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A principios de mes, el régimen comunista de Hanói levantó las restricciones a los desplazamientos dentro del país y permitió el acceso a las playas y los lugares turísticos a los vietnamitas, con el objetivo de reforzar el sector turístico, muy afectado por la crisis.
Las fronteras, no obstante, permanecen cerradas.
Vietnam reaccionó rápidamente ante la epidemia y adoptó medidas de control de la población muy estrictas. De momento, se registraron 318 casos en el país, donde oficialmente no hubo ningún fallecido a causa del coronavirus.
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Los puertos siguen cerrados a los viajeros extranjeros, pero las autoridades tratan de promover el turismo entre los nacionales, cansados tras las largas semanas de aislamiento.
Cientos de ellos se disponían este sábado a subir a bordo de los barcos que recorren la bahía, incluida en la lista del patrimonio mundial de la Unesco, entre los famosos karsts.
"Es agradable poder viajar. Tenemos una gran selección de hoteles. Creo que, para nosotros, este es el mejor momento para viajar", declaró a la AFP Phan Van Kien, procedente de Hanói.
Según dijo, tanto él como su familia se contentarán con viajar dentro del país lo que queda de año, pues los vuelos internacionales podrían seguir suspendidos mucho tiempo ante el riesgo de una nueva ola de contagios.
En 2019, Vietnam acogió a más de 18 millones de viajeros extranjeros, la gran mayoría provenientes de Asia.
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