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Cuando empezó el confinamiento, los equipos de fútbol vieron una estampida de problemas. Pero Juan Carlos Osorio también vislumbró una oportunidad: el tiempo para potenciar la parte atlética de sus futbolistas, una materia religiosa para él en su método y filosofía de trabajo. Y así Atlético Nacional le envió a cada jugador de su plantel profesional una bicicleta estática y un kit de entrenamiento con una pesa y bandas elásticas. La batuta del equipo quedó en las manos del preparador físico Carlos Tabares.
Todos los días, a las 9:00 a. m., a excepción de los domingos, la cita al entrenamiento virtual es través de la plataforma Zoom. La pantalla se divide en 45 cuadros pequeños con el rostro de los 30 jugadores del plantel profesional, los juveniles que venían trabajando con el equipo y el staff técnico, ante la mirada atenta de Osorio y Pompilio Páez, asistente técnico y su mano derecha.
“Con el kit hemos tratado de simular un gimnasio. Se pierden algunos movimientos de balón y de táctica, pero se gana en la parte atlética. Tenemos un plan que los tiene en buena forma; adquiriendo otras capacidades, fortaleciendo el tren superior e inferior con fuerza aplicada a los ejercicios del fútbol. La idea es obtener mayores capacidades físicas y de fuerza ganando o manteniendo la masa muscular”, le dijo Pompilio a El Espectador.
Tras las sesiones virtuales, el cuadro antioqueño mide y evalúa los entrenamientos a través de los datos cuantitativos que cuelgan los jugadores en la aplicación Catapult AMS. “Califican de 1-10 y eso nos permite monitorear la carga del entrenamiento y su sensación de bienestar. Son datos que se pueden comparar con las sesiones previas al aislamiento. Ahí también ponen cuántas horas duermen, su estado de fatiga, nivel de estrés y motivación”, palabras de Carlos Tabares, preparador físico de Nacional.
Porque uno de los objetivos trazados de Osorio y Páez es contar con un entrenador del sueño. “Hemos tenido algunas charlas sobre el tema. No estábamos preparados para un encierro, de eso no se habla y eso trae cambios en la alimentación y el sueño, que es el mejor recuperador de los deportistas, por eso buscamos que aprendan a descansar, sepan los ciclos del sueño, qué es un sueño profundo. En el Mundial de Rusia controlamos el sueño de los futbolistas de México. Hay relojes para medir qué tanto descansó un deportista. Hay que aprovechar la tecnología”, añadió Pompilio, quien, con Osorio, ha estado a cargo del trabajo de balón que hacen los jugadores en paredes, esquivando botellas llenas de agua, desplazamientos, giros, en fin. “No podemos vararnos, hay que ser recursivos”.
Eso sí, tienen claro que, en el tema de los movimientos propios de juego, las recreaciones y repeticiones de jugadas, que tanto trata Osorio de instalar en la memoria operativa de sus futbolistas, sufre el flagelo de un desentrenamiento notable. “El juego tiene un ingrediente importantísimo y es la incertidumbre. En ese tema hay una desadaptación total, que estamos tratando de mitigar. Pero aquí lo más importante es la parte mental. La mejor herramienta que podemos tener es una buena comunicación”, agregó Tabares.
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El aspecto psicológico ha estado a cargo del exfutbolista Imanol Ibarrondo, quien también cumple esa función en la Real Sociedad y con quien trabajaron Osorio y Páez en la selección mexicana. El español, con sesiones en las tardes o noches, busca motivar al plantel en medio del confinamiento, pues son tiempos en los que afloran las emociones. Con fábulas como la de El anillo del rey.
Un rey que mandó a sus mejores orfebres a hacer un anillo con una frase que lo ayudara a superar los momentos de adversidad y turbulencia. Esa labor quedó a cargo de los sabios del reino. Días después, su pueblo fue azotado por un cataclismo: una sequía sembró la desgracia, la hambruna y la desesperación de sus habitantes. Un ejército vecino aprovechó la debilidad, invadió el reino y lo colonizó. En ese momento, al rey, afligido, le llegó un paquete. Lo destapó: era el anillo. Esta vez con un mensaje grabado: “Esto también pasará”. El rey fue por su ejército y recuperó el control de su reino. En medio de la fiesta de celebración, los sabios, insistentes, le pidieron que volviera a leer la inscripción del anillo. El rey no entendía nada: eran tiempos de victoria, no había que desviar la atención. Pero inclinó la cabeza, lo leyó y comprendió que la felicidad, al igual que la desgracia, son pasajeras.
Otro de los aspectos que han trabajado en las noches con el departamento de video ha sido la parte táctica. Juan Carlos Osorio ha repetido partidos del pasado y ha hablado de las virtudes y errores de su equipo. Se han concentrado en revisar rasgos y comportamientos dentro del terreno de juego. El tiempo libre ha sido un espacio de aprendizaje.
El futuro es gaseoso, no hay certezas del regreso a competencias. Pero hay algo que sí tienen claro: necesitan al menos cuatro semanas de acondicionamiento para volver. Han revisado la literatura y se encontraron con un precedente que da luces de los pasos a seguir. En 2011, la NFL de fútbol americano de Estados Unidos tuvo un parón de 14 semanas por un paro laboral de los jugadores.
En el retorno a competencias se encontraron con un rasgo: la curva de lesiones se disparó hacia arriba. En seis temporadas se registraron cinco lesiones por año en el tendón de Aquiles, mientras en la vuelta hubo 12 lesiones de este tipo en los primeros 10 días. “Tenemos que ser muy responsables para hacer estrategias. Si nos apresuramos podemos tener consecuencias graves”, dice Tabares.
Tiempos en los que los jugadores apuntan a regresar lo mejor preparados en la parte atlética. Tiempos en los que el cuerpo técnico se ha refugiado en la literatura, en la educación. En los que ha intercambiado opiniones con otros entrenadores y el periodismo. Pero, sobre todo, tiempos en los que circula un mensaje invisible en el ambiente, no solo ahora sino también cuando el fútbol regrese: “Esto también pasará”.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin