Turismo étnico y sostenible: la apuesta por viajes más responsables
En las Islas del Rosario, en todo el mar Caribe, se promueven experiencias que conecten con la naturaleza, como recorridos al interior de los manglares y visitas con nativos para apreciar los arrecifes de coral.
Cristian Camilo Perico Mariño
El sueño de la mayoría de colombianos es irse de viaje y disfrutar de un cambio de clima y de ciudad. Las vacaciones o las salidas de fin de semana se convierten en una oportunidad para escapar de la rutina y disfrutar en compañía de familiares o amigos.
Nota relacionada: Tailandia espera recuperar el 80 % del turismo prepandemia en 2023.
Sin embargo, ¿se ha preguntado cómo le pasa factura al medio ambiente sus viajes? Con exponentes del cambio climático como la activista sueca Greta Thunberg, estos cuestionamientos están siendo replicados en diferentes latitudes del mundo.
Y no es para menos. De acuerdo con la Asociación Internacional de Transporte Aéreo -IATA-, los viajes realizados en avión generan cerca del 2 % de las emisiones mundiales de carbono. Adicionalmente, se estima que en 2037 más de 8.200 millones de personas se movilizarán de esta manera.
Con este panorama es clave plantearse la responsabilidad que se debe tener con el planeta para disfrutar nuevas experiencias, redimiendo en parte las afectaciones que se generan.
Según las cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, de enero a junio del 2022 Colombia tuvo 2′382.768 visitantes no residentes. De ellos, solo 58.984 corresponden a pasajeros que llegaron en cruceros internacionales.
El informe también indica que los destinos preferidos por los turistas fueron Bogotá, Medellín, Cartagena y Cali, en orden respectivo. No obstante, analicemos algunos casos.
Por persona, un vuelo que sale del Aeropuerto Internacional El Dorado (en Bogotá) con destino a Cartagena emite 0,56 toneladas de dióxido de carbono -CO₂-, de acuerdo con la calculadora de huella de carbono.
Si bien esta cifra puede parecer mínima, multiplíquelo por el número de pasajeros que abordan en un avión, que como mínimo son 120. En el caso de los vuelos intercontinentales y transoceánicos, el total de pasajeros puede llegar incluso a 615, como pasa con el Airbus A380 de la aerolínea Emirates, que se conserva en el primer puesto de capacidad por vuelo en todo el mundo.
A esto hay que sumarle la duración de los viajes y el tipo de actividades que se realizan en los lugares a los que llegan los visitantes. De acuerdo con el ministerio, los productos de mayor proyección para atraer viajeros en Colombia son sol y playa, cultura y naturaleza.
Es por ello que el turismo étnico es una apuesta interesante a la que todo viajero debería sumarse. Se trata de una aproximación a la realidad que viven los habitantes de determinado sector a partir de las características de geolocalización y de sus costumbres.
En las Islas del Rosario, en todo el mar Caribe y muy cerca de Cartagena, este tipo de aventuras están tomando fuerza cada vez más. De acuerdo con la antropóloga Lavinia Fiori, integrante del Caserío de Orika del Consejo Comunitario de la Comunidad Negra de Islas del Rosario, lo que se busca es reconocer las labores de las comunidades que habitan estos territorios:
“Desde hace años nos hemos organizado para reclamar la protección de nuestro territorio ancestral y nuestro derecho a mantener nuestra identidad étnica y cultural. De esta manera es como surge nuestro proyecto de turismo comunitario”, explica Fiori, quien también es fundadora y propietaria del hotel El Hamaquero ubicado en la isla.
Lo que buscan es romper el imaginario de que el mar es el lugar perfecto para salir en lancha, con la cava llena de licores y música a todo volumen; cambiando este tipo de actividades por visitas que permitan una conexión real con la naturaleza como recorridos por la zona de manglares y realizar careteo, observando el estado de los arrecifes de coral:
“Este tipo de turismo ha sido ignorado por los operadores turísticos; sin embargo, como propios y nativos, decidimos promover experiencias desde el contacto con la naturaleza, como subirse en una canoa tradicional y conocer nuestras historias como isleños que hemos navegado por estas aguas desde pequeños”, detalla Jaider Gómez, nativo de la isla, y quien agrega que la acogida ha sido mayor en extranjeros que en nacionales.
