“Los que piden la guerra no saben qué es ponerle el pecho a las balas”: gobernador de Arauca
Ricardo Alvarado reconoce que la paz de Colombia pasa por Venezuela, pero advierte que no se puede caer en la provocación, y dice que el 40 % del Eln y las disidencias de las Farc están en el vecino país.
Gloria Castrillón
El gobernador de Arauca, Ricardo Alvarado, es médico y después de ser concejal y alcalde de la capital araucana sobrevivió a la guerra en la que se trenzaron las Farc y el Eln en su departamento y que dejó, según algunos estudiosos del tema, más de 2.400 muertos, miles de desplazados y varias veredas arrasadas que aún no se recuperan de la confrontación.
No se reconoce como víctima ni sobreviviente del conflicto, pero cuenta que se salvó de un secuestro por parte de las Farc, de un atentado que le tenía preparado el Eln y que aun viviendo en Bogotá los paramilitares lo buscaron para asesinarlo. Varios dirigentes políticos (gobernadores, congresistas, alcaldes y concejales) no corrieron esa suerte y cayeron bajo las balas de los tres grupos. Dice que esa experiencia le dio elementos para entender que la salida al conflicto no es con más bala. No entiende cómo la gente que está en Bogotá, desde sus escritorios, hace llamados a continuar la guerra. “Los que hablan así no tienen idea de ponerle el pecho a las balas”, reclama.
¿Por qué quiso ser gobernador después de que los grupos armados lo quisieron matar?
El peligro más grande es quedarse atado a la rabia, a la frustración y al dolor. A mí me mataron a toda mi generación: el alcalde anterior a la época en la que ejercí un cargo de elección popular, tres exgobernadores, el gobernador anterior. Todos muertos. Esto me da la libertad y la tranquilidad para decir que no le tengo miedo a la muerte. Me tocaron las fibras, pero puedo decirles que están equivocados. Y que la guerra no es una solución para el cambio social.
(Puede interesarle: Estigmatización y ausencia del Estado, causas de los asesinatos contra líderes)
¿Qué piensa de que el senador Álvaro Uribe diga que hay que “sacar de Venezuela” a “Iván Márquez” y a otros disidentes?
Cuando se desescaló el conflicto entre el Eln y las entonces Farc hubo un repliegue de casi el 40 % de la fuerza de los elenos hacia Venezuela. En ese momento señalábamos que el futuro del proceso de paz, que en ese entonces venía en curso, pasaba por Venezuela. Luego aparecieron las disidencias y el presidente Maduro aceptó tácitamente su presencia cuando les dice que son bienvenidos. Entiendo la expresión del expresidente Uribe, porque en el pasado él hizo lo mismo en Ecuador cuando bombardearon a Raúl Reyes. Pero como araucano y gobernador le digo: eso no nos favorece, no podemos caer a la tentación de responder así a la anormalidad de Venezuela y menos en el marco de los acuerdos y tratados internacionales a los que está obligado el Estado. Insistimos en el diálogo. Esa respuesta sería contraria a esa deuda histórica que tenemos con Venezuela.
¿Qué pasaría si lo que dice el expresidente ocurre?
Eso no puede pasar. Los araucanos compartimos apellidos, familias. Muchos tenemos a nuestros hermanos, primos y demás familiares al otro lado de la frontera. Con el cierre de la frontera, en 2015, nuestra economía quedó completamente fragmentada. La frontera en el oriente araucano es una línea imaginaria, eso quiere decir que no hay un accidente geográfico ni un río ni una montaña que delimite, ¿cómo implementar la seguridad para el departamento en ese hipotético hecho? Por eso abogamos por un diálogo sin dejar de lado nuestra soberanía.
¿Ustedes saben dónde está el Eln en Venezuela?
Sabemos que están en un parque natural que comparte territorio venezolano con Norte de Santander y Arauca, pasando por la franja de Boyacá. Ahí viven ellos. Eso ya no es un secreto. A veces la peor mentira es tratar de disfrazar las verdades. Venezuela no puede negar eso. Uno de los elementos más tristes para esta frontera es que logramos erradicar la totalidad de la coca en un ejercicio de organización del campesino, el cocalero y el excombatiente. Pero nuestro territorio es utilizado por las aeronaves para sacar la coca que viene del río Guayabero, desde Guaviare. Y no sé si por la incapacidad del Estado venezolano, pero se ve el aumento de estas pistas clandestinas. Eso hace que las disidencias de las Farc residan al otro lado. Además, hay oro, coltán, entre otros, controlados por grupos armados ilegales. Ellos saben que la única forma de legitimar su presencia en Venezuela y hacer presión en territorio colombiano es constituirse en una fuerza que ellos llaman multinacional, como el gran ejército de estas dos repúblicas para propagar sus ideas guerrilleras.
(Podría interesarle: “A las mujeres nos victimizan el doble cuando somos lideresas sociales”: Francisca Aidee Castillo)
¿Qué hacer para que los excombatientes que están en su departamento no se vayan de nuevo a la guerra?
