El calvario de los awá durante la cuarentena
Desde la comunidad denuncian que “Los Contadores”, el Eln y disidencias de las Farc tienen amenazada a la guardia indígena, encargada de vigilar los controles del aislamiento.
- Camilo Pardo Quintero / cpardo@elespectador.com
Mientras que el país suma más de 3.800 casos por coronavirus, de los cuales 47 se han reportado en Nariño, la situación que viven los cerca de 35.000 indígenas awá en Tumaco, Samaniego, Ricaurte, Barbacoas y Roberto Payán, es más que desoladora y por motivos que van más allá de la pandemia.
Según funcionarios del Consejo Mayor de la Unidad Indígena del Pueblo Awá (UNIPA), que pidieron reserva de identidad, por la zona de asentamiento de estas comunidades se localizan 14 grupos armados que, a pesar de la cuarentena a nivel nacional, amenazan constantemente a miembros de los cabildos indígenas e ingresan a los hogares awá a robar alimentos que estas familias están guardando para resistir el confinamiento. Por si esto fuera poco, el pasado 27 de marzo fue asesinado a orillas del río Pipalta, Wilder García, un líder awá del Resguardo de Tortugaña Telembí, que no tenía amenazas previas en su contra.
Carlos Nastacuas, concejal delegado por los awá en Tumaco, advierte que los puestos de salud no están en condiciones de tratar eventuales casos de COVID-19 y que la única alternativa que tienen estos indígenas de ser atendidos de manera integral, en caso de adquirir el virus, es trasladándolos a Pasto o Ipiales.
Los problemas de salud que trascienden al coronavirus
El Consejo Mayor de la UNIPA reportó que durante 2019 hubo 5.000 casos de infecciones respiratorias agudas y 600 casos de enfermedades diarreicas por la falta de acceso al agua potable dentro de la comunidad. José Arturo García, consejero de salud de los awá, señaló a este diario que a la fecha hay 19 pacientes con tuberculosis, quienes solo cuentan con el acceso a una casa de la comunidad en Barbacoas, en la que se les da atención primaria y se les remite a centros asistenciales más grandes, porque “no hay capacidad médica para atender gente con esta enfermedad o con COVID-19, en caso de que llegue a nuestro territorio”.
Tanto el concejal Nastacuas como García temen que la atención de estas personas remitidas a Tumaco no sea suficiente, sobre todo porque el Hospital Divino Niño, en este distrito, es de tercera categoría y no cuenta con unidades de cuidados intensivos, ni con camas adecuadas para emergencias virales. “Tumaco, que es la primera opción para una atención médica que tienen los awás, es una alternativa que difícilmente pueda salvar vidas, sean con casos de coronavirus o con enfermedades más mortíferas”, agregó Nastacuas.
El consejero García asegura que a raíz de la pandemia nota en su comunidad problemas de salud mental, porque “el 90 % de nosotros vivimos del día a día y para muchos es imposible parar por más de un mes. Decidir si salir o no es un peso emocional muy grande para muchas personas de acá”, agregó.
También le puede interesar:ONIC sospecha que tres muertes de indígenas en Chocó fueron por Covid-19
La violencia armada no cesa en tiempos de pandemia
Desde el Consejo Mayor UNIPA denuncian que la guardia indígena, encargada de cuidar, vigilar y establecer los controles dentro de la comunidad para que se cumpla la cuarentena en la medida de lo posible, está siendo intimidada, desde las provincias ecuatorianas de Esmeraldas y El Carchi, que conectan con territorio colombiano; así como en las carreteras que unen a Tumaco con Barbacoas, pasando por la zona rural de Llorente y la vía Junín. También, los límites entre los municipios en donde están los awá, son controlados por “Los Contadores”, estructuras del Eln y el Frente Óliver Sinisterra (FOS) de las disidencias de las Farc.
Líderes de la región le contaron a El Espectador que en la zona solo ha habido cambios en los modus operandi de los grupos, pues han disminuido sus ataques en las carreteras y ahora llegan directamente a las casas de los gobernadores awá para amenazarlos, y dejan en los pueblos panfletos en los que notifican toques de queda propios.
Educación a distancia: una misión imposible para los awá
La virtualización de las clases para los awá no es una posibilidad. Gabriel Bisbicus, consejero de educación de los awá, reitera que los decretos emitidos a nivel nacional y departamental no son aplicables a sus zonas rurales dispersas, porque su acceso a la energía eléctrica o a medios tecnológicos es precaria.
Por tal motivo, y a raíz del aislamiento social, el funcionario precisó que actualmente no hay clases en 150 escuelas awá y que uno de los desafíos más grandes ha sido intentar llevar guías de estudio impresas a los menores.
