El enfoque psicosocial, un impulsor del sistema de justicia transicional
Gracias al trabajo de grupos especializados que acompañan a las víctimas y los responsables de graves delitos, las entidades del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición han logrado avanzar en su búsqueda de verdad. Acompañamiento, diálogos y pedagogía son la herramientas más utilizadas para garantizar la participación de las víctimas.
Atreverse a contar la verdad sobre los crímenes es el paso más difícil para quienes han vivido la guerra. Pero es también, quizá, el más indispensable, sobre todo cuando se vive una transición hacia la paz, como lo está haciendo Colombia. Se requiere de valentía y también de una ayuda extra, de un proceso que prepare a las víctimas y a los responsables para narrar los episodios más dolorosos de sus vidas.
Dicho proceso hace parte de un enfoque que hoy es transversal en la mayoría de las entidades que trabaja para garantizar los derechos de las víctimas del conflicto armado: el psicosocial, una herramienta que allana el camino para conocer la verdad, impartir justicia, reparar y garantizar la participación de las víctimas.
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Así lo concluyó un grupo de profesionales del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, creado después del acuerdo de paz, y de otras entidades estatales, en medio de un diálogo promovido por la Corporación Conciudadanía que buscaba explicar de qué se tratan los acompañamientos psicosociales y por qué son tan importantes en medio de la consolidación de un sistema de justicia transicional.
En palabras de Dalila Pulgarín, funcionaria de la Unidad de Víctimas en Antioquia, el enfoque psicosocial es como “ponerse unas gafas que nos permiten focalizar el sufrimiento de los sobrevivientes del conflicto armado”. Está, según Pulgarín, apoyado en diversas herramientas que garantizan un acompañamiento integral y permanente a las víctimas e, incluso, los victimarios que hoy deciden participar dentro de un proceso de justicia o verdad.
Aunque el enfoque psicosocial es transversal a todas las entidades del Sistema Integral, es decir, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV), la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), cada una ha sabido adecuarla a sus necesidades y objetivos. Lo cierto es que cuentan con grupos especializados para tratar las crisis, las frustraciones y manejar las expectativas de quienes participan en ellas.
En el caso de la Comisión, por ejemplo, ha funcionado en los testimonios. Dora Lucía Lancheros, coordinadora del enfoque psicosocial de la CEV, asegura que gracias a la capacitación de los funcionarios y otros recursos, quienes han contado qué les sucedió en los territorios han podido sentirse en un “un espacio de acogida, de cercanía emocional y empatía”.
Este no es un asunto menor, pues es una de las bases para lograr encontrar la verdad que, espera, esclarezca patrones y no dé paso a la repetición. Por eso, el enfoque psicosocial no se trata únicamente de acompañar y entender a quien relata su vivencia en la guerra, sino también conectarse con los hechos: “Significa entender que esa otra persona trae una experiencia, una historia, así que debe ser acogida y para eso necesita palabras de comprensión y aclarar expectativas de lo que se hará y hasta dónde se puede llegar”.
Y es que sólo así se logra tejer una confianza que permite que los procesos y la justicia avancen. En el caso de la JEP, dice Ana María Ramírez, líder en el departamento de atención nacional a víctimas de esta entidad, el enfoque psicosocial ha logrado que, por primera vez, las víctimas confíen en el Estado.
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"Desafortunadamente, las personas que llegan a la jurisdicción son personas que no han tenido nunca una respuesta de la justicia o si la han tenido, esta no se ha centrado en sus necesidades o daños que les ha generado el conflicto. Esto nos genera un reto enorme. Gracias al enfoque psicosocial construimos unos mínimos de confianza con las víctimas y los perfiles que llegan buscando verdad", manifiesta Ramírez, quien además asegura que el enfoque les da herramientas a los funcionarios para comprender las dinámicas territoriales que, advierte Ramírez, "han estado marcadas por la impunidad y ausencia de la justicia".
Eso impacta, sin duda, en la manera como se desarrolla, por ejemplo, una audiencia o una declaración. Hay momentos en los que esas diligencias pueden llegar a generar unos impactos fuertes a quienes acuden ellas o salen a flote los dolores de las víctimas. El enfoque, de alguna manera, da un contexto de qué sucede en los espacios y logra que no se desconozcan las emociones, los procesos, los saberes y las historias de cada persona.
Lo anterior no sólo contribuye a evitar la revictimización, sino que también abre puertas que hasta ahora la justicia no había tocado: “Permite nombrar lo que no se ha nombrado. La magistratura se ha encontrado con relatos de personas que dicen que es la primera vez que van a contar sus hechos”. Por esta razón, la estrategia de acompañamiento y pedagogía con quienes se acogen o participan en la JEP es permanente. Las víctimas, por ejemplo, la tienen desde el momento en el que diseñan informes hasta el momento de relatar sus historias.
