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En junio de 2010 se emitió la primera sentencia contra el paramilitar Uber Enrique Banquez Martínez, conocido en la guerra como Juancho Dique, junto a Edward Cobos Téllez o Diego Vecino, por la masacre de once campesinos en Las Brisas y el desplazamiento masivo de la comunidad de Mampuján, en Montes de María. Desde entonces, Banquez ha reconocido 565 víctimas mortales, cometidas por él o personas bajo su mando, entre las que se encuentran las masacres de Chengue, Palo Alto y El Salado, cuando estaba al mando del frente Canal del Dique.
Desde septiembre de 2015 recuperó su libertad tras cumplir los ocho años de prisión que estipulaba Justicia y Paz y ha participado en actos de reconocimiento de los hechos que cometió. Al salir de la cárcel se graduó en administración de empresas agropecuarias y hoy está terminando Derecho. Trabaja con una fundación en la reconstrucción del tejido social de los Montes de María y el fin de semana pasado, en un encuentro promovido por la Comisión de la Verdad y el diario El Heraldo, pidió perdón por primera vez por la masacre de El Salado.
(Lea: El Salado 20 años después de la masacre: la lucha del pueblo por no desaparecer)
¿Por qué el perdón por la masacre de El Salado llega veinte años después?
El perdón se ha venido pidiendo desde el momento de las versiones libres, en 2008. Pero ese perdón se ha pedido en estrados judiciales, en audiencias, y es muy difícil que las víctimas lo reciban porque son muy poquitas las que hacen presencia. Esta vez es un perdón que le llega así como al actor principal, que fui yo, como a las víctimas. Es un perdón que se le pide de frente, viéndole los ojos, y la víctima también viéndolo a uno de frente. Que ellos conozcan a ese victimario y que uno conozca a la víctima. Porque se siente ese dolor interno cuando uno la mira, porque uno sabe el daño que le causó, cómo fue ese daño a esa población, que no fue solamente a El Salado sino a todo el territorio de los Montes de María, donde se causaron desplazamientos, homicidios y masacres. Eso es un daño que uno nunca alcanza a reparar.
Allí mismo, Yirley Velazco, víctima de violencia sexual en El Salado, le dijo que lo perdonaba. ¿Qué significa para usted ese perdón?
Cuando una víctima tiene esa valentía de concederle el perdón al victimario, es porque lo está haciendo desde el fondo, porque esa víctima ya ha aceptado, está con Dios y ha perdonado al victimario. Es un perdón que yo recibí en mi profundidad, en mi corazón.
¿Para la época de la masacre de El Salado, en febrero de 2000, cuál era exactamente su rol dentro de las Auc?
La incursión a El Salado la hicieron diferentes grupos. Uno era el de Cesar y Magdalena, otro el de Córdoba, y el de los Montes de María. Este último estaba comandado por Rodrigo Mercado Peluffo, Cadena, y yo era el segundo al mando, en lo que era el Bloque Montes de María. El rol mío en la incursión era comandar la contraguerrilla, porque Rodrigo no estuvo en El Salado, él quedó como a seis o siete horas del corregimiento, entonces me delegó a mí para esa acción.
(En video: Masacre de El Salado: Lo que no les quitaron a los Torres)
¿Cuál fue la estructura y la línea de mando de los grupos que se conformaron para ejecutar la masacre?
Estuvo bajo el mando de Salvatore Mancuso y Jorge 40. En la parte militar estuvo Cinco Siete, prácticamente como comandante de los 400 hombres. Pero debajo de él estaban el Gallo, el Tigre y Amaury.
¿Quién ordenó la masacre y con qué fin?
Bueno, decir quién la ordenó pues claro, la incursión la ordenaron Mancuso y Jorge 40, pero quién ordenó tantos homicidios, la verdad es que ahí las Autodefensas perdieron el control. Porque nadie iba con el objetivo de cometer tantos homicidios. Nos dejamos llevar mucho por los informantes, personas desertadas de la guerrilla que le informaban a uno quién era el guerrillero. Pero hoy hay que reconocer, en nombre de la dignidad, que ellos no eran guerrilleros. Eran campesinos que fueron desplazados y masacrados inocentemente. Hay que reconocer que ellos no pertenecían, no eran, no hacían parte de la guerrilla. Lamentablemente eran personas que estaban en la mitad del conflicto.
¿Y la responsabilidad de la Fuerza Pública, en este caso la Infantería de Marina, que durante los seis días de la incursión no hizo presencia?
