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Cali se ha convertido en el centro de atención internacional al ser sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16), el evento global más relevante en materia de biodiversidad. Esta cumbre ha convocado a más de 12,000 representantes de 196 países, quienes se reúnen para deliberar y tomar decisiones clave en torno a la diversidad biológica del planeta. Esto ha representado una oportunidad para que Colombia, en especial Cali, destaque su sector turístico y muestre sus logros en turismo sostenible, regenerativo y en la conservación de su patrimonio natural.
“El turismo regenerativo emerge como un modelo turístico innovador que trasciende la sostenibilidad tradicional, integrando tres pilares fundamentales: el enriquecimiento cultural, el desarrollo económico comunitario y la conservación ambiental. Este enfoque holístico busca no solo preservar, sino regenerar activamente los recursos y el tejido social de los destinos turísticos. La COP16 es un evento perfecto para que Colombia se posicione en el escenario internacional como un destino que comprende y aplica estos principios avanzados de sostenibilidad. Esta plataforma representa una ventana de oportunidades sin precedentes para el sector turístico del país”, señala Iván Alvear Velaidez, director de Solera Travels, una agencia turística ubicada en la Guajira.
Solera hace parte de la iniciativa “Book Cali Vibrante”, de la Alcaldía de Cali, una guía diseñada para posicionar a la capital vallecaucana como un destino turístico de clase mundial en el marco de la COP16. Esta publicación no solo resalta los encantos únicos de la ciudad, sino que también exhibe la extraordinaria diversidad de Colombia, captando el interés tanto de los asistentes a la conferencia como de futuros visitantes.
El documento, organizado por ejes temáticos, ofrece una experiencia completa de Cali y su entorno, que va desde una detallada introducción con consejos prácticos para los viajeros hasta una inmersión en su reconocida gastronomía, para así optimizar la experiencia del visitante y despertar el deseo de volver. Sin embargo, un elemento destacado es la sección dedicada al turismo regenerativo, una iniciativa desarrollada conjuntamente por la Secretaría de Turismo de Cali y el Programa Destino Naturaleza de USAID, la cual promueve el turismo de naturaleza como una de las actividades destacadas de la ciudad mientras se contribuye activamente a la conservación de la biodiversidad local. Tras un riguroso proceso de selección que evaluó 89 propuestas, se distinguieron a 17 empresas turísticas que demostraron un compromiso excepcional con la sostenibilidad y la regeneración ambiental, una de los cuales es Solera Travels.
Según Velaidez, la razón del por qué se postularon se debe a que la Alta Guajira representa una oportunidad excepcional para que ahí se implemente un modelo de turismo regenerativo junto a las comunidades Wayúu, algo que han tratado de hacer desde hace 20 años que llevan trabajando en la zona. Añade que este proyecto no solo busca desarrollar el potencial turístico de la región, sino también crear una plataforma de visibilidad y conexión con nuevos mercados que beneficien directamente a las comunidades indígenas locales.
Esta iniciativa cobra especial relevancia ante los desafíos ambientales que enfrenta la región, pues según el experto, la península de La Guajira, como parte integral del Gran Caribe, ha experimentado impactos significativos del cambio climático en años recientes, tales como severas sequías que han afectado a las comunidades, incremento en la frecuencia de huracanes y una mayor presencia de ondas tropicales en el Caribe.
“Nosotros ante esto promovemos un enfoque de conservación ambiental, en donde implementamos estrategias de adaptación al cambio climático, además de que generamos oportunidades de desarrollo económico sostenible mientras se preserva y valoriza la cultura Wayúu. Es por esto que pertenecer a esta convocatoria es importante para nosotros porque esta convocatoria que cumplimos con criterios rigurosos de sostenibilidad y de desarrollo comunitario, además que reconocer que se puede transformar positivamente la región a través del turismo responsable, lo que abre nuevas posibilidades para atraer apoyo y recursos que fortalezcan el desarrollo de las comunidades Wayúu y de Colombia en general”, subraya el experto.
Conozca más sobre las propuestas de turismo regenerativo
¿Qué propone esta agencia?
Solera se dedica a desarrollar turismo en territorios de difícil acceso, trabajando estrechamente con comunidades indígenas wayúu que enfrentan diversos desafíos, principalmente relacionados con la complejidad del territorio y los aspectos sociales particulares de la región y las condiciones de vulnerabilidad económica que afectan a estas comunidades. Su objetivo es integrar a estas comunidades en la cadena productiva del turismo, convirtiéndolo en una herramienta efectiva para generar desarrollo y crecimiento sostenible
“Trabajamos específicamente en la zona de Bahía Hondita y sus alrededores, que incluye las comunidades de Punta Gallinas, Bahía Hondita, Utare Oica y La Cuipao. Estas cuatro comunidades tienen una relación directa con un área de 360 hectáreas de manglar, un ecosistema vital para la región norte del país. Parte fundamental de nuestra labor es concientizar a las comunidades sobre la importancia de conservar y proteger estos manglares, estableciendo así una relación armoniosa entre el desarrollo turístico y la preservación ambiental”, enfatiza Velaidez.
El proyecto con el que están en el Book de Cali, se llama la Ruta del Manglar, una experiencia ecoturística que entrelaza la conservación ambiental con la riqueza cultural Wayúu. En el itinerario los visitantes recorrerán cuatro comunidades indígenas a lo largo del ecosistema de Bahía Hondita, desplegándose en siete puntos de interés distintos, cada uno revelando una faceta única de la región y su patrimonio cultural y natural.
