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Los Cerros de Mavecure, situados en el departamento de Guainía, son un destino turístico con relevancia ecológica y cultural. Con una altura de aproximadamente 300 metros sobre el nivel del mar, estos monolitos se elevan sobre el paisaje amazónico, ofreciendo vistas panorámicas que atraen a miles de visitantes cada año. Según datos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, hasta el 31 de julio de 2024, el flujo turístico a la región creció un 25% en comparación con el año anterior, alcanzando un total de 15,000 visitantes.
Situados a unos 45 kilómetros al sur de la ciudad de Inírida, estos cerros forman parte del sistema montañoso de la región y están rodeados por ríos como el Inírida y el Guainía, que sirven como importantes vías de comunicación y recursos naturales para las comunidades locales.
Y es que Los Cerros de Mavecure no solo son un atractivo turístico, sino que también son sagrados para las comunidades indígenas de la región, quienes han vivido en armonía con este entorno durante generaciones. “La relevancia cultural y natural de los Cerros de Mavecure va más allá de las vistas panorámicas. Hay experiencias que conectan al viajero con las comunidades locales y el entorno amazónico de una manera auténtica”, dijo a El Espectador Michael Montaño, consultor turístico de Fontur. “Hay planes poco convencionales, de los cuales poco se habla porque se alejan de las rutas tradicionales. Aquí, el turista puede experimentar actividades como la navegación por ríos sagrados para las comunidades indígenas o la observación de flora y fauna en áreas remotas. Son planes que, aunque menos conocidos, ofrecen una conexión profunda con la naturaleza y la cultura local, lo que los hace igual de interesantes, pero mucho más inmersivos”agregó.
Estas son algunas de las actividades turísticas poco convencionales en los Cerros de Mavecure:
1. Observación de flora y fauna en áreas remotas
En lugar de seguir los senderos habituales, este plan lo lleva a explorar zonas más alejadas de los Cerros. “Lo que hace tan especial y poco convencional este plan es que no estamos siguiendo las rutas turísticas tradicionales. Aquí te sumerges en el corazón de la selva, lejos de otros turistas, en áreas donde las especies animales no están acostumbradas a la presencia humana, lo que aumenta las posibilidades de ver fauna rara. Además, es un recorrido mucho más íntimo y personalizado, que te conecta de manera profunda con la naturaleza. Este tipo de experiencias son menos conocidas y más difíciles de organizar, pero eso las hace mucho más especiales para quienes buscan algo fuera de lo común”, dijo Montaño.
En este plan, tendrá la oportunidad de observar especies que no suelen aparecer en los circuitos turísticos tradicionales, tales como el águila harpía, considerada el ave rapaz más poderosa del continente, que puede hacer una aparición si tiene suerte. También verá guacamayas rojas y loros amazónicos. Mamíferos como el tapir amazónico y el mono aullador, conocidos por su gran adaptabilidad a la selva, suelen esconderse en estas zonas más tranquilas. No faltarán mariposas morfo azules, de un intenso color iridiscente.
De acuerdo con Juan Osorio, guía turístico desde hace 10 años en el territorio, es importante asegurarse de llevar ropa ligera y de secado rápido porque el clima es húmedo y cálido. No olvide un par de botas de senderismo resistentes al agua, ya que el terreno puede ser resbaladizo en algunas áreas. También necesitará repelente de insectos y una linterna si planea quedarse hasta el atardecer. “Siempre es recomendable ir acompañado de guías indígenas, como los de la comunidad de El Remanso. No solo conocen cada rincón de la selva, sino que entienden la importancia espiritual y cultural de esta tierra”, explica.
Este recorrido tiene un precio aproximado de $300,000 COP por persona. El costo cubre el guía, el transporte en canoa hacia las zonas más remotas, y parte del dinero va directamente a las comunidades locales para apoyar su economía sostenible. Recuerde que, al ser un plan menos comercial, el acceso es más exclusivo, lo que también contribuye a su valor.
“Hace unos meses, llevé a un pequeño grupo a una de estas expediciones. Justo cuando nos adentramos en una zona especialmente densa de la selva vimos un águila harpía que descendió con su majestuosa envergadura sobre una rama cercana. Los guías indígenas que nos acompañaban nos dijeron que ver una harpía tan de cerca era un verdadero regalo de la selva, un signo de respeto y buena suerte. El silencio entre nosotros fue absoluto mientras el águila nos observaba por unos minutos antes de alzar vuelo. Fue uno de esos momentos que te recuerdan cuán pequeño eres frente a la magnitud de la naturaleza”, contó Osorio.
2. Ruta de los petroglifos indígenas
Algunos guías ofrecen recorridos hacia áreas donde se encuentran antiguos petroglifos tallados en las rocas por las comunidades indígenas ancestrales. Es una oportunidad para aprender sobre la historia y cultura precolombina de la región.
Antes de comenzar, hay algunos aspectos importantes que se deben tener en cuenta para que la aventura sea lo más enriquecedora posible. Este recorrido lleva a los viajeros a lo profundo de la selva amazónica, en zonas donde la intervención humana ha sido mínima, por lo que es esencial prepararse adecuadamente. Se recomienda llevar ropa ligera y fresca, ya que el clima puede ser extremadamente cálido y húmedo. Un buen par de botas impermeables es imprescindible, debido a que el terreno puede ser fangoso y resbaladizo en ciertas partes del recorrido. Además, es fundamental contar con suficiente agua potable, ya que a lo largo del trayecto las paradas para descansar en fuentes naturales serán limitadas.
