Darío Acevedo: "Si a alguien no le gusta como dirijo está en toda la libertad de renunciar"
Según Arcadia, Acevedo le pidió la renuncia a Rafael Tamayo, exdirector del Museo de Memoria Histórica. En entrevista para este diario, el director del Centro de Memoria Histórica asegura que "solo adelantó un trámite" que Tamayo inició manifestando que quería renunciar.
Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
¿Usted le pidió la renuncia a Rafael Tamayo?
Eso tiene una historia que se remonta a un mes largo. Él me pidió una reunión en la que tuvimos algunas contradicciones sobre las muestras itinerantes en Villaviencio y en Cali, así que me dijo que tenía pensado presentarme su renuncia, también porque él tenía en curso un ofrecimiento de un organismo internacional que al parecer era la ONU. En ese momento me dijo que no era algo que quisiera hacer rápido, pero que, si yo necesitaba que fuera antes, él me presentaba la renuncia cuando le dijera. El lunes de esta semana yo le dije que, teniendo en cuenta esa conversación, me presentara su renuncia para adelantar el proceso. Solo adelanté un trámite que él me había propuesto. De todas maneras, yo tengo la potestad con mi equipo directivo de solicitar la renuncia o declararlos insubsistentes. Ellos son funcionarios de libre nombramiento y remoción. Yo opté por declararlo insubsistente.
(Lea la versión de Rafael Tamayo sobre su renuncia: "Negar a las víctimas de la UP es negar el Estado de Derecho")
Rafael Tamayo ha sido muy enfático sobre la misión del Museo de la Memoria: un lugar para contar las versiones de víctimas. Un espacio que contribuya a su reparación, ¿usted está de acuerdo?
No sé, no conozco las declaraciones que él ha dado. Lo cierto es que él era un empleado de mi confianza. Todos los que han venido a trabajar conmigo se supone que lo hacen bajo mi dirección. Si alguien se quiere apartar o no le gusta la forma en la que yo dirijo, está en toda la libertad de presentar la renuncia. Igual, si yo considero que hay personas que no están orientadas para trabajar conmigo, pues también les puedo solicitar esa renuncia.
¿Es verdad que una de las personas que usted está considerando para que dirija el Museo de la Memoria es Fabio Enrique Bernal?
Todavía no le puedo confirmar quién va a ser.
¿Pero es una de las opciones?
Puede que sí.
Fabio Enrique Bernal ha hecho carrera en museos militares, ¿no afectaría el objetivo del museo que una persona que haya trabajado en pro de la memoria de los militares, representantes del Estado que fueron responsables de muchos abusos a los derechos humanos, dirija precisamente este museo?
Ese no es ningún pecado, es una expresión de experiencia. Además, hay que entender que los museos militares no son ilegales, no es algo de lo que uno pueda sentirse acomplejado.
¿Y por qué no convocar a alguien que tenga experiencia con víctimas? ¿No habría riesgo de que se le dé prelación a la versión de los militares?
No, el problema está en que el director del Centro Nacional de Memoria Histórica, llámese como se llame, se concentre solo en un tipo de víctimas. Como director estoy respondiendo a la condición de diversidad y pluralidad de las víctimas del conflicto armado colombiano.
¿Qué va a pasar con el guion del Museo? En la grabación que publicó Noticias Uno se le escucha diciendo que lo quiere cambiar porque no está de acuerdo con lo que relata…
Lo que me extraña es que la segunda parte del Museo, que ya no es la social sino la arquitectónica y la de los planteamientos que han de regir el museo, que son los metodológicos, conceptuales y el guion museológico, son cosas que se expresaron como definitivas en una publicación, pero no hay ningún acto que yo haya encontrado de la dirección anterior que haya declarado que ese será el guion. Eso hay que aclararlo a través de una resolución de las directivas. Además, nos falta más o menos año y medio para que el Museo entre a funcionar (sea construido físicamente) y se abran sus puertas al público, y de aquí a que se cumpla ese tiempo todavía hay mucho que hacer. Claro, todo será analizado y hay algunas cosas que pueden ser modificadas, y que serán modificadas, pero no habrá un giro total. No echaremos a la basura todo lo que se ha hecho para hacer algo nuevo. Yo tengo que evaluar con expertos todo lo que se ha hecho y ver qué cosas hay que corregir.
