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“Las mujeres ya no quieren ser guardias indígenas ni autoridades propias, tenemos miedo de ejercer estos liderazgos que nos costaron tanto trabajo ganar en la organización indígena por la situación que estamos viviendo y porque no hay garantías. En nuestro territorio, además de 12 grupos armados ilegales, hay ya siete bases militares y nos preocupa que el Gobierno quiera mandarnos otros dos mil militares. La militarización tiene un impacto para las mujeres muy grande y nos pone en riesgo, pero vamos a seguir resistiendo”, dijo Margarita Hilamo, lideresa de ACIN, refiriéndose al contexto de violencia y asesinato que padecen los y las indígenas en el Cauca, al norte del país, un territorio disputado por actores armados e intereses del narcotráfico.
Solo este año han enterrado a 56 integrantes de sus organizaciones, según las cifras del Consejo Regional Indígena del Cauca. Uno de los últimos crímenes fue el de Cristina Bautista, gobernadora de la reserva de Tacueyó, en el municipio de Toribio, asesinada el 29 de octubre junto con cuatro miembros de la guardia indígena.
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Con un agravante, según Margarita Hilamo, el Estado a través de la Unidad Nacional de Protección (UNP) no prioriza el riesgo de las mujeres. “Le dicen a uno que no es suficiente el riesgo para darle a uno protección y el análisis en la Unidad de Protección lo hacen solo hombres, necesitamos que nos valoren también mujeres, que se ponga en el lugar de nosotras y miren los riesgos”, aseguró Margarita.
Su preocupación se escuchó durante el evento: “Hablemos de mujeres, paz y seguridad”, organizado por Colombia2020 de El Espectador con el apoyo de la Unión Europea y más de diez organizaciones de mujeres del país, realizado a tres años del acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc y con la plena conciencia de la necesidad de hablar sobre los impactos diferenciados y desmesurados de los conflictos armados en la vida de las niñas y las mujeres.
En especial, a propósito de la conmemoración de los 19 años de la resolución 1325 del 2000, aprobada por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas, que reconoce que sin las mujeres la paz no tiene ninguna posibilidad y que por eso es necesario aumentar su representación, en todos los niveles, en la toma de decisiones para la prevención, gestión y solución de conflictos. Una resolución determinante, como mencionó la comisionada de la Verdad, Alejandra Miller, porque a pesar de que en Colombia no tiene un plan de acción fue el marco para que las organizaciones de mujeres incidieran en las negociaciones y acuerdo de paz que permitieron que el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición que de allí surgió buscara la paridad y la transversalización del enfoque de género.
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¿PDTS sin enfoque de género?
En este espacio de intercambio, las mujeres que venían del territorio, como Margarita, también plantearon con preocupación que en sus regiones los Planes de Desarrollo Territorial (PDTS), que surgieron a raíz del Acuerdo de Paz de La Habana como un mecanismo de participación y transformación de los 170 municipios del país más golpeados por la violencia y la pobreza, tuvieron una participación de las mujeres activa en un primer momento, pero después estos liderazgos fueron escasos y poco representativos.
Señalaron que por esa razón las prioridades consignadas en estos planes fueron en su mayoría las propuestas de los hombres. Mucho más relacionadas con temas de infraestructura vial y eléctrica que con temas de cuidado, como la atención psicosocial, salidas de vivienda, propiedad de la tierra a nombre de ellas y soberanía alimentaria.
“En Vistahermosa (Meta) el papel y el liderazgo en los PDTS se lo llevaron los hombres que tienen las Juntas de Acción Comunal. Las mujeres no tuvimos la oportunidad de participar y no hubo enfoque de género. Permitan nuestra participación para que lo que se implemente tenga también nuestras necesidades”, dijo Luz Adriana Rodas Guerra, de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Limpal) que trabaja por acabar la violencia de género en este departamento y por implementar una ruta de atención para mujeres víctimas de diversas violencias.
En esa misma dirección hizo su aporte Dunia Ester León Fajardo, de la Ruta Pacífica de las Mujeres: “En mi territorio las mujeres hicieron propuestas sobre seguridad alimentaria y comunitaria pero solo quedaron en el papel porque quienes coordinan son hombres que no tienen enfoque de género. Vamos a estar atentas y acompañar su implementación para que no queden en el aire porque, aunque ya no hay conflicto, hay pandillas y ahora los hombres golpean mucho a las mujeres. En parte porque hay una cantidad de jóvenes que estuvieron relacionados con el conflicto, que hoy se encuentran sin hacer nada y no han sanado las violencias. Dejaron las armas, pero su mente sigue siendo guerrerista”.
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“Por ejemplo, nosotras decíamos que las mujeres queríamos ser titulares de la tierra, porque somos las que producimos y cuidamos las semillas ancestrales. Pero ya ahí dijeron que no y que no era viable porque no había recursos en los planes de desarrollo para eso”, acotó Margarita Hilamo.
Las cifras que llevó Alicia Rueda, del grupo de género de la Alta Consejería para la Estabilización de la Presidencia, señalan que en los PDTS hay 4.408 propuestas (de más de 33.000) que tienen un impacto directo y una participación de las mujeres que podrían contribuir a mejorar brechas de género si se implementan con ese enfoque. “El trabajo ahora es que estas iniciativas se incluyan en los planes de desarrollo. Por lo pronto tenemos que seguir construyendo la hoja de ruta que se defina como una herramienta que articulara los elementos de planeación del acuerdo con lo sectorial”, señaló Rueda.
No por nada, Patricia Llombart, embajadora de la Unión Europea, recomendó a las mujeres presentes en este encuentro que deben llegar a las nuevas autoridades locales, en las alcaldías y las gobernaciones, para recordarles el trabajo que han venido haciendo y para ver sus propuestas en marcha.
“Vamos a monitorear el Plan Nacional de Desarrollo y su marcación en igualdad de género porque nos preocupa la debilidad de los mecanismos para el avance de las mujeres en los territorios y por ello vamos a estar dialogando con las mujeres que fueron elegidas (que solo representan el 11%), con el deseo de que se articulen en este propósito. También seguimos en un apoyo irrestricto a la implementación del acuerdo de paz. Pero debemos tener una claridad: hay que invertir en la distribución de los recursos, porque en temas de cooperación internacional apenas el 5% va directamente a las mujeres y solo el 0.2 % va al fortalecimiento de organizaciones de mujeres. La paz se construye con financiamiento público”, aseguró al cierre de este evento Ana Güezmes García, representante de ONU Mujeres en Colombia, y agregó que, aunque el cambio por una sociedad más igualitaria está ocurriendo, va muy lento y hay un grupo creciente de grupos armados en el mundo, donde la misoginia, la homofobia y los fundamentalismos están tomando un lugar muy preocupante.
Se requiere que las mujeres sigan teniendo un reconocimiento como agentes de paz y que sean reconocidas todas, las mujeres rurales, negras e indígenas también, según Güezmes. “Debemos ser diversas, pero no dispersas, no dividirnos más, porque esa ha sido la estrategia del patriarcado. Debemos tender diálogos también con los hombres porque la igualdad es un cambio que beneficia a toda la sociedad”, concluyó.