Múnich, Alemania: una mezcla perfecta entre tradición y modernidad
Una mirada a sus espacios únicos para descubrir la esencia de la capital bávara.
Camilo Bernal*
Ubicada al sur de Alemania, rodeada de lagos y montañas, Múnich representa de la mejor manera el espíritu alemán; una sociedad bien organizada con una idea clara de progreso e innovación. Capital del estado de Baviera, la zona más rica y productiva de la tercera economía del mundo, su configuración urbanística hacen de esta metrópoli un espacio de sofisticación, uno de esos lugares donde el placer se encuentra presente en cada detalle.
Museos de talla mundial, escenarios legendarios y lugares de encanto. Una guía para sacarle el máximo provecho a esta ciudad, visitar sus lugares emblemáticos y acercarse a su cultura llena de tradición. Munich es puro disfrute social y cultural.
Moverse en la ciudad
Llego a Central Bus Station (ZOB München), me acabo de bajar de un Flixbus, la compañía alemana de buses más importante de Europa, y la que ofrece siempre mejores precios. Recién salgo a la calle está Arnulfstrasse, una vía donde también se encuentra, un poco más adelante la estación central de trenes (München Hauptbahnhof HBF). Este es un importante corredor vial tanto de llegada a la ciudad, como de salida, que conecta además con Karlsplatz (más conocida como Stachus), una reconocida plaza y punto de encuentro que funciona como acceso principal a su casco histórico.
En uno de sus costados me llama la atención unas cajas sin ningún tipo de llave o seguridad que almacenan diferentes diarios que circulan. La tapa está abierta y los periódicos a la vista de todos. Pareciera que son gratis, tan solo es tomar uno y ya, pero quien desee alguno debe introducir antes, en una ranura, el valor correspondiente. Nadie observa, nadie cobra nada y sin embargo, a pesar de ello, los alemanes depositan el precio que corresponde y compran el medio de comunicación. Así funcionan las cosas acá.
Minutos más tarde atravieso el arco de Karlstor, que junto a Isartor y Sendlinger Tor, son antiguas puertas medievales que dan ingreso al centro. A través de la calle peatonal Neuhauser Strasse una de las principales arterias comerciales, se llega a Marienplatz, el núcleo urbano.
Corazón de Múnich
Realmente no importa la época del año, en Marienplatz, siempre hay actividades y mucho para ver. Aquí se celebran eventos como el mercado de Navidad en invierno, la fundación de la ciudad en verano y se festejan los campeonatos del célebre Bayern Múnich.
Justo en frente, el edifico más representativo de esta urbe; el Neues Rathaus o Nuevo Ayuntamiento. De estilo arquitectónico neogótico, su fachada es visiblemente hermosa. Empotrado en su torre principal, un carrusel con diferentes figuras móviles entra en funcionamiento hacía el medio día, durante todo el año, y atrae cientos de turistas que se reúnen para verlo. Mientras en el patio interior de la emblemática construcción, impresionantes gárgolas de piedra custodian el lugar.
Cerca de ahí la iglesia de San Pedro (Alter Peter), la más antigua de Múnich, ofrece una de las mejores vistas del casco antiguo desde su parte más alta. La panorámica del centro es impresionante.
Pero no solo la plaza y sus alrededores merecen especial atención. Bajo tierra, el metro alemán es uno de los mejores del mundo. Además de su excelente funcionalidad, se caracteriza también por su belleza estética. Un claro ejemplo es Marienplatz Station, la estación más importante de todo el sistema y todo un universo de arte, diseño y color. Allí converge la red de S-Bahn y U-Bahn de Múnich desde donde se puede ir a puntos representativos como el Allianz Arena y el Olympiapark (parque Olímpico).
Lugar de tradición
A la noche me dirijo al restaurante más icónico de la ciudad: Hofbräuhaus. Ubicado en una enorme casona desde el Siglo XIX, la cervecería se convirtió, a través del tiempo, en el centro de la vida pública de Múnich. Actualmente continúa ofreciendo lo mejor de la gastronomía local a miles de visitantes que aprecian la tradición y cultura alemana.
Sus paredes guardan en silencio, la visita de personajes ilustres, incluso el oscuro recuerdo del pasado nazi cuando Hitler daba sus discursos en este lugar, historia que ha quedado sepultada con el paso del tiempo y gracias a los turistas, viajeros y locales que comparten a diario el gusto por la buena mesa y la alegría del buen vivir.