Pero si ese guion fue construido con unas investigaciones previas y unos recursos que ya se invirtieron, que además tuvieron como prioridad la versión de las víctimas, ¿cambiarlo no sería modificar esas versiones y perder todo el trabajo que ya se adelantó?
No, la versión de las víctimas en lo relacionado con la memoria es algo intocable y está expresada en muchas de las publicaciones que ya ha hecho el Centro Nacional de Memoria Histórica. El museo ni está construido. El guion y la elaboración de los aspectos conceptuales que han de guiar la construcción de las salas de exposición son cosas que están en curso. A mí nadie me puede decir que eso ya es intocable o que es dogma que está hecho sobre piedra, sino que es algo que, por decirlo de alguna manera, es una materia viviente que está sujeta a modificaciones.
¿Cuáles serán esas modificaciones?
No, en este momento no las he precisado. Tengo algunas inquietudes, pero lo que pienso hacer es entrar en un análisis de todo lo que ya existe. Yo, hasta ahora, solo he analizado el material teórico no el físico, y eso lo haré con un grupo de museógrafos y museólogos. De ahí se desprenderán los cambios. No estoy desprestigiando el resultado de los trabajos previos, es que todavía faltan muchas víctimas por contactar para que aporten al museo.
En la misma grabación ya mencionada usted dijo que la metáfora sobre los ríos en el guion era inoportuna. Que ese tipo de recursos solo podrían usarse para una obra literaria, pero, lo que se construirá es un museo en el que también se exhibirán obras de arte, y muchas de las expresiones de las víctimas recurrirán a las emociones y a los recursos que puedan ser útiles para narrar lo que les pasó, ¿no cree que es válido?
La grabación que hicieron de una conversación que yo tuve con todo el personal del museo fue ilegal, además la editaron porque no se expuso todo lo que yo dije al respecto. Ciertamente yo hablé de la impertinencia de colocar como eje central del futuro museo una metáfora que se basa en una abstracción que puede ser aplicada en alguna de las exposiciones, pero mi argumento es que el eje del museo no puede ser una metáfora. Hay que tener un orden para que la gente que vaya al museo no se vaya con una idea confusa, sino con elementos para pensar y reflexionar sobre lo sucedido, pero esa información tiene que ser clara.
Hablemos sobre el afiche hecho por una víctima en el que había una imagen de ‘Tirofijo’, que después fue removida para su exhibición, ¿usted dio la orden de que se modificara la imagen?
Sobre esa imagen yo planteé una crítica y entonces lo que hizo el doctor Tamayo fue modificarla. Ese fue un error, nunca pedí que se modificara.
¿No fue usted quién pidió que se removiera la imagen de ‘Tirofijo’?
No, yo no pedí que se removiera la imagen de ‘Tirofijo’, yo pedí que no se expusiera ese afiche porque me parecía que tenía un contenido proselitista sobre la Unión Patriótica y una serie de imágenes que deformaban ciertas situaciones. Me pareció no procedente.
Es muy probable que muchas de las víctimas sigan expresándose por medio de piezas o cualquier otra manifestación artística, y que su versión no coincida con la de los demás. Están sujetas a la interpretación del que las vea, como cualquier otra obra, pero no pierden su validez, ¿o usted qué piensa?
Nosotros sí tenemos que procurar que los objetos que se van a exhibir estén acordes con la misionalidad del Centro porque ya estamos hablando de museo. Ellos la expusieron y yo, en aras de facilitar la exposición, permití que se publicara el cuadro como tal, pero lo que más critiqué fue que se imprimieran miles y miles de ejemplares que se ubicaron alrededor de la imagen y que se repartieron a los asistentes. Eso me sonó a propaganda.
No hablemos solo del afiche, ¿usted ha modificado alguna de las piezas o de las exposiciones que se hayan hecho en el museo?
