La tarifa, eso sí, se queda corta frente a la experiencia inolvidable de estar en un ambiente lo más parecido al hábitat natural de los osos panda.
En 2006, la base de pandas fue galardonada como “Atractivo turístico AAAA” (en un escalafón donde la calificación máxima es de cinco “A”), así como ha figurado dos veces en los 500 destinos globales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Un día junto a los pandas
Al que madruga, Dios lo ayuda. O los mensajeros de los dioses en este caso. Los pandas son más activos durante las primeras horas de la mañana, por lo que este momento del día es ideal para verlos caminando, jugando o comiendo. Además, si el día está fresco, podrá verlos en todo su esplendor, pues con el calor tienden a irse a dormir.
Las 238 hectáreas de la Base de los Pandas hacen que el recorrido pueda alargarse durante unas dos o tres horas, un buen tiempo para conocer -por ejemplo- a Xiong Bang, cuyos 23 años de edad lo hacen el panda más longevo del santuario. Este oso nació en el Shirahama Adventure World de Japón y fue el primer panda gigante extranjero en ser devuelto a China.
Continuando por el sendero de tablas se puede llegar al área de Jia Xin, Jiao Yi y Wen Jing, tres oseznos de menos de dos años que suelen divertir a los espectadores con su gracia infantil.
La ternura llega a otro nivel cuando se llega al hábitat de Fu Lu y Fu Ru, madre e hija, quienes son descritos por los guías como dos pandas “de dulce mirada, sensibles y curiosos.
Puede interesarle: Recomendaciones para elegir establecimientos de alojamiento en Colombia
La base alimenta a los pandas con bambú cultivado en sus propias instalaciones, pero también les suministra un rico postre: una clase de torta hecha de manzana y miel que los cuidadores ofrecen al público de vez en cuando. Un tentempié casi insípido para el paladar humano, pero que encanta a los pandas en este recinto.
Wang Donghui hace parte del equipo detrás de la reserva y, además, se desempeña como asistente de investigación en la base. Si bien su campo es la genética, afirma que es un honor contribuir a la conservación de los pandas a partir de estudios sobre sus enfermedades congénitas.
Los guías de la reserva comentan que la cría de pandas es un proceso difícil pero necesario para la conservación de una especie que, en los años 80, estaba en peligro crítico de extinción debido a la caza y el contrabando. Desde que las autoridades chinas tomaron cartas en el asunto, el número de pandas se ha duplicado. Justamente, la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza declaró que el oso panda gigante ya no era una especie amenazada, sino vulnerable.
Más allá del emparejamiento de pandas, los profesionales de la reserva no tienen ninguna injerencia en las labores de reproducción y afirman que no se practica la fecundación artificial. “El proceso es natural. Respetamos la voluntad de los animales para reproducirse”, dijo una de las guías.
Lejos de los hábitats de los pandas, se halla un parque temático que es la mayor expresión de la “fiebre panda” que existe en Chengdú: restaurantes, pancartas, buses y hasta los baños tienen alguna alegoría a esta especie de oso.
Además, las tiendas de souvenires cuentan con montañas de peluches a la venta. Estos pueden ser un recordatorio de una mañana única junto a los pandas o el mejor regalo para familiares o amigos al volver a Colombia. Peluches de pandas hay muchos, pero no cualquiera proviene de la capital mundial de los pandas.
¿Los zoológicos pagan por los pandas?
Salvo contadas excepciones, todos los pandas que existen en el mundo pertenecen a China. De acuerdo con portavoces del gobierno, esta ha sido una estrategia para salvaguardar la especie y atacar de raíz al contrabando.
Un dato curioso es que los zoológicos que quieran tener pandas deben hacer una solicitud al gobierno chino. De ser aprobada, las autoridades del gigante asiático otorgarán contratos de “arrendamiento” o cesión de los pandas, cuyo costo anual puede superar el millón de dólares.
Estos contratos, por lo general, duran unos 10 años y pueden ser renovados. Cuando se cumple el contrato y no hay una prórroga, los pandas deben retornar a China. Además, cualquier cría nacida en el extranjero también se considera propiedad china.
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La diplomacia panda
Históricamente, los gobernantes chinos han obsequiado pandas como una estrategia para fortalecer vínculos entre el gigante asiático y otros gobiernos. Esta práctica se remonta al siglo VII, cuando la emperatriz Wu Zetian (624 a 705 d.C) envió un par de osos a Japón.
Después de la refundación de China como República Popular, en el siglo XX, el acto ganó aún más popularidad y se reafirmó como una señal de “amistad y alianza diplomática”. Por ejemplo, en los años 70 México reconoció ante las Naciones Unidas la autoridad de China sobre la isla de Taiwán. En reconocimiento a este gesto, China obsequió al país latinoamericano una pareja de pandas gigantes.
La versión moderna de esta “diplomacia panda” son los contratos de arrendamiento de estos animales. En los últimos años, China ha venido endureciendo las condiciones a países que quieran albergar pandas. Se estima que, en la actualidad, poco menos de 2.000 pandas viven en entornos salvajes.
*Enviado especial de El Espectador en China
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