Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Alguien se ha detenido a pensar cómo es la vida de Stefan Medina? ¿Qué sintió al ver esos memes virales en las redes sociales? ¿El dolor de su familia? Respuestas que han permanecido ocultas, entre las sombras, porque el defensor de 27 años ha decidido estar lejos de los reflectores y los titulares. Resistir.
La injusta condena de Stefan, uno de los hombres más matoneados en la historia del país, empezó el 11 de septiembre de 2013 en un partido de eliminatorias rumbo al Mundial de Brasil 2014 en el que fue titular debido a una lesión de Pablo Armero y que obligó a Camilo Zúñiga a jugar por el costado izquierdo. Cargó el peso y la responsabilidad de debutar en la selección con apenas 21 años. Uruguay se impuso 2-0 en Montevideo con algunos errores suyos, pero en general de todos.
Había que buscar un culpable para descargar la ira de la derrota y el canibalismo de una nación que les exige rendir más cuentas a sus deportistas que a sus políticos. Y el pelado debutante de Atlético Nacional era la presa más fácil de todas. Unos días después, en el agónico empate 3-3 ante Chile, Medina volvió a ser el señalado. Boom: se convirtió en un personaje clave de la cultura popular y del burdo carnaval de las redes sociales. Memes, memes y más memes, una tendencia que por fin se empieza a desvanecer, pero apenas seis años después.
En esos momentos turbulentos la vida le puso una disyuntiva: ¿por qué a mí o el para qué? Stefan se quedó con el segundo camino. Una cruz que le forjó el carácter, le enseñó el valor de aguantar y de nunca dejar de creer en sí mismo. En esta Copa América de Brasil 2019 Carlos Queiroz lo escogió para ser el lateral derecho de la selección. Un dictamen impopular en una nación que se ha sesgado por las modas y la sangre. No es del todo mentira ese adagio que dice que el peor enemigo de un colombiano es otro colombiano.
Y han dejado de lado la realidad: Stefan Medina es uno de los jugadores más ganadores en la historia del fútbol colombiano, con 12 títulos —ha sido campeón en todos sus equipos— y lleva cinco años siendo figura en el fútbol mexicano. Sus errores fueron amplificados y sus triunfos, que son muchos más, minimizados; sin embargo, siempre fue un señor: nunca le contestó mal a nadie. Tiene una carrera deportiva intachable.
Y ha empezado a redimirse, porque ha cumplido con actuaciones destacadas en los partidos ante Argentina y Catar. “Y se compuso en él una cara de convaleciente para celebrar la escampada”, una de las frases de Gabriel García Márquez en su novela Cien años de soledad y la que mejor describe el momento de la vida que atraviesa Stefan Medina.
Fueron años jodidos, de sufrir en silencio. ¿Quién fue su hombro en toda esta vorágine? Liliana Ortiz, su esposa y madre de sus dos hijas: Avril y Belén. Liliana conoció a Stefan cuando él tenía 17 años y ella 24. Él apenas hacía parte del equipo sub-20 de Atlético Nacional mientras ella era la asistente de presidencia del equipo antioqueño. Justo cuando Stefan cumplió la mayoría de edad, salieron. Hicieron clic de inmediato: a las dos semanas ya eran novios.
No fue fácil convencerla de hablar, por obvias razones, pero al final, la compañera de vida del defensor antioqueño accedió a contarle a El Espectador detalles del duelo que han vivido como familia.
¿Cómo han afrontado esos duros comentarios en las redes sociales?
De ser amado en Nacional pasó a ser la burla de un país entero en un suspiro. No entendíamos nada, porque era muy injusto. Le echaron la culpa a un pelado que acababa de debutar cuando había 11 jugadores en la cancha. Yo veía los memes, me llegaban otros; que el tronco de un árbol; Frodo, del Señor de los Anillos, era impactante. A la familia le dio muy duro, lloraron, porque Stefan es un gran ser humano y no se lo merecía.
¿Y qué decía Stefan?