No puedo hacerlo. Lo que puedo hacer es seleccionar. Por ejemplo, si hay 1.000 objetos para una exposición en la que caben 100 y no más, hay que considerar que no entrarán 900. Esto no quiere decir que esos 900 hayan sido censurados, solo que los 100 que se seleccionaron tuvieron que ajustarse a criterios artísticos y misionales que no inciten al odio ni la venganza.
Es probable que haya muchas piezas que no se ajusten a los criterios, pero que serán producidas por víctimas, que son, en esencia, la versión más importante de ese Museo en particular...
Yo no quiero que el Museo se convierta en un espacio de confrontación ni de batalla de ideas. Eso debe ocurrir por fuera. El museo da información, proporciona datos, contexto. Hay víctimas de los paramilitares, de las guerrillas, de agentes del Estado que abusaron de su autoridad. Si yo permito que todo el mundo diga lo que le da la gana, nos estamos saliendo de la misión del museo de la memoria, porque ahí se narrarán las circunstancias de tiempo, modo y lugar, pero tenemos que evitar que haya versiones de tipo ideológico y de tipo político. Hay muchos paramilitares que fueron víctimas y hay muchos agentes del Estado responsables de la seguridad y que abusaron de los derechos humanos. Ellos también querrán sacar su afiche, ¿y entonces? Ese será un problema particular que tendrá que solucionarse con el tiempo.
Hace poco usted dijo en La W que, como ciudadano, tenía derecho a que se le respetara su opinión, que en ese caso fue la de que en Colombia no hubo conflicto armado. Lo que le cuestionaron fue que usted, además de ser ciudadano, es el director de un centro que tiene como función contar lo sucedido dentro de ese conflicto armado…
Nosotros hablamos de víctimas del conflicto armado. Lo que dije en esa entrevista es que yo no puedo borrar lo que haya pensado o haya dicho con anterioridad a mi posición como director del CNMH. Yo actualmente reconozco este conflicto que hubo por respeto a la ley que juré defender. En los 90, época en la que la guerrilla mostró un poderío ya en guerra de movimientos, yo me pregunté en un artículo que escribí para un periódico local de Medellín; ¿si esto no es una guerra entonces qué es? Este no es un problema de tipo dogmático, es un asunto que hay que mirar a la luz de las circunstancias políticas y militares de cada coyuntura porque los gobernantes tienen la libertad de reconocer o no, debido a consideraciones estratégicas, si hay un conflicto o no para negociar, firmar la paz o lo que quieran. Yo ya he dado por cancelada esa discusión.
¿Hará cambios que modifiquen el objetivo original del Museo de la memoria?
El hecho concreto es que ha habido una campaña en contra de mi nombramiento y en contra de mi gestión. Me critican y me obstruyen por cualquier cosa que exprese y haga. Yo esto lo interpreto como una campaña que revela que hay sectores que se creen dueños de la verdad. Lo primero que entiendo es que la verdad no tiene dueños. La verdad es una construcción que se logra después de muchos debates, confrontaciones y contestaciones. En el fondo de toda esta situación que me ha tocado vivir, de esta avalancha mediática que a veces raya en el espíritu inquisitorial, hay un concepto dogmático muy propio del pensamiento totalitario. La ley y las condiciones que hay que llevar a cabo están establecidas y esos son los que hay que cumplir. Yo he llenado esos requisitos con toda amplitud a pesar de lo que piensen mis detractores.
¿Y sugerir que haya cambios en lo que ya se había trabajado (guiones, afiches) no sería hacer lo mismo que usted denuncia en los demás sectores: obstruir la verdad que no está de acuerdo con la suya?
No porque yo no veté nada. Yo solo establezco criterios que servirán para que los encargados de la museografía y la museología procedan de tal manera que el museo no esté al servicio de una versión determinada del conflicto. Este es un asunto polémico y nadie tiene que cerrarle la puerta a esa polémica.
Usted tuvo una reciente reunión con el equipo del Museo, ¿qué se dijo en esa reunión? ¿Cuáles serán los cambios?
Nombrar el reemplazo del doctor Rafael Tamayo. También dimos una información sobre el proceso de construcción que tiene que ver con el saneamiento predial y el otorgamiento del título del predio a nombre de la Nación, porque eso era del distrito y otros propietarios. También sobre la definición del constructor físico del museo: suponemos que esta construcción se iniciará en el primer trimestre del año entrante. También sobre mi estilo de trabajo y sobre todo lo que ya expliqué en esa entrevista. No hay secretos.