Yolima Quintero, representante de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, habla del enfoque psicosocial como "un imperativo ético y categórico en su actuación". Reitera que es una forma de comprender el mundo de relaciones y el significado que las familias le han otorgado al sufrimiento provocado por el conflicto armado y los contextos territoriales donde han ocurrido las desapariciones forzadas.
“Dentro de él están la escucha reflexiva, la motivación de la participación diferenciadas, el reconocimiento de las otredades. Pero también es un enfoque para la dignificación de quienes fueron desaparecidos, porque no puede ser una justificación para sancionar o justiciar un acto en medio de la guerra. Y, claro, hacer duelos”, agrega.
Para Quintero, el éxito de la búsqueda y de una buena implementación del enfoque psicosocial es la buena comunicación con las comunidades y las víctimas, entendiendo sus particularidades y sus capacidades. No en vano, aclara, quienes lideran los procesos de búsqueda de desaparecidos son los familiares.
Todas coinciden que trabajar con la pandemia es complejo, pero las entidades continúan prestando sus servicios de manera virtual. Llamadas, cartas, encuentros por plataformas son algunas de las metodologías para ir trabajando el dolor. Además, añade Quintero, lo hacen de manera conjunta: “La articulación interinstitucional es fundamental. Con el Siste Integral hemos estado con la CEV y la JEP mirando otras posibilidades de respuestas”.
“En la JEP, el desafío que nos pone la pandemia ha sido bellísimo. Tenemos 40 personas a nivel nacional. Lo que hemos hecho es caracterizar la población que acompañamos y cuál es su acceso o uso de tecnologías para comunicarnos... la gran mayoría no tiene celular o acceso de internet, así nos dimos a la tarea de saber dónde están para hacerles llegar la información clara. También conseguimos unos aliados estratégicos con las comunidades que nos mantienen en contacto”, afirma Ana María Ramírez.
El reto continúa. Ahora trabajan a distancia y tratan de explicarles a quienes se han acogido o participado del Sistema Integral desde utilizar computadores hasta cómo participar en las diligencias judiciales, toma de testimonios y búsqueda. El compromiso, aseguran las expertas, es mantener el contacto para no menoscabar un avance del Sistema Integral: la confianza.
Atreverse a contar la verdad sobre los crímenes es el paso más difícil para quienes han vivido la guerra. Pero es también, quizá, el más indispensable, sobre todo cuando se vive una transición hacia la paz, como lo está haciendo Colombia. Se requiere de valentía y también de una ayuda extra, de un proceso que prepare a las víctimas y a los responsables para narrar los episodios más dolorosos de sus vidas.
Dicho proceso hace parte de un enfoque que hoy es transversal en la mayoría de las entidades que trabaja para garantizar los derechos de las víctimas del conflicto armado: el psicosocial, una herramienta que allana el camino para conocer la verdad, impartir justicia, reparar y garantizar la participación de las víctimas.
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Así lo concluyó un grupo de profesionales del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, creado después del acuerdo de paz, y de otras entidades estatales, en medio de un diálogo promovido por la Corporación Conciudadanía que buscaba explicar de qué se tratan los acompañamientos psicosociales y por qué son tan importantes en medio de la consolidación de un sistema de justicia transicional.
En palabras de Dalila Pulgarín, funcionaria de la Unidad de Víctimas en Antioquia, el enfoque psicosocial es como “ponerse unas gafas que nos permiten focalizar el sufrimiento de los sobrevivientes del conflicto armado”. Está, según Pulgarín, apoyado en diversas herramientas que garantizan un acompañamiento integral y permanente a las víctimas e, incluso, los victimarios que hoy deciden participar dentro de un proceso de justicia o verdad.
Aunque el enfoque psicosocial es transversal a todas las entidades del Sistema Integral, es decir, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV), la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), cada una ha sabido adecuarla a sus necesidades y objetivos. Lo cierto es que cuentan con grupos especializados para tratar las crisis, las frustraciones y manejar las expectativas de quienes participan en ellas.
En el caso de la Comisión, por ejemplo, ha funcionado en los testimonios. Dora Lucía Lancheros, coordinadora del enfoque psicosocial de la CEV, asegura que gracias a la capacitación de los funcionarios y otros recursos, quienes han contado qué les sucedió en los territorios han podido sentirse en un “un espacio de acogida, de cercanía emocional y empatía”.