“Las disidencias y el Eln controlan los pasos entre las escuelas y las comunidades. Nuestra idea es hacer unas guías impresas y mandarlas en sobres de manila para que los niños estudien hasta el 31 de mayo, pero llevarlas es complicado porque estas personas a veces no permiten el paso y esto imposibilita la continuidad educativa. Lo mismo pasa con los envíos de alimentación escolar. Estas provisiones no les han llegado y nuestras formas para comunicarnos con los padres de familia son escasas”, afirmó Bisbicus.
El consejero teme que la presencia de estos grupos, sumada a la preocupación latente por los temas de salud, ligados a la pandemia, genere altas tasas de deserción escolar. “He escuchado de la voz de varios niños cosas aterradoras como “para qué vamos a seguir estudiando si además de la existencia de una pandemia, nos pueden matar los grupos armados”. Por cosas como esas pienso que nos ven como un país aparte, vivimos desinformados, amenazados y los niños ya perciben esas cosas en su diario vivir”, agregó.
Las ayudas que llegan son escasas y con condiciones
Desde la Misión de Observación Electoral en Nariño afirman que hay cientos de familias awá que no aparecen en las bases de datos de la Gobernación y por tal motivo no tienen acceso a mercados o algún otro tipo de ayudas.
Asimismo, denuncian que en el municipio de Ricaurte hay gobernadores awá que prometen la llegada de ayudas a cambio de un respaldo electoral.
La respuesta del Estado ante el problema de educación
María Victoria Angulo, ministra de Educación, sostiene que la comunidad educativa indígena a nivel nacional contará, en un tiempo que no fue definido, con herramientas e insumos de conectividad que permitan la educación a distancia de los jóvenes de estos grupos étnicos.
A su vez, propone que desde su cartera se financiarán, a través de los Fondos de Servicios Educativos, las guías impresas y talleres en los territorios, como los mencionados por Gabriel Bisbicus. Sin embargo, el problema no es la falta de guías físicas para los estudiantes, sino las condiciones de seguridad que atraviesan estos lugares para hacer llegar el material.
MinSalud, por su parte, propuso que el alcance diferenciado a las comunidades indígenas se realiza por medio de su Oficina de Promoción Social. Al referirse a la región en cuestión, advirtieron que sus esfuerzos están en la atención de dos indígenas del pueblo Los Pastos, quienes contrajeron el virus y están recuperándose en Cumbal, Nariño.
Mientras que el país suma más de 3.800 casos por coronavirus, de los cuales 47 se han reportado en Nariño, la situación que viven los cerca de 35.000 indígenas awá en Tumaco, Samaniego, Ricaurte, Barbacoas y Roberto Payán, es más que desoladora y por motivos que van más allá de la pandemia.
Según funcionarios del Consejo Mayor de la Unidad Indígena del Pueblo Awá (UNIPA), que pidieron reserva de identidad, por la zona de asentamiento de estas comunidades se localizan 14 grupos armados que, a pesar de la cuarentena a nivel nacional, amenazan constantemente a miembros de los cabildos indígenas e ingresan a los hogares awá a robar alimentos que estas familias están guardando para resistir el confinamiento. Por si esto fuera poco, el pasado 27 de marzo fue asesinado a orillas del río Pipalta, Wilder García, un líder awá del Resguardo de Tortugaña Telembí, que no tenía amenazas previas en su contra.
Carlos Nastacuas, concejal delegado por los awá en Tumaco, advierte que los puestos de salud no están en condiciones de tratar eventuales casos de COVID-19 y que la única alternativa que tienen estos indígenas de ser atendidos de manera integral, en caso de adquirir el virus, es trasladándolos a Pasto o Ipiales.
Los problemas de salud que trascienden al coronavirus
El Consejo Mayor de la UNIPA reportó que durante 2019 hubo 5.000 casos de infecciones respiratorias agudas y 600 casos de enfermedades diarreicas por la falta de acceso al agua potable dentro de la comunidad. José Arturo García, consejero de salud de los awá, señaló a este diario que a la fecha hay 19 pacientes con tuberculosis, quienes solo cuentan con el acceso a una casa de la comunidad en Barbacoas, en la que se les da atención primaria y se les remite a centros asistenciales más grandes, porque “no hay capacidad médica para atender gente con esta enfermedad o con COVID-19, en caso de que llegue a nuestro territorio”.
