El día que “El Chato” Velásquez expulsó a “Pelé”
Con respecto al cumpleaños 80 del astro brasileño, reviva esta historia del árbitro colombiano en un partido en el estadio El Campín de Bogotá. El juez le sacó la roja al brasilero, pero los aficionados presentes en el escenario clamaron para que el jugador volviera.
Redacción deportiva - @DeportesEE
Hace 52 años, la noche del miércoles 17 de julio de 1968, tuvo lugar uno de los hechos más insólitos en la historia del fútbol. El protagonista del acontecimiento fue el árbitro colombiano Guillermo “Chato” Velásquez, y el principal actor del reparto de aquel momento inusual fue el entonces rey del balompié mundial, Edson Arantes do Nascimento “Pelé”. El escenario fue el estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá, con más de 50.000 espectadores que acudieron a presenciar un partido amistoso de lujo. El Santos del Brasil, encabezado por su máxima estrella, contra la selección Colombia que se preparaba para los Juegos Olímpicos de México 1968.
La expectativa del juego despertó un singular entusiasmo entre los aficionados. “Pelé” llegó procedente de Nueva York, y tanto los periodistas como los directivos y el público no le perdieron pisada en la antesala del compromiso. En aquella época, “Pelé” ya había sido campeón mundial de Suecia 1958 y Chile 1962, pero además su equipo Santos había obtenido la Copa Libertadores de América y la Intercontinental de clubes. De cualquier manera, para los seguidores del fútbol en Bogotá era un privilegio acudir al estadio a ver al rey de la pelota y de paso examinar el nivel del combinado nacional de cara a los Olímpicos.
El juez Guillermo Velásquez dio el pitazo inicial del juego a las 9:17 de la noche y de entrada la iniciativa corrió por cuenta del equipo brasilero, tanto que a los cuatro minutos ya estaba en ventaja con gol del delantero Toninho. Colombia había saltado a la cancha con Otoniel Quintana en el arco, Gabriel Hernández, “Camello” Soto, Rigoberto Urrea y el “Moño” Muñoz en la defensa. “Burrito” González, Gabriel Verdugo, Escobar, Tamayo y Gustavo Santa. El empate de los colombianos llegó dos minutos después con cabezazo del samario Alfredo Arango. Sin embargo, esta jugada fue el principio del desastre en que terminó el partido.
Alegando que el ariete colombiano estaba en fuera de lugar, el delantero Lima le reclamó airadamente al árbitro y cuando terminaba la discusión y el “Chato” Velásquez se alejaba del centro del debate, Lima le hizo zancadilla. Entonces el árbitro, que ya se caracterizaba por una singular personalidad a la hora de dirigir los encuentros, no dudó en aplicarle un gancho de izquierda al jugador, y acto seguido lo expulsó del terreno. Como era obvio, los jugadores del Santos reaccionaron y el partido tuvo que suspenderse por buen rato. Finalmente, se reanudó pero los ánimos del equipo brasilero ya estaban exaltados. (Lea también: Kevin Salazar, ahora o nunca)
En el minuto 17 del encuentro, de nuevo con remate de cabeza, el equipo olímpico colombiano se puso adelante en el marcador. Esta vez la conquista fue de Germán “Burrito” González. Tres minutos después, empezó a llover copiosamente en El Campín, pero dada la importancia del juego nadie se movió de las graderías. La lluvia terminó por favorecer a los brasileros, que lograron el empate en el minuto 23 con tiro rasante de “Pelé” que batió al guardameta Otoniel Quintana. Hasta ese momento todo transcurría normalmente, pero en el minuto 35 ocurrió el suceso que empezó a enmarcar el partido en una historia para récord Guinness.
En un avance del equipo Santos, se produjo una jugada que los futbolistas protestaron airadamente. En particular “Pelé” comenzó a gritar “penalti, penalti”, pero “El Chato” Velásquez hizo caso omiso de los reclamos del estelar número 10 brasilero. Entonces sucedió lo inesperado. El árbitro comentó después y siempre se encargó de decirlo que “Pelé” le mentó la madre en portugués, y como él había pasado por Tabatinga y en una ruidosa fiesta se había aprendido todas las groserías en el idioma natal, entendió lo que “El Rey” le había dicho. Sin inmutarse, “El Chato” Velásquez lo expulsó de la cancha. De inmediato fue Troya.
Los jugadores del Santos se le fueron encima al “Chato” y empezaron a agredirlo. Hasta los suplentes del equipo se sumaron a los golpes. Y mientras el árbitro se defendía de sus agresores, el público empezó a protestar por la expulsión de “Pelé”, y a pedir que regresara a la cancha porque habían pagado muy cara la boleta y la razón de hacerlo había sido ver al entonces mejor futbolista del mundo. Lo increíble de la historia es que el juez, visiblemente afectado por los golpes, tuvo que salir del encuentro rumbo a un centro asistencial. En su remplazo asumió la conducción del partido el juez Omar Delgado, quien después de consultar, incluso al “Chato”, determinó que “Pelé” regresara al campo de juego.
