San Luis de Palenque: “Detrás de cada emprendimiento hay una historia de vida”
Conozca el potencial que tiene este municipio de Casanare, para atraer turistas interesados en vivir experiencias con la comunidad local. Consejos de viaje e historias inspiradoras.
Daniel Montoya Ardila
Johanna Castillo, emprendedora en San Luis de Palenque, Casanare, recibe a sus visitantes con una mesa llena de sus artesanías y con un letrero al lado derecho que reza: “transforma tu dolor en una obra de arte”. Esta mujer fundó Bioca (Biodiversidad de Casanare) luego de perder a su madre y a su padre, un episodio de su vida atravesado por el sufrimiento. Sin embargo, la confección de peluches alusivos a las especies más características de esta región, una actividad que antes no era de su agrado, se convirtió en la manera de vivir con el dolor de la ausencia de dos seres que amó con el alma. “Yo tengo tres hijos; un niño, una niña, y Bioca es el tercero”, exclama Johanna en medio del radiante sol que envuelve la cabecera municipal de San Luis de Palenque, Casanare.
Además de las artesanías de chigüiros, caballos, osos meleros y palmeros, un par de máquinas de coser acompañan la escena. En ese lugar cada persona puede sentarse en un chinchorro a tejer su propio suvenir y llevarlo a casa cargado de historias y con una nueva habilidad para fabricar productos con la paciencia que solo el campo tiene y que la ciudad ha perdido. “No llevan solo un peluche, llevan una parte de mi corazón”, dice Johanna. Ella es la líder de la red de mujeres emprendedoras de turismo comunitario en San Luis de Palenque. Junto con otros actores en el territorio, quieren transformar esta tierra llanera en un destino turístico importante en el mapa de Colombia. “Hoy yo hablo de Bioca, el día que ya no esté en esta tierra quiero que Bioca hable de mí”.
Esta es solo una de las miles de historias que componen este proyecto de Corficolombiana, un holding de inversiones, y Travolution, un movimiento por el desarrollo de territorios. Ambos han puesto las manos en el fuego por San Luis de Palenque y su potencial para atraer turistas interesados en vivir la experiencia con la comunidad local. Esta aventura por el “arraigo llanero”, como ambas organizaciones han llamado a este producto, comenzó a mediados de 2022 con una revisión de las condiciones del lugar para recibir visitantes, y contará con la presencia tanto de Fundación Corficolombiana, como de Travolution hasta finales de 2024. El objetivo es que el turismo se una a las otras actividades económicas y funcione como una protección del territorio. “Hay una serie de saberes ancestrales que vale la pena mostrar”, afirma Leo Prieto, director de comunicación de Travolution.
👀🌎📄 (Lea también: Guía de viaje: Divina Providencia, ¿por qué visitar la paradisiaca isla?)
Seudiel Gualteros es el anfitrión del Rancho Museo El Llanerazo, una propiedad en la zona rural de San Luis de Palenque, a casi 30 kilómetros del pueblo. Cuenta con una costa privilegiada del Río Pauto, el cual es la frontera natural entre San Luis y Trinidad, otro municipio de Casanare. Por este cuerpo de agua los antiguos llaneros pasaban 23 días a lomo de caballo arreando hasta 2.000 cabezas de ganado para llevarlas hasta Villavicencio. Una ciudad que históricamente ha sido conocida como la puerta del llano colombiano, pero que no es todo lo que esta cultura puede ofrecer. De la finca de Seudiel nació el turismo en San Luis de Palenque, que hoy recibe nacionales y extranjeros para mostrarles de lo que esta hecho un verdadero “llanerazo”, los mitos y las leyendas de la región y por supuesto la gastronomía que solo el llano puede dar.
“Ser llanero vale un alma”, asegura Seudiel que durante un día con los viajeros les enseña los saberes de atar el ganado, tejer con pelaje de caballo y por supuesto les muestra el recorrido nadando por las aguas del Pauto al lomo de su caballo, tal como lo hacían sus antepasados. “Para mi aprender de esta tierra es como tener un título universitario”, dice este hombre que personifica la creencia de que hay conocimientos que no necesitan un aval institucional. La conquista del llano es otra de esas historias que los turistas pueden conocer cada vez que hagan un viaje a San Luis de Palenque.
