Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En poco menos de tres meses, el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), que surgió del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, medirá sus fuerzas por primera vez en unas elecciones regionales y locales, después de haberlo hecho ya en unas legislativas. Tras el cierre de inscripciones de candidatos en la Registraduría, el mapa de los aspirantes está claro.
El próximo 27 de octubre, el hoy partido político irá por 14 alcaldías, algunas de ellas en zonas históricas como el norte del Cauca, el sur del Tolima y el Vichada. Finalmente no buscó ninguna gobernación, pese a que Joaquín Gómez, comandante histórico de esa exguerrilla, había sonado para La Guajira.
(Podría interesarle: Así le fue a la FARC en el primer año en Congreso)
Las garantías de seguridad que se brinden durante la campaña electoral pondrán a prueba lo pactado en el segundo punto del Acuerdo de La Habana, sobre participación y reincorporación política de los exintegrantes de la guerrilla. Estos son algunos de los candidatos que buscarán ser los primeros alcaldes de la paz por el partido FARC.
Luz Edith Chilo, una víctima de las Farc que hoy es su candidata
Caldono (Cauca)
“Yo fui víctima de las Farc. Perdí dos hermanos que fueron asesinados directamente por ellos. Nunca tuve esa forma de decir ‘quiero conocerlos, quiero hablar con ellos’, pero tampoco nunca les guardé rencor”. Eso dice Luz Edith Chilo, exgobernadora indígena nasa de Caldono (Cauca) y hoy candidata del partido político FARC a la Alcaldía de ese municipio.Para esta indígena del resguardo de Pioyá no ha sido fácil llevar ahora las riendas de la FARC en Caldono. Un sector de su comunidad se le ha venido encima y la ha señalado, en no pocas ocasiones. Más aún cuando su municipio es el segundo a nivel nacional que registra más incursiones guerrilleras, según el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), solo superado por Toribío, también en el Cauca.
Toda una vida distanciada del grupo insurgente, a raíz del asesinato de sus hermanos en 1997, algo cambió en Luz Edith cuando en 2016 se sentó cara a cara con quienes estaban ad-portas de firmar un acuerdo de paz con el Estado colombiano. Escuchándolos, pensó que sus reivindicaciones no eran tan distintas a las de su autoridad, el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). “Nosotros siempre exigíamos mejor calidad educativa, de salud, la protección del territorio, el ambiente, no permitir que las multinacionales lleguen a nuestros territorios a explotarlos. Me di cuenta de que teníamos puntos de encuentro. Lo diferente era que ellos lo reclamaron en armas”.
Desde entonces empezó acercamientos con los integrantes de las Farc y en su momento defendió que una de las zonas veredales quedara en Caldono, idea que incluso sostuvo en La Habana, a donde fue para tratar el tema antes de que viajara la delegación indígena.
Cuando el partido FARC le propuso ser su candidata a la Alcaldía de Caldono en las elecciones de octubre, Luz Edith pidió 15 días para darles una repuesta. “Pensé mucho en mi movimiento indígena, pero en 2016 también fui señalada, muy criticada, discriminada. Lo que me he propuesto es decirle a la juventud: ‘Mire, es el momento del cambio, no solo para Caldono sino a nivel nacional”.
Luz Edith Chilo es hoy una de las tres candidatas mujeres, de 14, del partido FARC a una Alcaldía en todo el país. Por ahora no ha pensado en alianzas electorales y el partido que podría ser más cercano, el Movimiento Alternativo, Indígena y Social (MAIS) es hoy un acérrimo crítico suyo por haberle abierto las puertas a la extinta guerrilla en la política. A los movimientos alternativos que le han huido a la alianza con la FARC, esta candidata les manda un mensaje: “En su momento tendremos que sentarnos, tenemos que dialogar. Que ellos conozcan los ideales que tiene el nuevo partido, que también va a tener que ceder un poquito”.
“Richard Romero”, en la cuna de las Farc
Planadas (Tolima)
No se puede contar la historia de Hugo Perdomo Ruiz sin contar la de Marquetalia, pues, según él, están íntimamente entrelazadas. Con la determinación del Gobierno Nacional de no permitir que en el país existieran lo que el senador conservador Álvaro Gómez Hurtado había denominado repúblicas independientes, se desató a partir de 1964 sobre la región de Marquetalia, en el sur del Tolima, una operación militar de enormes proporciones que después terminaría convirtiéndose en el mito fundacional de las Farc.En el corregimiento de Gaitania (Planadas), el corazón de dicha región, siete años antes de ese despliegue había nacido Perdomo Ruiz. De su niñez y juventud recuerda haber sido desplazado a raíz de esas operaciones militares, por lo cual, junto con muchos otros jóvenes de la zona, terminó ingresando a las filas insurgentes, donde cambió su nombre a Richard Romero, el Patas, que lo sigue acompañando hasta hoy. Era 1979.
