La Guajira, una tierra sorprendente
Desiertos hay muchos en el mundo, pero el encanto de este departamento radica en el valor agregado que le dan a su paisaje la calidez de su gente, la exquisita y variada gastronomía y la riqueza cultural que ofrecen sus 15 municipios.
Redacción Comercial
El departamento de La Guajira es como un buen libro de 15 capítulos, de esos que uno no quiere dejar de explorar y que puede repetir una y otra vez. Capítulo tras capítulo y región tras región sorprende con personas que tienen en sus miradas el reflejo del alma, una gastronomía tan rica como variada que va desde el arroz de camarón en Manaure, la comida árabe en Maicao o el tradicional friche (chivo frito) en Uribia, y paisajes camaleónicos que pasan de las aguas azul turquesa del Cabo de la Vela hasta el verde de la Reserva Forestal Montes de Oca, entre Albania y Maicao.
La Guajira es mucho más que Riohacha, capital del departamento y punto de llegada de los cientos de turistas nacionales y extranjeros que mes a mes disfrutan de la caminata por el malecón turístico mientras compran las tradicionales artesanías wayuu, representadas en mantas, accesorios y coloridas mochilas. Este es el punto de partida, pero no la única meta que lo puede motivar a visitar este magnífico departamento.
Al norte de La Guajira, una parada imperdible está en las salinas de Manaure, donde gracias a las condiciones privilegiadas de sol, viento y lluvias escasas pueden producir sal de excelente calidad. Aquí la langosta, los langostinos, los camarones y el pargo rojo tienen un sabor exquisito y muy particular, producto de la arteria salina. Muy cerca de allí, en Uribia, capital indígena de Colombia, el turista puede vivir de cerca las tradiciones que tienen sus habitantes, el 98 % de los cuales son wayuu.
El Cabo de la Vela es para muchos nacionales y extranjeros el destino top del departamento, y tiene todos los argumentos para mantenerse en esa posición. El movimiento perfecto de las olas hace que sea elegido por los viajeros que practican kite surf para mejorar su destreza y aprender técnica. En su visita no pueden dejar de recorrer el pilón de azúcar, el faro y el ojo de agua.
El sur del departamento también es encantador. Entre las actividades de deportes extremos que pueden practicar está el tubing en Palomino (navegar un río en un neumático), el surf en Dibulla, hacer ciclomontañismo en Fonseca, entre las estribaciones de la Sierra Nevada, así como disfrutar de la tradición vallenata de San Juan, Urumita y Villanueva.
La Guajira es historia, cultura, minerales, música, gastronomía, biodiversidad y paisajes que hacen de este departamento un territorio único y cautivador. La Guajira se vive en primera persona porque, al igual que un buen libro, no es lo mismo si nos lo cuentan. Su alborotado viento que despeina, la calidez de su gente, el sabor de una almojábana en Hatonuevo o de las arepas de queso en Cuatro Vías son solo algunas cosas que hacen que los turistas vuelvan una y otra vez.
El departamento de La Guajira es como un buen libro de 15 capítulos, de esos que uno no quiere dejar de explorar y que puede repetir una y otra vez. Capítulo tras capítulo y región tras región sorprende con personas que tienen en sus miradas el reflejo del alma, una gastronomía tan rica como variada que va desde el arroz de camarón en Manaure, la comida árabe en Maicao o el tradicional friche (chivo frito) en Uribia, y paisajes camaleónicos que pasan de las aguas azul turquesa del Cabo de la Vela hasta el verde de la Reserva Forestal Montes de Oca, entre Albania y Maicao.
La Guajira es mucho más que Riohacha, capital del departamento y punto de llegada de los cientos de turistas nacionales y extranjeros que mes a mes disfrutan de la caminata por el malecón turístico mientras compran las tradicionales artesanías wayuu, representadas en mantas, accesorios y coloridas mochilas. Este es el punto de partida, pero no la única meta que lo puede motivar a visitar este magnífico departamento.
Al norte de La Guajira, una parada imperdible está en las salinas de Manaure, donde gracias a las condiciones privilegiadas de sol, viento y lluvias escasas pueden producir sal de excelente calidad. Aquí la langosta, los langostinos, los camarones y el pargo rojo tienen un sabor exquisito y muy particular, producto de la arteria salina. Muy cerca de allí, en Uribia, capital indígena de Colombia, el turista puede vivir de cerca las tradiciones que tienen sus habitantes, el 98 % de los cuales son wayuu.
El Cabo de la Vela es para muchos nacionales y extranjeros el destino top del departamento, y tiene todos los argumentos para mantenerse en esa posición. El movimiento perfecto de las olas hace que sea elegido por los viajeros que practican kite surf para mejorar su destreza y aprender técnica. En su visita no pueden dejar de recorrer el pilón de azúcar, el faro y el ojo de agua.
El sur del departamento también es encantador. Entre las actividades de deportes extremos que pueden practicar está el tubing en Palomino (navegar un río en un neumático), el surf en Dibulla, hacer ciclomontañismo en Fonseca, entre las estribaciones de la Sierra Nevada, así como disfrutar de la tradición vallenata de San Juan, Urumita y Villanueva.
La Guajira es historia, cultura, minerales, música, gastronomía, biodiversidad y paisajes que hacen de este departamento un territorio único y cautivador. La Guajira se vive en primera persona porque, al igual que un buen libro, no es lo mismo si nos lo cuentan. Su alborotado viento que despeina, la calidez de su gente, el sabor de una almojábana en Hatonuevo o de las arepas de queso en Cuatro Vías son solo algunas cosas que hacen que los turistas vuelvan una y otra vez.