Este no es un asunto menor, pues es una de las bases para lograr encontrar la verdad que, espera, esclarezca patrones y no dé paso a la repetición. Por eso, el enfoque psicosocial no se trata únicamente de acompañar y entender a quien relata su vivencia en la guerra, sino también conectarse con los hechos: “Significa entender que esa otra persona trae una experiencia, una historia, así que debe ser acogida y para eso necesita palabras de comprensión y aclarar expectativas de lo que se hará y hasta dónde se puede llegar”.
Y es que sólo así se logra tejer una confianza que permite que los procesos y la justicia avancen. En el caso de la JEP, dice Ana María Ramírez, líder en el departamento de atención nacional a víctimas de esta entidad, el enfoque psicosocial ha logrado que, por primera vez, las víctimas confíen en el Estado.
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"Desafortunadamente, las personas que llegan a la jurisdicción son personas que no han tenido nunca una respuesta de la justicia o si la han tenido, esta no se ha centrado en sus necesidades o daños que les ha generado el conflicto. Esto nos genera un reto enorme. Gracias al enfoque psicosocial construimos unos mínimos de confianza con las víctimas y los perfiles que llegan buscando verdad", manifiesta Ramírez, quien además asegura que el enfoque les da herramientas a los funcionarios para comprender las dinámicas territoriales que, advierte Ramírez, "han estado marcadas por la impunidad y ausencia de la justicia".
Eso impacta, sin duda, en la manera como se desarrolla, por ejemplo, una audiencia o una declaración. Hay momentos en los que esas diligencias pueden llegar a generar unos impactos fuertes a quienes acuden ellas o salen a flote los dolores de las víctimas. El enfoque, de alguna manera, da un contexto de qué sucede en los espacios y logra que no se desconozcan las emociones, los procesos, los saberes y las historias de cada persona.
Lo anterior no sólo contribuye a evitar la revictimización, sino que también abre puertas que hasta ahora la justicia no había tocado: “Permite nombrar lo que no se ha nombrado. La magistratura se ha encontrado con relatos de personas que dicen que es la primera vez que van a contar sus hechos”. Por esta razón, la estrategia de acompañamiento y pedagogía con quienes se acogen o participan en la JEP es permanente. Las víctimas, por ejemplo, la tienen desde el momento en el que diseñan informes hasta el momento de relatar sus historias.
Yolima Quintero, representante de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, habla del enfoque psicosocial como "un imperativo ético y categórico en su actuación". Reitera que es una forma de comprender el mundo de relaciones y el significado que las familias le han otorgado al sufrimiento provocado por el conflicto armado y los contextos territoriales donde han ocurrido las desapariciones forzadas.
“Dentro de él están la escucha reflexiva, la motivación de la participación diferenciadas, el reconocimiento de las otredades. Pero también es un enfoque para la dignificación de quienes fueron desaparecidos, porque no puede ser una justificación para sancionar o justiciar un acto en medio de la guerra. Y, claro, hacer duelos”, agrega.
Para Quintero, el éxito de la búsqueda y de una buena implementación del enfoque psicosocial es la buena comunicación con las comunidades y las víctimas, entendiendo sus particularidades y sus capacidades. No en vano, aclara, quienes lideran los procesos de búsqueda de desaparecidos son los familiares.
Todas coinciden que trabajar con la pandemia es complejo, pero las entidades continúan prestando sus servicios de manera virtual. Llamadas, cartas, encuentros por plataformas son algunas de las metodologías para ir trabajando el dolor. Además, añade Quintero, lo hacen de manera conjunta: “La articulación interinstitucional es fundamental. Con el Siste Integral hemos estado con la CEV y la JEP mirando otras posibilidades de respuestas”.
“En la JEP, el desafío que nos pone la pandemia ha sido bellísimo. Tenemos 40 personas a nivel nacional. Lo que hemos hecho es caracterizar la población que acompañamos y cuál es su acceso o uso de tecnologías para comunicarnos... la gran mayoría no tiene celular o acceso de internet, así nos dimos a la tarea de saber dónde están para hacerles llegar la información clara. También conseguimos unos aliados estratégicos con las comunidades que nos mantienen en contacto”, afirma Ana María Ramírez.
El reto continúa. Ahora trabajan a distancia y tratan de explicarles a quienes se han acogido o participado del Sistema Integral desde utilizar computadores hasta cómo participar en las diligencias judiciales, toma de testimonios y búsqueda. El compromiso, aseguran las expertas, es mantener el contacto para no menoscabar un avance del Sistema Integral: la confianza.