Otro de los personajes queridos por esta tierra es Rubiel Rativa, un campesino que, junto a su esposa, Rosa Sogamoso, crearon la Finca Agroturística Rosita. Este lugar de ocho hectáreas permite el cultivo y cosecha de aproximadamente 30 alimentos diferentes durante los 12 meses del año. Su hijo, Oscar, pretende seguir el legado de su padre, un campesino a pie pelado, pero con un corazón y una mente aún con muchas ganas de aprender. “Poco a poco se anda lejos”, asegura Rubiel para referirse a su proceso y el de su esposa para saber cómo recibir turistas y darle valor a lo que solo un campesino puede saber viviendo con el campo como una extensión de su ser.
“En ninguna parte me voy a sentir avergonzado de ser campesino y de ser hijo de un indígena. A mí me valoran por mi forma de ser, por mi trabajo y me siento orgulloso de mí ciencia “, manifiesta este hombre de 65 años. Él muestra a cada una de las personas que llegan a su hogar cómo cultivan, cosechan y aprovechan cada bendición que esta tierra les da, pues apenas tienen la necesidad de comprar dos productos en el supermercado, papa y cebolla, porque cualquier otro alimento su finca se lo da como un regalo del cielo. En medio de este sitio, con vistas al Río Pauto, hay una herramienta ancestral llamada “el amansa yernos”. Dos piezas de madera que sirven para exprimir el jugo de la caña de azúcar y debe su nombre a que se utilizaba como medidor para los hombres que pretendían a las hijas del dueño de casa.
En ese mismo lugar, la mujer que da nombre a la finca exclama qué es lo que ha aprendido y seguirá aprendiendo. “Los emplatados y la presentación del plato para explicar qué es y cómo lo preparamos es algo que ya sabíamos hacer, pero no contar y es lo que hemos aprendido gracias a las instituciones que nos vienen a enseñar”. Su cocina se compone de carne asada a la ternera, hayacas, tungos, sopa de Pira y gofríos; todos alimentos típicos del llano. Cada uno con un sabor que invita al campo y a reconocer, con el valor que se merece, la disposición con la que este par de campesinos y sus hijos, Oscar y Liliana, aprender a mostrarle al mundo que, aunque: “Yo nunca monté en Metro, a lomo de caballo me doy mi vuelto”.
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El viaje continua por el malecón del Río Pauto, en la cabecera municipal, el parque central, el restaurante Paseo Real y sus famosas torrijas. Unas masas de harina que acompañan cualquier almuerzo, que como no puede ser de otra manera, siempre cuenta con la presencia de una porción de arroz blanco. Sin embargo y más allá de lo que ofrezca cada actor del turismo en San Luis de Palenque: “Detrás de cada emprendimiento, hay una historia de vida”, dice Edilma Castañeda, una madre soltera. Ella se dedica a la chocolaterapia, al mismo tiempo que cría a sus dos hijas, una en San Luis y otra en Bogotá.
Finalmente, el atardecer abraza la sabana. El hogar de miles de especies, plantas y alimentos, pero también de miles de historias que aparecen muy lejos de la Colombia conocida, pero que no están tan lejos del corazón de cualquiera. Liliana Vásquez, con su emprendimiento Criollas, ofrece la gastronomía del lugar y guianza vaquiana, el popular safari llanero 4x4 para el avistamiento de animales endémicos, sea a caballo, en canoa o caminando.
Ella sufrió un episodio de depresión que la mantuvo mucho tiempo alejada de su familia y de su hogar. La cocina y el campo le entregó una segunda oportunidad de seguir la tradición de su madre y de encontrar una vocación. “La comida más rica es la que hace la mamá y por eso aprendí de ella, para rendirle un homenaje”. Dice que el llano le transmite paz y pareciera, al menos por un instante, que ahí no hay problemas. “El amor por nuestra cultura, por los atardeceres y el orgullo de ser llaneros y campesinos es lo que nos mantiene resilientes y unidos para hacer de San Luis de Palenque una tierra de oportunidades para todos”.
Por eso, nunca está de más hacer un viaje a Casanare, aterrizar en Yopal, y visualizar durante tres horas las llanuras de este lugar de camino a San Luis. Más que un municipio llanero y que intenta abrirse paso en el turismo comunitario, es el hogar de miles de historias de vida, de segundas oportunidades y, por supuesto, de naturaleza. Seguramente regresarán a sus hogares con el alma llena de experiencias, la memoria repleta de conocimientos, y el corazón tan grande y generoso como el llano. Una tierra, una cultura y un amor por la comida, por los caballos, por la carne, pero, sobre todo, por esas personas que hacen posible su conservación. Un profundo sentido de pertenencia alejado de la ostentosidad y de los lujos, pero muy cerca del calor humano.
