El cantante guerrillero que se convirtió en alcalde
Con su guitarra al hombro, el 27 de octubre de 2019 Guillermo Torres Cueter, "Julián Conrado", se convirtió en el primer integrante de las extintas Farc en ganar unas elecciones locales, en Turbaco (Bolívar). Su vida en la insurgencia y después de dejar las armas ha estado entregada a la música.
Sebastián Forero Rueda / @SebastianForerr
“Me fui a la Sierra Nevada porque he decidido hacerme guerrillero / Y estoy con mis compañeros en el 19 frente de las Farc / He tomado este camino porque considero justo y necesario / Que los pobres de Colombia seamos quienes estemos en el poder”. Guillermo Enrique Torres Cueter compuso ese verso para contarles a sus paisanos de Turbaco (Bolívar) por qué no lo volverían a ver por las calles del pueblo. De mi pueblo para la guerrilla, lo tituló. Tenía 29 años y desde entonces adquirió el nombre de Julián Conrado, en honor a un amigo suyo asesinado por los paramilitares. Se necesitaron más de tres décadas para que lo volvieran a ver sin camuflado y sin fusil en su tierra natal.
(Lea también: “Esta victoria no es mía, es del pueblo”: Guillermo Enrique Torres)
La de Julián Conrado es una historia de amor entre la guitarra y el fusil en la Sierra Nevada de Santa Marta. “Y la señora guitarra se casó con el fusil, mientras que él va a combatir, ella alegra la parranda”, escribió en una canción que tituló La guitarra y el fusil. Esa relación lo marcó: los años se le fueron entre la lucha armada y el trabajo con los campesinos en los pueblos de la sierra.
Fue allí, en la Sierra Nevada de Santa Marta, entre Cesar, Magdalena y La Guajira, donde lo conocieron algunos de quienes fueron sus compañeros de filas. Benedicto González, exguerrillero fariano, recuerda que la primera vez que lo vio fue en 1994, durante un festival cultural indígena en Pueblo Bello (Cesar) en el que Conrado cantaba Glifosato, una canción contra el uso de ese herbicida en la sierra. Para entonces, González estudiaba derecho en la Universidad del Atlántico y años después se uniría al bloque Caribe, en el que Torres Cueter militó buena parte de su vida insurgente.
Como González, el primer recuerdo de Conrado que tiene Abelardo Caicedo, conocido en las filas como Solís Almeida, está marcado por su música. De hecho, cuenta Almeida, antes de conocerlo ya había escuchado sus canciones. Del tiempo que caminaron juntos en el frente 19 no se le olvida la hora cultural que tenían en el campamento los domingos, que cerraba con las canciones de Julián. “La intervención de él era la más esperada”, dice. Por esos días escuchó los versos que Conrado escribió en Mensaje Fariano: “Quiero en vez de un fusil en mis manos llevar una flor / Sé lo terrible que es la guerra para la humanidad / Soy un hombre que lucha pensando en sembrar el amor / Precisamente soy guerrillero porque amo la paz”.
A nivel nacional lo conocerían durante los diálogos de paz con el gobierno de Andrés Pastrana en la zona de distensión del Caguán. Allí, además de participar en el Comité Temático, tuvo varias intervenciones que lo darían a conocer como el “cantante de las Farc”. Así lo conocieron también algunas comunidades cuando escuchaban sus vallenatos a través de las emisoras Voz de la Resistencia, mecanismo que usó la guerrilla como propaganda entre la población civil.
Cuando se rompió el proceso, Conrado se quedó en el sur del país, porque la intensidad de la guerra le impidió volver a la sierra. Después, Simón Trinidad, quien fuera su comandante, fue capturado en Ecuador en 2004.
Durante esos años se llegó a decir que había muerto. En el bombardeo del 1.º de marzo de 2008, en el que murió Raúl Reyes, se le confundió con un ciudadano ecuatoriano que cayó en el campamento. Sin embargo, poco después se supo que estaba vivo y en 2011 fue capturado en Venezuela. En ese momento, las autoridades informaron que el guerrillero era solicitado por la DEA, por los delitos de narcotráfico y conspiración. Asimismo, tenía circular roja de Interpol y en Colombia tenía ocho órdenes de captura, por homicidio, secuestro extorsivo y rebelión, entre otros.
