Nairo no pierde la sonrisa

A pesar de no lograr su máximo objetivo de 2018, que era el título del Tour de Francia, el boyacense está feliz por las enseñanzas que le dejó el año y porque nació Tomás, su segundo hijo. En 2019 seguirá persiguiendo su sueño amarillo.

Luís Guillermo Montenegro
23 de diciembre de 2018 - 01:55 p. m.
Nairo Quintana, líder del equipo Movistar. / AFP
Nairo Quintana, líder del equipo Movistar. / AFP
Foto: AFP - JEFF PACHOUD

Nairo Quintana camina con la cabeza en alto y habla con la tranquilidad de no deberle nada a nadie. No importa que los resultados deportivos en 2018 no hayan sido los esperados, él sigue disfrutando de su profesión y actuando de la misma manera que lo ha hecho cada vez que ha regresado a su tierra con los trofeos de grandes carreras como la Vuelta a España o el Giro de Italia.

Es un viernes de diciembre en Paipa, Boyacá. El cielo está azul, no hay muchas nubes y por eso se resaltan las montañas de este departamento, típicas por su variedad de tonalidades de verde. Él, vestido con blue jeans, camisa blanca, zapatos y cinturón del mismo color negro y unas gafas de sol, camina por las calles del centro del municipio, acercándose a la gente y permitiendo que sus seguidores le pidan fotos, autógrafos o simplemente un saludo.

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Su lugar de nacimiento es Cómbita y el de vivienda en Colombia queda en Tunja, pero la tierra de Nairo es toda Boyacá, por eso en Paipa está de local, se siente en casa, amado, respetado, admirado y motivado. “Es bueno sentir el abrazo de la gente, su apoyo. En eso me recargo y de ellos me acuerdo cuando estoy en las carreras”, afirma el pedalista de 28 años que lleva cinco como líder del equipo Movistar, una de las escuadras más fuertes del ciclismo mundial.

De todas las temporadas que lleva en Europa, la de este año fue la más discreta. Participó en 10 carreras, no ganó ninguna y sus mejores actuaciones fueron en la Colombia Oro y Paz y en la Vuelta a Catalunya, en las que culminó en el segundo puesto de la clasificación general. Ganó la etapa 17 del Tour de Francia y la siete del Tour de Suiza. No subir al escalón más alto del podio es algo extraño en Nairo, pues desde que está en la élite se ha acostumbrado a ganar y por primera vez sus piernas y su cabeza no se vieron coordinadas.

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Su gran objetivo era el Tour de Francia. Contrario a lo que había planificado su equipo en años anteriores, en los que se buscó este mismo logro, tuvo una primera parte de la temporada tranquila, con más entrenamientos que competencias. Comenzó en febrero con la Oro y Paz. En marzo estuvo en la Vuelta a Catalunya y en la Dwars door Vlaanderen. En abril participó en la Vuelta al País Vasco, y en junio, como preparación final para la ronda francesa, compitió en el Tour de Suiza, en donde se vio fuerte y terminó tercero.

Parecía que todo encajaba para que su sueño amarillo se hiciera realidad en París. Pero el ciclismo es impredecible y nada funcionó bien cuando debía. Que las piernas me duelen, que no me siento fuerte, que no sé qué pasa. En un principio buscó excusas, pero al final fue sincero y aceptó que no estuvo a la altura de las expectativas y que fue superado en franca lid por un Geraint Thomas que sorprendió a todos. En el equipo reconocieron el fallo, sin dudar de la calidad de su ciclista, de su líder, que, aunque se vio perdido y bajo de forma, no dejó de creer. Tanto así que unos días más tarde llegó a la Vuelta a España con la motivación de buscar el título de una grande en 2018.

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Hasta la jornada 15 se mantuvo tercero en la clasificación general, pero cuando llegó la exigencia mayor en la tercera semana, su cuerpo volvió a cobrarle una preparación de temporada que al final de cuentas terminó siendo errada. Luego de las 21 jornadas, culminó en el octavo lugar de la general. Es cierto que dos tops 10 en dos grandes es un buen resultado, pero no para un ciclista como Nairo, acostumbrado a pelear por los primeros puestos, a ganar.

Terminó el año en Italia y Austria. En la bota itálica fue séptimo en el Memorial Marco Pantani y no finalizó en el Trofeo Matteotti. En el Mundial de Ciclismo cruzó la meta en la casilla 15, siendo el mejor colombiano.

La familia, su motivación

Ver feliz a su hija Mariana y tranquila a su esposa, Yeimi Paola Hernández, es lo que más le importa a Nairo.

Desde octubre, cuando nació Tomás, su segundo hijo, se ha dedicado a disfrutar de la vida, a pensar en ser feliz sin importar los resultados deportivos. “Esto es un deporte impredecible, uno puede prepararse muy bien y pensar que las cosas van a salir de la manera que uno quiere, pero finalmente, si las piernas no están, no hay nada que hacer”, confesó el boyacense.

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Lo único que puede asegurar es que va a seguir entrenando fuerte, sin bajar los brazos. Seguro lo va a seguir intentando. “Sé que algún día me va a llegar el momento de cumplir mi sueño amarillo”, destaca con convicción.

Mientras tanto, su sonrisa sigue intacta, la ilusión está y con el apoyo de su familia y de los miles de colombianos que creen en él hará todo para que 2019 sea un año deportivamente mejor. Porque, aunque suene contradictorio, 2018 ha sido uno de sus años más productivos. Agrandó su familia, sus padres tienen salud, su esposa es feliz a su lado y se siente con la edad y el potencial para volver a lo más alto del podio.

“El Tour es una deuda pendiente y trabajamos para lograr ese objetivo. Me quiero preparar bien y coger confianza. Seguimos soñando, seguimos entrenando fuerte y acompañados de esta gran familia que siempre nos respalda. Esperamos completar un objetivo grande”, añadió el líder del Movistar Team, quien considera que el trazado del Tour 2019 se ajusta a sus características. “Es un muy buen recorrido para mí. Destaco la altitud en algunas etapas, eso me interesa y espero entrenar bien en Colombia para preparar esas jornadas”, aseguró el sonriente Quintana, quien comenzará la temporada en la Vuelta a San Juan, en Argentina, y luego vendrá a competir al país en el Tour Colombia.

Por Luís Guillermo Montenegro

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