Miles de jarras de cerveza se sirven a diario, mientras jugosos platos vienen y van para deleite de propios y extraños. Muchos de sus clientes visten trajes típicos: hombres de aspecto “bonachón” con sombrero, chaleco y pantalones cortos, mientras que las mujeres usan delantales y faldas a cuadros. Conversan, ríen y cantan sin parar. Todo ambientado por la banda en vivo, que con batería, grupo de vientos y acordeón, interpreta magistrales armonías de taberna bávara típicas de la región.
Comerse un codillo de cerdo, su plato principal, es sentir el sabor local en su máxima expresión, no sin antes brindar con la excelente cerveza de la casa de fama mundial.
El plato es preparado al horno y viene acompañado de una especie de pasta de papa y ensalada de remolacha. Al pollo y al marrano con la mano pienso, pero mi amiga alemana insiste que no y que no. Que mejor con cubiertos. Lo dudo, pero le hago caso y puedo comprobar que el cuchillo es de un corte tan preciso que los codos quedan limpios. En definitiva una deliciosa mezcla de tradición, cultura, disfrute y pura camaradería.
Espacios de vida
Es domingo y como es costumbre en Alemania, no hay absolutamente nada abierto. Sin embargo, por suerte, entrando por el subte sobre Arnulfstrasse frente Munich Hauptbahnhof, encuentro un supermercado EDEKA que funciona 365 días hasta las 23:00 horas. Un verdadero oasis en un día que el comercio está cerrado, y surge un antojo inesperado o compras de último momento.
Me dirijo al Englischer Garten uno de los parques urbanos más grandes, no solo de Alemania sino del mundo. Conejos, ardillas, gran cantidad de aves, árboles y arbustos en un espacio donde la vida florece libremente. Entrar allí es ingresar a un escenario natural en el que las estaciones se sienten en toda su dimensión: en verano se convierte en una playa, en otoño la atmósfera se vuelve acogedora por el bosque y su colorida transformación, y en invierno, es pura magia gracias al manto de nieve que lo cubre todo.
Hace menos 10 grados bajo cero. Luego de una fuerte nevada, salgo a caminar en medio de la espesa niebla del bosque. Recorro la ribera del río y observo los patos como nadan y se zambullen en el agua helada en busca de alimento. Repentinamente escucho voces que irrumpen el sonido de la naturaleza. Un grupo de gente se aproxima, y al llegar, se cambian y quedan en vestido de baño. Ingresan poco a poco a las gélidas aguas bajo cero. Hacen un círculo, conversan y luego se sumergen completamente. Es la manera en que los alemanes disfrutan todo.
Más adelante junto a la torre China, importante punto de referencia, encuentro uno de los Biergarten (jardín de la cerveza) más famosos de la capital. Sentado en una de sus mesas de madera, un señor mayor de edad de barba completamente blanca, impecablemente vestido, de sombrero, abrigo de paño y guantes de cuero que junto a su elegante y bella compañía, disfrutan un bratwurst, una tradicional salchicha alemana acompañada con pan y una jarra de cerveza. Me dan antojos y pido igual para entrar en sintonía con la encantadora atmósfera bávara.
Con capacidad para miles de personas, estos lugares son espacios de encuentro muy concurridos fines de semana y días festivos. Aquí, en medio de la naturaleza, en un ambiente relajado y amigable, las personas se reúnen para disfrutar el placer de compartir. Sin importar la estación del año se consumen miles de litros de cerveza y es uno de los puntos clave donde se percibe la cultura de Baviera en toda su dimensión.
Lugares únicos
Múnich no tiene mar, pero si grandes surfistas. Que no surfean grandes olas del mar, sino las del río Isar que son de gran dificultad. Como si se tratara del equilibrio en un toro mecánico, pero sobre las olas, jóvenes enfundados en trajes de neopreno para aislar el frío, se deslizan en el agua una y otra vez sin parar.
Hace frío y fuera del parque encuentro una panadería, -El pan alemán es mundialmente famoso y diverso y fue catalogado por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad-. Para un amante del pan como yo, estar en Alemania es estar en el paraíso. Aquí puedo escoger entre panes de molde, panes mixtos elaborados con harinas de trigo y centeno, panes con granos y semillas, panes integrales, galletas, tartas, en fin. Elijo mi favorito: un bretzel, es un tipo de masa horneada y retorcido en forma de lazo, con un sabor ligeramente salado que simboliza todo el arte panadero alemán.
