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Si no nos ponemos trascendentales estos días, entonces cuándo. Es hora de pensar si esta situación de pandemia nos llama a revisar nuestras conductas como seres humanos desde lo ético, a nivel personal, familiar, y podemos corregirlas para que trasciendan a nivel social.
El filósofo francés Edgar Morin, de 99 años de edad, en entrevista de la semana pasada al diario francés Libération, define esta actitud como “humanismo regenerado”, porque “recurre conscientemente a las fuentes de la ética, presentes en toda sociedad humana, que son la solidaridad y la responsabilidad”. El problema a superar entre todos es que “esas fuentes siguen presentes", pero "en parte se han agotado y secado en nuestra civilización bajo los efectos del individualismo”. (Más recomendados de esta serie de Pensamientos desde casa: El coronavirus y la ansiedad positiva).
La pregunta que debemos responder es: ¿Saldremos concientizados de esta tragedia en beneficio de una nueva ética social? O enfrentaremos otros peligros, como el que me advirtió Gernot Kamecke, filósofo y escritor alemán: transformar “una ética de libertad subjetiva en una esperanza de salvación autoritaria”. Él es profesor de la Universidad Humboldt de Berlín y vino a dictar cátedra en Bogotá (aquí puede leer un ensayo que escribió para El Espectador sobre el tema).
Momentos como estos también implican el replanteamiento de “las complejidades de lo político en la experiencia humana”, como nos advirtió hace poco Andreas Huyssen, el influyente pensador alemán, que vino a Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, en Bogotá, dentro del ciclo académico “El trauma y el monumento fugitivo”. Convocan a toda la sociedad, incluidos los artistas, a trabajar desde una “imaginación basada en una ética y una estética de duelo”. Según él, deberíamos participar de la reestructuración del debate público pensando en el futuro y en la memoria colectiva que dejaremos a otras generaciones (aquí la entrevista a Andreas Huyssen).
Una sociedad ideal debiera construirse sobre lo quel filósofo francoargelino Jacques Rancière, de 79 años de edad, llama “el fundamento moral del poder de conocer”. En El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual, dice: “Es también un pensamiento propio de los tiempos, un fruto de la meditación sobre la experiencia revolucionaria e imperial de esta fundación ética del poder mismo de conocer”.
Y remato aludiendo a la responsabilidad gubernamental a partir de lo que me dijo la última vez que vino a Bogotá el filósofo español Fernando Savater, de 72 años, autor de Ética para Amador, pensionado catedrático de Ética en la Universidad del País Vasco: "Hace falta una buena política, no sólo una buena ética, pues esta es buena para el individuo, pero la primera puede hacer una mejor sociedad".
@NelsonFredyPadi / npadilla @elespectador.com
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.