Como Delgado estaba de juez de línea y pasaba a ser el árbitro de la contienda, se necesitaba quien lo sustituyera en la banda. Como aficionado, en la tribuna estaba el acreditado juez chileno Mario Canessa, y la solución fue que saltara a la cancha para oficiar como juez de línea. Lo hizo no en traje deportivo, sino vestido de saco y corbata. Así terminó el primer tiempo y, como si nada hubiera pasado, los equipos se fueron a los vestuarios. Cuando se reanudó el partido, el Santos de Pelé se encargó de redondear la fiesta en medio de la pasividad del público asistente. Dos goles más de la estrella brasilera redondearon la faena. 4-2 en favor de Santos terminó el encuentro.
La gente se fue tranquila a su casa, pero tras bambalinas ocurrió lo que tampoco nadie aguardaba. Asistido por el abogado Lisandro Martínez Zúñiga -quien llegaría a ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia-, “El Chato” Velásquez había interpuesto una denuncia por lesiones personales contra los jugadores de Santos. De tal manera que, en vez de trasladarse al hotel o tomar rumbo al aeropuerto El Dorado, el equipo brasilero fue llevado a la Comisaría del Norte, donde el titular del despacho Isaac Cadena Medina dispuso todo lo pertinente para hacer cumplir la ley y no dejar pasar lo que había sucedido en el estadio. (Las imágenes de la disputa entre "El Chato" Velásquez y el Santos de Pelé)
Al comienzo de la diligencia judicial, como era natural “Pelé” quiso ser la voz oficial del equipo, pero el abogado Martínez Zúñiga le salió al paso con un comentario contundente mientras lo tomaba del brazo: “Usted puede ser el rey del mundo, pero en este despacho judicial no”. La crónica de El Espectador sobre lo sucedido, escrita por el periodista Germán Navarrete, señala que el comisario Cadena ordenó que todos los jugadores del Santos se pusieran contra la pared. El único que no lo hizo fue “Pelé”, quien sin embargo cambió totalmente su actitud y comenzó a colaborar en búsqueda de una solución al problema.
Cuando todos los jugadores estaban alineados, el comisario Cadena le pidió al “Chato” Velásquez que identificara quiénes le habían pegado. Él señaló a algunos, y comenzaron los reclamos. El central Amaury Da Silva, que no había jugado, alegó que estaba lesionado en el tobillo y no tenía como agredir al juez. A su vez el defensa argentino Ramos Delgado aseguró que era una venganza del “Chato” Velásquez contra él, porque ya habían tenido un incidente durante un partido en Quito, Ecuador, en 1961. En medio de los reclamos el periodista le preguntó a “Pelé” si había visto algo igual acerca de que un jugador expulsado regresara a la cancha.
“Pelé”, con gesto risueño, le contestó que no, y enseguida agregó: “Bueno, yo atendí el llamado del público que había pagado por ver el espectáculo”. En ese momento ya los ministros de justicia y educación habían intervenido para que el incidente no pasara a mayores. Igualmente, varios dirigentes del fútbol colombiano hicieron presencia porque la noticia ya le daba la vuelta al mundo. El problema mayor era que al “Chato” Velásquez le habían dado 25 días de incapacidad por la fenomenal paliza recibida. Al final, con el apoyo del árbitro Mario Canessa se decidió que a puerta cerrada se resolviera el problema, pues el enjambre de periodistas ya parecía una jauría.
Después de mucha discusión, hacia las 3:30 de la madrugada del 18 de julio se encontró una solución. Que todos los jugadores del equipo Santos firmaran una carta de desagravio, pidiendo disculpas a la afición y, por supuesto, al árbitro. El problema es que aparecieron nuevos abogados acusando al comisario de haber cometido un prevaricato porque los 25 días de incapacidad del “Chato” Velásquez no daban para resolver el asunto con una simple carta de disculpas. A esa hora ya el avión que debía trasladar al equipo brasilero hasta Lima (Perú) se había ido, y el plantel tuvo que esperar hasta el 19 de julio para partir definitivamente.
De aquella noche quedaron muchas anécdotas. La transmisión en directo del periodista Alberto Piedrahita Pacheco, los juegos de cartas con que se entretuvieron los exponentes del equipo brasileño mientras se resolvía el dilema judicial, o incluso el divertimento de monedas contra la pared para matar el tiempo en medio del frío bogotano. La incapacidad del “Chato” Velásquez no cumplió los 25 días. La razón de peso es que este singular colombiano no se aguantó las ganas de volver a dirigir y por eso los dirigentes lo programaron para que regresara a las canchas pocos días después, para pitar el clásico vallecaucano entre Cali y América.
