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Experiencia: las huellas del oso en el Parque Nacional Natural Chingaza

Los años de esfuerzo por la conservación del parque han dado sus frutos cuando decenas de ecoturistas visitan el área protegida con el objetivo de ver al oso.

Daniel Ricardo Calderón Ramírez*
23 de octubre de 2022 - 02:30 p. m.
Crías de osos andinos trepando árboles.
Crías de osos andinos trepando árboles.
Foto: Daniel Andrés Porras
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El Parque Nacional Natural Chingaza, ubicado a dos horas y media en auto desde Bogotá, abastece de agua diariamente a más de diez millones de personas. Por esto, cada día cuando se abre el grifo de la llave se utiliza uno de los bienes y servicios ecosistémicos más valiosos creado en el parque: el agua. De esta manera, podríamos hablar del oso de anteojos u oso andino como uno de los responsables del agua de los bogotanos, porque son las relaciones ecológicas entre cada uno de los elementos bióticos y abióticos del páramo, que intervienen en el ciclo del agua.

Los años de esfuerzo por la conservación del Parque Nacional Natural Chingaza han dado sus frutos cuando decenas de ecoturistas visitan el área protegida con el objetivo de ver al oso. En los últimos años, a este esfuerzo de conservación se sumó Corpochingaza, la cual, es una asociación comunitaria que presta servicios ecoturísticos como: alojamiento, alimentación e interpretación ambiental.

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La experiencia de ver al oso de anteojos comienza muy temprano, en las horas de la madrugada, tomando una taza de café con panela caliente que alivie la sensación de frío por las bajas temperaturas del páramo que está a más de 3.200 metros sobre el nivel del mar, altura en donde se encuentra el refugio de Mataredondo, que es la sede principal de operaciones para los funcionarios del parque y Corpochingaza.

Según se dice, en las últimas semanas varios turistas han podido ver fácilmente al oso en los alrededores de la Laguna de Chingaza mientras comía unas de sus plantas favoritas: las rosetas y bromelias. Durante el trayecto de 24 kilómetros en carro desde Mataredondo hasta la Laguna de Chingaza, es posible ver al lado de la carretera el rastro del oso, quien, en busca de su alimento, deja las huellas de sus dientes en las hojas de las rosetas y bromelias. Durante el trayecto acompaña el paisaje el extenso Embalse del Chuza el cual, fue construido para abastecer de agua a millones de bogotanos.

Finalmente, al llegar a la Laguna se realiza una caminata ecológica por uno de los senderos interpretativos que transcurren por el páramo. La interpretación ambiental es una de las estrategias de conservación en las prácticas del ecoturismo, por medio de la cual los visitantes comprenden la importancia de las áreas protegidas a partir de la identificación y valoración de los componentes ambientales y culturales que hacen parte del territorio.

Las flores de los frailejones, orquídeas y aves, junto a la mitología muisca que acompañan el sendero permiten apreciar el lugar y tener una mejor experiencia. Por la altura es difícil respirar, cada paso durante las largas cuestas obliga a hacer cortas paradas que permiten apreciar el paisaje de la inmensa Laguna de Chingaza.

Después de dos horas de caminata el oso aún no se ha dejado ver, sus rastros son visibles todo el tiempo, seguramente hace unos minutos pasó acompañado de sus cachorros; vigila a los visitantes, sabe quién llega a su casa y decide si saluda o no. A pesar de todas las ganas de ver al oso, muchas veces es difícil verlo. Sin embargo, la experiencia de buscarlo y la ilusión de poder verlo llenan las expectativas de los visitantes, quienes, a pesar de no haberlo visto, pudieron deleitarse y disfrutar de la belleza del páramo.

¡Que hermosos son los páramos! envueltos en el manto de la niebla, en donde los olores y fragancias de las flores, el aire puro y la fuerte radiación que en ocasiones elevan por cortos instantes las temperaturas, permiten recordar una de las más hermosas y precisas definiciones del páramo en el diccionario de los extremos elaborada por Andrés Hurtado García.

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En otra ocasión será poder encontrarse de cara con el oso de anteojos, quien es una de las especies que está en categoría de extinción en Colombia y que hoy es posible ver fuera de los zoológicos trabajando por el agua de los bogotanos en el Parque Nacional Natural Chingaza.

*Docente Investigador. Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras. Universidad Externado de Colombia.

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Por Daniel Ricardo Calderón Ramírez*

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