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La imagen ocurre en el velódromo de Londres, en Inglaterra. La selección británica de pista, que compite en los Juegos Olímpicos de 2012, mira en un computador la última etapa del Tour de Francia de ese año. Y en silencio observan los últimos kilómetros de la etapa definitiva de la prueba, también a su compatriota y compañero Bradley Wiggins, que vestido de amarillo festeja no sólo el título de la carrera más importante por etapas del mundo, sino el convertirse en el primer corredor de ese país en festejar en París. A un costado, un joven de 26 años, abre bien los ojos para ver el diminuto monitor. Es Geraint Thomas, el hoy campeón de la ronda francesa, un nuevo pedalista de Gran Bretaña que festeja en la ciudad luz, esta vez en la edición 111 del Tour.
Así como Wiggins, Thomas demostró que la pista forma y nutre para ser un mejor rutero. Este domingo, ahora con 32 años, el inglés dio su paseo triunfal por los Campos Elíseos, con su poderoso Sky rodeándolo, con Chris Froome felicitándolo y brindando con él por las excelentes tres semanas en las que demostró que un buen contrarrelojista también puede ir bien en la montaña, y puede ganarle a los escaladores para quedarse con el título que todo ciclista sueña. A su lado derecho un colombiano, Egan Bernal, el juvenil que trabajó a tope en los momentos más duros para que tanto Thomas como Froome no se quedaran cuando la carretera se empinó.
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En un instante, el nuevo campeón del Tour miró al nacido en Bogotá, pero criado en Zipaquirá, y le dio la mano, gesto que acompañó con una sonrisa de agradecimiento por la fatiga dada por el colombiano, por el desgaste al servicio de otros, por entender que para ser un buen líder en el futuro primero es necesario vivir la etapa de gregario. El lote rodó con tranquilidad por las calles de París, girando alrededor del Arco del Triunfo y después enfrente del Museo de Louvre. Día para el aficionado a este deporte que pudo ver de cerca a sus máximos referentes, para que las postales de las bicicletas por las calles empedradas de la capital francesa abundaran en las redes sociales.
De vez en cuando, entre el tumulto, apareció Nairo Quintana, con una protección en uno de sus brazos, charlando con Alejandro Valverde, de seguro evaluando lo que fue y lo que no pudo ser. El boyacense se metió en el puesto 10 de la clasificación general tras una competencia en la que sufrió mucho, pero en la que ganó su segunda etapa el pasado miércoles en la etapa reina. Ahora irá por la Vuelta a España.
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Ya en los últimos kilómetros, por más paseo triunfal que fuera, el lote aceleró tanto que el velocímetro de una de las motos acompañantes registró 61 kilómetros por hora. El noruego Alexander Kristoff se quedó con la victoria tras ganar el último embalaje del Tour, mientras que atrás, sin afán, Thomas ingresó junto a Froome tomando el legado de su compañero. Lo cierto es que Francia le pertenece a los británicos, así como en años de antaño, solo que esta vez no estamos hablando de territorios y reinados, mucho menos de guerras, sino de la carrera más codiciada en el mundo del ciclismo que tuvo y tiene dominio absoluto de los pedalistas nacidos o que representan al país ubicado más allá del canal de la mancha.