Lo que las crónicas medievales nos dicen de las erupciones volcánicas
Un grupo de investigadores suizo estudió una serie de crónicas medievales que describían eclipses lunares y que hablaban de la coloración de la Luna para estimar si en la estratosfera había aerosoles de sulfato, propios de una actividad volcánica. Sus hallazgos, además, revelan una gran dedicación de los monasterios europeos en el estudio del cielo.
Cuando un volcán erupciona, expulsa a la estratosfera enormes cantidades de gases que contienen azufre y que después generan aerosoles de sulfato. Sucede que la presencia de velos de ese polvo volcánico en la estratosfera se puede vincular con fenómenos ópticos raros y a menudo visualmente espectaculares.
A partir de esto, científicos y científicas de la Universidad de Ginebra se hicieron una curiosa pregunta: ¿cómo se vinculan los eclipses lunares con la erupción de volcanes? Para responderla, revisaron una serie de textos escritos entre los siglos XII y XIII (Edad Media) en China, Corea, Japón, Europa y el mundo árabe, buscando observaciones creíbles de eclipses lunares.
¿Por qué hicieron eso? En la publicación de sus hallazgos en Nature, los científicos explican que el brillo de la Luna durante el eclipse es muy sensible a la abundancia de aerosoles en la estratosfera. Los eclipses lunares totales oscuros indican una alta turbidez, mientras que un disco rojizo significa una estratosfera clara. Es decir, si el eclipse era descrito como muy oscuro en los textos, los científicos creen probable que la atmósfera de ese momento estuviera cargada por un velo de sulfato, lo que, según la explicación inicial, podría indicar la presencia de volcanes activos. (Puede ver: Comienza la odisea de viajar hasta Júpiter y sus lunas)
En China y Corea, los eclipses lunares han sido registrados por astrónomos oficiales y conservados en fuentes como los tratados astronómicos y los tratados de los cinco elementos de las historias dinásticas oficiales, mientras que las observaciones de eclipses en Japón se encuentran en escritos más diversos, como los diarios de cortesanos, crónicas o registros del templo. En Europa, los anales y crónicas de monasterios y pueblos representaron las principales fuentes del estudio. En fuentes árabes, las observaciones de eclipses lunares se encuentran con frecuencia en crónicas universales.
Es diciente que, en Europa, por ejemplo, aunque se describen 12 eclipses individuales en una sola fuente, muchos se corroboran en varios relatos, hasta 16 en el caso de un eclipse del 11 de febrero de 1161 d.C. Este éxito en la búsqueda de observaciones de eclipses para Europa, escriben los autores, se compara con el de períodos posteriores para los que la documentación es más abundante. “Refleja la proliferación contemporánea y el alcance geográfico de las comunidades monásticas en toda Europa, lo que mejoró las posibilidades generales de las observaciones de cielo despejado, y la atención que algunos cronistas prestaron a los fenómenos celestes”.
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Una hipótesis para explicar porqué había tanto interés en monitorear estos fenómenos podría ser, dice el artículo, que se requería la observación del Sol, la Luna o las estrellas para calcular las horas de oración, ya que no todos los monasterios poseían relojes de agua o astrolabios para medir el tiempo. Las observaciones precisas de la edad de la Luna también eran importantes para la correcta identificación de la Luna llena de Pascua, que sirvió como punto clave de referencia para el Domingo de Pascua y todos los demás días festivos móviles del año litúrgico.
Entre los manuscritos medievales que los científicos revisaron está, por ejemplo, uno que encontraron en el monasterio de Santo Domingo de Silos, cerca de Burgos, España,escrito entre 1090-1109 D.C. Allí los investigadores leyeron una inscripción que dice “hic sol obscurabitur et luna in sanguine versa est” (“y el Sol se oscureció y la Luna se convirtió en sangre”). La Luna eclipsada de color rojo sangre, explican en el artículo, era vista como una posible señal de Apocalipsis.