Para entonces su salud estaba muy afectada y años después, en medio del proceso de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, fue liberado con la excusa de que participaría como delegado en la mesa de conversaciones, pero en realidad fue a someterse a un tratamiento médico en La Habana.
A Colombia volvió cuando el Acuerdo de Paz ya se había firmado y llegó de nuevo a la sierra. Se reencontró en Tierra Grata (Manaure, Cesar) con Solís Almeida, quien lidera la reincorporación de los excombatientes de los frentes 41 y 19. “Además de ser un artista, lleva un agricultor por dentro”, cuenta Almeida. En Tierra Grata fue el primero en levantar un vivero y en su casa hay árboles de pimentón, calabaza, ahuyama, mango, marañones y guandul, un fríjol que cultivan los indígenas arhuacos.
(Lea también: El proyecto ecoturístico para que la guerra no se repita en Cesar)
En estos años ha participado en varios actos culturales en los que se volvió a cruzar con Benedicto González, también músico, y con el que ha compartido escenario varias veces. Una de ellas, en el segundo Festival de la Reconciliación de los Montes de María, en diciembre de 2018, o en conciertos por la libertad de Simón Trinidad, preso en Estados Unidos.
Conrado dice que su candidatura a la Alcaldía de Turbaco no obedece a un deseo personal. Cuando regresó a su pueblo le dijeron que lo estaban esperando. Los más jóvenes cuentan que sus padres y sus abuelos les dijeron que si un día Guillermo Torres bajaba del monte, lo elegirían alcalde. Conrado inscribió su candidatura por la Colombia Humana – Unión Patriótica y el 27 de octubre de 2019, con 21.466 votos, resultó electo como el primer alcalde excombatiente de la guerrilla de las Farc. Lejos en las urnas quedaron sus rivales de los tradicionales Cambio Radical y Partido Conservador. Como alcalde deberá continuar respondiendo con sus compromisos ante la Jurisdicción Especial para la Paz, a la que está vinculado a través del caso 001, sobre la retención ilegal de personas por parte de las Farc. En abril de 2019, en el marco de ese caso, Conrado fue llamado a comparecer en diligencia de versión voluntaria, compromiso que cumplió en Valledupar.
“Me fui a la Sierra Nevada porque he decidido hacerme guerrillero / Y estoy con mis compañeros en el 19 frente de las Farc / He tomado este camino porque considero justo y necesario / Que los pobres de Colombia seamos quienes estemos en el poder”. Guillermo Enrique Torres Cueter compuso ese verso para contarles a sus paisanos de Turbaco (Bolívar) por qué no lo volverían a ver por las calles del pueblo. De mi pueblo para la guerrilla, lo tituló. Tenía 29 años y desde entonces adquirió el nombre de Julián Conrado, en honor a un amigo suyo asesinado por los paramilitares. Se necesitaron más de tres décadas para que lo volvieran a ver sin camuflado y sin fusil en su tierra natal.
(Lea también: “Esta victoria no es mía, es del pueblo”: Guillermo Enrique Torres)
La de Julián Conrado es una historia de amor entre la guitarra y el fusil en la Sierra Nevada de Santa Marta. “Y la señora guitarra se casó con el fusil, mientras que él va a combatir, ella alegra la parranda”, escribió en una canción que tituló La guitarra y el fusil. Esa relación lo marcó: los años se le fueron entre la lucha armada y el trabajo con los campesinos en los pueblos de la sierra.
Fue allí, en la Sierra Nevada de Santa Marta, entre Cesar, Magdalena y La Guajira, donde lo conocieron algunos de quienes fueron sus compañeros de filas. Benedicto González, exguerrillero fariano, recuerda que la primera vez que lo vio fue en 1994, durante un festival cultural indígena en Pueblo Bello (Cesar) en el que Conrado cantaba Glifosato, una canción contra el uso de ese herbicida en la sierra. Para entonces, González estudiaba derecho en la Universidad del Atlántico y años después se uniría al bloque Caribe, en el que Torres Cueter militó buena parte de su vida insurgente.