Este proyecto ha ido creciendo y a la fecha ya hay más de 16 hoteles y hostales, dirigidos todos por mujeres, que ofrecen este tipo de prácticas que son acompañadas por más de 40 orientadores que nacieron y crecieron en las Islas del Rosario.
Aspecto en el que Lavinia reconoce el apoyo recibido por el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y de los biólogos del Oceanario de Islas del Rosario. Así como de empresas privadas y propietarios de las zonas de casas de recreo.
Entre ellas se encuentra Corona Island que, siguiendo esta propuesta, brinda experiencias sostenibles, a través de la educación frente al turismo respetuoso con el medioambiente, ofreciendo a sus visitantes inmersiones en la siembra y plantación de manglares y visitas acompañadas en la zona de mantenimiento de corales.
Cabe señalar que, adicionalmente, se trata de la primera isla certificada con el sello Blue verified de la ONG Oceanic Global, conseguido por eliminar el plástico de un solo uso en su territorio y adoptar prácticas de funcionamiento sostenible, como la implementación de una infraestructura responsable desde sus materiales, el manejo de residuos y el suministro de energía solar a través de paneles que generan el 70% de la energía de isla.
Sin embargo, también es importante mencionar que a pesar de lo innovadora que es esta propuesta de turismo étnico y sostenible, no hay suficiente apoyo que facilite que los turistas conozcan esta oferta:
“La Corporación de Turismo de Cartagena no nos ha dado una ventanilla en el Muelle de la Bodeguita en donde solo se vende turismo de en rumba. Seis consejos comunitarios hemos hecho solicitudes para ello en búsqueda de promover el turismo comunitario y de naturaleza”, puntualiza Fiori.
La invitación final es a que los turistas asuman nuevas experiencias que les permitan recorrer nuevos o los mismos lugares; pero ahora de la mano de su gente y el reconocimiento de sus territorios ancestrales. Esto con el objetivo de entender que aportar a su economía mejorará sus condiciones de vida y enriquecerá de paso el conocimiento de la diversidad del país.
Le puede interesar: ¿Amante de la cerveza? Estas son las mejores cervecerías de Múnich, Alemania.
👀🌎📄 ¿Ya está enterado de las últimas noticias del turismo en Colombia y en el mundo? Lo invitamos a verlas en El Espectador.
El sueño de la mayoría de colombianos es irse de viaje y disfrutar de un cambio de clima y de ciudad. Las vacaciones o las salidas de fin de semana se convierten en una oportunidad para escapar de la rutina y disfrutar en compañía de familiares o amigos.
Nota relacionada: Tailandia espera recuperar el 80 % del turismo prepandemia en 2023.
Sin embargo, ¿se ha preguntado cómo le pasa factura al medio ambiente sus viajes? Con exponentes del cambio climático como la activista sueca Greta Thunberg, estos cuestionamientos están siendo replicados en diferentes latitudes del mundo.
Y no es para menos. De acuerdo con la Asociación Internacional de Transporte Aéreo -IATA-, los viajes realizados en avión generan cerca del 2 % de las emisiones mundiales de carbono. Adicionalmente, se estima que en 2037 más de 8.200 millones de personas se movilizarán de esta manera.
Con este panorama es clave plantearse la responsabilidad que se debe tener con el planeta para disfrutar nuevas experiencias, redimiendo en parte las afectaciones que se generan.
Según las cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, de enero a junio del 2022 Colombia tuvo 2′382.768 visitantes no residentes. De ellos, solo 58.984 corresponden a pasajeros que llegaron en cruceros internacionales.
El informe también indica que los destinos preferidos por los turistas fueron Bogotá, Medellín, Cartagena y Cali, en orden respectivo. No obstante, analicemos algunos casos.
Por persona, un vuelo que sale del Aeropuerto Internacional El Dorado (en Bogotá) con destino a Cartagena emite 0,56 toneladas de dióxido de carbono -CO₂-, de acuerdo con la calculadora de huella de carbono.
Si bien esta cifra puede parecer mínima, multiplíquelo por el número de pasajeros que abordan en un avión, que como mínimo son 120. En el caso de los vuelos intercontinentales y transoceánicos, el total de pasajeros puede llegar incluso a 615, como pasa con el Airbus A380 de la aerolínea Emirates, que se conserva en el primer puesto de capacidad por vuelo en todo el mundo.