Cuando empieza el proceso de paz, nosotros no esperamos a que llegaran los recursos la implementación. Con mucha tristeza, debo decir que hay un afán en otros mandatarios de acceder a los recursos de la paz. De las 73 iniciativas que surgen de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial, hemos avanzado en 51. Antes de que se firmara el acuerdo, nosotros hicimos el proceso de erradicación. Entendíamos que era fundamental generar una economía paralela a la misma coca, fuimos los primeros en graduar a excombatientes de las Farc en formación técnica para luego pasar a la profesional. Fuimos, junto con Montes de María, los dos únicos PDTES que firmó el expresidente Santos. Creo que es un error tratar a los excombatientes como figuras aisladas, tienen que integrarse en el entramado social. Por eso veo muy difícil que los araucanos que hicieron parte de ese grupo vuelvan al conflicto.
¿Cree necesario que se inicie una negociación con el Eln?
La comunidad está presionada por el chantaje, la extorsión y las amenazas del Eln. La consecuencia lógica sería avanzar en el diálogo. Pero estos diálogos deben ser propositivos. No podemos dialogar mientras sigan secuestrando, reclutando niños. No nos digamos mentiras: aquí nos podríamos quedar toda la vida echándonos bala y acabando los unos con los otros. Mañana matan a 10 guerrilleros y al día siguiente reclutan a otros 10. Y si estos grupos están en Venezuela, ¿a dónde vamos a disparar? ¿Dónde está el enemigo? La paz pasa por el diálogo con el Eln, pero eso no puede pasar por encima de los derechos humanos.
¿Qué es eso de pedirles a los grupos armados unos mínimos humanitarios?
Aun en la guerra hay elementos que no son discutibles: el cuerpo de la mujer no es territorio de guerra; cada vida es irrepetible, cada persona es irreemplazable y cada muerte es irreversible; no más niños, niñas y adolescentes en la guerra; no más uso de bombas, explosivos y minas antipersonas; hay que proteger a los indígenas, afros y campesinos; respetar la vida de los líderes y lideresas sociales, y, finalmente, el conflicto armado no es un asunto de migrantes. Sobre las carreteras y alrededor de los lugares donde transitan los venezolanos, hay reclutamiento. Son grupos que se aprovechan de la miseria y les pagan $200 mil o $400 mil para meterlos a la guerra. No puede ser que este fin de semana en los procesos de desminado hirieran a quienes nos ayudan a salvarles la vida a las personas. Y tenemos el caso del pueblo hitnu, que ha sido muy afectado por el reclutamiento y la pobreza a causa de la guerra. Por eso queremos declararnos territorios de paz y exigir estos mínimos.
El gobernador de Arauca, Ricardo Alvarado, es médico y después de ser concejal y alcalde de la capital araucana sobrevivió a la guerra en la que se trenzaron las Farc y el Eln en su departamento y que dejó, según algunos estudiosos del tema, más de 2.400 muertos, miles de desplazados y varias veredas arrasadas que aún no se recuperan de la confrontación.
No se reconoce como víctima ni sobreviviente del conflicto, pero cuenta que se salvó de un secuestro por parte de las Farc, de un atentado que le tenía preparado el Eln y que aun viviendo en Bogotá los paramilitares lo buscaron para asesinarlo. Varios dirigentes políticos (gobernadores, congresistas, alcaldes y concejales) no corrieron esa suerte y cayeron bajo las balas de los tres grupos. Dice que esa experiencia le dio elementos para entender que la salida al conflicto no es con más bala. No entiende cómo la gente que está en Bogotá, desde sus escritorios, hace llamados a continuar la guerra. “Los que hablan así no tienen idea de ponerle el pecho a las balas”, reclama.
¿Por qué quiso ser gobernador después de que los grupos armados lo quisieron matar?
El peligro más grande es quedarse atado a la rabia, a la frustración y al dolor. A mí me mataron a toda mi generación: el alcalde anterior a la época en la que ejercí un cargo de elección popular, tres exgobernadores, el gobernador anterior. Todos muertos. Esto me da la libertad y la tranquilidad para decir que no le tengo miedo a la muerte. Me tocaron las fibras, pero puedo decirles que están equivocados. Y que la guerra no es una solución para el cambio social.
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¿Qué piensa de que el senador Álvaro Uribe diga que hay que “sacar de Venezuela” a “Iván Márquez” y a otros disidentes?
Cuando se desescaló el conflicto entre el Eln y las entonces Farc hubo un repliegue de casi el 40 % de la fuerza de los elenos hacia Venezuela. En ese momento señalábamos que el futuro del proceso de paz, que en ese entonces venía en curso, pasaba por Venezuela. Luego aparecieron las disidencias y el presidente Maduro aceptó tácitamente su presencia cuando les dice que son bienvenidos. Entiendo la expresión del expresidente Uribe, porque en el pasado él hizo lo mismo en Ecuador cuando bombardearon a Raúl Reyes. Pero como araucano y gobernador le digo: eso no nos favorece, no podemos caer a la tentación de responder así a la anormalidad de Venezuela y menos en el marco de los acuerdos y tratados internacionales a los que está obligado el Estado. Insistimos en el diálogo. Esa respuesta sería contraria a esa deuda histórica que tenemos con Venezuela.
