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En un evento privado, sin medios de comunicación, al que asistieron tan sólo 37 personas, un grupo de víctimas de la Operación Berlín le entregó a la Jurisdicción Especial para la Paz el informe 'Operación Berlín, memorias del olvido' en el que relatan las violaciones a los derechos humanos que padecieron luego de ser reclutados por las Farc. Tras su vinculación al grupo armado sufrieron vejámenes como la planificación forzada, los entrenamientos extenuantes y una emboscada del Ejército que acabó con la vida de, por lo menos, 74 menores de edad.
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En el evento cuatro desvinculados de las Farc le relataron a los magistrados de la sala de reconocimiento, Iván González y Julieta Lemaitre, lo que tuvieron que padecer en la guerra. Juliana* señaló las afectaciones que sufrieron las niñas que esa guerrilla reclutó. “Toda niña que llegaba era obligada a planificar con inyección o dispositivo intrauterino”. También relató que las mujeres que quedaban embarazadas eran obligadas a abortar, “era cruel porque causaban un impacto psicológico”. Pero no solamente resaltó la responsabilidad de la insurgencia, sino que también culpó al Estado: “No había alternativas para los niños que salían de las escuelas. La falta de oportunidades tiene que ver con las violaciones a los derechos humanos que nosotros sufrimos”, enfatizó. “Nos dejaron totalmente marcadas, eran cosas inhumanas”, concluyó.
Los niños que estuvieron en la Operación Berlín fueron reclutados, en su mayoría, en la zona de distención, un espacio de unos 42.000 kilómetros entre Meta y Caquetá. Integrada por unos 362 guerrilleros, de los cuales 150 eran menores de edad, la columna móvil Arturo Ruiz partió desde dicha zona hacia el Magdalena Medio. Los niños fueron sometidos a los mismos entrenamientos que los adultos y quedaron bajo el mando de ‘Rogelio’ quien a su vez recibía órdenes de Víctor Julio Suárez, más conocido como ‘El mono jojoy’. “Ellos (las Farc) niegan el reclutamiento forzado, pero acá estamos nosotros”, enfatizó Manuel*, quien agregó que él “cumplía las mismas órdenes que una persona de 30 o 40 años”. El joven salió de las filas con un problema en las rodillas por lo que tenía que cargar maletas con sobrepeso.
Cuando los menores de edad reclutados ya habían recorrido varios departamentos en interminables marchas, la columna móvil fue emboscada por el Ejército a la altura de Suratá (Santander) el 18 de noviembre de 2000. Los combates se extendieron durante días.
Diego* contó cómo la Fuerza Pública violó los derechos humanos de los niños y niñas que estuvieron en la Operación Berlín. “La orden fue combatir hasta matarnos”, aseveró apoyándose en unas palabras del general Jorge Enrique Mora Rangel, que para la época era el máximo comandante del Ejército y afirmaba que una Fuerza de Despliegue Rápido había llegado hasta la región para combatir a los “bandidos”. Prensa de la época da cuenta de que la institución castrense tenía información que daba cuenta que la columna móvil tenía entre sus filas, por lo menos, a 100 menores de edad. “A mí me retuvieron en una pieza para sacarme información, yo no les podía decir nada por miedo. Me dejaron dos horas ahí, se fueron y luego volvieron a llegar para preguntarme si en ese momento sí querían hablar”, contó. Las víctimas también denunciaron que fueron testigos de cómo los militares ejecutaron a algunos niños que se entregaron. Según afirmaron, 17 menores de edad fueron asesinados en estado de indefensión luego de que por un radio les dieran la orden a los soldados de quitarles la vida. “Eso se llama una masacre”, recalcó Diego.
El Ejército tiene otra versión. En la edición 195 de la Revista Ejército, publicada por esa institución, se catalogó la acción como una “operación histórica”. El saldo: “Se capturaron 118 subversivos y se neutralizaron 62 más”. “Aunque para ellos haya sido una victoria, para nosotros es el momento más triste”, dijo Marcela*. Incluso Diego señaló a la Fuerza Pública de tener pendiente una tarea: decir en dónde están los niños desaparecidos en medio de la Operación Berlín. “Muchas familias quieren saber en dónde están sus hijos. Que digan dónde los tienen, dónde los metieron”, pidió.
Otra cara de los padecimientos de las víctimas de la Operación Berlín es el abandono estatal al que han estado sometidos después de salir de las filas de la insurgencia. “Se olvidaron de nosotros”, señaló Marcela. Contó que los psicólogos que los atendieron tras salir del campo de batalla “no estaban capacitados”. Además, denunció que la mayoría de víctimas de esos hechos no han recibido la reparación administrativa.
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Una luz de esperanza
“Queremos construir paz, nuestras esperanzas están puestas en el Sistema Integral de Justicia para cerrar este proceso. Queremos que nos digan la verdad y reconozcan lo que pasó”, dijo Marcela. Además, resaltó el trabajo de los profesionales de esa jurisdicción en un taller previo a la presentación del informe. “Quiero felicitar a la JEP porque nos demostraron que son aptos para esto”, señaló. Las víctimas se mostraron optimistas con la labor de ese tribunal.
El informe fue el producto del trabajo de 20 sobrevivientes de la Operación Berlín que se reunieron en Villavicencio el pasado 24 de marzo. Estuvieron acompañados por la organización Benposta Nación de Muchachos. “En este informe reposa nuestro dolor, las lágrimas y el sufrimiento. También están nuestras esperanzas y esperamos que hay justicia”, complementó Marcela.
Iván González, magistrado de la sala de reconocimiento de la JEP, invitó a hacer un minuto de silencio por los niños que han muerto en medio de la guerra. “Estos informes son la visión que nosotros podemos tener de los daños que produjo la guerra para saber qué debemos hacer”, dijo. Además de agradecerle al grupo de sobrevivientes de la Operación Berlín por entregar el documento, invitó a que más víctimas de reclutamiento forzado hagan llegar sus relatos a esa jurisdicción. “Son las primeras víctimas de reclutamiento que nos traen su informe”, recalcó. Y concluyó: “si la guerra de por sí es cruel, cuando esta vincula a los niños ya no queda ningún rastro de humanidad”.
*Los nombres fueron cambiados por petición de las víctimas. Temen ser estigmatizadas.
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