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Casas victorianas, vías angostas y calles adoquinadas dan la bienvenida a San Agustín, el primer asentamiento, aún vigente, que el hombre del viejo mundo fundó en lo que hoy es Estados Unidos y que adorna el sureste de dicho país, en un estado al que el sol nunca abandona: Florida.
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A menos de dos horas de Orlando, la herencia española se materializa en cada rincón de esta ciudad fundada en 1565 y en una de las estructuras más sorprendentes que los europeos levantaron en tierras vírgenes, junto al Atlántico: el Castillo de San Marcos.
Construida a base de coquina, un sedimento tan resistente que, según los británicos, repelía las bolas de cañón que se instauraban sobre ella “como un cuchillo que atraviesa un queso”, la fortaleza inició su construcción en 1672 y culminó en 1695.
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Este bien puede ser el punto más representativo de la ciudad y una visita clave para entender la riqueza histórica de San Agustín. Actualmente es posible visitar su interior y aprender sobre tiempos de espadas, cañones, fuego, piratas, caballería, conquistas, rehenes y evangelización.
Experiencias alternativas
Este esbozo de la ciudad más antigua de Estados Unidos debe incluir una de las atracciones más cotizadas y, posiblemente, menos vistas por los curiosos que llegan a esta locación dentro del condado de San Juan: el turismo paranormal.
“Nunca he visto nada extraño, pero son muchos los rumores de apariciones y experiencias extrañas en algunas de las estructuras más antiguas”, comenta Luis, uno de los guías del lugar, mientras muestra el faro de San Agustín, un imperdible de aquellos curiosos que llegan en busca de lo paranormal.
Son comunes los recorridos nocturnos en lugares como la primera escuela del país y otros rincones de la ciudad, señalados como encantados. Es en el primero de estos en donde los guías, armados con herramientas que captan lo “inusual”, dialogan con seres que, cuentan, habitan allí desde hace siglos. La atmósfera oscila entre lo tétrico y lo histórico.
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Para los interesados en una experiencia “más cercana”, existen alternativas en donde, se dice, es posible vivir situaciones de este tipo. Uno de ellos, aunque este autor no puede dar fe de esto, es el St Francis Inn, al sur de San Agustín, que data de 1791 y ofrece amplios espacios con amoblados de antaño.
Placer para los sentidos
La oferta gastronómica es amplia. Al tratarse de un lugar tan próximo a diferentes cuerpos de agua, es común encontrar alternativas basadas en frutos del mar. Hay para todos los presupuestos, siendo, por ejemplo, Catch Twenty Seven una opción con platos de entre US$15 y US$30, y Michael’s, uno en el que vale la pena cenar, dejarse guiar por el autor y disfrutar de platos con un costo de entre US$20 y US$45. Un clásico americano es la oferta hispana de Columbia Restaurant, el cual maneja precios similares.
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Whetstone Chocolates es para los más jóvenes. Por US$8, los miembros de esta fábrica de chocolates dirigen un recorrido en sus instalaciones, mientras explican los procesos de elaboración y entregan pruebas de los diferentes tipos de este producto.
Según los historiadores de la zona, durante la ocupación española los colonos, sorprendidos por los rasgos juveniles de los nativos, buscaron insistentemente una fuente de la juventud que hoy está en el Parque Arqueológico de San Agustín, de la que se pueden beber sus aguas minerales.
El Parque Arqueológico alberga, además, pavos reales que pasean libremente por los pastizales. Allí también es posible presenciar cómo construían sus hogares los nativos y realizan exhibiciones de disparos con cañones (sin balas) y fabricaciones de pequeños botes.
San Agustín es un destino cuya arquitectura y pasividad difieren de la mayoría de las ciudades del país en el que se encuentra. Esta pequeña zona, que se puede recorrer a pie, puede ser tan romántica como el turista desee. Tan tenebroso, como este mismo quiera. Tan misterioso, como los tesoros que guarda en su extensión. Un destino para, casi, cualquier propósito.
*Invitado por Visit Florida.