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Este 30 de agosto se conmemora a nivel internacional el Día de las Víctimas de Desaparición, y en Colombia esta fecha se recuerda en medio de acciones de reconocimiento a los familiares que han dedicado años y décadas a buscar a sus seres queridos, como el que se cumplió esta semana en Pasto por cuenta de la Comisión de la Verdad y de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Pero también en medio de la incertidumbre que produjo el el anuncio de rearme de un grupo de jefes de la extinta guerrilla de las Farc, liderado por Iván Márquez y Jesús Santrich.
Con la firma del Acuerdo de Paz con este grupo, retornó para las familias la esperanza de que el Estado dedicara todos sus esfuerzos a la búsqueda de las cerca de 120.000 personas que desaparecieron por cuenta del conflicto armado. Excombatientes de las Farc ya avanzaron en la entrega de información sobre 354 personas desaparecidas y 78 de esos casos fueron priorizados para trabajar en conjunto con la Unidad de Búsqueda y del Comité Internacional de la Cruz Roja. De estos y otros avances y retos habla la jefa adjunta de este organismo humanitario en Colombia, Mulan Giovannini.
¿Cuál es el panorama de la desaparición en Colombia, sobre todo desde la firma del acuerdo de paz?
Lo que está pasando en Colombia es que no pararon las desapariciones. Al contrario, todavía las documentamos. Contamos una desaparición cada cuatro días, aunque no es una cifra que uno tiene que tomar como absoluta porque hay muchísimas personas que no reportan por miedo, porque están en territorios que están controlados por grupos, entonces todavía no se sienten cómodos en denunciar la desaparición. El fenómeno después del acuerdo continúa y se va aumentando con los años.
¿Por qué siguen ocurriendo casos de desaparición forzada, aunque se hayan desmovilizado las Farc?
El acuerdo fue entre el gobierno de Colombia y las Farc, pero ya antes de firmar el acuerdo había frentes que habían dicho que no estaban de acuerdo y que se disociaron de todo el proceso. El gobierno Santos quería hacer un acuerdo total que incluyera también al ELN, pero eso no funcionó. Y hay otros grupos que nunca han pensado en asociarse a un proceso de paz. Lo que pasó es que el gobierno colombiano se concentró en firmar un acuerdo con las Farc, la guerrilla más grande de Colombia, y por el otro lado, se intentó hacer negociaciones paralelas con el ELN, que es la segunda más grande, pero hay otros grupos como EPL, AGC, que están fuera de todo proceso de negociación. Además, nosotros estamos observando en el terreno una fragmentación de estos grupos. Hay más grupos que no se conocen o que no se sabe de dónde salen y que están mucho más vinculados con el crimen y todo lo que es tráfico ilegal. Eso complica enormemente todo el escenario en Colombia.
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¿Han aumentado las cifras de desaparición?
Llegué a Colombia justo a la semana de la firma del Acuerdo Final en Cartagena, en 2016. De manera que recuerdo que en el primer semestre de 2017 un pico de familiares que llegaban al CICR para denunciar una desaparición. Eso reflejaba lo que era el entusiasmo de la población civil con la marcha de las Farc para concentrarse en las zonas veredales del momento y ellos se sentían cómodos al denunciar la desaparición. En la segunda parte de 2017 empezó a bajar porque había ya otros grupos que empezaban a posicionarse y en el 2018 se empeoró la situación porque se veía la disidencia, por un lado, pero también el ELN se estaba posicionando y tomando más fuerza en territorios que históricamente no eran suyos. Hay un pico donde la gente denuncia y luego deja de hacerlo por intimidaciones. Es una manera de controlar la población.
Muchas organizaciones sienten que el gobierno y la sociedad no le pone atención a este fenómeno. ¿Cómo hacer para que el gobierno nacional y la sociedad se interesen en buscar a los desaparecidos?
No conozco una receta. En otros países, ha sido un tema en los que se puede jugar políticamente, porque los familiares de los desaparecidos son personas muy vulnerables, tienen una situación laboral difícil porque se dedican bastante tiempo en la búsqueda y no pueden tener un trabajo formal. Sería un gran logro que el gobierno se sensibilice sobre lo importante que es para la sociedad encontrar la verdad y a los desaparecidos, pero veo que políticamente es algo muy poco probable. Hoy se está hablando de un proceso de verdad a muy largo plazo. En Colombia se creó un sistema de justicia que está en marcha, ahora lo importante es que se den los recursos necesarios a las entidades que están establecidas en el acuerdo y con esto hacer la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) pueda hacer con esos recursos un trabajo consistente y adecuado: dar respuestas a los familiares.
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¿En qué lugares creen que hay fosas importantes por exhumar, pero a los que no se ha podido llegar por conflicto en la zona?