A esto hay que sumarle la duración de los viajes y el tipo de actividades que se realizan en los lugares a los que llegan los visitantes. De acuerdo con el ministerio, los productos de mayor proyección para atraer viajeros en Colombia son sol y playa, cultura y naturaleza.
Es por ello que el turismo étnico es una apuesta interesante a la que todo viajero debería sumarse. Se trata de una aproximación a la realidad que viven los habitantes de determinado sector a partir de las características de geolocalización y de sus costumbres.
En las Islas del Rosario, en todo el mar Caribe y muy cerca de Cartagena, este tipo de aventuras están tomando fuerza cada vez más. De acuerdo con la antropóloga Lavinia Fiori, integrante del Caserío de Orika del Consejo Comunitario de la Comunidad Negra de Islas del Rosario, lo que se busca es reconocer las labores de las comunidades que habitan estos territorios:
“Desde hace años nos hemos organizado para reclamar la protección de nuestro territorio ancestral y nuestro derecho a mantener nuestra identidad étnica y cultural. De esta manera es como surge nuestro proyecto de turismo comunitario”, explica Fiori, quien también es fundadora y propietaria del hotel El Hamaquero ubicado en la isla.
Lo que buscan es romper el imaginario de que el mar es el lugar perfecto para salir en lancha, con la cava llena de licores y música a todo volumen; cambiando este tipo de actividades por visitas que permitan una conexión real con la naturaleza como recorridos por la zona de manglares y realizar careteo, observando el estado de los arrecifes de coral:
“Este tipo de turismo ha sido ignorado por los operadores turísticos; sin embargo, como propios y nativos, decidimos promover experiencias desde el contacto con la naturaleza, como subirse en una canoa tradicional y conocer nuestras historias como isleños que hemos navegado por estas aguas desde pequeños”, detalla Jaider Gómez, nativo de la isla, y quien agrega que la acogida ha sido mayor en extranjeros que en nacionales.
Este proyecto ha ido creciendo y a la fecha ya hay más de 16 hoteles y hostales, dirigidos todos por mujeres, que ofrecen este tipo de prácticas que son acompañadas por más de 40 orientadores que nacieron y crecieron en las Islas del Rosario.
Aspecto en el que Lavinia reconoce el apoyo recibido por el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y de los biólogos del Oceanario de Islas del Rosario. Así como de empresas privadas y propietarios de las zonas de casas de recreo.
Entre ellas se encuentra Corona Island que, siguiendo esta propuesta, brinda experiencias sostenibles, a través de la educación frente al turismo respetuoso con el medioambiente, ofreciendo a sus visitantes inmersiones en la siembra y plantación de manglares y visitas acompañadas en la zona de mantenimiento de corales.
Cabe señalar que, adicionalmente, se trata de la primera isla certificada con el sello Blue verified de la ONG Oceanic Global, conseguido por eliminar el plástico de un solo uso en su territorio y adoptar prácticas de funcionamiento sostenible, como la implementación de una infraestructura responsable desde sus materiales, el manejo de residuos y el suministro de energía solar a través de paneles que generan el 70% de la energía de isla.
Sin embargo, también es importante mencionar que a pesar de lo innovadora que es esta propuesta de turismo étnico y sostenible, no hay suficiente apoyo que facilite que los turistas conozcan esta oferta:
“La Corporación de Turismo de Cartagena no nos ha dado una ventanilla en el Muelle de la Bodeguita en donde solo se vende turismo de en rumba. Seis consejos comunitarios hemos hecho solicitudes para ello en búsqueda de promover el turismo comunitario y de naturaleza”, puntualiza Fiori.
La invitación final es a que los turistas asuman nuevas experiencias que les permitan recorrer nuevos o los mismos lugares; pero ahora de la mano de su gente y el reconocimiento de sus territorios ancestrales. Esto con el objetivo de entender que aportar a su economía mejorará sus condiciones de vida y enriquecerá de paso el conocimiento de la diversidad del país.
Le puede interesar: ¿Amante de la cerveza? Estas son las mejores cervecerías de Múnich, Alemania.
👀🌎📄 ¿Ya está enterado de las últimas noticias del turismo en Colombia y en el mundo? Lo invitamos a verlas en El Espectador.