La negociación de La Habana la vivió desde la cárcel. Entre 2010 y 2016 permaneció en prisiones de Huila y Tolima, de donde salió a agruparse con sus compañeros en el Valle del Cauca, para finalmente aterrizar en lo que hoy es el espacio de reincorporación de Marquetalia, “cuna de la resistencia”.
Allí ha liderado el arranque de proyectos productivos, donde también estuvo en un principio el excomandante Wilson Saavedra, asesinado en mayo de este año en Tuluá (Valle). Desde este espacio se ha dedicado a construir un fuerte vínculo con la comunidad de la zona y con los indígenas paeces del resguardo de Gaitania, el mismo que hace 23 años firmó un acuerdo de paz con la entonces guerrilla de las Farc.
(Le puede interesar: El día en que las Farc llegaron al Congreso)
Hoy, como candidato a la Alcaldía de Planadas, sabe que el escenario político que se viene no es fácil, y más cuando ha sido enfático en señalar que no cuentan con las garantías de seguridad para hacer política. “Nosotros como nuevo partido, regresando a lo que es el planteamiento del Acuerdo de Paz, en el punto dos, de la participación política y de las garantías a que se comprometió el Gobierno, nos sentimos profundamente estigmatizados, golpeados, porque el Gobierno Nacional no ha sido capaz de garantizar la integridad de todos los excombatientes de las Farc como quedó consagrado en ese acuerdo”.
¿Cree que puede ganar la Alcaldía?
“Hombre, puede que demos la sorpresa”.
“Valentina Beltrán”, la profesora de las Farc
Icononzo (Tolima)
Cuando ingresó a la insurgencia, hace casi 30 años, Luz Mery López venía de la ciudad. Su infancia y adolescencia la había alternado entre Boyacá y Bogotá, y tras culminar su bachillerato en la capital del país inició su trabajo con organizaciones populares en barrios del sur de la ciudad. De esa forma empezó a vincularse con la organización guerrillera, donde finalmente conoció a Jorge Briceño, Mono Jojoy, y cambió su nombre a Valentina Beltrán.Hoy dice que el país de la época fue el que la arrojó a las filas subversivas. A la par de varios magnicidios, como el de Luis Carlos Galán, los militantes de la Unión Patriótica iban cayendo uno a uno mientras el gobierno de César Gaviria daba inicio a la apertura económica. “Eso impactó mi vida y fui yo quien buscó una puerta que me permitiera ingresar a un proyecto que buscara una solución a lo que estaba ocurriendo en el país, y ahí fue donde mi historia cobró otro rumbo”.
Ya en las filas de las Farc, su rol estuvo fundamentalmente ligado a la educación: “Que en el interior de la organización ningún compañero o compañera fueran iletrados”. Su papel le significó seis años en la cárcel, de 2005 a 2011, donde continuó con su formación académica y a su vez ejerciendo como docente para sus compañeras de El Buen Pastor. En esos años cursó comunicación social, que terminó ya en libertad.
Una vez fuera de prisión, tenía dos asuntos pendientes. El primero, estudiar la especialización en pedagogía para formalizar lo que había hecho toda una vida en la guerra. El segundo, tener a su hija, que hoy tiene cinco años. Tras culminar la especialización en la Universidad Pedagógica, ingresó a la Nacional a estudiar la maestría en estudios de género, de la que solo le queda pendiente la tesis.
Con la firma del Acuerdo de La Habana, se fue para el espacio de reincorporación de Icononzo, donde ha venido trabajando con la comunidad en pedagogía de la paz. Su candidatura es el resultado de una propuesta colectiva en la cual la línea divisoria entre excombatientes y comunidad se hace cada vez más difusa. Prueba de ello es que Valentina Beltrán es candidata por una coalición entre el partido FARC y Colombia Humana - UP.
