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Bogotá ha aumentado su gasto en los últimos meses producto de la COVID-19. Hasta la fecha, la ciudad ha efectuado al menos 56 contratos, por más de $247.500 millones, para sobrellevar la situación. Mientras tanto, los ingresos han caído por la incapacidad de pago tributario que tienen muchos ciudadanos afectados.
Este panorama fue resumido por el secretario de Hacienda, Juan Mauricio Ramírez, de la siguiente manera: “se han disminuido los ingresos y aumentado los gastos”. Esto evidentemente representa un problema para las finanzas de la ciudad, ya que la administración de Claudia López tiene que sacar a adelante los proyectos que han sido estructurados en la capital del país, además de su Plan Distrital de Desarrollo.
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Todo conduce a que el responsable de la administración financiera de la ciudad tome decisiones para salvaguardar su economía. En audiencia pública, Ramírez aseguró que ante un escenario como este se pueden barajar varias posibilidades.
Una de ellas es subirle los impuestos a las empresas y a los bogotanos. Esta, según el secretario, resulta absurda, pues sería aumentar una presión de pago a una población que simplemente no tiene cómo responder. Otra, también inviable, es pedirle a las secretarías que recorten sus gastos, cuando estas ya están haciendo un esfuerzo para priorizar recursos en las acciones que se están enfocando para atender la crisis.
Finalmente el secretario optó por la que, asegura, es la opción más saludable para las finanzas de la ciudad: aumentar la deuda pública en $3,9 billones. Para ello la ciudad saldrá a buscar esos recursos en la banca multilateral.
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Es en este punto donde cobra importancia la declaración que hizo sobre la ciudad la analista de Moody's, Roxana Muñoz. “El plan de inversiones de Bogotá, que representa un monto mayor a lo ejecutado en años previos, mitigará los efectos económicos negativos de la pandemia solo si se ejecuta de manera exitosa. Bogotá cuenta con una sólida capacidad de financiamiento como resultado de una fuerte liquidez y bajos niveles de deuda”, comunicó.
Hay varios aspectos por detallar. La analista de la calificadora de riesgos asegura que el plan que ha estructurado Bogotá para enfrentar la pandemia resultará efectivo solo si se ejecuta de manera exitosa, es decir que no hay espacio para el error. Las acciones económicas que adelante la capital casi que ‘tienen que hacerse con pinzas’ para alcanzar los resultados esperados.
Por otra parte, y aquí lo positivo de su evaluación, es que la ciudad cuenta con “una sólida capacidad de financiamiento”. Esto se debe a dos factores, el primero es que tiene una “fuerte liquidez”, producto de que los bogotanos son ‘buena paga’. En Entrevista con la secretaria de Hacienda de la administración de Enrique Peñaloza, Beatriz Arbeláez, la exfuncionaria dijo que la ciudad siempre logra cumplir sus metas de recaudo gracias a que los ciudadanos son comprometidos con el pago de sus impuestos, por lo que Bogotá cuenta con “unas finanzas saludables”.
El segundo es que la capital tiene “bajos niveles de deuda”, lo que le permite salir a la banca multilateral, o expedir bonos, con la garantía de que va a encontrar una respuesta favorable. Ya lo dijo Ramírez, Bogotá necesita aumentar su deuda pública en $3,9 billones.
Justo arrancando el mes de mayo, Hacienda comunicó que la ciudad emitirá bonos por $600.000 millones. Estos bonos podrán ser adquiridos, mediante el Banco Itaú, por empresas, organizaciones y personas naturales desde $1.000.000.
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Un símil para entender esto es cuando una persona acude a un banco para pedir un crédito - bajo el compromiso de pagar un interés por ese préstamo -, la ciudad hace algo parecido mediante la emisión de bonos pero, en vez de acudir a un banco, permite que ese dinero se lo presten los ciudadanos y las organizaciones.
La evaluación que hace esta analista vaticina un panorama crediticio favorable para el endeudamiento que busca adquirir la ciudad. No solo porque sus finanzas le permitirán cumplir con sus obligaciones de pago, sino porque los inversionistas se sentirán confiados de prestar estos recursos a la capital.
En suma, el pago de esta deuda saldrá de los bolsillos de los bogotanos, muy probablemente reflejado en un ligero incremento de los impuestos en los próximos años, capital cuyo pago no será tan abrupto, pues se espera que esta deuda sea saldada en un plazo de entre 10 y 15 años.
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