En la misma zona y cerca de ahí encuentro el Haus der Kuntz o Casa del Arte Alemán. Inaugurado en 1937, el imponente edificio de hormigón fue uno de los primeros proyectos arquitectónicos de exhibición de arte y propaganda del régimen nazi, que basó su pensamiento racista en construcciones artísticas de exclusión. Actualmente la Haus der Kunst es una institución pública que tiene otra mirada y ve el arte con otros ojos. En sus inmensas galerías se exhibe lo más alternativo del arte mundial, y se pueden apreciar diferentes ideas y otros diálogos que representan lo mejor del arte contemporáneo.
Recorriendo la ciudad
Recién llego a la estación de Olympiazentrum (parque Olímpico) me recibe el sonido ensordecedor de sirenas y pitos. Veo una gran manifestación y me ubico sobre el puente peatonal que cruza la autopista y que conecta a la estación con el parque Olímpico. Observo un desfile interminable de todo tipo de maquinaria agrícola y tractores de última generación que se pierden en el firmamento. Se trata de un paro nacional de agricultores por un recorte de subsidios. Pero más allá de la protesta por el reclamo de sus derechos, puedo ver, a través de esta huelga, en esos tractores y vehículos del campo nuevecitos, que parecen de juguete y que continúan pasando desde hace más de una hora, la fuerza de todo un país. El poder de la economía más fuerte y más rica de la Unión Europea desfilando frente a mis ojos.
Parque Olímpico
Camino por la zona de Olympiaparck y admiro la imponente cubierta del majestuoso Estadio Olímpico de Múnich. Sede de grandes acontecimientos deportivos, en su grama se jugó la final de la copa mundo del 74, donde Alemania de la mano de Breitner, Beckenbauer y Müller, resultó campeona. También fue la casa del Bayern Múnich hasta el 2005, año en que el equipo se mudó para el Allianz Arena. Actualmente se utiliza para conciertos, exposiciones, festivales y todo tipo de espectáculos.
Transito los senderos de la Villa Olímpica; una maqueta perfectamente elaborada y me deslumbro con su cuidadoso diseño. Cada uno de sus detalles merece especial atención: los escenarios deportivos, la señalización, los accesos, sus lagos, colinas, la zona de vivienda, todo. Algunas de sus instalaciones están reservadas especialmente para la celebración de determinados eventos, mientras que otras están abiertas al público en general.
Cerca una inmensa montaña que fue construida sobre los restos que dejó la Segunda Guerra Mundial. Mientras recorro en solitario la zona, pienso como los alemanes consolidaron todo su desarrollo y se convirtieron en la gran potencia mundial a partir de sus escombros. Subo la colina, y desde lo alto tengo una mejor perspectiva del inmenso escenario deportivo. Me siento a observar el panorama y en silencio recuerdo todo lo que aquí sucedió.
Juegos de la muerte
Los Juegos Olímpicos de 1972, fueron organizados para reivindicar el nombre de Alemania frente al mundo y hacer unas competencias totalmente distintas a los de 1936, cuando Hitler organizó las olimpiadas con el propósito de hacer propaganda nazi.
Sin embargo, en la madrugada del 5 de septiembre del año en cuestión, hombres fuertemente armados pertenecientes al grupo extremista palestino Septiembre Negro, ingresaron al complejo deportivo con el fin de secuestrar a deportistas israelíes y presionar la liberación de más de doscientos prisioneros palestinos capturados por Israel.
Tras forcejear con algunos atletas, el grupo terrorista asesinó a dos y tomó como rehenes a nueve deportistas y entrenadores israelíes. Posteriormente fueron llevados a un aeropuerto cercano, donde las fuerzas de seguridad de Alemania Occidental intentaron rescatarlos.
Sin embargo, dicha operación resultó un desastre que terminó con la masacre de los nueve miembros del equipo, un oficial alemán, y la muerte de cinco de los ocho extremistas. Los tres restantes fueron capturados por la policía alemana, que tuvo que dejarlos en libertad semanas más tarde, después que un avión de la aerolínea alemana Lufthansa fuera secuestrado para exigir un nuevo intercambio para salvar vidas.