Cuesta creer que nunca hizo un comentario, nunca se enojó, no hubo un solo reproche. Recuerdo que a veces le mostraba los memes, todo el mundo me recomendaba que no lo hiciera, pero yo igual lo hacía. Una vez con ese meme de Frodo, cuando él estaba mechudo, me dijo: “Este está hasta gracioso”. El dolor de él era más que todo por ver sufrir a su familia. Eso sí, nos pidió que nunca le contestáramos mal a nadie.
Eres siete años mayor que Stefan. ¿Qué fue lo que te sedujo de él cuando apenas era un juvenil de Atlético Nacional?
Lo que me llamó la atención, a pesar de que era mucho menor, fue la madurez que tenía. Era incluso mayor que la mía. Tenía sus metas y norte de vida muy claros. Si a mí me tocara describirlo en una palabra sería “resiliencia”. Stefan de las adversidades no maldice, pelea o se queja, sino que las usa como motor de vida para ser mejor persona y profesional. El bullying del país entero lo utilizó para superarse a sí mismo.
En 2014 partieron a México luego de su fichaje a Rayados de Monterrey. ¿Fue también una guarida de las redes sociales?
Tal cual. Pasó de ser la burla del país a ser alguien muy respetado en Monterrey. Siempre lo han visto con mucha admiración. Cuando nos fuimos, nos olvidamos de Colombia y de la selección. La prensa y las redes le han dado muy duro a mi esposo, le han hecho bullying y tirado a matar por mucho tiempo. Por eso no somos muy afines a los medios de comunicación. Si hablan bien o mal, no le prestamos atención.
Ha sido un caballero desde el primer día. ¿Por qué nunca se defendió de los comentarios malintencionados?
Nunca contestó y nunca lo va a hacer. Es ajeno a las redes sociales. Es su forma de ser, es una persona introvertida a la que simplemente le tocó vivir eso. Dejamos de leer la prensa y las redes, aprendimos a vivir con eso. Algo que le choca a Stefan es que hablen mal de la gente, él nunca te va a hablar de nadie. Si tiene un mal concepto de una persona, se lo guarda. Si se expresa de alguien, lo hace de manera positiva o simplemente no lo hace. Si ve a alguien hablando mal, dice que no lo hagan. Le aterran los chismes y los malos comentarios, eso le parece de mal gusto. Y porque es su personalidad también, es un poco tímido, tranquilo y su círculo de amigos es cerrado. Es una persona demasiado familiar.
¿En alguna oportunidad Stefan Medina pensó en decirle que no a la selección?
En México lo ha ganado todo y está tranquilo. A mí, como esposa, no me angustiaba que no lo llamaran; al contrario, era un alivio. Y cuando lo convocan pasa por mi cabeza el “ay, otra vez las críticas”. Pero siempre me he quedado callada. Cuando entró en la lista a última hora para la Copa yo le pregunté: “¿No quieres decir que no?”. Él me dijo: “Es mi deber, aparte este cuerpo técnico ni me conoce. ¡Tengo que ir!”. No sé qué ha pensado internamente, es reservado, nunca me lo ha dicho. Siempre ha primado más su responsabilidad con el país.
¿Cómo es Stefan como padre y esposo?
Él es el mejor papá que mis hijas pueden tener. Un padre entregado, amoroso, pendiente, presente. No es el que está solo para la foto, sino que siempre está pendiente de sus niñas. Es consentidor, les juega y nunca las regaña. Así es para todo: él entrena de lunes a domingo, no descansa. Si Stefan Medina tiene entrenamiento a las 9:00 a.m., a las 7:30 ya está allá. Y es el último que se va. Si es día de descanso, va al gimnasio. Ve todos los partidos que juega y llama a la gente que sabe a que le diga cómo lo vieron para mejorar.
¿Qué significa verlo ahora en Brasil, marcando al mejor del mundo y teniendo una verdadera oportunidad en la selección?
Yo me acuerdo de que su sueño era jugar algún día en Nacional. Y ahora lo vimos ante Lionel Messi, Ángel Di María y Sergio Agüero. En mi vida he visto mil partidos, pero ninguno como el de Argentina. Fue hermoso ganarle luego de 12 años y de una forma tan contundente. El fútbol es de revanchas. Y yo, mientras veía el juego, me preguntaba: ¿esto sí será verdad?
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin
tblanco@elespectador.com