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A principios de junio, los medios de comunicación reportaron el desplazamiento de 427 indígenas Wounaan hacia la cabecera municipal de Litoral del San Juan, al sur del Chocó. Salieron aterrorizados de su resguardo, Pichimá, apenas con lo que tenían puesto debido a que quedaron en medio de un combate entre el Eln y una disidencia de las Farc. Esa imagen de cientos de colombianos huyendo de la guerra se ha repetido miles de veces en los últimos años y sus víctimas luchan por sobrevivir en medio de entornos que les son extraños y, en muchos casos, hostiles.
Tras unos años de disminución, las cifras de desplazamiento forzado en Colombia volvieron a subir en el 2018. Así lo demuestran los registros del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, según las cuales 145000 colombianos abandonaron sus hogares huyendo de la guerra el año pasado. Esa cifra representa un incremento frente a la reportada en 2017: 139000 desplazados. “Vemos una clara tendencia al incremento”, dice Christian Visnes, director en Colombia del Consejo Noruego para los Refugiados.
Hay tres regiones que tienen preocupadas a las organizaciones que trabajan con desplazados: el Bajo Cauca antioqueño, el Pacífico y el Catatumbo (Norte de Santander). En esas tres regiones se están librando diferentes guerras. En la primera, los grupos paramilitares se están disputando territorios que son claves para la exportación de drogas ilícitas, en la segunda han surgido diferentes disidencias de las Farc y el Eln se ha peleado espacios con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. La tercera región ha sido víctima de dos guerras desde marzo de 2018: el año pasado el Eln y el Epl se disputaron a muerte los territorios que dejó el frente 33 de las Farc, esa confrontación se aplacó este año, pero el Estado activó una Fuerza de Despliegue Rápido del Ejército que ha atizado los choques armados, sobretodo, con los elenos. En esta zona de Norte de Santander el desplazamiento ha disminuido en 2019, con respecto a 2018, pero la situación de orden público sigue deteriorada. “Para muchas comunidades la situación va de mal en peor”, opina Visnes.
El director del Consejo Noruego para los Refugiados en Colombia dice que con la firma del Acuerdo de paz entre el Estado y las Farc se dio una oportunidad, entendiendo que un actor armado desaparecía y con él las confrontaciones que se presentaban periódicamente. Sin embargo, esa oportunidad fue desperdiciada. “Lo que pasó es que el Estado no tomó el control, sino que aparecieron otros grupos”, señala. Eso queda demostrado en que los focos de desplazamiento están ubicados en zonas donde las Farc salieron y diferentes grupos armados llegaron a copar esos territorios. “El diagnóstico es de preocupación”, complementa Mauricio García, director en Colombia y América Latina del Servicio Jesuita para los Refugiados.
Pero la presencia que demandan las regiones más afectadas por el conflicto armado no es solamente militar. Visnes insiste en que en esas zonas del país no hay acceso a sistemas, por ejemplo, de salud y educación de calidad. “Todos los factores que producen desplazamiento, la desprotección de las poblaciones donde hay grupos armados no estatales, aumentan”, enfatiza. Entre las soluciones al desplazamiento que plantea Visnes están acciones de protección enfocadas a fortalecer la educación, la salud, la infraestructura y las oportunidades económicas para las personas que habitan territorios en los que persiste el conflicto armado. “Eso no se da de un día para otro. Se pensó que tras el proceso de paz con las Farc iban a iniciar ese proceso, pero no es lo que se está viendo”, enfatiza.
A esas situaciones de desprotección y abandono se suma una realidad que están teniendo que afrontar los desplazados: la invisibilización. “El desplazamiento interno en Colombia se está invisibilizando”, asegura García. En ese punto coincidieron con Visnes, la mayor parte de la atención estatal se está enfocando en la migración venezolana, por la cual han llegado 1300000 personas provenientes del vecino país. Visnes aclaró que “para nosotros son todos seres humanos que sufren para buscar protección o mejorar su situación en otra parte”.
García denuncia que existe un desmonte de las políticas estatales de atención a las víctimas de desplazamiento en Colombia. Según él, en varias regiones del país “están empezando a reportar que hay carencias de recursos”. “Las ayudas de emergencia y para el retorno de las comunidades en este momento prácticamente no se consiguen”, complementó.
Con el fin de darle visibilidad al problema, varias organizaciones se unieron para, en el marco del Día Mundial del Refugiado y del Desplazado, desarrollar el conversatorio Respuesta al incremento del desplazamiento forzado. La cita es en Bogotá este jueves 20 de junio en el hotel DoubleTree by Hilton Parque 93 (Cra. 11B # 96 – 59), la entrada es gratis, pero con inscripción previa (que se puede hacer en este enlace). El evento cuenta con el apoyo de la Embajada de la Unión Europea en Colombia, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
“Si queremos avanzar en la construcción de la paz le tenemos que poner atención a este tipo de problemas”, enfatiza García. Visnes dice que quienes tienen que abandonar sus hogares forzosamente “son personas que viven un sufrimiento terrible” y en Colombia el problema alcanza tal magnitud que comparte con Siria, país que lleva más de ocho años sumido en una guerra civil, el deshonroso primer puesto en desplazamiento forzado a nivel mundial.
Esta es la agenda del evento del pròximo jueves
8:00 – 8:20 a.m.
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Registro
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8:30 – 9:15 a.m.
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Instalación y apertura
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Mesa de discusión
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9:15 – 11:50 a.m.
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11:50 – 12:00 m.
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Conclusiones
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