Posteriormente, como respuesta, Israel lanzó una operación en la que participó el Mossad, conformado por miembros de la inteligencia, para vengarse de los responsables de la tragedia. El propósito de la operación llamada “Cólera de Dios”, fue demostrarle al mundo que no habría impunidad, buscarlos y asesinarlos.
Así las cosas miembros del grupo terrorista Septiembre Negro, fueron perseguidos por toda Europa y Medio Oriente y aniquilados. Pero Israel no logró completar su “venganza” del todo, pues el grupo de inteligencia, nunca pudo encontrar al tercero de los atacantes. Una disputa que continúa en la actualidad, donde la peor parte la llevan siempre inocentes que nada tienen que ver con el conflicto.
Unos juegos empañados con el aura de la muerte, en uno de los episodios más oscuros de la historia del deporte.
BMW símbolo local
Próximo a dos obras maestras de arquitectura de vanguardia construidas en los años setenta: el Olympiapark de Frei Otto y la torre de cuatro cilindros sede central de BMW de Karl Schwanzer, se encuentra un edificio de suaves formas; como si el viento tuviera estructura, diseñado para el deleite de sus visitantes. Es el BMW Welt (Mundo BMW), un enorme espacio gratuito, que no es propiamente para venta de automóviles sino que bajo sus líneas sinuosas acoge toda clase de eventos y proporciona a sus invitados diversas experiencias con la reconocida marca.
Observo una amplia gama de vehículos exhibidos para que el público pueda interactuar con ellos. Veo un auto deportivo, último modelo y entro en él. Su timón es de cuero muy suave al tacto y de buen agarre. La comodidad y confort de su espacio interior, diseño, ergonomía y su potente estéreo, me permiten apreciar las características y atributos de esta marca que significa Bayerische Motoren Werke (Fábricas de Motores de Baviera) y que representa a la perfección lo mejor del producto local.
Múnich, una ciudad próspera con un acogedor ambiente de pueblo, abundantes espacios verdes y una sofisticada vida cultural. Una ciudad del primer mundo que tiene todo para ofrecer. Tomo el metro, y en su recorrido me dejo llevar por las imágenes que me recuerdan que todo lo mejor sucede en este lugar.
*Periodista y viajero.
Ubicada al sur de Alemania, rodeada de lagos y montañas, Múnich representa de la mejor manera el espíritu alemán; una sociedad bien organizada con una idea clara de progreso e innovación. Capital del estado de Baviera, la zona más rica y productiva de la tercera economía del mundo, su configuración urbanística hacen de esta metrópoli un espacio de sofisticación, uno de esos lugares donde el placer se encuentra presente en cada detalle.
Museos de talla mundial, escenarios legendarios y lugares de encanto. Una guía para sacarle el máximo provecho a esta ciudad, visitar sus lugares emblemáticos y acercarse a su cultura llena de tradición. Munich es puro disfrute social y cultural.
Moverse en la ciudad
Llego a Central Bus Station (ZOB München), me acabo de bajar de un Flixbus, la compañía alemana de buses más importante de Europa, y la que ofrece siempre mejores precios. Recién salgo a la calle está Arnulfstrasse, una vía donde también se encuentra, un poco más adelante la estación central de trenes (München Hauptbahnhof HBF). Este es un importante corredor vial tanto de llegada a la ciudad, como de salida, que conecta además con Karlsplatz (más conocida como Stachus), una reconocida plaza y punto de encuentro que funciona como acceso principal a su casco histórico.
En uno de sus costados me llama la atención unas cajas sin ningún tipo de llave o seguridad que almacenan diferentes diarios que circulan. La tapa está abierta y los periódicos a la vista de todos. Pareciera que son gratis, tan solo es tomar uno y ya, pero quien desee alguno debe introducir antes, en una ranura, el valor correspondiente. Nadie observa, nadie cobra nada y sin embargo, a pesar de ello, los alemanes depositan el precio que corresponde y compran el medio de comunicación. Así funcionan las cosas acá.
Minutos más tarde atravieso el arco de Karlstor, que junto a Isartor y Sendlinger Tor, son antiguas puertas medievales que dan ingreso al centro. A través de la calle peatonal Neuhauser Strasse una de las principales arterias comerciales, se llega a Marienplatz, el núcleo urbano.
