Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Theodore Roosevelt, presidente de los Estados Unidos durante los primeros años del siglo XX, se convirtió en el mayor promotor de la extraordinaria zona que compone el Gran Cañón del Colorado. Cientos de veces lo recorrió para cazar pumas y relajarse contemplando el paisaje montañoso que atrae cada año a cinco millones de visitantes.
En 1908 lo declaró monumento nacional. Casi diez años más tarde se convertiría en uno de los primeros parques nacionales naturales del país. El río Colorado, cuyas aguas saciaron la sed de los primeros pobladores del Oeste de los Estados Unidos y sirvieron para construir presas que llevarían el preciado líquido a decenas de ciudades, es el responsable de esta maravilla natural.
Su cauce socavó el terreno más 1.500 metros de profundidad durante seis millones de años, hasta dejar a su paso gigantescas rocas de colores rojizos que se alzan imponentes en el estado de Arizona. Además de disfrutar de la impactante vista en el extremo sur, en donde se encuentra el centro para visitantes, los turistas se divierten con actividades como el rafting o excursiones en helicóptero.
Otro de los planes imperdibles es recorrer senderos como el de Bright Angel hasta el valle inferior del cañón, para caminar cerca del río. A lo largo del trayecto hay varios puntos de hidratación y de descanso, pues el descenso puede durar todo el día. Tal vez lo más llamativo de esta ruta es que, a diferencia del resto del parque, no es muy concurrida y permite una experiencia aún más inusual, pues el silencio solamente es interrumpido por el viento, la melodía del agua y los sonidos de los animales.
Quienes deseen una experiencia todavía más extrema (a lo largo del parque hay varios hoteles, restaurantes y hasta supermercados) pueden acampar y realizar paseos nocturnos, sin embargo, es necesario pedir permiso y llevar el equipo indicado para no sufrir contratiempos.
Indudablemente este escenario es un paraíso para los amantes de la naturaleza. Casi 400 especies de aves, 89 de mamíferos, 47 de reptiles, 9 de anfibios y 17 de peces habitan a lo largo del Parque del Gran Cañón y sorprenden de vez en cuando a los visitantes, algunos de los cuales corren con suerte y logran inmortalizarlos en sus fotos. El cóndor de California, por ejemplo, es uno de los pájaros más fotografiados.
Aunque en invierno este lugar es mágico, primavera y verano son las mejores épocas del año para visitarlo, pues las vías de acceso se encuentran abiertas (a veces las bloque el exceso de nieve) y la temperatura cálida facilita su recorrido. En las noches una niebla helada envuelve el cañón, así que lo mejor es estar prevenido. Este viaje, aun con todas las comodidades, no deja de ser extremo.