Durante esta ruta, el visitante descubrirá los petroglifos indígenas, antiguos grabados en piedra realizados por las comunidades que habitaron esta región hace cientos o miles de años. Estas inscripciones, de gran valor arqueológico y cultural, son símbolos que representan su cosmovisión, creencias y formas de vida. Se cree que muchos de estos petroglifos estaban ligados a rituales espirituales y ceremoniales, ya que los indígenas consideraban a los cerros y ríos sagrados. Observar estos grabados de cerca es como mirar al pasado, conectándose con las raíces de la humanidad y comprendiendo la estrecha relación que los pueblos originarios tenían con la naturaleza y su entorno.
El costo de este recorrido puede variar dependiendo del guía y del tipo de tour, pero generalmente oscila entre $250,000 y $350,000 COP por persona. Este valor incluye los servicios del guía indígena, quien es un conocedor experto no solo de la historia de los petroglifos, sino también de los secretos de la selva. Además, parte de este dinero va dirigido a las comunidades locales para fomentar el turismo sostenible y la preservación de su cultura.
“Este plan es considerado poco convencional porque, a diferencia de los itinerarios turísticos más populares de los Cerros de Mavecure, la Ruta de los Petroglifos se adentra en áreas casi inexploradas, donde los visitantes tienen la oportunidad de interactuar de manera cercana con los vestigios de las culturas ancestrales. No es un paseo para cualquier turista; se necesita un espíritu curioso y abierto a lo desconocido. Muchos de los petroglifos están ocultos en lugares donde pocos han puesto pie, lo que añade un aire de exclusividad y misterio al recorrido”, dijo Montaño.
“En 2019, un grupo de turistas, durante una caminata matutina, descubrió un petroglifo que parecía representar un mapa estelar. Estaba tallado en una roca en una zona que no figuraba en el itinerario original, como si la naturaleza hubiese querido que se toparan con él por accidente. Los guías comentaron que nunca antes lo habían visto, lo que hizo que todos sintieran que estaban siendo testigos de algo único, una especie de hallazgo arqueológico inesperado. El impacto de aquel momento fue tal que, al regresar, decidieron que esa nueva ruta sería explorada con más detenimiento en el futuro, aunque siempre manteniendo el respeto y la preservación del lugar”, recordó Osorio.
3. Ceremonias de conexión espiritual con las comunidades indígenas
Este plan involucra participar en rituales de sanación y conexión con la naturaleza, liderados por chamanes indígenas de las comunidades locales. Es una experiencia profunda y mística, centrada en la espiritualidad y el respeto a la tierra. Este plan, más que una actividad turística convencional, es un encuentro profundo con la cosmovisión de las comunidades que habitan la región. Antes de adentrarse en esta vivencia, es fundamental estar preparado tanto física como emocionalmente. Las ceremonias suelen llevarse a cabo en lugares sagrados de la selva, y es importante tener una actitud de respeto y humildad hacia las tradiciones y creencias de los indígenas.
Para este tipo de actividad, se recomienda llevar ropa cómoda, preferiblemente de colores neutros y sencillos, que no distraigan ni falten al respeto a los rituales. El visitante debe estar preparado para pasar varias horas en la selva, así que es aconsejable llevar agua y algún refrigerio ligero, aunque en muchos casos, las comunidades ofrecen alimentos tradicionales como parte de la ceremonia. En cuanto al clima, es caluroso y húmedo, por lo que se sugiere llevar protección solar y repelente de insectos, siempre con productos que sean amigables con el medio ambiente para no dañar el ecosistema.
Las comunidades indígenas que participan en estas ceremonias suelen ser los Curripaco y Puinawe, quienes habitan en la región del Guainía. Estas comunidades consideran los Cerros de Mavecure como lugares sagrados, centros energéticos donde se lleva a cabo la conexión con sus ancestros y los espíritus de la naturaleza. A través de cantos, danzas y ofrendas, los participantes se involucran en un proceso de sanación y reconexión con la madre tierra. Es un viaje tanto físico como espiritual que invita al visitante a dejar de lado las preocupaciones del mundo moderno y abrirse a la sabiduría ancestral.
El costo de esta experiencia varía dependiendo del tipo de ceremonia y la duración de la misma, pero generalmente el precio oscila entre $400,000 y $600,000 COP por persona. Este valor incluye el acompañamiento de los guías indígenas, la participación en los rituales y, en algunos casos, transporte en canoa hacia las áreas sagradas. Gran parte de lo recaudado se destina a las comunidades locales, apoyando sus necesidades y la preservación de sus tradiciones. Al ser una experiencia tan íntima y significativa, el número de participantes suele ser reducido, lo que asegura una conexión auténtica y personalizada.
“No es una excursión para tomar fotos o simplemente disfrutar del paisaje; es un encuentro profundo con una cultura milenaria que busca compartir su visión del mundo. Los turistas no suelen optar por este tipo de actividades, ya que requieren una apertura mental y emocional que va más allá del entretenimiento. Además, al estar completamente inmerso en las prácticas espirituales de los indígenas, se pide un respeto absoluto por los tiempos y rituales, lo que lo convierte en una experiencia transformadora”, explicó Montaño.
“Un viajero, durante una de estas ceremonias, compartió que había llegado buscando respuestas para una situación personal que le atormentaba. Al participar en el ritual de sanación, que incluía cánticos sagrados y una bebida de hierbas medicinales, experimentó una paz profunda. Al final de la ceremonia, los chamanes le dijeron que los espíritus de la selva le habían hablado, invitándolo a dejar ir sus miedos y confiar en el camino de la naturaleza. Al regresar de ese viaje, no solo se fue con una experiencia inolvidable, sino con una nueva perspectiva de su vida, un regalo que, según él, solo podía haber recibido en ese rincón sagrado del mundo”, rememoró Osorio.
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