Corazón de Múnich
Realmente no importa la época del año, en Marienplatz, siempre hay actividades y mucho para ver. Aquí se celebran eventos como el mercado de Navidad en invierno, la fundación de la ciudad en verano y se festejan los campeonatos del célebre Bayern Múnich.
Justo en frente, el edifico más representativo de esta urbe; el Neues Rathaus o Nuevo Ayuntamiento. De estilo arquitectónico neogótico, su fachada es visiblemente hermosa. Empotrado en su torre principal, un carrusel con diferentes figuras móviles entra en funcionamiento hacía el medio día, durante todo el año, y atrae cientos de turistas que se reúnen para verlo. Mientras en el patio interior de la emblemática construcción, impresionantes gárgolas de piedra custodian el lugar.
Cerca de ahí la iglesia de San Pedro (Alter Peter), la más antigua de Múnich, ofrece una de las mejores vistas del casco antiguo desde su parte más alta. La panorámica del centro es impresionante.
Pero no solo la plaza y sus alrededores merecen especial atención. Bajo tierra, el metro alemán es uno de los mejores del mundo. Además de su excelente funcionalidad, se caracteriza también por su belleza estética. Un claro ejemplo es Marienplatz Station, la estación más importante de todo el sistema y todo un universo de arte, diseño y color. Allí converge la red de S-Bahn y U-Bahn de Múnich desde donde se puede ir a puntos representativos como el Allianz Arena y el Olympiapark (parque Olímpico).
Lugar de tradición
A la noche me dirijo al restaurante más icónico de la ciudad: Hofbräuhaus. Ubicado en una enorme casona desde el Siglo XIX, la cervecería se convirtió, a través del tiempo, en el centro de la vida pública de Múnich. Actualmente continúa ofreciendo lo mejor de la gastronomía local a miles de visitantes que aprecian la tradición y cultura alemana.
Sus paredes guardan en silencio, la visita de personajes ilustres, incluso el oscuro recuerdo del pasado nazi cuando Hitler daba sus discursos en este lugar, historia que ha quedado sepultada con el paso del tiempo y gracias a los turistas, viajeros y locales que comparten a diario el gusto por la buena mesa y la alegría del buen vivir.
Miles de jarras de cerveza se sirven a diario, mientras jugosos platos vienen y van para deleite de propios y extraños. Muchos de sus clientes visten trajes típicos: hombres de aspecto “bonachón” con sombrero, chaleco y pantalones cortos, mientras que las mujeres usan delantales y faldas a cuadros. Conversan, ríen y cantan sin parar. Todo ambientado por la banda en vivo, que con batería, grupo de vientos y acordeón, interpreta magistrales armonías de taberna bávara típicas de la región.
Comerse un codillo de cerdo, su plato principal, es sentir el sabor local en su máxima expresión, no sin antes brindar con la excelente cerveza de la casa de fama mundial.
El plato es preparado al horno y viene acompañado de una especie de pasta de papa y ensalada de remolacha. Al pollo y al marrano con la mano pienso, pero mi amiga alemana insiste que no y que no. Que mejor con cubiertos. Lo dudo, pero le hago caso y puedo comprobar que el cuchillo es de un corte tan preciso que los codos quedan limpios. En definitiva una deliciosa mezcla de tradición, cultura, disfrute y pura camaradería.
Espacios de vida
Es domingo y como es costumbre en Alemania, no hay absolutamente nada abierto. Sin embargo, por suerte, entrando por el subte sobre Arnulfstrasse frente Munich Hauptbahnhof, encuentro un supermercado EDEKA que funciona 365 días hasta las 23:00 horas. Un verdadero oasis en un día que el comercio está cerrado, y surge un antojo inesperado o compras de último momento.
Me dirijo al Englischer Garten uno de los parques urbanos más grandes, no solo de Alemania sino del mundo. Conejos, ardillas, gran cantidad de aves, árboles y arbustos en un espacio donde la vida florece libremente. Entrar allí es ingresar a un escenario natural en el que las estaciones se sienten en toda su dimensión: en verano se convierte en una playa, en otoño la atmósfera se vuelve acogedora por el bosque y su colorida transformación, y en invierno, es pura magia gracias al manto de nieve que lo cubre todo.