Como González, el primer recuerdo de Conrado que tiene Abelardo Caicedo, conocido en las filas como Solís Almeida, está marcado por su música. De hecho, cuenta Almeida, antes de conocerlo ya había escuchado sus canciones. Del tiempo que caminaron juntos en el frente 19 no se le olvida la hora cultural que tenían en el campamento los domingos, que cerraba con las canciones de Julián. “La intervención de él era la más esperada”, dice. Por esos días escuchó los versos que Conrado escribió en Mensaje Fariano: “Quiero en vez de un fusil en mis manos llevar una flor / Sé lo terrible que es la guerra para la humanidad / Soy un hombre que lucha pensando en sembrar el amor / Precisamente soy guerrillero porque amo la paz”.
A nivel nacional lo conocerían durante los diálogos de paz con el gobierno de Andrés Pastrana en la zona de distensión del Caguán. Allí, además de participar en el Comité Temático, tuvo varias intervenciones que lo darían a conocer como el “cantante de las Farc”. Así lo conocieron también algunas comunidades cuando escuchaban sus vallenatos a través de las emisoras Voz de la Resistencia, mecanismo que usó la guerrilla como propaganda entre la población civil.
Cuando se rompió el proceso, Conrado se quedó en el sur del país, porque la intensidad de la guerra le impidió volver a la sierra. Después, Simón Trinidad, quien fuera su comandante, fue capturado en Ecuador en 2004.
Durante esos años se llegó a decir que había muerto. En el bombardeo del 1.º de marzo de 2008, en el que murió Raúl Reyes, se le confundió con un ciudadano ecuatoriano que cayó en el campamento. Sin embargo, poco después se supo que estaba vivo y en 2011 fue capturado en Venezuela. En ese momento, las autoridades informaron que el guerrillero era solicitado por la DEA, por los delitos de narcotráfico y conspiración. Asimismo, tenía circular roja de Interpol y en Colombia tenía ocho órdenes de captura, por homicidio, secuestro extorsivo y rebelión, entre otros.
Para entonces su salud estaba muy afectada y años después, en medio del proceso de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, fue liberado con la excusa de que participaría como delegado en la mesa de conversaciones, pero en realidad fue a someterse a un tratamiento médico en La Habana.
A Colombia volvió cuando el Acuerdo de Paz ya se había firmado y llegó de nuevo a la sierra. Se reencontró en Tierra Grata (Manaure, Cesar) con Solís Almeida, quien lidera la reincorporación de los excombatientes de los frentes 41 y 19. “Además de ser un artista, lleva un agricultor por dentro”, cuenta Almeida. En Tierra Grata fue el primero en levantar un vivero y en su casa hay árboles de pimentón, calabaza, ahuyama, mango, marañones y guandul, un fríjol que cultivan los indígenas arhuacos.
(Lea también: El proyecto ecoturístico para que la guerra no se repita en Cesar)
En estos años ha participado en varios actos culturales en los que se volvió a cruzar con Benedicto González, también músico, y con el que ha compartido escenario varias veces. Una de ellas, en el segundo Festival de la Reconciliación de los Montes de María, en diciembre de 2018, o en conciertos por la libertad de Simón Trinidad, preso en Estados Unidos.
Conrado dice que su candidatura a la Alcaldía de Turbaco no obedece a un deseo personal. Cuando regresó a su pueblo le dijeron que lo estaban esperando. Los más jóvenes cuentan que sus padres y sus abuelos les dijeron que si un día Guillermo Torres bajaba del monte, lo elegirían alcalde. Conrado inscribió su candidatura por la Colombia Humana – Unión Patriótica y el 27 de octubre de 2019, con 21.466 votos, resultó electo como el primer alcalde excombatiente de la guerrilla de las Farc. Lejos en las urnas quedaron sus rivales de los tradicionales Cambio Radical y Partido Conservador. Como alcalde deberá continuar respondiendo con sus compromisos ante la Jurisdicción Especial para la Paz, a la que está vinculado a través del caso 001, sobre la retención ilegal de personas por parte de las Farc. En abril de 2019, en el marco de ese caso, Conrado fue llamado a comparecer en diligencia de versión voluntaria, compromiso que cumplió en Valledupar.