¿Qué pasaría si lo que dice el expresidente ocurre?
Eso no puede pasar. Los araucanos compartimos apellidos, familias. Muchos tenemos a nuestros hermanos, primos y demás familiares al otro lado de la frontera. Con el cierre de la frontera, en 2015, nuestra economía quedó completamente fragmentada. La frontera en el oriente araucano es una línea imaginaria, eso quiere decir que no hay un accidente geográfico ni un río ni una montaña que delimite, ¿cómo implementar la seguridad para el departamento en ese hipotético hecho? Por eso abogamos por un diálogo sin dejar de lado nuestra soberanía.
¿Ustedes saben dónde está el Eln en Venezuela?
Sabemos que están en un parque natural que comparte territorio venezolano con Norte de Santander y Arauca, pasando por la franja de Boyacá. Ahí viven ellos. Eso ya no es un secreto. A veces la peor mentira es tratar de disfrazar las verdades. Venezuela no puede negar eso. Uno de los elementos más tristes para esta frontera es que logramos erradicar la totalidad de la coca en un ejercicio de organización del campesino, el cocalero y el excombatiente. Pero nuestro territorio es utilizado por las aeronaves para sacar la coca que viene del río Guayabero, desde Guaviare. Y no sé si por la incapacidad del Estado venezolano, pero se ve el aumento de estas pistas clandestinas. Eso hace que las disidencias de las Farc residan al otro lado. Además, hay oro, coltán, entre otros, controlados por grupos armados ilegales. Ellos saben que la única forma de legitimar su presencia en Venezuela y hacer presión en territorio colombiano es constituirse en una fuerza que ellos llaman multinacional, como el gran ejército de estas dos repúblicas para propagar sus ideas guerrilleras.
(Podría interesarle: “A las mujeres nos victimizan el doble cuando somos lideresas sociales”: Francisca Aidee Castillo)
¿Qué hacer para que los excombatientes que están en su departamento no se vayan de nuevo a la guerra?
Cuando empieza el proceso de paz, nosotros no esperamos a que llegaran los recursos la implementación. Con mucha tristeza, debo decir que hay un afán en otros mandatarios de acceder a los recursos de la paz. De las 73 iniciativas que surgen de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial, hemos avanzado en 51. Antes de que se firmara el acuerdo, nosotros hicimos el proceso de erradicación. Entendíamos que era fundamental generar una economía paralela a la misma coca, fuimos los primeros en graduar a excombatientes de las Farc en formación técnica para luego pasar a la profesional. Fuimos, junto con Montes de María, los dos únicos PDTES que firmó el expresidente Santos. Creo que es un error tratar a los excombatientes como figuras aisladas, tienen que integrarse en el entramado social. Por eso veo muy difícil que los araucanos que hicieron parte de ese grupo vuelvan al conflicto.
¿Cree necesario que se inicie una negociación con el Eln?
La comunidad está presionada por el chantaje, la extorsión y las amenazas del Eln. La consecuencia lógica sería avanzar en el diálogo. Pero estos diálogos deben ser propositivos. No podemos dialogar mientras sigan secuestrando, reclutando niños. No nos digamos mentiras: aquí nos podríamos quedar toda la vida echándonos bala y acabando los unos con los otros. Mañana matan a 10 guerrilleros y al día siguiente reclutan a otros 10. Y si estos grupos están en Venezuela, ¿a dónde vamos a disparar? ¿Dónde está el enemigo? La paz pasa por el diálogo con el Eln, pero eso no puede pasar por encima de los derechos humanos.
¿Qué es eso de pedirles a los grupos armados unos mínimos humanitarios?
Aun en la guerra hay elementos que no son discutibles: el cuerpo de la mujer no es territorio de guerra; cada vida es irrepetible, cada persona es irreemplazable y cada muerte es irreversible; no más niños, niñas y adolescentes en la guerra; no más uso de bombas, explosivos y minas antipersonas; hay que proteger a los indígenas, afros y campesinos; respetar la vida de los líderes y lideresas sociales, y, finalmente, el conflicto armado no es un asunto de migrantes. Sobre las carreteras y alrededor de los lugares donde transitan los venezolanos, hay reclutamiento. Son grupos que se aprovechan de la miseria y les pagan $200 mil o $400 mil para meterlos a la guerra. No puede ser que este fin de semana en los procesos de desminado hirieran a quienes nos ayudan a salvarles la vida a las personas. Y tenemos el caso del pueblo hitnu, que ha sido muy afectado por el reclutamiento y la pobreza a causa de la guerra. Por eso queremos declararnos territorios de paz y exigir estos mínimos.