Lo que estamos haciendo en el CICR es documentar sitios de entierro y casos individuales de desaparición. Cuando se documentan los sitios se hace una georreferenciación de todos estos lugares y se trata de poner una protección física en estos sitios donde sabemos que hay cuerpos, que no son cementerios oficiales. Siempre tenemos diálogo con los grupos que están en el terreno que controlan el territorio. Siempre pedimos luz verde, cuando sabemos que hay un sitio de entierro, para ir y hacer esta exhumación humanitaria y llevar los restos a Medicina Legal para identificación. El CICR, como base, siempre va a hacer una exhumación cuando pretendemos saber a quién vamos a encontrar, porque no queremos aumentar los cuerpos no identificados que ya hay en el país. Hay un riesgo muy alto de que se pierda de nuevo la información de los restos que se sacan.
¿Cuál es el llamado del CICR a estas otras organizaciones estatales en Colombia para que la información de personas no identificadas no se vuelva a perder?
Eso era una misión del Ministerio del Interior, en lo que entiendo yo, cuando hicieron todo el mapeo de los cementerios. Ellos tienen un informe muy claro de todo lo que es la situación de los cementerios. Medicina Legal tiene toda la información de lo que se exhumó, aunque no hay identificación. Nosotros funcionamos de otra manera. El problema es que hay demasiados bancos de datos que no se hablan. Este fue un problema identificado en La Habana. La UBPD también va a tener un banco de datos y la idea sería que cuando se hagan las migraciones a versiones más recientes de bancos de datos, se empiecen a encontrar soluciones para que se hablen y que la información pueda intercambiarse entre ellos. Eso es una trabajo larguísimo y bastante complejo desde el punto de vista técnico.
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¿Cómo ha sido el trabajo de las Farc para lograr la entrega de cuerpos que han realizado?
Empezó bastante temprano y con el proceso especial que se puso en marcha en el 2017, cuando la UBPD todavía no existía. La presidencia en la época lideró este proceso y se logró producir un formato único con Medicina Legal, el CICR y la asociación de familiares. Con este formato es con lo que funciona la Comisión Nacional de las Farc. El resultado es muy positivo porque es una primera señal muy clara de que las Farc tienen las ganas de continuar en este trabajo y de dar trámite a las solicitudes de búsqueda que el CICR presente o que ellos mismos recolecten dentro de sus exfilas. Es importantísimo porque es un trabajo a largo plazo que empezó ahora entre la Unidad de Búsqueda y la comisión del partido Farc. Nosotros vamos a continuar dando este apoyo técnico y cuando sea necesario mediar. Al inicio había bastante desconfianza entre las partes y el CICR, en su papel de mediador neutro e imparcial, jugó este papel para avanzar.
¿Cuáles son los retos en la búsqueda de las personas que se presumen están desaparecidas?
Primero, que la Unidad tenga los recursos financieros y humanos para hacer su trabajo, eso impacta en la calidad de su trabajo. El segundo reto es el acceso al territorio: también la UBPD tiene esta ambición de poder hacer que la gente se acerque a ellos. Todos los procesos para ir a hacer una exhumación se demoran porque hay distintos grupos que controlan el territorio y nosotros tenemos que hablar con cada uno para que se pueda pasar. Con un control territorial no estatal, se dificulta que la gente de las Farc que quiere dar la información exacta, que también es un reto enorme porque la geografía cambia y la memoria falla, lo haga. Además, está toda la demora para tener una luz verde para estos procedimientos. El otro reto es que efectivamente el gobierno ponga esta temática como prioridad y colabore de una manera constructiva en dar la información necesaria para encontrar estas personas. Eso no está pasando.
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Siempre que se habla de desaparecidos, se habla de muertos, de cadáveres. ¿Han encontrado personas vivas?
Eso pasó sobre todo al inicio, cuando las Farc se concentraron en las zonas veredales. Había un intercambio de mensajes de Cruz Roja con los exguerrilleros concentrados y los familiares. Allá había cierta solicitud de búsqueda que teníamos abierta y se lograron cerrar positivamente, lo que es raro en una temática como esta.
¿Cómo se maneja el tema con los familiares?
Los familiares normalmente ya tienen el sentido de que están buscando a un muerto, sobre todo si era un exguerrillero. Ellos tienen información de que está muerto, pero quieren recuperar los restos. Es una etapa muy importante para un familiar el recuperar los restos, dar sepultura digna y tener un lugar donde honrar a esta persona. Durante todo el proceso de exhumación hacemos lo necesario para asegurarnos de que los familiares, si quieren y es posible, estén en la exhumación. Tenemos psicólogos que acompañan este proceso antes, durante y después. Es impactante, aunque sepas que está muerta la persona, el hecho de encontrar los restos es un reto. También está el trámite que tienen que hacer con Medicina Legal, porque nosotros entregamos los restos a Medicina Legal, única institución que puede hacer la identificación.
¿En qué casos comienzan la búsqueda de un desaparecido?
Nosotros aceptamos cualquier solicitud de cualquier familiar de una persona que desaparece a causa del conflicto o de otro tipo de violencia. Ubicamos al grupo que es el supuesto perpetrador de la desaparición y vamos a hablar del caso para ver si hay una información al respecto. Este trabajo lo hacen los delegados en terreno: explicar lo que implica para los familiares el sufrimiento y la importancia de dar la información. Si la persona está viva, que pueda comunicarse, y si está muerta, que se puedan comunicar los restos.