Hace 52 años, la noche del miércoles 17 de julio de 1968, tuvo lugar uno de los hechos más insólitos en la historia del fútbol. El protagonista del acontecimiento fue el árbitro colombiano Guillermo “Chato” Velásquez, y el principal actor del reparto de aquel momento inusual fue el entonces rey del balompié mundial, Edson Arantes do Nascimento “Pelé”. El escenario fue el estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá, con más de 50.000 espectadores que acudieron a presenciar un partido amistoso de lujo. El Santos del Brasil, encabezado por su máxima estrella, contra la selección Colombia que se preparaba para los Juegos Olímpicos de México 1968.
La expectativa del juego despertó un singular entusiasmo entre los aficionados. “Pelé” llegó procedente de Nueva York, y tanto los periodistas como los directivos y el público no le perdieron pisada en la antesala del compromiso. En aquella época, “Pelé” ya había sido campeón mundial de Suecia 1958 y Chile 1962, pero además su equipo Santos había obtenido la Copa Libertadores de América y la Intercontinental de clubes. De cualquier manera, para los seguidores del fútbol en Bogotá era un privilegio acudir al estadio a ver al rey de la pelota y de paso examinar el nivel del combinado nacional de cara a los Olímpicos.
El juez Guillermo Velásquez dio el pitazo inicial del juego a las 9:17 de la noche y de entrada la iniciativa corrió por cuenta del equipo brasilero, tanto que a los cuatro minutos ya estaba en ventaja con gol del delantero Toninho. Colombia había saltado a la cancha con Otoniel Quintana en el arco, Gabriel Hernández, “Camello” Soto, Rigoberto Urrea y el “Moño” Muñoz en la defensa. “Burrito” González, Gabriel Verdugo, Escobar, Tamayo y Gustavo Santa. El empate de los colombianos llegó dos minutos después con cabezazo del samario Alfredo Arango. Sin embargo, esta jugada fue el principio del desastre en que terminó el partido.
Alegando que el ariete colombiano estaba en fuera de lugar, el delantero Lima le reclamó airadamente al árbitro y cuando terminaba la discusión y el “Chato” Velásquez se alejaba del centro del debate, Lima le hizo zancadilla. Entonces el árbitro, que ya se caracterizaba por una singular personalidad a la hora de dirigir los encuentros, no dudó en aplicarle un gancho de izquierda al jugador, y acto seguido lo expulsó del terreno. Como era obvio, los jugadores del Santos reaccionaron y el partido tuvo que suspenderse por buen rato. Finalmente, se reanudó pero los ánimos del equipo brasilero ya estaban exaltados. (Lea también: Kevin Salazar, ahora o nunca)
En el minuto 17 del encuentro, de nuevo con remate de cabeza, el equipo olímpico colombiano se puso adelante en el marcador. Esta vez la conquista fue de Germán “Burrito” González. Tres minutos después, empezó a llover copiosamente en El Campín, pero dada la importancia del juego nadie se movió de las graderías. La lluvia terminó por favorecer a los brasileros, que lograron el empate en el minuto 23 con tiro rasante de “Pelé” que batió al guardameta Otoniel Quintana. Hasta ese momento todo transcurría normalmente, pero en el minuto 35 ocurrió el suceso que empezó a enmarcar el partido en una historia para récord Guinness.
En un avance del equipo Santos, se produjo una jugada que los futbolistas protestaron airadamente. En particular “Pelé” comenzó a gritar “penalti, penalti”, pero “El Chato” Velásquez hizo caso omiso de los reclamos del estelar número 10 brasilero. Entonces sucedió lo inesperado. El árbitro comentó después y siempre se encargó de decirlo que “Pelé” le mentó la madre en portugués, y como él había pasado por Tabatinga y en una ruidosa fiesta se había aprendido todas las groserías en el idioma natal, entendió lo que “El Rey” le había dicho. Sin inmutarse, “El Chato” Velásquez lo expulsó de la cancha. De inmediato fue Troya.
Los jugadores del Santos se le fueron encima al “Chato” y empezaron a agredirlo. Hasta los suplentes del equipo se sumaron a los golpes. Y mientras el árbitro se defendía de sus agresores, el público empezó a protestar por la expulsión de “Pelé”, y a pedir que regresara a la cancha porque habían pagado muy cara la boleta y la razón de hacerlo había sido ver al entonces mejor futbolista del mundo. Lo increíble de la historia es que el juez, visiblemente afectado por los golpes, tuvo que salir del encuentro rumbo a un centro asistencial. En su remplazo asumió la conducción del partido el juez Omar Delgado, quien después de consultar, incluso al “Chato”, determinó que “Pelé” regresara al campo de juego.
