Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Estar en primera línea de la guerra contra el coronavirus aumenta el riesgo de contraer la enfermedad. Eso, sumado a la sobrecarga de trabajo, la escasez de material médico (mascarillas, trajes y equipo de protección) y el desconocimiento de un virus nuevo, hace que el personal médico esté pasando por una prueba de fuego en todo el mundo.
El doctor Hu Ke, de 55 años, neumólogo chino, les aconseja protegerse bien. Este doctor que atendió durante cien días, en promedio, a 150 personas infectadas de coronavirus en Wuhan (China), en donde se originó la pandemia, asegura en entrevista con EFE que, hasta ahora, no se ha contagiado.
Ver más: Wuhan (China) se despide de los médicos que acudieron a luchar contra el coronavirus
“He tratado pacientes de COVID-19 casi cada día desde finales de diciembre hasta ahora y no me contagié. Al principio muchos médicos aquí también se contagiaron. Pero los que llegaron después, no. ¿Por qué? Por una buena protección (...) El pánico y la ansiedad se transmiten también”, explicó. En China, donde comenzó la pandemia, las cifras no están muy claras, pero se habla de un centenar de trabajadores de hospitales muertos. En Europa, América Latina y Asia organizaciones de profesionales de la salud alertan por las difíciles condiciones para enfrentar la COVID-19. En Colombia ya se reportó la muerte de dos médicos, el gremio reporta discriminación y además exigen más medidas de protección. ¿Cómo enfrentan la pandemia los trabajadores de la salud de otros países? El Espectador reunió testimonios.
Italia: “No necesitamos medalla, solo un poco de reconocimiento”
“Es una tragedia”, asegura Walter Ricciardi, miembro del comité ejecutivo de la Organización italiana de Sanidad y consejero del ministro de Salud, Roberto Speranza, sobre la situación del personal médico en el país. Según la Federación Nacional de Órdenes Médicas (Fnomceo), de los casi 20.000 muertos que hay Italia por el virus, cerca de 105 son médicos y 28 son enfermeros. Además, hay más de 13.000 contagiados. El presidente de la Fnomceo, Filippo Anelli aseguró: “Tenemos que hacer una reflexión sobre qué tanto se les ha garantizado el derecho a la seguridad laboral a los médicos y los trabajadores sanitarios. Tenemos que replantear el sistema, hoy particularmente frágil e incapaz de responder a las necesidades de seguridad de nuestros profesionales”.Para Giacomo Battisti, médico italiano que vive en la región de Umbría, cerca de Roma, la situación empieza a mejorar, aunque la angusta al ir a trabajar no se vaya del todo. “Se vive día a día, sintiendo el riesgo porque sabemos que podemos llevar la enfermedad a nuestras casas”, aseguró a este diario.
Ver más: Los aplausos le aportan energía y motivación a personal médico, según investigadora
Diego Bellini, otro médico que vive en Orvieto (Umbría) le contó a El Espectador que las situaciones que se han presentado no estaban en los libros de ninguna universidad: “El momento más difícil fue cuando llegamos a la saturación y nos faltaron camas para atender los hospitales. Ahí se tuvieron que tomar decisiones excesivamente racionales con base en las probabilidades de recuperación que se tenían”.
Agrega que, esta crisis hay que pensarla desde la raíz: “Pienso que el sistema de formación académica debe modificarse en todos los países. El personal médico quedaría preparado para enfrentar una situación como esta, que es excepcional”.
Battisti concluye que, “nuestro gremio en el mundo no siempre ha sido tenido en cuenta en años pasados. Estamos en el frente día y noche, y es necesario recordar a los que hacen esta labor. No necesitamos ninguna medalla, solo es necesario un poco de reconocimiento, que no es gratuito”.
España: “Hay miedo de que suban de nuevo los casos”
El gobierno de Pedro Sánchez piensa que la peor parte de la crisis del COVID-19 ya pasó en España. Esta semana, el país europeo se prepara para el levantamiento de algunas de las medidas más estrictas del aislamiento obligatorio. Miles de trabajadores de sectores no esenciales, como la industria y la construcción, que se encontraban confinados en sus casas, saldrán de nuevo a las calles.Sin embargo, el regreso al trabajo de miles de trabajadores tiene inquieto a más de un ciudadano, en especial a los médicos. Porque si bien España —segundo país con más casos confirmados por COVID-19 (169.496 al 13 de abril)— ha reducido sus números gracias al aislamiento, dentro del gremio médico hay miedo de esta flexibilización.
Ver más: Desde los balcones, los españoles les agradecen a los médicos que luchan contra el coronavirus
“Estamos viendo una tendencia de que la situación está mejorando, pero tenemos miedo de que si se desescalan las medidas, vuelvan a subir los casos”, le cuenta a El Espectador, Camilo González, médico colombiano que trabaja en el Hospital Vall de Hebron, de Barcelona.
