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Guía y recomendaciones para hacer rafting en Colombia

El rafting es un deporte extremo accesible para cualquier persona dispuesta a vivir una aventura. Sin embargo, es importante conocer ciertos aspectos, aquí le decimos cuáles son.

07 de julio de 2024 - 09:00 p. m.
El rafting no es solo montarse en una balsa y bajar el río; es una oportunidad para ver y disfrutar un ambiente natural completamente
El rafting no es solo montarse en una balsa y bajar el río; es una oportunidad para ver y disfrutar un ambiente natural completamente
Foto: ARTFOTODESIGN

Si busca una aventura que desafíe sus límites y lo sumerja en la belleza salvaje de la naturaleza, el rafting es una experiencia imperdible, un apasionante deporte extremo que aprovecha la geografía privilegiada del país y su intrincada red de ríos que serpentean a través de paisajes de ensueño, para llevarlo a rutas sin igual que podrán disfrutar tanto principiantes como expertos.

En pocas palabras, el rafting es una actividad deportiva y recreativa que consiste en el descenso de ríos de aguas bravas utilizando embarcaciones neumáticas. Sin embargo, una de las características más notables de esta actividad es su accesibilidad ya que, a diferencia de otros deportes de aventura, no requiere conocimientos técnicos previos ni una condición física excepcional de los participantes.

Según Sandro Jiménez, operador en el proyecto Norcasiarafting, la clasificación del río es un factor clave a considerar antes de realizar rafting. Pues dependiendo de esta clasificación, algunos ríos pueden requerir requisitos adicionales o tener límites de edad para los participantes.

Entre los que puede encontrar están:

  • Clase I: Muy fácil, con aguas suaves y olas pequeñas, perfecta para novatos.
  • Clase II: Fácil, presenta hoyos de hasta 25 cm y remolinos leves, adecuada para quienes saben nadar.
  • Clase III: Nivel intermedio, con aguas turbulentas y olas de hasta un metro.

“Para los ríos de clase 1 a 3, no se requiere experiencia previa. Sin embargo, antes de iniciar la actividad, los guías proporcionan una inducción completa, preparando a los participantes para lo que van a experimentar. En esta inducción, se enseña qué es el rafting, qué se puede esperar durante el recorrido, y cómo actuar en diversas situaciones. Por ejemplo, se instruye sobre qué hacer si alguien cae del bote o si este llega a volcarse. Esta preparación asegura que incluso los principiantes puedan participar de manera segura en ríos de menor dificultad”, menciona Jiménez al agregar que los otros niveles que sí necesitan de una experiencia en el río son los de clase IV y V, pues son aguas muy turbulentas e impredecibles”.

Comenta que en Colombia, la mayoría de los ríos en los que se practica rafting son de clase 3, como el río La Miel, que está en Norcasia (Caldas), ya que los ríos de clase 4 y 5 son menos comunes. Algunos ejemplos de ríos más desafiantes son:

  • El río Samaná en San Luis, Antioquia (clase 4-5), que es el último río con causal libre de Antioquia, es decir que su cauda no ha sido afectado por modificación humana.
  • El río Suárez en San Gil, Santander (clase 4-5).

De hecho, Robinson Gómez, de la empresa Rafting Samaná - Mirador Río Samaná, dice que para este río “aunque no se considera particularmente peligroso, la habilidad de nadar es una precaución importante. Además, otro requisito fundamental es que según la Norma Técnica Sectorial, la edad mínima para participar es de 14 años en adelante”.

Agrega que algo que hace especial esta actividad es que los visitantes pueden observar una rica biodiversidad. Un ejemplo notable es que en Samaná, los visitantes pueden ver una roca cubierta por una planta acuática que crece tanto en el agua como en el espacio aéreo y pueden ver el pato cormorán, una especie silvestre que habita en el río.

“Sin embargo, es importante siempre aclarar que la idea de visitar un río es que se comprenda su importancia en la vida humana. Creo que todos los operadores deberíamos hacer esto para que la gente entienda que no es solo algo de paso que visitar, sino que el río también es un ser vivo que debemos cuidar y proteger”, enfatiza Gómez.

¿Qué equipo debe llevar?

Como principiante, no necesita comprar ningún equipo especial para hacer rafting, pues la mayoría de las empresas proporcionarán todo lo que necesita la persona para que así pueda disfrutar de una experiencia segura y divertida. Sin embargo, tenga en cuenta que:

  • Ropa: “Lo más importante es usar ropa que pueda mojarse y un buen calzado. Los tenis son recomendados, pues en los recorridos de rafting generalmente se debe caminar e ingresar a cascadas, además se recomienda ropa de licra, tanto en la parte superior como en las piernas”, explica Jiménez, y agrega que “yo lo recomiendo porque en el caso de los hombres, el vello de las piernas puede ser arrancado por el roce con el bote, lo que puede ser doloroso en recorridos largos. También es muy recomendable la ropa de secado rápido”.
  • Mochila: Jiménez recomienda llevar bolsa/morral impermeable en el que se pueda llevar bloqueador solar, repelente para mosquitos e hidratación.
  • Otros: También puede llevar el celular para tomar fotografías, aunque en la mayoría de los destinos manejan paquetes de fotos incluidos en el servicio. “Muchas personas llevan su celular, pero yo no recomiendo sacarlo de la mochila impermeable. Ya que en caso de que caiga al río y se dañe, no nos hacemos responsables, pues nosotros ofrecemos paquetes que incluyen el registro fotográfico de la actividad”, menciona Jiménez.