Como Delgado estaba de juez de línea y pasaba a ser el árbitro de la contienda, se necesitaba quien lo sustituyera en la banda. Como aficionado, en la tribuna estaba el acreditado juez chileno Mario Canessa, y la solución fue que saltara a la cancha para oficiar como juez de línea. Lo hizo no en traje deportivo, sino vestido de saco y corbata. Así terminó el primer tiempo y, como si nada hubiera pasado, los equipos se fueron a los vestuarios. Cuando se reanudó el partido, el Santos de Pelé se encargó de redondear la fiesta en medio de la pasividad del público asistente. Dos goles más de la estrella brasilera redondearon la faena. 4-2 en favor de Santos terminó el encuentro.
La gente se fue tranquila a su casa, pero tras bambalinas ocurrió lo que tampoco nadie aguardaba. Asistido por el abogado Lisandro Martínez Zúñiga -quien llegaría a ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia-, “El Chato” Velásquez había interpuesto una denuncia por lesiones personales contra los jugadores de Santos. De tal manera que, en vez de trasladarse al hotel o tomar rumbo al aeropuerto El Dorado, el equipo brasilero fue llevado a la Comisaría del Norte, donde el titular del despacho Isaac Cadena Medina dispuso todo lo pertinente para hacer cumplir la ley y no dejar pasar lo que había sucedido en el estadio. (Las imágenes de la disputa entre "El Chato" Velásquez y el Santos de Pelé)
Al comienzo de la diligencia judicial, como era natural “Pelé” quiso ser la voz oficial del equipo, pero el abogado Martínez Zúñiga le salió al paso con un comentario contundente mientras lo tomaba del brazo: “Usted puede ser el rey del mundo, pero en este despacho judicial no”. La crónica de El Espectador sobre lo sucedido, escrita por el periodista Germán Navarrete, señala que el comisario Cadena ordenó que todos los jugadores del Santos se pusieran contra la pared. El único que no lo hizo fue “Pelé”, quien sin embargo cambió totalmente su actitud y comenzó a colaborar en búsqueda de una solución al problema.
Cuando todos los jugadores estaban alineados, el comisario Cadena le pidió al “Chato” Velásquez que identificara quiénes le habían pegado. Él señaló a algunos, y comenzaron los reclamos. El central Amaury Da Silva, que no había jugado, alegó que estaba lesionado en el tobillo y no tenía como agredir al juez. A su vez el defensa argentino Ramos Delgado aseguró que era una venganza del “Chato” Velásquez contra él, porque ya habían tenido un incidente durante un partido en Quito, Ecuador, en 1961. En medio de los reclamos el periodista le preguntó a “Pelé” si había visto algo igual acerca de que un jugador expulsado regresara a la cancha.
“Pelé”, con gesto risueño, le contestó que no, y enseguida agregó: “Bueno, yo atendí el llamado del público que había pagado por ver el espectáculo”. En ese momento ya los ministros de justicia y educación habían intervenido para que el incidente no pasara a mayores. Igualmente, varios dirigentes del fútbol colombiano hicieron presencia porque la noticia ya le daba la vuelta al mundo. El problema mayor era que al “Chato” Velásquez le habían dado 25 días de incapacidad por la fenomenal paliza recibida. Al final, con el apoyo del árbitro Mario Canessa se decidió que a puerta cerrada se resolviera el problema, pues el enjambre de periodistas ya parecía una jauría.
Después de mucha discusión, hacia las 3:30 de la madrugada del 18 de julio se encontró una solución. Que todos los jugadores del equipo Santos firmaran una carta de desagravio, pidiendo disculpas a la afición y, por supuesto, al árbitro. El problema es que aparecieron nuevos abogados acusando al comisario de haber cometido un prevaricato porque los 25 días de incapacidad del “Chato” Velásquez no daban para resolver el asunto con una simple carta de disculpas. A esa hora ya el avión que debía trasladar al equipo brasilero hasta Lima (Perú) se había ido, y el plantel tuvo que esperar hasta el 19 de julio para partir definitivamente.
De aquella noche quedaron muchas anécdotas. La transmisión en directo del periodista Alberto Piedrahita Pacheco, los juegos de cartas con que se entretuvieron los exponentes del equipo brasileño mientras se resolvía el dilema judicial, o incluso el divertimento de monedas contra la pared para matar el tiempo en medio del frío bogotano. La incapacidad del “Chato” Velásquez no cumplió los 25 días. La razón de peso es que este singular colombiano no se aguantó las ganas de volver a dirigir y por eso los dirigentes lo programaron para que regresara a las canchas pocos días después, para pitar el clásico vallecaucano entre Cali y América.