González dice que las cosas han mejorado en el hospital. “Al principio hubo escasez de equipos y materiales adecuados, por lo que tocó ser recursivos. Ahora sí estamos con buena dotación y con suficientes equipos para tratar a los pacientes”.
Los turnos para los médicos que trabajan en ese centro de salud, así como en otros de la ciudad catalana, se han doblado, informa González. Turnos casi de 24 horas y en los que atienden a un buen número de pacientes con COVID-19 o que tienen sospechas de haberlo contraído. Dice que lo más exigente es el tratamiento de quienes están en las Unidades de Cuidados Intensivos, pues en cualquier momento pueden complicarse y necesitan vigilancia casi permanente.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Sanidad de España, al 13 de abril había en Cataluña 34.726 casos y 3.538 muertos. No obstante, gracias a las medidas de aislamiento impuestas en marzo, la curva de positivos y fallecidos ha comenzado a aplanarse.
Estados Unidos: la calma antes de la tormenta
A Cynthia Ramírez, enfermera residente en Nashville, Tennessee, le gusta decir que está en la calma antes de la tormenta. En el hospital University Medical Center, donde trabaja —el más grande de su área—, no tiene tantos pacientes con COVID-19 como otros en la nación, pero eventualmente llegarán, dice. Es por eso por lo que los doctores han comenzado a cancelar muchas cirugías no esenciales, con el fin de tener las camas disponibles para aquellos pacientes contagiados que lleguen eventualmente.Ver más: Estos migranes pueden salvar a EE. UU., pero Trump insiste en deportarlos
“La vida dentro del hospital es rara ahora debido a la falta de pacientes, pero con la angustia de que están por llegar. Los doctores y las enfermeras a veces tenemos miedo de trabajar por el riesgo de contagiarnos. Entre nosotros hablamos sobre cómo nos sentimos y esto ayuda a mantener nuestras emociones en equilibrio”, dice Ramírez.
Aunque todos los trabajadores de la salud están entrenados para mantener sus emociones en línea durante estos momentos difíciles, la realidad a veces los puede superar. Ramírez se aferra a Dios y a su familia. “No puedes sucumbir ante la ansiedad”, señala.
“Tengo miedo de una oleada de pacientes. Tengo miedo de que pueda contraer el virus y traerlo a mi casa e infectar a mi familia y tengo miedo por mis pacientes, porque sé que habrá mucho sufrimiento”, lamenta.
Ver más: La guerra de las mascarillas, otro episodio lamentable de la pandemia
El otro temor de Ramírez es la incertidumbre sobre su futuro en el país. Ella es migrante, y una de las beneficiadas por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), el cual el presidente Donald Trump interrumpió hace dos años, dejándola a ella y a miles de personas al borde de la deportación.
“El otro día leí que había aproximadamente 27.000 trabajadores de la salud en Estados Unidos beneficiados por el DACA. Si el presidente llega a quitar a esos trabajadores sería una tragedia, porque estamos viendo una falta de personal en ciudades como Nueva York”, se queja.
Y agrega: “Espero que nos sirva como lección, pero lo dudo. He visto historias en internet sobre personas que acosan a las enfermeras porque piensan que tienen el virus, y eso no es bueno. Espero que el mundo pueda reconocer lo que hacemos”, concluye.
Ecuador: “No hay material de protección”
Información publicada por medios de comunicación ecuatorianos dicen que desde que se reportó el primer caso de coronavirus en Ecuador, el 29 de febrero, han muerto 30 médicos por la enfermedad. La situación más grave se vive en Guayaquil, provincia de Guayas, que concentra el 73,7 % de los casi 7.161 positivos del país, y 159 de los 297 fallecidos oficiales.Según el gobierno, al menos 417 trabajadores de la salud contrajeron el virus. “Necesitamos auxilio. Que vengan médicos, ayuda logística y técnica a nivel internacional de los países que ya pasaron por esta pandemia, de las empresas a nivel mundial que pueden mandarnos médicos, respiradores, oxígeno, medicinas y pruebas para el coronavirus”, pedía desesperada la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, recién recuperada de COVID-19.
Ver más: Radiografía del drama ecuatoriano
David González, presidente de la Red Unión de Enfermeras y Enfermeros del Ecuador (Runeee), explica a este diario que, “los trabajadores del sistema de salud le están poniendo el pecho a las balas, arriesgan sus vidas por los demás porque no tienen protección, insumos, ni estabilidad laboral y con el miedo de contagiarse; pero seguimos en primera línea por vocación”.
De acuerdo con este enfermero, “estamos haciendo turnos de más de doce horas diarias, usando unos trajes que dejan cicatrices y sufriendo situaciones que pueden generar afectaciones psicológicas”. Este enfermero denuncia que “tienen congelados los sueldos desde hace diez años y antes de la pandemia hubo muchos despidos por el recorte presupuestal a la salud. Hoy se buscan profesionales de salud hasta debajo de las piedras, pero merecemos más respeto”.