Tanto el concejal Nastacuas como García temen que la atención de estas personas remitidas a Tumaco no sea suficiente, sobre todo porque el Hospital Divino Niño, en este distrito, es de tercera categoría y no cuenta con unidades de cuidados intensivos, ni con camas adecuadas para emergencias virales. “Tumaco, que es la primera opción para una atención médica que tienen los awás, es una alternativa que difícilmente pueda salvar vidas, sean con casos de coronavirus o con enfermedades más mortíferas”, agregó Nastacuas.
El consejero García asegura que a raíz de la pandemia nota en su comunidad problemas de salud mental, porque “el 90 % de nosotros vivimos del día a día y para muchos es imposible parar por más de un mes. Decidir si salir o no es un peso emocional muy grande para muchas personas de acá”, agregó.
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La violencia armada no cesa en tiempos de pandemia
Desde el Consejo Mayor UNIPA denuncian que la guardia indígena, encargada de cuidar, vigilar y establecer los controles dentro de la comunidad para que se cumpla la cuarentena en la medida de lo posible, está siendo intimidada, desde las provincias ecuatorianas de Esmeraldas y El Carchi, que conectan con territorio colombiano; así como en las carreteras que unen a Tumaco con Barbacoas, pasando por la zona rural de Llorente y la vía Junín. También, los límites entre los municipios en donde están los awá, son controlados por “Los Contadores”, estructuras del Eln y el Frente Óliver Sinisterra (FOS) de las disidencias de las Farc.
Líderes de la región le contaron a El Espectador que en la zona solo ha habido cambios en los modus operandi de los grupos, pues han disminuido sus ataques en las carreteras y ahora llegan directamente a las casas de los gobernadores awá para amenazarlos, y dejan en los pueblos panfletos en los que notifican toques de queda propios.
Educación a distancia: una misión imposible para los awá
La virtualización de las clases para los awá no es una posibilidad. Gabriel Bisbicus, consejero de educación de los awá, reitera que los decretos emitidos a nivel nacional y departamental no son aplicables a sus zonas rurales dispersas, porque su acceso a la energía eléctrica o a medios tecnológicos es precaria.
Por tal motivo, y a raíz del aislamiento social, el funcionario precisó que actualmente no hay clases en 150 escuelas awá y que uno de los desafíos más grandes ha sido intentar llevar guías de estudio impresas a los menores.
“Las disidencias y el Eln controlan los pasos entre las escuelas y las comunidades. Nuestra idea es hacer unas guías impresas y mandarlas en sobres de manila para que los niños estudien hasta el 31 de mayo, pero llevarlas es complicado porque estas personas a veces no permiten el paso y esto imposibilita la continuidad educativa. Lo mismo pasa con los envíos de alimentación escolar. Estas provisiones no les han llegado y nuestras formas para comunicarnos con los padres de familia son escasas”, afirmó Bisbicus.
El consejero teme que la presencia de estos grupos, sumada a la preocupación latente por los temas de salud, ligados a la pandemia, genere altas tasas de deserción escolar. “He escuchado de la voz de varios niños cosas aterradoras como “para qué vamos a seguir estudiando si además de la existencia de una pandemia, nos pueden matar los grupos armados”. Por cosas como esas pienso que nos ven como un país aparte, vivimos desinformados, amenazados y los niños ya perciben esas cosas en su diario vivir”, agregó.
Las ayudas que llegan son escasas y con condiciones
Desde la Misión de Observación Electoral en Nariño afirman que hay cientos de familias awá que no aparecen en las bases de datos de la Gobernación y por tal motivo no tienen acceso a mercados o algún otro tipo de ayudas.
Asimismo, denuncian que en el municipio de Ricaurte hay gobernadores awá que prometen la llegada de ayudas a cambio de un respaldo electoral.
La respuesta del Estado ante el problema de educación
María Victoria Angulo, ministra de Educación, sostiene que la comunidad educativa indígena a nivel nacional contará, en un tiempo que no fue definido, con herramientas e insumos de conectividad que permitan la educación a distancia de los jóvenes de estos grupos étnicos.
A su vez, propone que desde su cartera se financiarán, a través de los Fondos de Servicios Educativos, las guías impresas y talleres en los territorios, como los mencionados por Gabriel Bisbicus. Sin embargo, el problema no es la falta de guías físicas para los estudiantes, sino las condiciones de seguridad que atraviesan estos lugares para hacer llegar el material.
MinSalud, por su parte, propuso que el alcance diferenciado a las comunidades indígenas se realiza por medio de su Oficina de Promoción Social. Al referirse a la región en cuestión, advirtieron que sus esfuerzos están en la atención de dos indígenas del pueblo Los Pastos, quienes contrajeron el virus y están recuperándose en Cumbal, Nariño.