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Viajar por casi todo el mundo a través de la comida es posible en Queens. Este condado de Nueva York, destino final durante el último siglo de miles de inmigrantes, es hoy una ruta gastronómica insoslayable para residentes y turistas de la Gran Manzana.
Situado al otro lado del East River, frente a Manhattan, se ha convertido gracias a la inmigración en uno de los distritos más diversos del país.
“De los cinco condados (que integran Nueva York), Queens es el que más diversidad de población tiene del país, con más de 100 etnias” y al menos un centenar de cocinas, explica a la AFP Robert Sietsema, crítico gastronómico de la revista digital Eater.com.
Aunque nadie lo sabe a ciencia cierta, pues que siguen llegando inmigrantes, precisa. “Los tibetanos y los nepalíes, por ejemplo, han llegado recientemente a Jackson Heights”, uno de los barrios más vibrantes de este condado de casi 2,5 millones de habitantes.
Basta con tomar la línea 7 del metro desde Manhattan que lo recorre transversalmente para sumergirse en este festival de sabores, aromas, texturas y productos exóticos.
Y pese a la pandemia de covid-19, que lo golpeó con particular dureza, la oferta sigue ampliándose.
En febrero se incorporaron cuatro nuevos restaurantes a la extensa lista: uno turco, uno hongkonés, uno singapurense y uno italiano, según Eater.com.
No hay una foto fija en Queens. Los barrios y la oferta culinaria se mueven al ritmo de la llegada o el desplazamiento, a veces por la escalera social, de los inmigrantes.
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Los sabores del sureste asiático, egipcios o yemeníes compiten con la omnipresente cocina mexicana, las arepas colombianas, la paella española, la entraña uruguaya o argentina, la feijoada brasileña, la musaka griega o el humus libanés.
Hoja de ruta
Aunque las guías de restaurantes en Queens son abundantes, los amantes de las sorpresas simplemente pueden dejarse llevar por el olfato para acallar el hambre.
Pero si lo que busca es “viajar” por los países y territorios representados por su comida, es mejor tener una hoja de ruta, como el “instagramer” Andrew Doro, de 39 años, fundador de la cuenta everycountryfoodnyc.com.
En 2015 se propuso recorrer el mundo a través de sus fogones en toda la ciudad de Nueva York. Se “estancó en 145″, confiesa.
“Aunque pueden ser también lugares como Hong Kong o Macao o lugares que no todo el mundo considera un país como Tíbet y lugares así”, justifica.
“Fue fácil hasta los 100-110. Ahora, tengo que estar atento a que surja alguno”, dice con una sonrisa.
Doro enseña a la AFP alguno de sus lugares favoritos por las nevadas calles de Queens.
La ruta empieza en la Plaza de la Diversidad, en pleno corazón de Jackson Heights. Ahora “alberga cada vez más a blancos de clase media, atraídos por la diversidad”, aunque también “es una suerte de epicentro de muchos países del sur de Asia e himalayos”, como Bután y Nepal, Bangladés, Pakistán, India o Birmania. También de colombianos y mexicanos.
La primera parada es un local diminuto, a la entrada del metro, el Café Yun de la birmana Yun Naing, de 25 años, recientemente llegada. Ofrece especialidades de su país como ensaladas y sopas y vende los ingredientes imprescindibles para elaborarlas.
“Nuestro café es conocido por servir comida birmana auténtica y por eso preferimos importar los productos que la hacen especial”, gracias a una “mezcla de sabores amargos, picantes y salados”, dice.
No lejos, el frío invita a tomar una sopa caliente a base de queso de yak, un bóvido del Himalaya, y un té con mantequilla salada en un el restaurante nepalí Bhanchha Ghar.
Las arepas, una institución
En la calle 37, punto neurálgico de la gastronomía de Jackson Heights, Arepa Lady es un clásico de esta especialidad colombiana, creado por María Cano que huyó de su Medellín natal por la violencia del narcotráfico en los años de plomo de Pablo Escobar.
De empezar vendiendo arepas en un carrito ha pasado a abrir dos restaurantes.
La variedad de Queens contribuye al éxito de sus restaurantes, dice Brandon Klinger, el gerente, pese a que con el covid el “negocio ha decaído mucho”.
Más al este, Flushing, el barrio chino que según los lugareños ha superado en tamaño al legendario de Manhattan, es un hervidero de locales donde se puede degustar la especialidad de alguna región de China o Corea, o comprar los ingredientes para elaborarla en casa.
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Astoria, frente a Manhattan, otrora destino de inmigrantes griegos y judíos europeos y ahora convertido en barrio residencial de los neoyorquinos que escapan a los precios estratosféricos de la Gran Manzana, alberga a comunidades como la egipcia o brasileña; en Woodside está la comunidad filipina y en Ridgewood inmigrantes balcánicos, irlandeses y puertorriqueños.
En Elmhurst se mezclan tailandeses con colombianos y cada vez más mexicanos, así como ecuatorianos, peruanos y uruguayos. Y en Steinway, los grecochipriotas viven con brasileños y coreanos, en un crisol de culturas y convivencia ajenos a las tensiones que viven muchos de sus países de origen.
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