¿Usted le pidió la renuncia a Rafael Tamayo?
Eso tiene una historia que se remonta a un mes largo. Él me pidió una reunión en la que tuvimos algunas contradicciones sobre las muestras itinerantes en Villaviencio y en Cali, así que me dijo que tenía pensado presentarme su renuncia, también porque él tenía en curso un ofrecimiento de un organismo internacional que al parecer era la ONU. En ese momento me dijo que no era algo que quisiera hacer rápido, pero que, si yo necesitaba que fuera antes, él me presentaba la renuncia cuando le dijera. El lunes de esta semana yo le dije que, teniendo en cuenta esa conversación, me presentara su renuncia para adelantar el proceso. Solo adelanté un trámite que él me había propuesto. De todas maneras, yo tengo la potestad con mi equipo directivo de solicitar la renuncia o declararlos insubsistentes. Ellos son funcionarios de libre nombramiento y remoción. Yo opté por declararlo insubsistente.
(Lea la versión de Rafael Tamayo sobre su renuncia: "Negar a las víctimas de la UP es negar el Estado de Derecho")
Rafael Tamayo ha sido muy enfático sobre la misión del Museo de la Memoria: un lugar para contar las versiones de víctimas. Un espacio que contribuya a su reparación, ¿usted está de acuerdo?
No sé, no conozco las declaraciones que él ha dado. Lo cierto es que él era un empleado de mi confianza. Todos los que han venido a trabajar conmigo se supone que lo hacen bajo mi dirección. Si alguien se quiere apartar o no le gusta la forma en la que yo dirijo, está en toda la libertad de presentar la renuncia. Igual, si yo considero que hay personas que no están orientadas para trabajar conmigo, pues también les puedo solicitar esa renuncia.
¿Es verdad que una de las personas que usted está considerando para que dirija el Museo de la Memoria es Fabio Enrique Bernal?
Todavía no le puedo confirmar quién va a ser.
¿Pero es una de las opciones?
Puede que sí.
Fabio Enrique Bernal ha hecho carrera en museos militares, ¿no afectaría el objetivo del museo que una persona que haya trabajado en pro de la memoria de los militares, representantes del Estado que fueron responsables de muchos abusos a los derechos humanos, dirija precisamente este museo?
Ese no es ningún pecado, es una expresión de experiencia. Además, hay que entender que los museos militares no son ilegales, no es algo de lo que uno pueda sentirse acomplejado.
¿Y por qué no convocar a alguien que tenga experiencia con víctimas? ¿No habría riesgo de que se le dé prelación a la versión de los militares?
No, el problema está en que el director del Centro Nacional de Memoria Histórica, llámese como se llame, se concentre solo en un tipo de víctimas. Como director estoy respondiendo a la condición de diversidad y pluralidad de las víctimas del conflicto armado colombiano.
¿Qué va a pasar con el guion del Museo? En la grabación que publicó Noticias Uno se le escucha diciendo que lo quiere cambiar porque no está de acuerdo con lo que relata…
Lo que me extraña es que la segunda parte del Museo, que ya no es la social sino la arquitectónica y la de los planteamientos que han de regir el museo, que son los metodológicos, conceptuales y el guion museológico, son cosas que se expresaron como definitivas en una publicación, pero no hay ningún acto que yo haya encontrado de la dirección anterior que haya declarado que ese será el guion. Eso hay que aclararlo a través de una resolución de las directivas. Además, nos falta más o menos año y medio para que el Museo entre a funcionar (sea construido físicamente) y se abran sus puertas al público, y de aquí a que se cumpla ese tiempo todavía hay mucho que hacer. Claro, todo será analizado y hay algunas cosas que pueden ser modificadas, y que serán modificadas, pero no habrá un giro total. No echaremos a la basura todo lo que se ha hecho para hacer algo nuevo. Yo tengo que evaluar con expertos todo lo que se ha hecho y ver qué cosas hay que corregir.
