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La normalidad, alterada por la pandemia del COVID, no ha regresado, y con los días de paros y protestas que está viviendo Colombia, la prioridad de la mayoría no es viajar. Sin embargo, diariamente miles de familias que dependen del turismo siguen buscando alternativas que les permitan sostener su recuperación.
“En el turismo rural podemos destacar líneas estratégicas para dinamizarlo: turismo comunitario, agroturismo y las iniciativas público privadas”, dice Raquel Santos, docente de Ostelea, Escuela de Management en Turismo.
Además, un informe de esta escuela detalla que, en el medio rural, el turismo incide en el crecimiento económico y en la creación de empleo, favoreciendo así la cohesión social y territorial. De este modo, puede contribuir a combatir algunos retos de las zonas rurales, como la despoblación, el envejecimiento de la población o el déficit de servicios básicos e infraestructuras.
“En este momento la importancia del turismo rural comunitario en el país radica en que nos da la posibilidad de expresar la cultura, las tradiciones y las narrativas que se manejan en cada territorio, a través de un producto organizado y coordinado por las comunidades, y que permite generar desarrollo”, asegura Davis A. Ruiz, vicepresidente de la Red Nacional de Turismo Comunitario.
En esa línea, la innovación juega un papel crucial a la hora de ofrecer soluciones y elaborar propuestas que se adapten a las nuevas necesidades originadas por la pandemia.
No obstante, la innovación no solo está ligada a la digitalización y a las tecnologías, sino que se trata de un asunto transversal y vinculado a muchos otros temas que se promueven para fomentar la sostenibilidad y la competitividad.
“Garantizar el éxito de una oferta de turismo rural obliga a conocer al público objetivo, su perfil y las expectativas respecto al destino y a los servicios que encontrará. En este sentido, es fundamental ser consciente de que contar con un alojamiento estupendo no es suficiente”, comenta Raquel Santos.
Y añade que en la actualidad, “disponer de una oferta integrada –alojamiento y actividades significativas en el territorio–, de calidad y respetuosa con el entorno y las poblaciones locales, es cada vez más un elemento diferencial y que aporta valor a la experiencia en el destino. Asimismo, tal y como sucede en otros segmentos turísticos, la personalización y la atención son elementos claves en la satisfacción y fidelización”.
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Y, agregó que, desde el turismo rural, las innovaciones pueden desarrollarse en varias áreas. Por ejemplo, creando e introduciendo en el mercado nuevos productos y servicios o mejorando significativamente los preexistentes.
También, abriendo nuevas fuentes de suministros y materias primas y haciendo un uso más eficiente y responsable de los recursos del territorio.
Para ello es fundamental fortalecer las alianzas entre los principales actores, promover acciones multisectoriales y diseñar estrategias compartidas. Todas estas acciones deberían orientarse a generar impactos sociales positivos y contribuir a la calidad de vida y el bienestar de ese territorio.
Ganancias para todos
El turismo es uno de los sectores que tienen la versatilidad y flexibilidad necesaria para adaptare a las condiciones propias de cada territorio y de cada población; además, crea empleos rurales no agrícolas para la familia campesina, incluyendo en gran medida a las mujeres y los jóvenes.
Además, es una gran cadena productiva, como recuerda el viajero Juan José López, más conocido como Juan Trotamundos. “Colombia y el turismo nacional nos necesitan. Denles la oportunidad a nuevos destinos, a nuevas historias. Lugares emergentes que están a la vuelta de nuestra casa y que tienen un potencial muy grande, pero que no conocemos. Con esto se benefician la persona que vende comida, el artesano, los hospedajes, entre muchos otros”, enfatiza.
Además, a pesar de la crisis, en Colombia cada día nacen alternativas de turismo rural. La biodiversidad única y la calidez de las personas son elementos claves para que los viajeros decidan optar por estas propuestas sostenibles en diferentes regiones del país.
Según Paula Cortés Calle, presidenta ejecutiva de Anato, “las agencias han venido trabajando en impulsar el turismo rural como una oportunidad de crecimiento y desarrollo económico para las comunidades y también para ofrecer a los pasajeros viajes de experiencias memorables”.
“Este segmento tiene por objeto generar un vínculo, motivado por aprender, percibir y reconocer los atractivos tanto materiales como inmateriales que representan las tradiciones, la cultura e historia de una población, generando mayor valor por nuestro patrimonio”, señaló.
Además, en tiempos de pandemia, la ruralidad genera seguridad por los espacios al aire libre y sin tanta afluencia de personas.
Awake Travel, con experiencias de viaje a nivel nacional; Vivamos el Campo, en Boyacá; Etnoaldea Kipara Te, en la comunidad indígena de Boca de Jagua, Nuquí; CochaTour, en el corregimiento del Encano, a 23 kilómetros aproximadamente de Pasto; Asobocagrande, una organización comunitaria dedicada al ecoturismo rural y comunitario en Tumaco, Nariño, son algunas de las opciones donde puede descansar, aprender, contribuir con la protección del territorio y ayudar con el desarrollo sostenible de decenas de familias.
Corgachalá, en Gachalá, Cundinamarca; la Asociación Intercomunitaria Painü, conformada por jóvenes y líderes de las comunidades indígenas San Sebastián, Castañal y La Playa, de la Amazonia colombiana; Finca Villa Gaby, en Arauquita, Arauca, donde gracias a experiencias a través del cacao, se han logrado convertir en un símbolo de empoderamiento femenino, progreso y reconciliación, son más alternativas.