Las fuentes cristianas occidentales y orientales juntas brindaron a los investigadores información sobre el color y el brillo de la Luna para 36 eclipses. Tal atención al brillo está ausente en gran parte de los registros asiáticos en los que solo un relato describe la coloración. “Las referencias a una ‘Luna roja como la sangre’ en fuentes cristianas occidentales y orientales probablemente estén informadas por textos como el Libro del Apocalipsis de Juan, en el que la Luna de sangre, junto con los terremotos y los eclipses solares, presagiaron el Fin de los Tiempos”, se lee en el artículo.
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Esto no quiere decir, sin embargo, que las causas físicas de los eclipses lunares fueran desconocidas para todos los cronistas medievales. Los antiguos astrónomos babilónicos, griegos y musulmanes posteriores, escriben los autores, “no solo comprendían los mecanismos de los eclipses, sino que también podían predecir las ocultaciones lunares”. Tanto las interpretaciones naturales como las sobrenaturales de los eclipses lunares coexistieron en la Edad Media, lo que apuntaló la recuperación de una serie casi completa de coloración de eclipses lunares que abarcó dos siglos.
Los investigadores clasificaron el color y la luminosidad de cada eclipse observado desde “muy oscuro hasta “muy brillante de color rojo cobre o naranja”. De los 37 eclipses lunares totales con brillo registrado en fuentes euroasiáticas, solo seis se calificaron como “muy oscuro”, lo que enfatiza, para los investigadores, la rareza y la importancia de tales observaciones. Estos eventos ocurrieron en la noche del 5 al 6 de mayo de 1110 d.C. , del 12 al 13 de enero de 1172 D.C. , del 2 al 3 de diciembre de 1229 D.C. , del 18 al 19 de mayo de 1258 D.C. , del 12 al 13 de noviembre de 1258 D.C. y 22-23 de noviembre de 1276 D.C.
En todos los testimonios cada descripción enfatiza una desaparición casi completa y prolongada del disco lunar. Uno de los relatos más destacados se recuperó de fuentes japonesas y se refiere al eclipse lunar total del 2 de diciembre de1229 D.C. El registro de la luna brillante escrito por Fujiwara no Teika informa de un eclipse lunar extremadamente oscuro a pesar del tiempo despejado.
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La descripción señala que coloración de la Luna se consideró tan inusual que los astrónomos expresaron temor por su apariencia. “Respecto al reciente eclipse total de Luna, aunque en ocasiones anteriores ha habido totalidad, los viejos nunca lo habían visto así, con la ubicación del disco de la Luna no visible, tal como si hubiera desaparecido durante el eclipse. Además, la duración fue muy larga y el cambio fue extremo. Era realmente algo para temer. De hecho, en mis setenta años nunca he oído hablar ni visto [algo así]”.
Los científicos corroboraron que todos los eclipses lunares oscuros son contemporáneos de cinco de las siete señales de sulfato volcánico más grandes registradas en núcleos de hielo polar (una de las intervenciones más técnicas usadas para hacer cronologías de erupciones de volcanes en la antigüedad), lo que sugiere fuertemente para los investigadores que el oscurecimiento de la Luna eclipsada estaba relacionado con la presencia de aerosoles volcánicos en la estratosfera. “Este hallazgo refleja el trabajo previo que encontró que todos los eclipses lunares totales muy oscuros desde 1600 D.C. siguieron a importantes erupciones volcánica”, se puede leer en el artículo.
Ahora, aunque los resultados del estudio son muy importantes porque ofrecen otro método confiable para establecer la cronología de algunos de los eventos estudiados, los científicos señalan con claridad que no hay ninguna fuente o método único puede ofrecer un control completo y los datos de eclipse también tienen limitaciones. Por ejemplo, la visibilidad de los eclipses lunares está restringida geográfica y meteorológicamente; no se pueden utilizar cuentas de eclipses parciales y de penumbra, reduciendo el número de registros disponibles; y solo son relevantes los comentarios sobre el color de la Luna.
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Se requiere, además, un tratamiento e interpretación cuidadosos cuando se estudian informes históricos de eclipses lunares, ya que algunas descripciones pueden ser demasiado breves o crípticas para brindar información útil sobre la turbidez estratosférica y potencialmente dar lugar a interpretaciones erróneas. A pesar de estos desafíos, los eclipses lunares hasta ahora representan una estimación directa y precisa de la perturbación atmosférica pasada por aerosoles volcánico producto de volcanes activos.
