Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Es común prepararse para antes de un viaje leer un poco de su historia, conocer su divisa, las características de sus habitantes y los destinos turísticos más atractivos. Al llegar, el cerebro se modifica, estamos más despiertos y tenemos mayor sensibilidad.
Según expertos, viajar agudiza ciertos sentidos, según las experiencias vividas, como el tacto y la interocepción (sensaciones de temperatura, texturas, el aire, etc.), el oído (nuevos sonidos de la naturaleza, idiomas, dialectos, etc.), el gusto (nueva comida, por lo tanto, nuevos sabores) o la visión, así como la percepción de muchos estímulos antes desconocidos.
Al aterrizar en Cuba todo cambia, nuestro cerebro, nuestras emociones, nuestro mundo, nuestras percepciones. No importa cuánto se leyó, cuánto se ha visto u oído, Cuba es un destino no sólo para tener la cabeza abierta, sino también el corazón.
“La Cuba de hoy es una mezcla curiosa de paraíso tropical y nostalgia evocadora”, así empieza la serie documental Cuba libre. Historias, historia, playas blancas con agua cristalina, casas coloridas, otras destruidas. Nostalgia, melancolía, extremos. Salsa, bolero y son. Recuerdos, arte, belleza colonial, amor de patria, carros antiguos. Azul, el cielo y el mar; rojo el resto, habanos y ron.
Unas no tienen nada que ver con las otras, contradictorias. Así es La Habana, un mundo de contrastes, un museo gigante, una librería al aire libre, un café donde estuvieron los mejores. Uno no sabe qué encontrará. La brisa transporta sonidos, arrullos e historias de una Habana llena de belleza, pero también de melancolía.
La Habana Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982, es el máximo exponente de la arquitectura colonial en la isla y en el Caribe. Aquí se encuentran algunos de los edificios coloniales, fortalezas y monumentos históricos más bellos de la época, así como varios de los más famosos hoteles y restaurantes.
A diferencia de las típicas ciudades coloniales, La Habana se desarrolló sobre no una, sino cuatro plazas principales: la Plaza de Armas, que era el centro militar y defensivo al contar con una fortaleza y un amplio patio utilizado para desfiles militares; la Plaza de la Catedral, utilizada como el centro religioso –allí se encuentra la iglesia de la Virgen María de la Concepción Inmaculada de La Habana, de estilo barroco y construida entre los siglos XVIII y XIX–; la Plaza Vieja, que suponía el eje comercial al albergar un importante mercado; y la Plaza de San Francisco de Asís.
Viajar a La Habana es perderse en el tiempo, reconstruir la memoria e imaginar decenas de historias mientras en cada esquina, en cada calle, en cada casa suena un bolero o un son. La Habana Vieja cuenta con un gran número de museos. El Museo Maqueta de La Habana Vieja es de visita obligada para obtener una visión global sobre esta maravillosa zona. El Museo de la Ciudad, el de Navegación, el de la Real Fuerza, el Museo del Ron. El Museo de Arte Colonial, el de la Revolución y el Museo Casa Natal de José Martí, son otros de los recomendados. El listado continúa.
La Bodeguita del Medio, La Floridita y el hotel Ambos Mundos, tan relacionados con el escritor y periodista Ernest Hemingway, son otros de los lugares que contagian con su historia, con sus historias. Tomarse un Mojito, un daiquirí, en la misma barra donde lo hizo el premio nobel de Literatura, permite dejar volar la imaginación y transportarse a otra época.
Un paseo por el malecón que termine mirando uno de los atardeceres más lindos del Caribe, una vuelta por el Paseo del Prado o el Capitolio, son otros atractivos de la capital de Cuba. A todos ellos se puede llegar caminando, las distancias son cortas, hay música e historias en cada rincón. Los cubanos sonríen, los turistas responden igual.
La Plaza de la Revolución, otra que llega a lo más profundo de los sentidos, es una de las más grandes del mundo, con 72.000 metros cuadrados. Allí está el monumento a José Martí esculpido por Juan José Sicre y al frente el Ministerio del Interior con la conocida imagen del Che Guevara, obra de Enrique Ávila, que dice “Hasta la victoria siempre”. En 2009 se inauguró la obra, del mismo artista y especificaciones técnicas, a Camilo Cienfuegos, otro héroe de la Revolución Cubana.
Caminar por La Habana ya resulta ser un gran atractivo. La vida cotidiana de esta ciudad sorprende en cada calle, niños jugando béisbol, trovadores ambulantes, un señor que trata de arrancar su Plymouth de 1955, otro que fuma su habano, mujeres cantando, turistas fotografiando. Los habaneros, a diferencia de los lugareños de otras partes del mundo, no sólo sobreviven, sino que proyectan, crean, debaten y viven todo con una asombrosa pasión.
“En Cuba lo que más se ve es paciencia y sonrisas. La lógica, a veces, aquí no funciona”. “Usted puede hacer una fila de una hora en Coppelia, ‘La Catedral del Helado’, un poco perder el tiempo, pero no importa, estamos conversando, y eso nos encanta a los cubanos”. “Mi mamá murió el año pasado días antes que Fidel, sentí la misma tristeza”. Los cubanos cuentan sus historias, les gusta hablar de su vida, cantan y sonríen, siempre sonríen.
Wingo en cifras:
- En un año de operaciones Wingo ha transportado a más de 787.000 pasajeros a respondiendo a las necesidades de los colombianos y latinoamericanos.
- Más de 90 millones de dólares en ventas superaron las expectativas de la aerolínea de precios bajos de Copa Holdings.
- El factor de ocupación promedio de los vuelos de Wingo alcanzó el 82%. En un año operaron 7.176 vuelos.
- El objetivo para 2018 es ser la aerolínea más puntual. En el primer año, el 89,9% de los vuelos Wingo llegó a tiempo a su destino.
- Para el próximo año, la aerolínea le apuesta a poner al mercado mínimo 1’120.000 sillas, según Catalina Bretón, líder general de Wingo
*Invitada por Wingo.