El instructor le proporcionará lo siguiente:

  • Balsa inflable: Fabricada de PVC o caucho sintético, la balsa puede acomodar entre 4 y 8 personas, incluido el instructor.
  • Remos: El tipo de remo dependerá del tipo y la clase de río en el que vaya a hacer rafting.
  • Casco: lo protegerá en caso de golpes contra las rocas.
  • Chaleco salvavidas: Es un elemento esencial de seguridad que lo mantendrá a flote en caso de que caiga al agua.

“Antes de iniciar la actividad, recibirá una inducción en la que le explicarán una posición de seguridad. Lo primero que debe saber es que con el chaleco salvavidas, estará a flote, pero debe llevar sus pies al frente y estirarlos, de modo que su cuerpo flote como una hoja sobre el agua”, dice Jiménez.

Explica que hay varias formas de rescate. Si se aleja mucho del bote, los guías pueden lanzarle cuerdas de rescate, pero si estas no funcionan, entra en acción el kayak de seguridad, cuyo objetivo es el rescate. Este bote lo que hará es que sé acercará a donde esté la persona y le indicará cómo sujetarse de este para ser llevado de vuelta al bote.

Un consejo crucial de seguridad, según Gómez, es verificar que la empresa de rafting cuente con guías certificados por el SENA o por una entidad de Educación Superior reconocida, ya que según la norma técnica sectorial para ejercer la actividad guianza de balsa, kayak y rescate en aguas blancas, se requiere que los profesionales estén capacitados y cuenten con Tarjeta Profesional de Guía de Turismo con el respectivo Registro Nacional de Turismo.

Otro item que resalta es que el guía es quien da las órdenes y los participantes deben seguir todas sus indicaciones para garantizar una experiencia segura y agradable.

¿Qué rutas recomiendan?

Aunque los expertos recomiendan sus propios lugares para practicar rafting, también destacan la importancia de otros destinos en Colombia. En particular, resaltan los ríos Fonce y Suárez, en el departamento de Santander, cerca de San Gil, como lugares excepcionales para esta actividad.

Río Suárez: se distingue por su caudal con grandes olas y rápidos desafiantes como el Laberinto y Martha’s Tongue. Este río atrae a profesionales y aficionados por igual, ofreciendo trayectos de entre 10 y 16 kilómetros. Es especialmente popular para las modalidades de White Water Rafting y Kayaking, proporcionando una dosis extra de adrenalina para los más aventureros. La zona cuenta con una organización sólida y guías expertos que garantizan la seguridad, permitiendo que incluso los principiantes disfruten de la emocionante aventura en medio de un paisaje impresionante.

Río Fonce: Tiene el honor de ser el primer río en Colombia donde se inició la práctica de rafting. Es ideal para familias y aventureros de todos los niveles, ofreciendo la posibilidad de practicar rafting, kayaking e hydrospeed. Los participantes pueden disfrutar no solo de los rápidos emocionantes, sino también de la rica biodiversidad del ecosistema circundante. Una característica única del río Fonce es la oportunidad que brinda a los aventureros de saltar al agua en ciertos tramos, añadiendo un elemento extra de emoción a la experiencia.

Río la Miel: El río la Miel es un importante cuerpo de agua ubicado en el oriente del Departamento de Caldas, Colombia. Nace en la cuchilla la Picona en el Municipio de Marulanda y su cauce se ve alterado por el embalse Amaní, que hace parte de la central hidroeléctrica Miel I de ISAGEN. Como tiene un control artificial por la central hidroeléctrica, hace que independiente de las condiciones climáticas estacionales, se pueda practicar esta actividad. “El costo de estas actividades es de alrededor de 200,000 pesos por persona, e incluye un recorrido de 8.5 kilómetros por el cañón del río. Este precio es competitivo en comparación con otros ríos a nivel nacional, donde los costos pueden oscilar entre 200,000 y 300,000 pesos dependiendo de la dificultad del río”, dice Jimenez.

Río Samaná: El río Samaná, nace en el Páramo de Sonsón en las estribaciones de la Cordillera Central. Se divide en Samaná Norte y Sur, y su caudal aumenta a medida que desciende por los municipios de Argelia, Nariño, El Carmen de Viboral y San Francisco, mostrando un impresionante color verde esmeralda en verano al pasar por San Luis.

El río ofrece emocionantes experiencias de rafting para los aventureros. Un recorrido corto, según Gómez, de aproximadamente 2.5 kilómetros cuesta 120,000 pesos por persona e incluye equipo de seguridad, guías certificados y una charla de conservación. Para los más intrépidos, existe una expedición de día completo que comienza temprano en la mañana, incluyendo un viaje en un auto 4x4 hasta San Francisco, seguido de una caminata y un descenso de 25 kilómetros por el río Verde. Esta experiencia más extensa cuesta 350,000 pesos por persona, incluyendo transporte, comidas y la oportunidad de disfrutar de hermosas cascadas.

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