Hace menos 10 grados bajo cero. Luego de una fuerte nevada, salgo a caminar en medio de la espesa niebla del bosque. Recorro la ribera del río y observo los patos como nadan y se zambullen en el agua helada en busca de alimento. Repentinamente escucho voces que irrumpen el sonido de la naturaleza. Un grupo de gente se aproxima, y al llegar, se cambian y quedan en vestido de baño. Ingresan poco a poco a las gélidas aguas bajo cero. Hacen un círculo, conversan y luego se sumergen completamente. Es la manera en que los alemanes disfrutan todo.
Más adelante junto a la torre China, importante punto de referencia, encuentro uno de los Biergarten (jardín de la cerveza) más famosos de la capital. Sentado en una de sus mesas de madera, un señor mayor de edad de barba completamente blanca, impecablemente vestido, de sombrero, abrigo de paño y guantes de cuero que junto a su elegante y bella compañía, disfrutan un bratwurst, una tradicional salchicha alemana acompañada con pan y una jarra de cerveza. Me dan antojos y pido igual para entrar en sintonía con la encantadora atmósfera bávara.
Con capacidad para miles de personas, estos lugares son espacios de encuentro muy concurridos fines de semana y días festivos. Aquí, en medio de la naturaleza, en un ambiente relajado y amigable, las personas se reúnen para disfrutar el placer de compartir. Sin importar la estación del año se consumen miles de litros de cerveza y es uno de los puntos clave donde se percibe la cultura de Baviera en toda su dimensión.
Lugares únicos
Múnich no tiene mar, pero si grandes surfistas. Que no surfean grandes olas del mar, sino las del río Isar que son de gran dificultad. Como si se tratara del equilibrio en un toro mecánico, pero sobre las olas, jóvenes enfundados en trajes de neopreno para aislar el frío, se deslizan en el agua una y otra vez sin parar.
Hace frío y fuera del parque encuentro una panadería, -El pan alemán es mundialmente famoso y diverso y fue catalogado por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad-. Para un amante del pan como yo, estar en Alemania es estar en el paraíso. Aquí puedo escoger entre panes de molde, panes mixtos elaborados con harinas de trigo y centeno, panes con granos y semillas, panes integrales, galletas, tartas, en fin. Elijo mi favorito: un bretzel, es un tipo de masa horneada y retorcido en forma de lazo, con un sabor ligeramente salado que simboliza todo el arte panadero alemán.
En la misma zona y cerca de ahí encuentro el Haus der Kuntz o Casa del Arte Alemán. Inaugurado en 1937, el imponente edificio de hormigón fue uno de los primeros proyectos arquitectónicos de exhibición de arte y propaganda del régimen nazi, que basó su pensamiento racista en construcciones artísticas de exclusión. Actualmente la Haus der Kunst es una institución pública que tiene otra mirada y ve el arte con otros ojos. En sus inmensas galerías se exhibe lo más alternativo del arte mundial, y se pueden apreciar diferentes ideas y otros diálogos que representan lo mejor del arte contemporáneo.
Recorriendo la ciudad
Recién llego a la estación de Olympiazentrum (parque Olímpico) me recibe el sonido ensordecedor de sirenas y pitos. Veo una gran manifestación y me ubico sobre el puente peatonal que cruza la autopista y que conecta a la estación con el parque Olímpico. Observo un desfile interminable de todo tipo de maquinaria agrícola y tractores de última generación que se pierden en el firmamento. Se trata de un paro nacional de agricultores por un recorte de subsidios. Pero más allá de la protesta por el reclamo de sus derechos, puedo ver, a través de esta huelga, en esos tractores y vehículos del campo nuevecitos, que parecen de juguete y que continúan pasando desde hace más de una hora, la fuerza de todo un país. El poder de la economía más fuerte y más rica de la Unión Europea desfilando frente a mis ojos.
Parque Olímpico
Camino por la zona de Olympiaparck y admiro la imponente cubierta del majestuoso Estadio Olímpico de Múnich. Sede de grandes acontecimientos deportivos, en su grama se jugó la final de la copa mundo del 74, donde Alemania de la mano de Breitner, Beckenbauer y Müller, resultó campeona. También fue la casa del Bayern Múnich hasta el 2005, año en que el equipo se mudó para el Allianz Arena. Actualmente se utiliza para conciertos, exposiciones, festivales y todo tipo de espectáculos.