*Invitación de: Fundación Corficolombiana y Travolution Colombia
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Johanna Castillo, emprendedora en San Luis de Palenque, Casanare, recibe a sus visitantes con una mesa llena de sus artesanías y con un letrero al lado derecho que reza: “transforma tu dolor en una obra de arte”. Esta mujer fundó Bioca (Biodiversidad de Casanare) luego de perder a su madre y a su padre, un episodio de su vida atravesado por el sufrimiento. Sin embargo, la confección de peluches alusivos a las especies más características de esta región, una actividad que antes no era de su agrado, se convirtió en la manera de vivir con el dolor de la ausencia de dos seres que amó con el alma. “Yo tengo tres hijos; un niño, una niña, y Bioca es el tercero”, exclama Johanna en medio del radiante sol que envuelve la cabecera municipal de San Luis de Palenque, Casanare.
Además de las artesanías de chigüiros, caballos, osos meleros y palmeros, un par de máquinas de coser acompañan la escena. En ese lugar cada persona puede sentarse en un chinchorro a tejer su propio suvenir y llevarlo a casa cargado de historias y con una nueva habilidad para fabricar productos con la paciencia que solo el campo tiene y que la ciudad ha perdido. “No llevan solo un peluche, llevan una parte de mi corazón”, dice Johanna. Ella es la líder de la red de mujeres emprendedoras de turismo comunitario en San Luis de Palenque. Junto con otros actores en el territorio, quieren transformar esta tierra llanera en un destino turístico importante en el mapa de Colombia. “Hoy yo hablo de Bioca, el día que ya no esté en esta tierra quiero que Bioca hable de mí”.
Esta es solo una de las miles de historias que componen este proyecto de Corficolombiana, un holding de inversiones, y Travolution, un movimiento por el desarrollo de territorios. Ambos han puesto las manos en el fuego por San Luis de Palenque y su potencial para atraer turistas interesados en vivir la experiencia con la comunidad local. Esta aventura por el “arraigo llanero”, como ambas organizaciones han llamado a este producto, comenzó a mediados de 2022 con una revisión de las condiciones del lugar para recibir visitantes, y contará con la presencia tanto de Fundación Corficolombiana, como de Travolution hasta finales de 2024. El objetivo es que el turismo se una a las otras actividades económicas y funcione como una protección del territorio. “Hay una serie de saberes ancestrales que vale la pena mostrar”, afirma Leo Prieto, director de comunicación de Travolution.
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Seudiel Gualteros es el anfitrión del Rancho Museo El Llanerazo, una propiedad en la zona rural de San Luis de Palenque, a casi 30 kilómetros del pueblo. Cuenta con una costa privilegiada del Río Pauto, el cual es la frontera natural entre San Luis y Trinidad, otro municipio de Casanare. Por este cuerpo de agua los antiguos llaneros pasaban 23 días a lomo de caballo arreando hasta 2.000 cabezas de ganado para llevarlas hasta Villavicencio. Una ciudad que históricamente ha sido conocida como la puerta del llano colombiano, pero que no es todo lo que esta cultura puede ofrecer. De la finca de Seudiel nació el turismo en San Luis de Palenque, que hoy recibe nacionales y extranjeros para mostrarles de lo que esta hecho un verdadero “llanerazo”, los mitos y las leyendas de la región y por supuesto la gastronomía que solo el llano puede dar.
“Ser llanero vale un alma”, asegura Seudiel que durante un día con los viajeros les enseña los saberes de atar el ganado, tejer con pelaje de caballo y por supuesto les muestra el recorrido nadando por las aguas del Pauto al lomo de su caballo, tal como lo hacían sus antepasados. “Para mi aprender de esta tierra es como tener un título universitario”, dice este hombre que personifica la creencia de que hay conocimientos que no necesitan un aval institucional. La conquista del llano es otra de esas historias que los turistas pueden conocer cada vez que hagan un viaje a San Luis de Palenque.
Otro de los personajes queridos por esta tierra es Rubiel Rativa, un campesino que, junto a su esposa, Rosa Sogamoso, crearon la Finca Agroturística Rosita. Este lugar de ocho hectáreas permite el cultivo y cosecha de aproximadamente 30 alimentos diferentes durante los 12 meses del año. Su hijo, Oscar, pretende seguir el legado de su padre, un campesino a pie pelado, pero con un corazón y una mente aún con muchas ganas de aprender. “Poco a poco se anda lejos”, asegura Rubiel para referirse a su proceso y el de su esposa para saber cómo recibir turistas y darle valor a lo que solo un campesino puede saber viviendo con el campo como una extensión de su ser.