Cuando un volcán erupciona, expulsa a la estratosfera enormes cantidades de gases que contienen azufre y que después generan aerosoles de sulfato. Sucede que la presencia de velos de ese polvo volcánico en la estratosfera se puede vincular con fenómenos ópticos raros y a menudo visualmente espectaculares.
A partir de esto, científicos y científicas de la Universidad de Ginebra se hicieron una curiosa pregunta: ¿cómo se vinculan los eclipses lunares con la erupción de volcanes? Para responderla, revisaron una serie de textos escritos entre los siglos XII y XIII (Edad Media) en China, Corea, Japón, Europa y el mundo árabe, buscando observaciones creíbles de eclipses lunares.
¿Por qué hicieron eso? En la publicación de sus hallazgos en Nature, los científicos explican que el brillo de la Luna durante el eclipse es muy sensible a la abundancia de aerosoles en la estratosfera. Los eclipses lunares totales oscuros indican una alta turbidez, mientras que un disco rojizo significa una estratosfera clara. Es decir, si el eclipse era descrito como muy oscuro en los textos, los científicos creen probable que la atmósfera de ese momento estuviera cargada por un velo de sulfato, lo que, según la explicación inicial, podría indicar la presencia de volcanes activos. (Puede ver: Comienza la odisea de viajar hasta Júpiter y sus lunas)
En China y Corea, los eclipses lunares han sido registrados por astrónomos oficiales y conservados en fuentes como los tratados astronómicos y los tratados de los cinco elementos de las historias dinásticas oficiales, mientras que las observaciones de eclipses en Japón se encuentran en escritos más diversos, como los diarios de cortesanos, crónicas o registros del templo. En Europa, los anales y crónicas de monasterios y pueblos representaron las principales fuentes del estudio. En fuentes árabes, las observaciones de eclipses lunares se encuentran con frecuencia en crónicas universales.
Es diciente que, en Europa, por ejemplo, aunque se describen 12 eclipses individuales en una sola fuente, muchos se corroboran en varios relatos, hasta 16 en el caso de un eclipse del 11 de febrero de 1161 d.C. Este éxito en la búsqueda de observaciones de eclipses para Europa, escriben los autores, se compara con el de períodos posteriores para los que la documentación es más abundante. “Refleja la proliferación contemporánea y el alcance geográfico de las comunidades monásticas en toda Europa, lo que mejoró las posibilidades generales de las observaciones de cielo despejado, y la atención que algunos cronistas prestaron a los fenómenos celestes”.
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Una hipótesis para explicar porqué había tanto interés en monitorear estos fenómenos podría ser, dice el artículo, que se requería la observación del Sol, la Luna o las estrellas para calcular las horas de oración, ya que no todos los monasterios poseían relojes de agua o astrolabios para medir el tiempo. Las observaciones precisas de la edad de la Luna también eran importantes para la correcta identificación de la Luna llena de Pascua, que sirvió como punto clave de referencia para el Domingo de Pascua y todos los demás días festivos móviles del año litúrgico.
Entre los manuscritos medievales que los científicos revisaron está, por ejemplo, uno que encontraron en el monasterio de Santo Domingo de Silos, cerca de Burgos, España,escrito entre 1090-1109 D.C. Allí los investigadores leyeron una inscripción que dice “hic sol obscurabitur et luna in sanguine versa est” (“y el Sol se oscureció y la Luna se convirtió en sangre”). La Luna eclipsada de color rojo sangre, explican en el artículo, era vista como una posible señal de Apocalipsis.
Las fuentes cristianas occidentales y orientales juntas brindaron a los investigadores información sobre el color y el brillo de la Luna para 36 eclipses. Tal atención al brillo está ausente en gran parte de los registros asiáticos en los que solo un relato describe la coloración. “Las referencias a una ‘Luna roja como la sangre’ en fuentes cristianas occidentales y orientales probablemente estén informadas por textos como el Libro del Apocalipsis de Juan, en el que la Luna de sangre, junto con los terremotos y los eclipses solares, presagiaron el Fin de los Tiempos”, se lee en el artículo.