Transito los senderos de la Villa Olímpica; una maqueta perfectamente elaborada y me deslumbro con su cuidadoso diseño. Cada uno de sus detalles merece especial atención: los escenarios deportivos, la señalización, los accesos, sus lagos, colinas, la zona de vivienda, todo. Algunas de sus instalaciones están reservadas especialmente para la celebración de determinados eventos, mientras que otras están abiertas al público en general.
Cerca una inmensa montaña que fue construida sobre los restos que dejó la Segunda Guerra Mundial. Mientras recorro en solitario la zona, pienso como los alemanes consolidaron todo su desarrollo y se convirtieron en la gran potencia mundial a partir de sus escombros. Subo la colina, y desde lo alto tengo una mejor perspectiva del inmenso escenario deportivo. Me siento a observar el panorama y en silencio recuerdo todo lo que aquí sucedió.
Juegos de la muerte
Los Juegos Olímpicos de 1972, fueron organizados para reivindicar el nombre de Alemania frente al mundo y hacer unas competencias totalmente distintas a los de 1936, cuando Hitler organizó las olimpiadas con el propósito de hacer propaganda nazi.
Sin embargo, en la madrugada del 5 de septiembre del año en cuestión, hombres fuertemente armados pertenecientes al grupo extremista palestino Septiembre Negro, ingresaron al complejo deportivo con el fin de secuestrar a deportistas israelíes y presionar la liberación de más de doscientos prisioneros palestinos capturados por Israel.
Tras forcejear con algunos atletas, el grupo terrorista asesinó a dos y tomó como rehenes a nueve deportistas y entrenadores israelíes. Posteriormente fueron llevados a un aeropuerto cercano, donde las fuerzas de seguridad de Alemania Occidental intentaron rescatarlos.
Sin embargo, dicha operación resultó un desastre que terminó con la masacre de los nueve miembros del equipo, un oficial alemán, y la muerte de cinco de los ocho extremistas. Los tres restantes fueron capturados por la policía alemana, que tuvo que dejarlos en libertad semanas más tarde, después que un avión de la aerolínea alemana Lufthansa fuera secuestrado para exigir un nuevo intercambio para salvar vidas.
Posteriormente, como respuesta, Israel lanzó una operación en la que participó el Mossad, conformado por miembros de la inteligencia, para vengarse de los responsables de la tragedia. El propósito de la operación llamada “Cólera de Dios”, fue demostrarle al mundo que no habría impunidad, buscarlos y asesinarlos.
Así las cosas miembros del grupo terrorista Septiembre Negro, fueron perseguidos por toda Europa y Medio Oriente y aniquilados. Pero Israel no logró completar su “venganza” del todo, pues el grupo de inteligencia, nunca pudo encontrar al tercero de los atacantes. Una disputa que continúa en la actualidad, donde la peor parte la llevan siempre inocentes que nada tienen que ver con el conflicto.
Unos juegos empañados con el aura de la muerte, en uno de los episodios más oscuros de la historia del deporte.
BMW símbolo local
Próximo a dos obras maestras de arquitectura de vanguardia construidas en los años setenta: el Olympiapark de Frei Otto y la torre de cuatro cilindros sede central de BMW de Karl Schwanzer, se encuentra un edificio de suaves formas; como si el viento tuviera estructura, diseñado para el deleite de sus visitantes. Es el BMW Welt (Mundo BMW), un enorme espacio gratuito, que no es propiamente para venta de automóviles sino que bajo sus líneas sinuosas acoge toda clase de eventos y proporciona a sus invitados diversas experiencias con la reconocida marca.
Observo una amplia gama de vehículos exhibidos para que el público pueda interactuar con ellos. Veo un auto deportivo, último modelo y entro en él. Su timón es de cuero muy suave al tacto y de buen agarre. La comodidad y confort de su espacio interior, diseño, ergonomía y su potente estéreo, me permiten apreciar las características y atributos de esta marca que significa Bayerische Motoren Werke (Fábricas de Motores de Baviera) y que representa a la perfección lo mejor del producto local.
Múnich, una ciudad próspera con un acogedor ambiente de pueblo, abundantes espacios verdes y una sofisticada vida cultural. Una ciudad del primer mundo que tiene todo para ofrecer. Tomo el metro, y en su recorrido me dejo llevar por las imágenes que me recuerdan que todo lo mejor sucede en este lugar.
*Periodista y viajero.