Pero si ese guion fue construido con unas investigaciones previas y unos recursos que ya se invirtieron, que además tuvieron como prioridad la versión de las víctimas, ¿cambiarlo no sería modificar esas versiones y perder todo el trabajo que ya se adelantó?
No, la versión de las víctimas en lo relacionado con la memoria es algo intocable y está expresada en muchas de las publicaciones que ya ha hecho el Centro Nacional de Memoria Histórica. El museo ni está construido. El guion y la elaboración de los aspectos conceptuales que han de guiar la construcción de las salas de exposición son cosas que están en curso. A mí nadie me puede decir que eso ya es intocable o que es dogma que está hecho sobre piedra, sino que es algo que, por decirlo de alguna manera, es una materia viviente que está sujeta a modificaciones.
¿Cuáles serán esas modificaciones?
No, en este momento no las he precisado. Tengo algunas inquietudes, pero lo que pienso hacer es entrar en un análisis de todo lo que ya existe. Yo, hasta ahora, solo he analizado el material teórico no el físico, y eso lo haré con un grupo de museógrafos y museólogos. De ahí se desprenderán los cambios. No estoy desprestigiando el resultado de los trabajos previos, es que todavía faltan muchas víctimas por contactar para que aporten al museo.
En la misma grabación ya mencionada usted dijo que la metáfora sobre los ríos en el guion era inoportuna. Que ese tipo de recursos solo podrían usarse para una obra literaria, pero, lo que se construirá es un museo en el que también se exhibirán obras de arte, y muchas de las expresiones de las víctimas recurrirán a las emociones y a los recursos que puedan ser útiles para narrar lo que les pasó, ¿no cree que es válido?
La grabación que hicieron de una conversación que yo tuve con todo el personal del museo fue ilegal, además la editaron porque no se expuso todo lo que yo dije al respecto. Ciertamente yo hablé de la impertinencia de colocar como eje central del futuro museo una metáfora que se basa en una abstracción que puede ser aplicada en alguna de las exposiciones, pero mi argumento es que el eje del museo no puede ser una metáfora. Hay que tener un orden para que la gente que vaya al museo no se vaya con una idea confusa, sino con elementos para pensar y reflexionar sobre lo sucedido, pero esa información tiene que ser clara.
Hablemos sobre el afiche hecho por una víctima en el que había una imagen de ‘Tirofijo’, que después fue removida para su exhibición, ¿usted dio la orden de que se modificara la imagen?
Sobre esa imagen yo planteé una crítica y entonces lo que hizo el doctor Tamayo fue modificarla. Ese fue un error, nunca pedí que se modificara.
¿No fue usted quién pidió que se removiera la imagen de ‘Tirofijo’?
No, yo no pedí que se removiera la imagen de ‘Tirofijo’, yo pedí que no se expusiera ese afiche porque me parecía que tenía un contenido proselitista sobre la Unión Patriótica y una serie de imágenes que deformaban ciertas situaciones. Me pareció no procedente.
Es muy probable que muchas de las víctimas sigan expresándose por medio de piezas o cualquier otra manifestación artística, y que su versión no coincida con la de los demás. Están sujetas a la interpretación del que las vea, como cualquier otra obra, pero no pierden su validez, ¿o usted qué piensa?
Nosotros sí tenemos que procurar que los objetos que se van a exhibir estén acordes con la misionalidad del Centro porque ya estamos hablando de museo. Ellos la expusieron y yo, en aras de facilitar la exposición, permití que se publicara el cuadro como tal, pero lo que más critiqué fue que se imprimieran miles y miles de ejemplares que se ubicaron alrededor de la imagen y que se repartieron a los asistentes. Eso me sonó a propaganda.
No hablemos solo del afiche, ¿usted ha modificado alguna de las piezas o de las exposiciones que se hayan hecho en el museo?
No puedo hacerlo. Lo que puedo hacer es seleccionar. Por ejemplo, si hay 1.000 objetos para una exposición en la que caben 100 y no más, hay que considerar que no entrarán 900. Esto no quiere decir que esos 900 hayan sido censurados, solo que los 100 que se seleccionaron tuvieron que ajustarse a criterios artísticos y misionales que no inciten al odio ni la venganza.