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Esto no quiere decir, sin embargo, que las causas físicas de los eclipses lunares fueran desconocidas para todos los cronistas medievales. Los antiguos astrónomos babilónicos, griegos y musulmanes posteriores, escriben los autores, “no solo comprendían los mecanismos de los eclipses, sino que también podían predecir las ocultaciones lunares”. Tanto las interpretaciones naturales como las sobrenaturales de los eclipses lunares coexistieron en la Edad Media, lo que apuntaló la recuperación de una serie casi completa de coloración de eclipses lunares que abarcó dos siglos.
Los investigadores clasificaron el color y la luminosidad de cada eclipse observado desde “muy oscuro hasta “muy brillante de color rojo cobre o naranja”. De los 37 eclipses lunares totales con brillo registrado en fuentes euroasiáticas, solo seis se calificaron como “muy oscuro”, lo que enfatiza, para los investigadores, la rareza y la importancia de tales observaciones. Estos eventos ocurrieron en la noche del 5 al 6 de mayo de 1110 d.C. , del 12 al 13 de enero de 1172 D.C. , del 2 al 3 de diciembre de 1229 D.C. , del 18 al 19 de mayo de 1258 D.C. , del 12 al 13 de noviembre de 1258 D.C. y 22-23 de noviembre de 1276 D.C.
En todos los testimonios cada descripción enfatiza una desaparición casi completa y prolongada del disco lunar. Uno de los relatos más destacados se recuperó de fuentes japonesas y se refiere al eclipse lunar total del 2 de diciembre de1229 D.C. El registro de la luna brillante escrito por Fujiwara no Teika informa de un eclipse lunar extremadamente oscuro a pesar del tiempo despejado.
Puede ver: Los mamuts lanudos al parecer no siempre fueron peludos
La descripción señala que coloración de la Luna se consideró tan inusual que los astrónomos expresaron temor por su apariencia. “Respecto al reciente eclipse total de Luna, aunque en ocasiones anteriores ha habido totalidad, los viejos nunca lo habían visto así, con la ubicación del disco de la Luna no visible, tal como si hubiera desaparecido durante el eclipse. Además, la duración fue muy larga y el cambio fue extremo. Era realmente algo para temer. De hecho, en mis setenta años nunca he oído hablar ni visto [algo así]”.
Los científicos corroboraron que todos los eclipses lunares oscuros son contemporáneos de cinco de las siete señales de sulfato volcánico más grandes registradas en núcleos de hielo polar (una de las intervenciones más técnicas usadas para hacer cronologías de erupciones de volcanes en la antigüedad), lo que sugiere fuertemente para los investigadores que el oscurecimiento de la Luna eclipsada estaba relacionado con la presencia de aerosoles volcánicos en la estratosfera. “Este hallazgo refleja el trabajo previo que encontró que todos los eclipses lunares totales muy oscuros desde 1600 D.C. siguieron a importantes erupciones volcánica”, se puede leer en el artículo.
Ahora, aunque los resultados del estudio son muy importantes porque ofrecen otro método confiable para establecer la cronología de algunos de los eventos estudiados, los científicos señalan con claridad que no hay ninguna fuente o método único puede ofrecer un control completo y los datos de eclipse también tienen limitaciones. Por ejemplo, la visibilidad de los eclipses lunares está restringida geográfica y meteorológicamente; no se pueden utilizar cuentas de eclipses parciales y de penumbra, reduciendo el número de registros disponibles; y solo son relevantes los comentarios sobre el color de la Luna.
Puede ver: James Webb: nueva imagen deja ver varios de los anillos de Urano
Se requiere, además, un tratamiento e interpretación cuidadosos cuando se estudian informes históricos de eclipses lunares, ya que algunas descripciones pueden ser demasiado breves o crípticas para brindar información útil sobre la turbidez estratosférica y potencialmente dar lugar a interpretaciones erróneas. A pesar de estos desafíos, los eclipses lunares hasta ahora representan una estimación directa y precisa de la perturbación atmosférica pasada por aerosoles volcánico producto de volcanes activos.