En Icononzo, dice la hoy candidata, se logró lo que no se ha logrado en muchos territorios del país. Además de la coalición con un partido alternativo, todos los candidatos a la Alcaldía se reunieron y firmaron un pacto político en defensa del Acuerdo de Paz y por la no agresión. Según dice, la relación entre todos es de fraternidad e incluso el candidato del Centro Democrático ha ido al espacio territorial y ha probado La Roja, la cerveza artesanal que crearon allí los exguerrilleros.
Para Beltrán, participar en las próximas elecciones es una responsabilidad histórica y por eso aceptó ser candidata. Cree firmemente en que el Acuerdo de Paz es una oportunidad para hacer política de manera distinta y hoy está concentrada en seguir tejiendo la relación con la comunidad de las veredas de Icononzo.
Armel Caracas en Vichada
Cumaribo (Vichada)
Durante los tiempos de la guerra, Armel Caracas Viveros integró el frente 16, que operó en el Vichada y fue comandado por Tomas Medina Caracas, conocido como “el Negro Acacio”. Según cuenta, su papel en las filas insurgentes estuvo principalmente dirigido al trabajo político de la organización, por cuenta del cual estuvo en contacto permanente con la población de ese departamento.Ese rol lo mantuvo durante las negociaciones entre las Farc y el Estado colombiano, tiempo en el cual se dedicó a hacer pedagogía en el territorio de lo que se iba logrando en La Habana y a movilizar a la población en favor de la salida negociada al conflicto.
Una vez firmada la paz, Caracas Viveros se concentró con sus compañeros en la entonces zona veredal de Charras, en el departamento del Guaviare. De allí salió hace ya dos años hacia Cumaribo, en Vichada, para convencer a más de 700 familias que sustituyeran sus cultivos de coca y se consolidó como un líder del Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS).
“Esta puede ser la última charla que tengamos. Ojalá no fuera así, pero los vientos que soplan son los peores”, responde ante la pregunta por las garantías de seguridad para ejercer política en su territorio. Según dice, les ha llegado información sobre atentados a los candidatos de su partido en Cumaribo, porque además de que él va para la alcaldía, también llevan lista al concejo.
Profundamente preocupado por su seguridad, Caracas Viveros critica vehementemente que la solución de las autoridades siempre sea la misma: “todo lo solucionan con un consejo de seguridad. Hay muertos y hacen un consejo; días después más muertos y hacen otro consejo; pero no se toman medidas serias y de fondo”.
“Cumaribo es un municipio que tiene casi todo por hacer”, dice. Para este candidato el problema más grave de ese territorio es la informalidad de la tierra. Según cuenta, hay campesinos que llevan dos y hasta tres décadas con sus tierras, pero en el papel no son dueños de ellas. Allí concentrará su campaña, aprovechando el conocimiento que tiene al haber liderado el PNIS en el municipio.
Reinaldo Escobar, en el Cauca
Patía (Cauca)
Los reportes, tanto de las organizaciones sociales como de la Fiscalía, señalan claramente al departamento del Cauca como aquel en el que más excombatientes de las Farc han sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz. Consciente del riesgo de ejercer política en la zona significa, Reinaldo Escobar avanza en su campaña electoral por la Alcaldía del municipio de Patía.Conocido en tiempos de guerra como William Aguirre, el candidato patrulló en las filas insurgentes por el Cauca y Nariño y llegó a ser comandante del frente octavo de las Farc en 2005. Durante las negociaciones de paz en La Habana, integró, por parte de la guerrilla, el grupo de monitoreo del cese del fuego, junto con los equipos del Gobierno Nacional y Naciones Unidas.
Con la firma del Acuerdo, el excombatiente y sus hombres se concentraron en la zona veredal de La Variante, en Nariño. De allí salió liderando un grupo de excombatientes para el Patía y desde entonces permanecen allí, en lo que se conoce como nueva área de reincorporación. Estando allí ha promovido el despegue de algunos proyectos productivos con ayuda de cooperación internacional.
“Desafortunadamente, con los hechos que han venido sucediendo, el Cauca ha sido y sigue siendo un territorio donde las condiciones de seguridad son muy frágiles. Eso a nosotros nos preocupa muchísimo, pero creo que también hay voluntad de la gente de seguir trabajando, de seguir apoyándonos, y creo que vale la pena”. Por ahora, el candidato va únicamente por la FARC, pero no les cierra la puerta a futuras coaliciones.
Le puede interesar: "Alianzas peligrosas de los candidatos en Colombia: el pacto de Ralito"