El corazón de la experiencia es la exploración guiada de los manglares, donde los “Guardianes de los Manglares”, como se llaman a los guías turísticos, conducen a los visitantes a través de intrincados canales, compartiendo su conocimiento sobre las distintas especies que habitan este ecosistema. La experiencia se enriquece con visitas a viveros locales, donde los turistas no solo aprenden sobre la importancia de la biodiversidad, sino que participan activamente en la siembra de nuevos mangles, contribuyendo directamente a la captura de CO2 y la regeneración ambiental de las 360 hectáreas protegidas.
“La fauna local juega un papel protagónico en esta aventura, con oportunidades para observar flamencos rosados en su hábitat natural y comprender los métodos tradicionales de crianza de ovinos y caprinos. Los visitantes también se sumergen en las técnicas ancestrales de pesca artesanal, conectando así con las prácticas sostenibles que han mantenido vivo este ecosistema durante generaciones”, cuenta el experto.
La inmersión cultural en las comunidades Wayúu representa otro pilar fundamental de la experiencia. Los visitantes son recibidos en rancherías tradicionales, donde participan en actividades cotidianas como el pastoreo de chivos y presencian manifestaciones culturales como la danza de la Yonna. Además, la experiencia tiene un componente de gastronomía, en donde los visitantes pueden probar preparaciones tradicionales de chivo y pescados frescos de la región.
Sin embargo comenta que una de las dificultades que han tenido es modificar la percepción que tiene la gente sobre La Guajira, pues tradicionalmente se ha visto como un territorio aislado, habitado principalmente por comunidades indígenas y marcado por la pobreza y de difícil acceso. Sin embargo, menciona que están trabajando para transformar esta perspectiva, posicionando la región como un destino que ofrece experiencias culturales únicas y singulares.
“Nuestro objetivo es atraer un turismo de mayor valor, más consciente y responsable con los ecosistemas, alejándonos del turismo masivo y desestructurado que históricamente se ha centrado en las playas del Caribe”, cuenta Velaidez.
Otro de los retos es adaptar la oferta turística a las condiciones específicas del territorio, considerando las limitaciones de acceso y la necesidad de diseñar rutas estacionales. No obstante, con lo que más luchan es en generar conciencia ambiental dentro de las comunidades indígenas, por esto en colaboración con diversas organizaciones, han implementado programas educativos donde resaltan la importancia de los manglares para la preservación de la línea costera y la biodiversidad marina y avifauna.
“Lo bonito de esto es que hemos logrado avances significativos en la conservación del manglar. Si bien anteriormente existía una práctica de tala para alimentación del ganado ovino-caprino, hoy hemos desarrollado iniciativas de reforestación que incluyen viveros de manglar y programas de siembra participativa con turistas. Las cuatro comunidades involucradas, que comprenden aproximadamente 150 familias, participan activamente en la restauración del ecosistema, realizando limpieza de canales y facilitando el flujo de agua dulce, crucial para la supervivencia del manglar en esta región de escasos recursos hídricos”, puntualiza.
El proyecto abarca múltiples áreas de desarrollo, cada una diseñada para fortalecer diferentes aspectos de la actividad turística: “trabajamos en temas específicos como la pesca sostenible, el manejo adecuado de espacios naturales, y la atención y recepción de visitantes. Además, hemos implementado un programa de bilingüismo para mejorar la comunicación con los turistas. Cada una de estas iniciativas está cuidadosamente planificada para crear un entorno favorable al turismo en la zona, siempre respetando y preservando la identidad cultural y natural de la región”.
El experto menciona que la cooperación internacional es fundamental, una de las alianzas que han tenido de manera fundamental es la de la agencia alemana GIZ y el apoyo de la Corporación Regional Autónoma de Medio Ambiente de La Guajira, lo que les ha permitido integrar efectivamente la actividad turística con la conservación ambiental, logrando un hito significativo: la creación de ASOMANGLARES, una asociación liderada por las comunidades locales.
“La existencia de ASOMANGLARES abre nuevas oportunidades para visibilizar el trabajo de conservación y facilita la posibilidad de acceder a recursos adicionales que permitan continuar con los procesos de mejora continua en estas comunidades. Como agencia de viajes, continuamos avanzando en la conexión con mercados más conscientes, buscando posicionar el territorio como un destino de turismo responsable”, puntualiza.
Reafirmó que este trabajo con las comunidades se desarrolla a través de un proceso continuo de formación que incluye talleres y capacitaciones. Estas actividades están diseñadas para proporcionar herramientas fundamentales que permitan comprender las bases del turismo: su funcionamiento, beneficios y también sus potenciales riesgos, especialmente en aspectos culturales y ambientales. El objetivo fundamental es que las comunidades entiendan cómo esta actividad puede contribuir a mejorar sus indicadores de ingresos y garantizar su sostenibilidad.
“Lo más valioso que pueden hacer aquí es que tienen la oportunidad de explorar y descubrir la verdadera esencia de La Guajira. Existe una brecha significativa entre los imaginarios populares y la realidad del territorio: cuando los viajeros llegan, descubren que la región trasciende los estereotipos de pobreza y abandono que tradicionalmente se le han atribuido. Esta experiencia directa permite contrastar las percepciones preconcebidas con la auténtica realidad de las comunidades que habitan y dan vida a esta región”, menciona.
Finaliza diciendo que la COP16 representa una plataforma excepcional para ampliar horizontes y definir una visión clara de futuro. “Este evento permite demostrar como cada región, desde su singularidad, puede contribuir a mejorar las condiciones ambientales del planeta, que urgentemente necesita acciones concretas de conservación y mejora, por pequeñas que estas sean, en el modo de vida cotidiano”, puntualiza.
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