“En ninguna parte me voy a sentir avergonzado de ser campesino y de ser hijo de un indígena. A mí me valoran por mi forma de ser, por mi trabajo y me siento orgulloso de mí ciencia “, manifiesta este hombre de 65 años. Él muestra a cada una de las personas que llegan a su hogar cómo cultivan, cosechan y aprovechan cada bendición que esta tierra les da, pues apenas tienen la necesidad de comprar dos productos en el supermercado, papa y cebolla, porque cualquier otro alimento su finca se lo da como un regalo del cielo. En medio de este sitio, con vistas al Río Pauto, hay una herramienta ancestral llamada “el amansa yernos”. Dos piezas de madera que sirven para exprimir el jugo de la caña de azúcar y debe su nombre a que se utilizaba como medidor para los hombres que pretendían a las hijas del dueño de casa.
En ese mismo lugar, la mujer que da nombre a la finca exclama qué es lo que ha aprendido y seguirá aprendiendo. “Los emplatados y la presentación del plato para explicar qué es y cómo lo preparamos es algo que ya sabíamos hacer, pero no contar y es lo que hemos aprendido gracias a las instituciones que nos vienen a enseñar”. Su cocina se compone de carne asada a la ternera, hayacas, tungos, sopa de Pira y gofríos; todos alimentos típicos del llano. Cada uno con un sabor que invita al campo y a reconocer, con el valor que se merece, la disposición con la que este par de campesinos y sus hijos, Oscar y Liliana, aprender a mostrarle al mundo que, aunque: “Yo nunca monté en Metro, a lomo de caballo me doy mi vuelto”.
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El viaje continua por el malecón del Río Pauto, en la cabecera municipal, el parque central, el restaurante Paseo Real y sus famosas torrijas. Unas masas de harina que acompañan cualquier almuerzo, que como no puede ser de otra manera, siempre cuenta con la presencia de una porción de arroz blanco. Sin embargo y más allá de lo que ofrezca cada actor del turismo en San Luis de Palenque: “Detrás de cada emprendimiento, hay una historia de vida”, dice Edilma Castañeda, una madre soltera. Ella se dedica a la chocolaterapia, al mismo tiempo que cría a sus dos hijas, una en San Luis y otra en Bogotá.
Finalmente, el atardecer abraza la sabana. El hogar de miles de especies, plantas y alimentos, pero también de miles de historias que aparecen muy lejos de la Colombia conocida, pero que no están tan lejos del corazón de cualquiera. Liliana Vásquez, con su emprendimiento Criollas, ofrece la gastronomía del lugar y guianza vaquiana, el popular safari llanero 4x4 para el avistamiento de animales endémicos, sea a caballo, en canoa o caminando.
Ella sufrió un episodio de depresión que la mantuvo mucho tiempo alejada de su familia y de su hogar. La cocina y el campo le entregó una segunda oportunidad de seguir la tradición de su madre y de encontrar una vocación. “La comida más rica es la que hace la mamá y por eso aprendí de ella, para rendirle un homenaje”. Dice que el llano le transmite paz y pareciera, al menos por un instante, que ahí no hay problemas. “El amor por nuestra cultura, por los atardeceres y el orgullo de ser llaneros y campesinos es lo que nos mantiene resilientes y unidos para hacer de San Luis de Palenque una tierra de oportunidades para todos”.
Por eso, nunca está de más hacer un viaje a Casanare, aterrizar en Yopal, y visualizar durante tres horas las llanuras de este lugar de camino a San Luis. Más que un municipio llanero y que intenta abrirse paso en el turismo comunitario, es el hogar de miles de historias de vida, de segundas oportunidades y, por supuesto, de naturaleza. Seguramente regresarán a sus hogares con el alma llena de experiencias, la memoria repleta de conocimientos, y el corazón tan grande y generoso como el llano. Una tierra, una cultura y un amor por la comida, por los caballos, por la carne, pero, sobre todo, por esas personas que hacen posible su conservación. Un profundo sentido de pertenencia alejado de la ostentosidad y de los lujos, pero muy cerca del calor humano.
*Invitación de: Fundación Corficolombiana y Travolution Colombia
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