Es probable que haya muchas piezas que no se ajusten a los criterios, pero que serán producidas por víctimas, que son, en esencia, la versión más importante de ese Museo en particular...
Yo no quiero que el Museo se convierta en un espacio de confrontación ni de batalla de ideas. Eso debe ocurrir por fuera. El museo da información, proporciona datos, contexto. Hay víctimas de los paramilitares, de las guerrillas, de agentes del Estado que abusaron de su autoridad. Si yo permito que todo el mundo diga lo que le da la gana, nos estamos saliendo de la misión del museo de la memoria, porque ahí se narrarán las circunstancias de tiempo, modo y lugar, pero tenemos que evitar que haya versiones de tipo ideológico y de tipo político. Hay muchos paramilitares que fueron víctimas y hay muchos agentes del Estado responsables de la seguridad y que abusaron de los derechos humanos. Ellos también querrán sacar su afiche, ¿y entonces? Ese será un problema particular que tendrá que solucionarse con el tiempo.
Hace poco usted dijo en La W que, como ciudadano, tenía derecho a que se le respetara su opinión, que en ese caso fue la de que en Colombia no hubo conflicto armado. Lo que le cuestionaron fue que usted, además de ser ciudadano, es el director de un centro que tiene como función contar lo sucedido dentro de ese conflicto armado…
Nosotros hablamos de víctimas del conflicto armado. Lo que dije en esa entrevista es que yo no puedo borrar lo que haya pensado o haya dicho con anterioridad a mi posición como director del CNMH. Yo actualmente reconozco este conflicto que hubo por respeto a la ley que juré defender. En los 90, época en la que la guerrilla mostró un poderío ya en guerra de movimientos, yo me pregunté en un artículo que escribí para un periódico local de Medellín; ¿si esto no es una guerra entonces qué es? Este no es un problema de tipo dogmático, es un asunto que hay que mirar a la luz de las circunstancias políticas y militares de cada coyuntura porque los gobernantes tienen la libertad de reconocer o no, debido a consideraciones estratégicas, si hay un conflicto o no para negociar, firmar la paz o lo que quieran. Yo ya he dado por cancelada esa discusión.
¿Hará cambios que modifiquen el objetivo original del Museo de la memoria?
El hecho concreto es que ha habido una campaña en contra de mi nombramiento y en contra de mi gestión. Me critican y me obstruyen por cualquier cosa que exprese y haga. Yo esto lo interpreto como una campaña que revela que hay sectores que se creen dueños de la verdad. Lo primero que entiendo es que la verdad no tiene dueños. La verdad es una construcción que se logra después de muchos debates, confrontaciones y contestaciones. En el fondo de toda esta situación que me ha tocado vivir, de esta avalancha mediática que a veces raya en el espíritu inquisitorial, hay un concepto dogmático muy propio del pensamiento totalitario. La ley y las condiciones que hay que llevar a cabo están establecidas y esos son los que hay que cumplir. Yo he llenado esos requisitos con toda amplitud a pesar de lo que piensen mis detractores.
¿Y sugerir que haya cambios en lo que ya se había trabajado (guiones, afiches) no sería hacer lo mismo que usted denuncia en los demás sectores: obstruir la verdad que no está de acuerdo con la suya?
No porque yo no veté nada. Yo solo establezco criterios que servirán para que los encargados de la museografía y la museología procedan de tal manera que el museo no esté al servicio de una versión determinada del conflicto. Este es un asunto polémico y nadie tiene que cerrarle la puerta a esa polémica.
Usted tuvo una reciente reunión con el equipo del Museo, ¿qué se dijo en esa reunión? ¿Cuáles serán los cambios?
Nombrar el reemplazo del doctor Rafael Tamayo. También dimos una información sobre el proceso de construcción que tiene que ver con el saneamiento predial y el otorgamiento del título del predio a nombre de la Nación, porque eso era del distrito y otros propietarios. También sobre la definición del constructor físico del museo: suponemos que esta construcción se iniciará en el primer trimestre del año entrante. También sobre mi estilo de trabajo y sobre todo lo que ya expliqué en esa entrevista. No hay secretos.