Eso es algo que hasta uno mismo se pregunta, dónde estaba la autoridad, dónde estaba la Fuerza Pública, dónde estaba el Estado. Nosotros entramos y salimos de El Salado en camiones y cada quien para su destino. Nadie escuchó, nadie vio lo que estábamos haciendo nosotros en El Salado. Y la autoridad estaba cerca, la Fuerza Pública no defendió a la población civil. No hizo nada por la población civil.
Pero por supuesto que eso fue más que una casualidad, porque el Estado ya fue condenado por esa masacre, igual que un capitán de la Armada...
No es un secreto que siempre, por acción u omisión, había participación. Porque nosotros nos movíamos por todo el territorio en camiones. Había complicidad con la Fuerza Pública.
¿Cómo entender lo que le pasó a Yirley Velazco, abusada sexualmente por varios paramilitares durante la masacre de El Salado?
Eso es algo complejo cuando hay 400 hombres y se pierde el control. Lamentablemente eso sucedió y por eso es que uno tiene la valentía de reconocer ese hecho por línea de mando.
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Sobre El Salado, las víctimas han dicho que la verdad fue extraditada, haciendo referencia a Mancuso y “Jorge 40”, pero aquí hay otros responsables, como en su caso. ¿Está aportándole verdad a las víctimas?
Sí, es lamentable que eso haya pasado. Pero es una verdad que se puede seguir construyendo con la Comisión de la Verdad, y la verdad se construye entre víctima y victimario. Hay muchas cosas que uno no recuerda, pero las víctimas lo hacen acordar a uno y se va complementando el relato.
Sobre esa relación con las víctimas, ¿ha ido a El Salado a encontrarse con ellas?
No, pero ese sería mi sueño en este momento que estoy construyendo paz y tejido social y que hago parte de la Fundación Social Renaciendo. Me gustaría que las víctimas me den esa oportunidad, junto con la Justicia Especial, de acompañar a la comunidad, con las entidades nacionales y regionales. Llegar allá donde se cometieron esos hechos, a la cancha, y pedirle perdón, no solamente a las víctimas, sino también a la madre Tierra, porque también se le hizo mucho daño.
Se ha dicho que luego de los desplazamientos que ustedes generaban, llegaban grandes empresarios a comprar las tierras. ¿Qué tanto de lo que ocurrió tenía la finalidad de facilitar la entrada de proyectos agroindustriales a la zona?
En el momento que uno iba combatiendo, iba quedando esa tierra libre de guerrilla y muchos empresarios iban comprando, lastimosamente, por muy bajos precios a los campesinos. Los campesinos fueron primero desplazados por grupos ilegales y luego desplazados por los mismos empresarios que iban comprando las tierras de ellos.
Para ser claros ¿estaba premeditado que después de la salida de los campesinos iban a llegar empresarios a comprar esas tierras?
Sí señor.
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En ese trabajo de reconciliación en que ha venido participando, ¿ha tenido espacio para encontrarse con antiguos rivales como excomandantes de las Farc?
Claro que sí. En diciembre me encontré con alias Curruco, del frente 35, y con Joaquín Gómez, en Conejo (La Guajira). Fue una reunión muy importante, yo ahí los invitaba a que hiciéramos acompañamiento en los Montes de María porque las víctimas también son de la guerrilla., y eso es un trabajo que vamos a seguir. También para hacer parte de la cátedra de paz y cátedra para prevenir el reclutamiento que yo dicto en colegios de Valledupar. Esa reunión fue como un primer encuentro, contar esas historias, lo que pasaba, por qué peleábamos, qué buscábamos y al final ¿quién sufrió? Sufrió el pueblo. Llegamos a la conclusión de que estábamos equivocados, porque todos, ellos y yo, éramos campesinos
¿En qué otros actos ha pedido perdón a víctimas de los Montes de María?
Se ha venido haciendo un trabajo muy importante con la Comisión de la Verdad, encabezado por Arturo Zea. Él mismo ya me había visitado cuando yo estaba privado de la libertad, hace unos diez años, y tuvimos encuentros muy importantes, por ejemplo, el de reconocimiento sobre la masacre de Mampuján. Más recientemente, en diciembre, se dio una reunión muy impactante en San Onofre (Sucre), porque estaban casi todos los líderes de víctimas de las masacres de los Montes de María. Pedí perdón a los líderes y ellos lo llevan a las comunidades. Porque lo que hay que buscar es unir el tejido social en todas esas comunidades que fueron despojadas, desplazadas, asesinadas bajo mi mando. Yo seguiré trabajando en el reconocimiento de esos hechos.